En
respuesta a la decisión de Estados Unidos de salir del acuerdo 5+1 (JCPOA), y
teniendo además en cuenta que Israel ya los había bombardeado antes, los
Guardianes de la Revolución iraníes dispararon hacia el Golán ocupado por
Israel una salva de misiles desde sus bases en Siria. ¿Es esto el preludio de
una nueva guerra regional? ¿O se trata más bien de una operación iraní que en
realidad persigue fines de política interna en Irán?
El general Qassem
Soleimani, comandante de la Fuerza Al-Qods, es el combatiente más respetado en
todo el Gran Medio Oriente. Ha estado en todos los teatros de operaciones de la
región. Sus victorias lo han convertido en una leyenda viviente. Se dice que
Washington ha dado a Tel Aviv luz verde para eliminarlo.
Rusia se opone a una
guerra entre Irán e Israel
Mientras
la mayoría de los observadores toman partido en la confrontación
ruso-estadounidense y desean la victoria de su bando, Moscú trata de traer la
paz al Medio Oriente. Rusia se opone por tanto a una operación iraní contra
Israel, como mismo se opuso a un ataque israelí contra Irán en 2008.
n la
noche del 29 al 30 de abril de 2018, Israel lanzó 9 misiles contra 2 bases
militares sirias, causando importantes daños.
Lo que
sorprende en esa operación, es que los radares rusos no trasmitieron la alerta
a las autoridades sirias, que por consiguiente no pudieron interceptar los
misiles israelíes.
El
hecho es que el ataque no apuntaba a objetivos sirios sino a blancos iraníes en
instalaciones militares sirias.
En
virtud de un tratado anterior al actual conflicto, Irán acudió en ayuda de
Siria desde el inicio de la actual agresión exterior, que comenzó en 2011. Sin
esa ayuda, Siria habría sido derrotada, la República habría sido derrocada y la
Hermandad Musulmana habría logrado instalarse en el poder. Pero desde
septiembre de 2015, Siria cuenta también con el respaldo militar de Rusia, cuyo
volumen de fuego es muy superior. Fue la aviación de la Federación Rusa la que
logró, con sus bombas antibunker, destruir las fortificaciones subterráneas que
la OTAN y la transnacional francesa Lafarge habían construido para los
yihadistas. La acción de la aviación rusa abrió el camino al Ejército Árabe
Sirio para la recuperación del terreno perdido.
Hoy en
día, los objetivos de Irán y Rusia son divergentes.
Desacuerdo
irano-ruso
El
objetivo de Rusia es erradicar las organizaciones yihadistas y restablecer la
paz en la región. Posteriormente, Rusia espera restaurar el vínculo histórico
entre su cultura ortodoxa y Damasco, la ciudad que vio nacer el cristianismo.
Ese objetivo corresponde a la estrategia trazada en el siglo XVIII por la
emperatriz Catalina La Grande.
Irán
es actualmente un país dividido entre 3 poderes diferentes: los Guardianes de la
Revolución, el poder presidencial en manos del presidente-jeque Hassan Rohani,
y, para terminar, el poder del Guía de la Revolución –el ayatola Alí Khamenei–
que actúa como árbitro en los conflictos entre los otros dos poderes.
Los
Guardianes de la Revolución son una fuerza armada de élite, separada del
ejército regular. Obedecen al Guía de la Revolución mientras que el ejército
regular depende del presidente de la República Islámica. Los Guardianes de la
Revolución se plantean como objetivo liberar el Medio Oriente del imperialismo
anglosajón. Garantizan la protección de las poblaciones chiitas en todo el
mundo y, a cambio, cuentan con esas poblaciones para la protección de Irán. Los
Guardianes de la Revolución están presentes en Yemen, Irak, Siria y el Líbano.
El
presidente Hassan Rohani trata de sacar la República Islámica del aislamiento
impuesto a ese país a raíz de la Revolución del imam Khomeiny. Pretende
desarrollar el comercio internacional y restaurar la condición de potencia
regional dominante que tenía Irán en tiempos del Shah.
El
ayatola Alí Khamenei, ideológicamente cercano a los Guardianes de la
Revolución, trata de mantener el equilibrio entre los dos poderes anteriormente
descritos y salvaguardar a la vez la unidad del país. Pero su papel ha ido
haciéndose cada vez más difícil, en la medida en que van en aumento las
tensiones entre los Guardianes de la Revolución y el presidente Rohani. El ex
presidente Mahmud Ahmadineyad –proveniente de los Guardianes de la Revolución–
y su ex vicepresidente Hamid Beghaie han sido proclamados «malos musulmanes» por
el Consejo de los Guardianes de la Constitución [1]. El ex presidente
Ahmadineyad acaba de ser puesto bajo prisión domiciliaria y su ex
vicepresidente Beghaie fue objeto de un juicio secreto que acabó condenándolo a
15 años de cárcel.
Desde
el asesinato de Jihad Moughniyah –hijo de Imad Moughniyah, el jefe militar del
Hezbollah libanés– y de varios oficiales de los Guardianes de la Revolución, en
enero de 2015, en la línea de demarcación que separa las fuerzas israelíes y
las fuerzas sirias en el Golán, todo hace pensar que Irán trata de implantar
bases militares en el sur de Siria. Al parecer se trata de planificar un ataque
coordinado contra Israel desde Gaza, el Líbano y Siria.
Ese es
el proyecto que Israel trata de contrarrestar y al que Rusia niega su apoyo.
Evolución
de las posiciones políticas
Desde
el punto de vista de la Federación Rusa, Israel es un Estado internacionalmente
reconocido, con más de un millón de ciudadanos provenientes de la antigua Unión
Soviética, y tiene derecho a defenderse, independientemente del conflicto que
plantean tanto el robo de territorios por parte de Tel Aviv como su actual
régimen de apartheid.
Por el
contrario, desde el punto de vista iraní, Israel no es un Estado sino una
entidad ilegítima que ocupa Palestina y oprime a los habitantes históricos de
esa tierra. Por consiguiente, es legítimo combatirlo. Al hacerlo, sin embargo,
la República Islámica va más allá del análisis de su fundador. Para el imam
Khomeiny, Israel era sólo un instrumento de las dos principales potencias
imperialistas, que son Estados Unidos y el Reino Unido. En los últimos años, el
discurso iraní sobre Palestina se ha hecho particularmente confuso,
convirtiéndose en una mezcla de argumentos políticos y religiosos y recurriendo
a estereotipos antisemitas.
Hace 3
años que Israel exige que Rusia impida que Irán instale bases militares a menos
de 50 kilómetros de la línea de demarcación. Al principio, Rusia resaltó el
hecho que Irán había ganado la guerra en Siria, mientras que Israel la ha
perdido. Por consiguiente, Tel Aviv no estaba en condiciones de exigir nada.
Pero ahora, cuando el posible fin de la guerra parece cercano, la posición rusa
ha cambiado: permitir que Irán inicie un nuevo conflicto no es una opción.
Se
trata exactamente de la misma actitud que llevó a Rusia a bombardear, en 2008,
los dos aeropuertos que Israel había alquilado en Georgia. Moscú evitó así un
ataque de Tel Aviv contra Teherán. Esta vez, Rusia se opone a una iniciativa
militar iraní contra Israel.
La
posición de Siria
Desde
el punto de vista sirio, Israel es un enemigo que ocupa el Golán ilegalmente.
Durante la guerra, ese enemigo apoyó de facto a los yihadistas y bombardeó
Siria un centenar de veces.
A
pesar de ello, el proyecto iraní no es bienvenido. Al igual que Moscú, Damasco
no cuestiona la existencia del Estado hebreo sino sólo su régimen, que excluye
a los palestinos. Lo más importante es que la República Árabe Siria no busca el
enfrentamiento con su vecino sino la paz. Tanto Hafez como Bachar al-Assad
trataron de negociar esa paz –principalmente con el presidente estadounidense
Bill Clinton– pero sus esfuerzos fueron vanos.
Por
otro lado, todos saben que el ejército israelí cuenta con el apoyo total de
Estados Unidos, atacarlo sería atacar a Washington. Después de 7 años de
agresión extranjera, Siria no estaría en condiciones de hacerlo, ni aunque
quisiera.
O sea,
aunque ha aceptado permitir a Irán instalar bases en suelo sirio, Damasco no
irá más allá de ese consentimiento.
El
contexto irano-estadounidense
El
posible fin de la guerra ha provocado la crisis actual, y también pesa sobre el
futuro del acuerdo 5+1. Parece probable que Estados Unidos deje de ser garante
de este último.
Pero
ese acuerdo multilateral no es lo que parece. El texto firmado el 14 de julio
de 2015 es exactamente idéntico al que ya se había negociado el 4 de abril. El
hecho es que durante los últimos meses de aquella negociación, Washington y
Teherán discutieron bilateralmente varias cláusulas secretas cuyo contenido
nadie conoce.
Sin embargo,
todos han podido comprobar que desde la conclusión de aquel acuerdo secreto,
las fuerzas de Estados Unidos y de Irán, presentes en todo el Medio Oriente, no
han llegado nunca a enfrentarse directamente.
La
parte del acuerdo que todo el mundo conoce trata sobre una suspensión del
programa nuclear iraní por un plazo de al menos una década, estipula un
levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán y un fortalecimiento
de los controles que realiza la Organización Internacional de la Energía
Atómica (OIEA). Ese acuerdo resulta catastrófico para Teherán que, por ejemplo,
se vio obligado a renunciar a la enseñanza de la física nuclear. Pese a ello,
Teherán firmó el acuerdo 5+1 con tal de obtener el levantamiento de las
sanciones que afectaban gravemente su economía. Sin embargo, luego del esperado
levantamiento, esas sanciones fueron restauradas de inmediato… con otro
pretexto (el programa de desarrollo de misiles) y el nivel de vida de la
población iraní sigue bajando.
Contrariamente
a lo que afirma la propaganda occidental, la República Islámica había puesto
fin a su investigación nuclear militar en 1988 porque el imam Khomeiny decretó
que las armas de destrucción masiva contradicen los principios del islam. O
sea, desde 1988, Irán sólo conservaba su investigación nuclear de carácter
civil y algunas investigaciones sobre aplicaciones militares tácticas. Hoy en
día, sólo son susceptibles de reactivar el programa nuclear militar los
sectores que aspiran a seguir los pasos del régimen del Shah –o sea, el grupo
cercano al presidente Rohani. Pero no lo harán debido a las excelentes
relaciones que, a pesar de todo, mantienen con Washington.
Una
reunión preparatoria de la Conferencia Mundial de Seguimiento del Tratado de No
Proliferación nuclear se desarrolla actualmente en Ginebra. Irán y Rusia
defienden allí una moción para declarar el Medio Oriente «zona exenta de armas
nucleares», moción que encuentra la oposición de Israel, Arabia Saudita y las
potencias occidentales.
La
amenaza que Teherán ejerce desde Siria debe interpretarse como una forma de
presionar para que se mantengan las cláusulas secretas del acuerdo 5+1.
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