He
subido muchos artículos de Santo Tomas de Aquino que no recuerdo si entre ellos
ha entrado la cuestión 63 y 64 donde el santo doctor trata in extenso “del
pecado y castigo de los ángeles malos” a quienes comúnmente se
les llama “demonios”, “diablos” entre otros tantos nombres. Creo conveniente
tratar sobre estas dos cuestiones por la gran ignorancia del siglo actual tan
dado a la superstición que, por desgracia, lleva a muchas almas asía la condenación
eterna. En esta superstición los demonios juegan un papel muy importante como
“instrumentos” de muchos malvados hombres sin escrúpulo y con la mayor saña
como nunca se ha visto desde la muerte de nuestro Salvador en la cruz, hombres
que terminan sus días bajo el dominio de quien creyeron ser su supuesto
instrumento y cuyas vidas terminan en la condenación eterna.
Cuanta
no sería mi alegría al ver que muchas almas leyeran con gran atención los
siguientes artículos sobre este tema, más temo que el mismo demonio trate de
ocultar dichos artículos a los ojos de los hombres para proseguir su maléfico
plan de perder las almas ganadas por el bautismo por Nuestro Señor Jesucristo
quien derramo su preciosísima sangre en el Calvario para redimirnos del pecado
y librarnos de enemigo tan tirano e indeseable como lo son los ángeles caídos.
A nuestra bienaventurada Madre la Santísima Virgen María encomiendo estos
artículos confiado en su intercesión ante su Hijo amado para el mayor bien de
las almas y a Santo Tomas de Aquino me encomiendo para que él guie e ilumine mi
pobre inteligencia a fin de hacer accesible este estudio a todas las mentes de
las almas de buena voluntad interesadas en conocer las artimañas de este
enemigo feroz de nuestras almas.
Arturo Vargas Meza Pbro.
Para
lograr un perfecto conocimiento de la naturaleza angélica, según el orden
lógico que Santo Tomás se propuso, síguese el tratar de los ángeles teniendo en
cuenta la defección de algunos de ellos, que en criaturas intelectuales dotadas
de libertad supone culpa o pecado y' lleva consigo una pena 'como castigo de
tal culpa, poniéndolos en estado de condenación.
I.-CONEXION DE LAS CUIESTIONES 63 y 64
Son
estas dos cuestiones, íntimamente relacionadas entre sí, una aplicación
particular de la doctrina general anteriormente expuesta sobre el difícil
problema de la existencia del mal, principalmente bajo su doble aspecto de mal de
culpa y mal de .pena (véase 1: p., qq. 48 Y 49).
Si
ya la existencia del mal físico en el mundo ofrece, en líneas generales, serias
dificultades, que han hecho naufragar en todos los tiempos a algunos
pensadores, bajo su aspecto moral reviste especiales características cuando se
trata de criaturas tan perfectas como los ángeles, que llevan aneja a su
naturaleza la carencia de concupiscencia y demás factores psíquicos y pasionales
que en el hombre sirven de base racional para la explicación del pecado.
No
hay lugar a tratar en los ángeles del mal físico, porque éste no puede tener
cabida en ellos, Son perfectamente espirituales, formas subsistentes, en las
que no cabe naturalmente el mal físico (II Sent. d. 5, q. 1, a. 1 ad 15.) Por
eso ya se indicó que en el orden natural son seres perfectos y que fueron por
Dios creados sin miseria alguna. Pero, en cambio, son por su naturaleza capaces
de mal moral.
Recuérdese
que, "como el bien es de suyo objeto de la voluntad, el mal, que es
privación de bien, se encuentra de un modo peculiar en las criaturas
racionales, dotadas de voluntad", porque "la división en mal de pena
y mal de culpa no ,es del mal en general, sino del mal en las cosas
voluntarias", teniendo en ellas lugar uno y otro, "o bien por la
substracción de la forma o de alguna parte necesaria para la integridad del
ser", mal de pena, "o bien por la substracción de la operación
debida, ya sea porque se carece en absoluto de ella o 'ya porque no tiene el
modo y orden debidos", mal de culpa o pecado.(l." p., q. 48; a. 5, c.
y ad 2).
Atendiendo
a esta relación íntima y necesaria entré uno y otro mal, y para no incurrir en
repeticiones que de otro modo serían inevitables, unimos ambas cuestiones en
una sola introducción,
2° ORDEN DE LOS ARTICULOS DE AMBAS
CUESTIONES
Lo
que sin duda da ocasión y sirve de base para estas dos cuestiones es el hecho
del pecado de algunos ángeles, del que tenemos noticia por la revelación, y
nótese que, de no existir esa revelación divina, la humana razón nada podría
hacer en esta materia sino debatirse entre conjeturas para explicar la
existencia y causa de muchos males y fenómenos que parecen superar las fuerzas
de la naturaleza, pero nada, podría determinar sobre este particular estado de
algunos ángeles a quienes llamamos demonios.
Para
estudiar este amplio y difícil problema, supuesto el hecho del pecado y la pena
consiguiente, conocidos por la revelación, el Angélico Maestro considera
primero el mal de culpa en los ángeles (q. 63) y después el mal de pena o
castigo (q. 64).
El
pecado o mal de culpa lo estudia el santo Doctor primero de un modo general
(aa. 1-3), determinando, para justificar su existencia, la posibilidad del
mismo en los ángeles (a. 1) y su naturaleza (aa, 2-3), tanto genérica,
estableciendo que formalmente fue pecado de soberbia (a. 2), como específica,
por razón del objeto sobre que versó esa soberbia, que consistió en apetecer
ser como Dios (a. 3).
Desciende
después a un estudio particular del mismo pecado (aa, 4-9), atendiendo primero
al tiempo o momento en el cual tuvo lugar. (aa. 4-6) y luego a los sujetos que
peca ron (aa. 7-9).
En
el primer aspecto se estudian tres puntos: si además de los ángeles que pecaron
voluntariamente, haciéndose malos, hay algunos que lo sean naturalmente (a. 4),
Y supuesto que no sean demonios por naturaleza, si alguno de ellos pudo ser
malo en el primer instante de su creación por un acto de su propia voluntad (a.
5) o si transcurrió algún tiempo entre su creación y su caída (a. 6).
Bajo
el segundo aspecto se estudian otros tres puntos: Si el principal de los ángeles
que cayeron en el pecado era el supremo entre todos los ángeles (a. 7); si
influyó en los otros, siendo de algún modo causa de su pecado y cómo (a. 8), y,
por último, qué proporción hay entre el número de los que pecaron y el de los
que perseveraron (a. 9).
Se
cierra así el estudio del mal de culpa en los ángeles, pasando a estudiar en la
cuestión 64, última de este tratado, el ,mal de pena, o castigo del pecado, y
condición en, que quedaron por su caída, considerándolo en lo que afecta intrínsecamente
a las dos facultades que hay en los ángeles, entendimiento y voluntad (aa.
1-3), y por lo que se refiere a algo extrínseco, que es el lugar de su castigo
(a. 4).
Bajo
la primera consideración el estudio de la pena del entendimiento (a. 1) y de la
voluntad, en la que se da obstinación en el mal (a. 2) y aflicción o dolor, no
en. su concepto de pasión sensible, sino en cuanto es simple acto de' la
voluntad y reacción de la misma frente a lo que la contraría (a. 3).
Todos
estos puntos, que el Angélico Maestro desarrollo a en las dos cuestiones,
quedan así esquematizados en el siguiente cuadro:
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