FIN DE LA OBRA
252.- Porque
lo uno, viendo el dejo tan amargo que tienen en la muerte, y la costa tan
crecida a que se compran en las penas del infierno, y el sinsabor de sus
culpas, a los avisos de la eterna, todos
pierden el gusto, y, como dice S. Gregorio, son desabridos al paladar, como los otros manjares, después de haber
gustado miel; y así los da de mano y los fastidia quien rumia con la
memoria las verdades dichas.
253.- También
dará de mano a las honras, viendo su brevedad, y conociendo su vanidad con la
luz de la última candela, pues entonces se desvanecen todas y se convierten en
humo que atormenta y mucho más a vista del juicio, del infierno y de la
gloria, en que descubren que no fueron más que sombras aparentes y sueños de la
imaginación.
254.-En tercer lugar entra la hacienda, y el afán y cuidado de adquirirla, a que da de
mano el que medita con atención las verdades evangélicas, a cuyos resplandores conoce cuán poco valor tiene todo en el
acatamiento de DIOS, el cual no hace diferencia del oro al lodo, ni de la plata
al estiércol, ni de las piedras diamantes a las piedras que pisamos; y que,
al pasar los puertos de esta vida, nos
desnudan de todo; y que, cuando nos acompañaran, no pudieran servimos de cosa
alguna para el cuerpo y el alma.
255.- ¡Desengaño
grande! para los fieles, con que reciben aliento para pisarlo todo y
atesorar el cielo solamente. En esta lista entran también las pretensiones del siglo, los valimientos con los que pueden y
mandan, el aprecio del linaje y de la sangre, las noblezas que tanto el mundo
adora, el cuidado de adquirirlas y el ansia de aumentarlas, mirando, a los
avisos de lo eterno, cuán frágil y mentiroso es todo.
256.- ¡A
cuántos ha derribado en el infierno, conociendo su inconstancia, sus sinsabores
y amarguras, el poco tiempo que duran y la hiel que se bebe con todo ello!
257.- ¿Qué
diré de los mandos y prelacías? ¿Qué de los bandos y parcialidades? ¿Qué de la
ambición de los puestos y de salir con la suya, que a tantos ha condenado en el
Tribunal de DIOS?
258.- Todo lo desprecia y da de mano el que aprecia
los bienes celestiales, y no se le da nada de los hombres, ni de sus amistades
y favores, contento con el de DIOS. Da de mano también a las cortesías y pundonores del mundo, a las habilidades y
dotes naturales, a la hermosura del cuerpo, conociendo a estas luces que es un
muladar cubierto de nieve, y que a un sol o un aire se deshace y se pudre y
hierve en gusanos. Y finalmente da de mano a todo lo que el mundo aprecia,
y sólo estima lo que DIOS estima, con que vive libre de los cuidados de este
siglo, superior a todo lo terreno, y su
corazón alegre en las moradas del Cielo, cuya paz y tranquilidad empieza a
gozar desde acá, como ciudadano suyo y peregrino en la tierra.
ASPIRACION DE VIDA
ETERNA
Vivo sin vivir en
mí
Y tal alta vida
espero
Que muero porque
no muero
Aquesta divina
unión
Del amor con que
yo vivo
Hace a DIOS ser mi
cautivo
y libre mi
corazón;
mas causa en mi
tal pasión
ver a mi DIOS
prisionero,
que muero porque
no muero
¡Ay , larga es
esta vida,
Que duros estos
destierros,
Esta cárcel y
estos hierros
En que el alma
está metida!
Solo esperar la
salida
Me causa un dolor
tan fiero,
Que muero porque
no muero.
¡Ay qué vida tan
amarga
Do no se goza al
Señor!
Y si es dulce el
amor,
No lo es la
esperanza larga.
Quíteme Dios esta
carga
Más pesada que de
acero.
Que muero porque
no muero.
Solo con la
confianza
Vivo de que he de
morir
Porque el muriendo
el vivir
me asegura mi
esperanza.
Muerte, do el
vivir se alcanza,
No te tardes, que
te espero,
Que muero porque
no muero.
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