LA POSEÍDA
Cuando,
después de los más rigurosos tratamientos, le dieron de alta considerándola
como un caso inexplicable, un exorcista conocido, comprobó casualmente la
posesión de un modo inequívoco. Después de un exorcismo, que contó con la colaboración
de varios sacerdotes, realizado en un lugar de las Apariciones de la Virgen
(Fontaneli Montichiari, en Italia), tanto los demonios (ángeles caídos) como
almas dañadas (personas condenadas) fueron obligados por la Santísima Virgen, a
hacer importantes revelaciones dirigidas a la Iglesia actual.
Teniendo
convidados varios Obispos y representantes de la psiquiatría y medicina para
que asistieran a un exorcismo, efectuado el 26 de abril de 1978, el día de
Fiesta de la Señora del Buen Consejo, estuvieron en mi casa, para su
realización, seis sacerdotes y también un psiquiatra francés, el Dr. M. G.
Mouret, director clínico del hospital psiquiátrico de Limoux (Francia) poseedor
de gran experiencia en tales fenómenos. Después del exorcismo de tres personas,
con muchas revelaciones, salidas de la boca de una poseída antes y después del exorcismo,
el Dr. Mouret dejó por escrito su testimonio, afirmando que en el caso presente
no se trataba de esquizofrenia ni de histeria, sino del control de una persona
por una fuerza exterior, al cual la Iglesia Católica llama Posesión.
Esta
mujer poseída y madre de cuatro hijos, era continuamente atormentada hasta el
límite de sus fuerzas. A pesar de eso, procuraba cumplir lo mejor posible con
sus deberes familiares. El peso monstruoso, los tormentos causados por los
demonios que le perturbaban el sueño nocturno, las continuas revelaciones
hechas por los espíritus, significaban un martirio permanente. Y su único
alivio vino de aquellos sacerdotes que, contrariando las tendencias actuales,
se compadecieron de su estado, le administraron los Sacramentos y recitaron el
Exorcismo.
* * *
Mas ya
el 25 de abril de 1977, por disposición de la Divina Providencia, había
visitado a la poseída y asistido a un exorcismo, acompañado por el profesor Dr.
Georg Siegmund, de Fulda. Como docente, ha formado generaciones de sacerdotes y
es también teólogo, filósofo y biólogo, ya ha publicado un gran número de trabajos
científicos, de tal modo que es un físico de renombre mundial.
Sin
tomar posición con respecto al contenido de las revelaciones demoníacas, el
Prof. Siegmund escribe en su epílogo: en relación a lo personal, estoy
convencido de que no se trata ni de una histérica ni de una psicópata ni de una
enferma psíquica, lo que además ya fue confirmado por médicos especialistas.
Esos fenómenos de posesión, como yo mismo pude apreciar, dan la impresión de
tratarse de una posesión auténtica. Ella y también su familia sufren, pues las
autoridades competentes, impiden una verdadera asistencia espiritual, por
recelos todavía incomprensibles, en una época en que reina la negación
espiritual.
En su
testimonio, el profesor Siegmund se refiere al número siempre creciente de
personas, incluso en las escuelas superiores de Teología, que niegan la existencia
de Satanás y de los Ángeles. A esta actitud le sigue la destronización del Santísimo.
No es
raro que la Iglesia actual niegue la existencia de lo preternatural, afirmarla
seria seguir lo que la Iglesia de siempre a defendido hasta desde el punto de
vista teológico en la SUMA TEOLOGICA DE SANTO TOMAS DE AQUINO. En cuanto a la
destronización del Altísimo no necesita demostrarse “contra facta non fit
argumentum” al promover la religión del hombre se deja de lado las enseñanzas
que imperaban hasta el Concilio Vaticano y “murieron” con Su Santidad Pio XII,
y “supuestamente” el Concilio Vaticano II las “sepulto”.
LA VIDA DE LA
POSEÍDA
Aunque
la persona citada, debido a su estado de salud y gran distancia y aislamiento
de su aldea, Nataly, que solo tiene escuela primaria, posee una inteligencia
por encima de la media, comprensión rápida y buena memoria. De su biografía,
que ella misma escribió a máquina, extraemos los siguientes mensajes (por
motivos comprensibles omitimos nombres y lugares, y por cuestiones de espacio
abreviamos las descripciones): “Mis padres vivían en una pequeña Quinta. El
lugar es muy solitario. Nací en la Suiza-Alemana, en 1937, el Domingo del Santo
Escapulario, día en que la admisión de niños en la Congregación del Escapulario
era solemnemente festejada. Fui bautizada el martes siguiente. Dice mi madre
que yo, un bebé, lloraba mucho y dormía excepcionalmente poco. Pensaban, en
tanto, que eso era debido a problemas intestinales, pero nunca fue posible
fundamentar esas conjeturas de una manera satisfactoria.
En la
primavera de 1944, comencé la escuela. Era una criatura tímida y muy calma.
Aprendía con facilidad. La lectura, la escritura y las cuentas no representaban
dificultad para mí.
El
lugar preferido era la vera del río, las hierbas y las flores, muchas veces me
juntaba con otros niños y nos gustaba dejar las piernas dentro del agua.
Nuestras conversaciones eran iguales a la de otros niños de la misma edad,
también hablamos algunas veces de asuntos de carácter religioso, del Cielo, del
Infierno, del Purgatorio.
Hice
mi primera Comunión en 1946. Realicé ese acto de una manera muy seria y me
preparé todo lo que pude.
De un
modo general, puedo decir que el tiempo escolar pasó sin incidentes dignos de
notar. Desde muy pequeña acompañaba a mis padres al campo donde intentaba ser
útil. Y mis hermanitos exigían mucho tiempo de atención.
Después
de mi primera comunión iba casi diariamente a Misa y a la Sagrada Comunión. Tenía entonces la sensación que cuando leía mi Misal
negligentemente o rezaba menos, eran menos abundantes las Gracias recibidas.
A mis trece años, tuve que aguantar algunos ataques más o menos duros de otros
niños. Ellos cuchicheaban que era una ‘beata’ y que sería monja. Sentía mucha
vergüenza, mas refiriéndose al caso, mi abuela me decía: ‘Reza, no le des los oídos a otros niños, ellos no saben lo
que dicen. Lo que importa es que Dios esté constantemente contigo’.
Me
gustaba mucho ir a la Iglesia y cuando en la Solemne Misa el coro entonaba sus
cánticos, los altares estaban adornados con flores y el olor a incienso se
esparcía, tenía la impresión que todos los que allí se encontraban estaban muy
cerca del Cielo”.
CAE LA NOCHE
“Algún tiempo, después de la muerte de mi abuela, en
1951, tuve que enfrentar un período de duras pruebas.
Apoderándose bruscamente de mi alma angustias y
escrúpulos que jamás había experimentado anteriormente.
El sufrimiento se prolongó de manera inquietante y ya no
era la misma!, es claro que mis principios y mi actitud para con Dios se
mantenían, mas todo mi universo mental se puso a vacilar y fui presa de una confusión
profunda. Sentía una enorme apatía, e interiormente,
una total falta de interés. La dolencia y los sufrimientos atacaban con una
intensidad tal, que a veces me sentía despedazada. Mis pensamientos iban y
venían.
Fuese cual fuese el asunto de mis reflexiones,
jamás encontraba una luz. Y lo peor es que no conseguía liberarme de esos
pensamientos. Era como si todo estuviera triste y apagado.
En una ocasión, pienso que en el día de Todos los
Santos, en 1952 (tenía entonces 15 años), en medio de una gran perturbación,
dije a mi madre: “Madre, me siento en un estado de gran
aturdimiento”. Ella me dijo algunas palabras de confianza y me dijo que
todo volvería a la normalidad.
Solo era preciso que yo lo quisiera realmente y buscara
mi alegría perdida. Mas ahí es que encontraba la dificultad: no conseguí
encontrarla, aunque la hubiese buscado con toda mis fuerzas. En cuanto a la
voluntad, lo que no habría hecho y dado para recuperar mi antigua libertad!,
pero eso no estaba en mis manos. Mis angustias aumentaban y ya ni siquiera
podía dormir sola en mi cuarto. Mi padre se mudó de cuarto, así podría estar
cerca de mi madre. Aunque ella estuviera junto a mí, el miedo y la angustia
estrangulaban mi garganta.
Los latidos de mi corazón resonaban hasta el
cuello. Me sentía asaltada de un terror inmenso que me impedía hasta hablar. La
angustia y el terror me penetraban a tal punto que una hora parecía casi una
eternidad.
Independientemente de esto, tenía
la conciencia de que Dios quería que aceptase esos sufrimientos por la salvación
de las almas. Me esforcé por aceptar todo. En esa noche también
aconteció algo extraordinario, que me impedía aceptar ese sufrimiento. (Cuando
digo aceptar, me gustaría acentuar que esto aconteció en la noche en que di el
sí)”.
ACEPTAR LA VOLUNTAD
DE DIOS
“Era
el comienzo de la insania total y lo más simple era aceptar la voluntad de
Dios.
Más
tarde, comprendí que me envolvía y revolvía en esta cruel oscuridad, sin
encontrar una salida. Este tormento era mi cuestión, día y noche, y ninguno
podía ayudarme. Mi madrina me acompañó al médico, que quedaba muy alejado. Él
dijo que yo tenía una inflamación en los riñones y en la vejiga y que eso me
atacaba el sistema nervioso. Me recetó medicamentos, más continué empeorando y
algún tiempo después, el médico me mandó para el hospital”.
De
este modo, esta pobre criatura fue sometida, desde los catorce años, la mayor
de los martirios. “Pasé los años siguientes ayudando en los trabajos
domésticos, siendo esta actividad solamente interrumpida por los tratamientos
médicos y por cortas estadías en el hospital. Como esos sufrimientos no
bastasen, tuve que mandar a arrancarme los dientes por que un médico pensó que
ellos eran las causas de mis sufrimientos. Esto, pues, no me llevó a ningún
cambio, fue apenas para la pobre, un sufrimiento adicional”.
La
Divina Providencia le dio entonces un hombre sin fortuna, pero honesto y se
casó con él en 1962, aunque al principio la familia no estuviera de acuerdo.
Esta
mujer, y madre, cerca de los cuarenta años, dio a luz a cuatro encantadores
bebés. Durante los embarazos y los partos, no experimentó ninguna mejoría en
sus inexplicables sufrimientos. Por el contrario. Más enflaquecida que nunca
fue llevada a clínicas y casas de reposo, hasta que, por fin, los especialistas
de una clínica de gran prestigio la mandaron a casa, como una persona
mentalmente sana, considerándola un caso inexplicable. Inyecciones,
electrochoques y otros tormentos, le habían ocasionado mayores e insoportables sufrimientos,
interrumpidos apenas por pequeños rayos de luz, por el año 1972 (entonces con
35 años), cuando registró ligeras mejorías. Ella escribió sobre esto: “Se
descubrió, por casualidad, que sufría de una falta total de fósforo, tomé unas
cápsulas y sentí mejoría en mi estado general, hasta qué punto era fósforo,
¿hasta qué punto era voluntad de Dios que me daba finalmente alivio? ¡No lo sé!
Conseguí dormir, si es que se puede llamar dormir a un mero pasar por el sueño,
o tal vez era solo dormitar. Los estados de angustia eran cada vez más raros,
sentía de nuevo voluntad de reír y hasta podía hacer mis trabajos caseros
normalmente. Y mi marido andaba radiante, en realidad, no había nadie que se
sintiese mas aliviado que yo. Podía tener nuevamente dos hijos conmigo, lo que
me daba una enorme alegría. Alabé y glorifique al Señor por estar felizmente
liberada, mas no por eso dejé de comprender que el sufrimiento,
por mayor y más amargo que sea, puede ser siempre una gracia. Por eso, pensé
muchas veces que Él sabía la razón de haberme conducido a través de esa noche”
EXORCISMOS Y
REVELACIONES
En
1974, sobrevino una grave recaída. “Mi hermana me llevó a la casa de un hombre
bueno y que ya había prestado ayuda a muchas personas. En su presencia, sentí
bruscamente una sacudida en el brazo, sin que yo lo hubiera movido. El hombre
dice de repente: ‘¡Pienso que la señora está poseída!’. Enseguida fui a ver a
un Sacerdote que se mostró muy escéptico, mas, a pesar de eso, me hizo un
exorcismo. Entonces él me dijo que todas las señales indicaban que se trataba
de una posesión”.
Finalmente,
después de varios exorcismos difíciles y muchas oraciones, un exorcista
experimentado consiguió romper la barrera. Después de varios exorcismos, los
demonios y las almas condenadas, con ciertos intervalos, se fueron revelando.
Así consiguió una liberación temporaria, pero todos los demonios volvieron. Se
le pidió a un Obispo la autorización para hacer un exorcismo oficial y asumir
la responsabilidad.
El día
8 de diciembre de 1975, cinco exorcistas obtuvieron la autorización para el
Gran Exorcismo, luego siguieron otros, de carácter más limitado, en los que
estuvieron presentes no más de tres sacerdotes. Las revelaciones hechas en el
curso de estos exorcismos por los demonios, bajo las órdenes de la Santísima
Virgen, son las que se encuentran en la presente obra.
SITUACIÓN PRESENTE
Los
padres confirmaron, en algunas frases escasas y sucintas, ciertos datos de la
vida de su familia. Tanto esta como ella, ignoraron hasta 1974 el origen de sus
indecibles sufrimientos. Lo habían intentado todo por medio de la medicina, de
la psiquiatría, para que la hija pudiera tener el alivio de una cura. Todo en
vano, solo le restó el camino de la oración.
Lo que
más impresiona en la casa paterna es la simplicidad y el horror ante cualquier
idea de lo maravilloso o espectacular. Los orígenes de los sufrimientos de su
hija son para ellos inexplicables y se entregan confiadamente a la oración, una
sumisión total a la voluntad de Dios. Los numerosos documentos, como cartas,
registros grabados y fotografías sacadas durante el exorcismo están a
disposición de la Iglesia, para una investigación canónica.
La
Divina Providencia no ha permitido ni siquiera que sus amigos y vecinos se
enteraran sobre lo que le estaba pasando. Su posesión solo se manifiesta en su
vida interior y, aunque sea atormentada durante noches enteras, puede durante
el día desempeñarse en sus tareas domésticas.
Desde
1975 no frecuenta la iglesia ya que es horriblemente acosada por los demonios
en diversas partes de la Santa Misa, en la bendición o cuando se encuentra en
contacto con las reliquias y objetos benditos. Siempre que es posible, la
visita semanalmente un Sacerdote que le administra los Sacramentos.
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