HOY MISMO
…Quien reina allí es Satanás. Porque allí
–en la calle, en la plaza, en la tribuna pública, en la escuela, en el libro,
en el periódico–, se siente el vaho de Satanás; se siente el resoplido del
infierno…
Un paso al frente. Esto deben hacer todos los
católicos para restablecer el reinado de Cristo en nuestra patria. De sobra
sabemos que no ha bastado que llenemos nuestras iglesias y nuestros hogares con
incienso, con plegarias y con el resplandor encendido de los cirios. De sobra
sabemos que no basta seguir viviendo enterrados en los rincones de nuestras
casas y de nuestros templos. De sobra sabemos –por una larga, sangrienta y
brutal experiencia– que no basta rezar y entregarse a las prácticas de las
ceremonias del culto.
Porque todo esto hemos hecho. Y sin embargo, Cristo no
reina en la vía pública; Cristo no reina en la calle; Cristo no reina en las
escuelas; Cristo no reina en los parlamentos; Cristo no reina en los libros;
Cristo no reina en las universidades; Cristo no reina en la vida pública y
social de nuestra Patria.
Quien reina allí es Satanás. Porque allí –en la calle,
en la plaza, en la tribuna pública, en la escuela, en el libro, en el
periódico–, se siente el vaho de Satanás; se siente el resoplido del infierno.
Y esto a pesar de que hemos orado, de que hemos
rogado, de que hemos dicho y cantado plegarias en nuestras iglesias y en
nuestros hogares. Y esto precisamente porque no hemos rezado en la vía pública;
porque no hemos rezado ni le hemos cantado a Dios en la escuela, en la tribuna
pública, en la calle, en la plaza, en el parlamento. Y esto porque nos hemos
empeñado en arrinconar a Cristo por miedo al aire, por miedo a los verdugos.
Y desde hoy, si queremos que reine Cristo, si queremos
de corazón que se empine sobre los hombros de la Patria; si queremos que sea
Rey supremo de la vida pública y social de nuestro país, debemos echar hacia
los cuatro vientos, hacia la calle, hacia la vida pública nuestro pensamiento,
nuestra palabra, nuestras plegarias, nuestros esfuerzos.
Y esto debemos hacerlo, no mañana, no cuando la punta
de las bayonetas se hayan inclinado; no cuando la vía pública deje de estar
erizada con las espadas de los perseguidores; sino hoy mismo; desde este día,
desde este minuto. Y debemos hacerlo todos.
Porque
nadie tiene el derecho de negarse a restablecer el reinado de Cristo. Y por
esto nadie tiene el derecho de permanecer arrinconado. Nadie tiene el derecho
de permanecer con los brazos caídos. Nadie tiene el derecho de encastillarse en
las iglesias y en los hogares.
Todos tenemos obligación de salir a la vía pública
para desalojar a Satanás; para quebrar todas sus banderas, para desgarrar todos
sus pendones y para hacer que por encima de sus astas rotas y de los despojos
de las banderas de Satanás, pase victorioso Cristo y establezca su reinado para
siempre.
Pero salgamos de nuestra equivocación.
Para que reine Cristo en la vida pública y social,
vosotros debemos rezarle, cantarle a Cristo en la vida pública; debemos saturar
el ambiente con nuestros gritos, con nuestras plegarias, con nuestros
pensamientos, con nuestra palabra, con nuestra acción y con nuestras
organizaciones. De otra suerte continuarán sintiéndose los resoplidos del
infierno y Satanás seguirá llenando la calle y la vida pública.
Hoy mismo todos los católicos, un paso al frente. Un
paso al frente para restablecer el reinado de Cristo. Y para llenar la vía
pública con nuestros rezos, con nuestros homenajes. Y hoy mismo en medio de las
picas y de las espadas; en medio de los puños y las bayonetas de los verdugos.
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