martes, 7 de marzo de 2017

DEL CONOCIMIENTO QUE LOS ANGELES TIENEN DE LAS COSAS MATERIALES




I. RAZÓN DE LA CUESTIÓN y ORDEN
DE LOS ARTÍCULOS. (q. 57)

Tratado en, los artículos 1 y 2 de la cuestión anterior lo que constituye el objeto forma propio, especificativo, primario o inmediato y connatural del entendimiento angélico, y empezado el estudio de su objeto común, secundario, extensivo y terminativo en el artículo 3 de dicha cuestión, se consagra íntegramente ésta-57- la consideración de todo lo demás que cae bajo ese objeto extensivo, completándose así entre las dos cuestiones el estudio del objeto adecuado y total del conocimiento natural de los ángeles.
Es notorio que el título de la cuestión parece referirse exclusivamente al contenido del artículo 1, ya que los cuatro artículos restantes, especialmente 'los tres últimas, no se limitan al conocimiento de algo material, y en algunos de ellos, "como en el 4 y 5, se trata de, cosas que no son en sí materiales. Mas teniendo en cuenta que incluso esos dos artículos tratan de cosas que pueden tener alguna relación con los seres corpóreos, puesto que tanto los pensamientos y secretos de los corazones (a. 4) como los misterios de la gracia (a. 5) pueden manifestarse por algo sensible, queda su consideración perfectamente encuadrada en el estudio general de las cosas materiales como objeto del conocimiento angélico, por el peculiar aspecto baja el cual tienen relación con ellas.
Advertido esto, se notará fácilmente que no carecen de cierta conexión lógica los artículos, máxime teniendo presente que en todos ellos se considera no sólo el hecho del conocimiento, sino también y principalmente -el modo respecto al cual cada uno de los objetos estudiados ofrece especial dificultad, así, pues, atendida la dificultad que unos y otros pueden ofrecer para ser objeto del conocimiento angélico, se consideran en primer lugar las cosas materiales en sí mismas, pero según su naturaleza universal (a. 1), y después en cuanto a la singularidad, bien sea en general (a. 2) o bien en particular, y esto ya pertenezca el objeto al orden natural, con dependencia del tiempo (a. 3) o del sujeto (a. 4), o ya pertenezca al orden sobrenatural (a. 5).   
Podrá observarse un cierto paralelismo, entre estos artículos sobre lo que forma parte del objeto secundario del conocimiento angélico y algunos de los artículos que en esta primera parte (q. 14) Santo Tomás consagra al estudio particular del objeto secundario de la ciencia de Dios (aa. 11 y 13).
Este para1elismo es más marcado aún con el artículo 1 de la cuestión 85 y los cuatro articulo s de la cuestión 86 de la misma primera parte, cuestiones en las que se estudia el modo y objeto del conocimiento intelectual humano. Y es que no ha de perderse de vista que en la escala de los seres los ángeles son naturalezas intermedias entre Dios y el hombre.

II.-ENSEÑANZA DE LA DIVINA REVELACION

a) DOCTRINA DE LA ISAGRADA ESCRITURA. Más explícita que en las dos cuestiones anteriores, cuanto los libros sagrados nos enseñan en torno a esta cuestión puede reducirse a los puntos siguientes:
1°_ Los ángeles conocen las cosas materiales y singulares. Esto lo afirma una vez más de modo equivalente la Sagrada Escritura cuantas veces nos dice que los ángeles están y obran en el lugar y se mueven localmente, aplicando su virtud o poder operativo a las cosas materiales y singulares al ser enviados al mundo; pues, como dice el Apóstol, ¿no son todos ellos espíritus administradores enviados para servicio en favor de los que han de heredar la salud? (Hebr. 1, 14).
Los textos ya indicados en las introducción a las cuestiones 51) 52 Y 53 prueban 'que las sagradas letras, siempre que hablan de las apariciones de los ángeles, presuponen que tienen conocimiento de las cosas materiales y singulares. Así, un ángel guarda' la entrada del paraíso (Gen. 3, 4), consuela a Agar (Gen. 16, 7, y 21, 17), tres ángeles aparecen a Abraham, dos de los cuales van a Sodoma (Gen. 18, 16 y 22; 19, 1-3; 22, 11), etc.
Sobre todo el libro de Tobías nos habla todo el de este conocimiento detallado del Arcángel Rafael testifica: “Cuando orabais tú y tu nuera Sara, yo presentaba ante el Santo vuestras oraciones. Cuando enterrabas a los muertos, también yo te asistía. Cuando sin pereza te levantabas y dejabas de comer para ir a sepultarlos, no se me ocultaba esta buena obra, antes contigo estaba yo… (tob. 12, 12-13)
2°_Los ángeles no conocen naturalmente los futuros. Verdad es que han anunciado y conocido cosas futuras; así, v. gr., por mandato de un ángel anuncia el profeta a Ocozías su muerte (4 Reg. 1, 15) Y el arcángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor (Le. 1, 11-19), así como el misterio de la encarnación del Verbo (Lc. 1, 26-38). Mas en uno y otros casos no hay duda de que no se trata de conocimiento.
El conocimiento natural de las cosas futuras no puede en manera alguna convenir a los ángeles, pues en los libros sagrados se atribuye siempre a Dios de modo exclusivo y es, por tanto, una prerrogativa de la divinidad (Is. 19, 12; 41, 23.; 46, 9 y 10; Eccli. 23, 29; Dan. 2, 27; 13, 42;
Rom. 11, 33).
Lo mismo ha de decirse de la facultad de conocer los pensamientos y secretos de los corazones, que a Dios únicamente conviene y de El exclusivamente se predica en la Biblia.
b) DOCTRINA DE LA IGLESIA. Refiriéndonos únicamente al contenido del último artículo de esta cuestión, el magisterio de la Iglesia nos enseña expresamente que los ángeles no conocen naturalmente los misterios de la gracia. Estos.
forman parte integrante del orden. propiamente sobrenatural, que excede no solo objetivamente, sino también sub sino también subjetivamente, las fuerzas de toda naturaleza creada y creable, la cual no puede, por tanto, conocerlos naturalmente ni tampoco penetrarlos después de conocida su existencia por la revelación.
La sobrenaturalidad de los misterios estrictamente tales constan por las reiteradas condenaciones que la Iglesia ha hecho del ontologismo, naturalismo, seminaturalísmo, pelagianismo, seudosupematuralísmo de Bayo y de Jansenio y del racionalismo (Denz., nn. 474-475, 1003, 1005, 1021, 1642, 1645, 1659, 1662, 1669, 1671, 1682, 1703, 1709, 1786; 1795, 1808, 1816, 1854 .y 1863).
Y que esta doctrina de la Iglesia sobre .la incapacidad de la razón humana para alcanzar por sí sola el conocimiento de los misterios sobrenaturales haya de aplicarse también a los ángeles, lo dice expresamente la Iglesia misma, afirmando que ella y los Santos Padres, fundados .en la palabra divina, han enseñado constantemente que tales misterios deben ser revelados, porque "trascienden no sólo la humana filosofía, sino también la inteligencia natural angélica  y que después de manifestados por la revelación divina y recibidos por la fe, quedan aún cubiertos por el sagrado velo de la misma fe y envueltos en nebulosa obscuridad" (Denz, 16.73), precisamente porque los misterios divinos, por su misma naturaleza, exceden todo entendimiento creado" (Denz. 1796).



I. RAZÓN DE LA CUESTIÓN y ORDEN
DE LOS ARTÍCULOS


Tratado en, los artículos 1 y 2 de la cuestión anterior lo que constituye el objeto forma propio, especificativo, primario o inmediato y connatural del entendimiento angélico, y empezado el estudio de su objeto común, secundario, extensivo y terminativo en el artículo 3 de dicha cuestión, se consagra íntegramente ésta-57- la consideración de todo lo demás que cae bajo ese objeto extensivo, completándose así entre las dos cuestiones el estudio del objeto adecuado y total del conocimiento natural de los ángeles.
Es notorio que el título de la cuestión parece referirse exclusivamente al contenido del artículo 1, ya que los cuatro artículos restantes, especialmente 'los tres últimas, no se limitan al conocimiento de algo material, y en algunos de ellos, "como en el 4 y 5, se trata de, cosas que no son en sí materiales. Mas teniendo en cuenta que incluso esos dos artículos tratan de cosas que pueden tener alguna relación con los seres corpóreos, puesto que tanto los pensamientos y secretos de los corazones (a. 4) como los misterios de la gracia (a. 5) pueden manifestarse por algo sensible, queda su consideración perfectamente encuadrada en el estudio general de las cosas materiales como objeto del conocimiento angélico, por el peculiar aspecto baja el cual tienen relación con ellas.
Advertido esto, se notará fácilmente que no carecen de cierta conexión lógica los artículos, máxime teniendo presente que en todos ellos se considera no sólo el hecho del conocimiento, sino también y principalmente -el modo respecto al cual cada uno de los objetos estudiados ofrece especial dificultad, así, pues, atendida la dificultad que unos y otros pueden ofrecer para ser objeto del conocimiento angélico, se consideran en primer lugar las cosas materiales en sí mismas, pero según su naturaleza universal (a. 1), y después en cuanto a la singularidad, bien sea en general (a. 2) o bien en particular, y esto ya pertenezca el objeto al orden natural, con dependencia del tiempo (a. 3) o del sujeto (a. 4), o ya pertenezca al orden sobrenatural (a. 5).   
Podrá observarse un cierto paralelismo, entre estos artículos sobre lo que forma parte del objeto secundario del conocimiento angélico y algunos de los artículos que en esta primera parte (q. 14) Santo Tomás consagra al estudio particular del objeto secundario de la ciencia de Dios (aa. 11 y 13).
Este para1elismo es más marcado aún con el artículo 1 de la cuestión 85 y los cuatro articulo s de la cuestión 86 de la misma primera parte, cuestiones en las que se estudia el modo y objeto del conocimiento intelectual humano. Y es que no ha de perderse de vista que en la escala de los seres los ángeles son naturalezas intermedias entre Dios y el hombre.

II.-ENSEÑANZA DE LA DIVINA REVELACION

a) DOCTRINA DE LA ISAGRADA ESCRITURA. Más explícita que en las dos cuestiones anteriores, cuanto los libros sagrados nos enseñan en torno a esta cuestión puede reducirse a los puntos siguientes:
1°_ Los ángeles conocen las cosas materiales y singulares. Esto lo afirma una vez más de modo equivalente la Sagrada Escritura cuantas veces nos dice que los ángeles están y obran en el lugar y se mueven localmente, aplicando su virtud o poder operativo a las cosas materiales y singulares al ser enviados al mundo; pues, como dice el Apóstol, ¿no son todos ellos espíritus administradores enviados para servicio en favor de los que han de heredar la salud? (Hebr. 1, 14).
Los textos ya indicados en las introducción a las cuestiones 51) 52 Y 53 prueban 'que las sagradas letras, siempre que hablan de las apariciones de los ángeles, presuponen que tienen conocimiento de las cosas materiales y singulares. Así, un ángel guarda' la entrada del paraíso (Gen. 3, 4), consuela a Agar (Gen. 16, 7, y 21, 17), tres ángeles aparecen a Abraham, dos de los cuales van a Sodoma (Gen. 18, 16 y 22; 19, 1-3; 22, 11), etc.
Sobre todo el libro de Tobías nos habla todo el de este conocimiento detallado del Arcángel Rafael testifica: “Cuando orabais tú y tu nuera Sara, yo presentaba ante el Santo vuestras oraciones. Cuando enterrabas a los muertos, también yo te asistía. Cuando sin pereza te levantabas y dejabas de comer para ir a sepultarlos, no se me ocultaba esta buena obra, antes contigo estaba yo… (tob. 12, 12-13)
2°_Los ángeles no conocen naturalmente los futuros. Verdad es que han anunciado y conocido cosas futuras; así, v. gr., por mandato de un ángel anuncia el profeta a Ocozías su muerte (4 Reg. 1, 15) Y el arcángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor (Le. 1, 11-19), así como el misterio de la encarnación del Verbo (Lc. 1, 26-38). Mas en uno y otros casos no hay duda de que no se trata de conocimiento.
El conocimiento natural de las cosas futuras no puede en manera alguna convenir a los ángeles, pues en los libros sagrados se atribuye siempre a Dios de modo exclusivo y es, por tanto, una prerrogativa de la divinidad (Is. 19, 12; 41, 23.; 46, 9 y 10; Eccli. 23, 29; Dan. 2, 27; 13, 42;
Rom. 11, 33).
Lo mismo ha de decirse de la facultad de conocer los pensamientos y secretos de los corazones, que a Dios únicamente conviene y de El exclusivamente se predica en la Biblia.
b) DOCTRINA DE LA IGLESIA. Refiriéndonos únicamente al contenido del último artículo de esta cuestión, el magisterio de la Iglesia nos enseña expresamente que los ángeles no conocen naturalmente los misterios de la gracia. Estos.
forman parte integrante del orden. propiamente sobrenatural, que excede no solo objetivamente, sino también sub sino también subjetivamente, las fuerzas de toda naturaleza creada y creable, la cual no puede, por tanto, conocerlos naturalmente ni tampoco penetrarlos después de conocida su existencia por la revelación.
La sobrenaturalidad de los misterios estrictamente tales constan por las reiteradas condenaciones que la Iglesia ha hecho del ontologismo, naturalismo, seminaturalísmo, pelagianismo, seudosupematuralísmo de Bayo y de Jansenio y del racionalismo (Denz., nn. 474-475, 1003, 1005, 1021, 1642, 1645, 1659, 1662, 1669, 1671, 1682, 1703, 1709, 1786; 1795, 1808, 1816, 1854 .y 1863).
Y que esta doctrina de la Iglesia sobre .la incapacidad de la razón humana para alcanzar por sí sola el conocimiento de los misterios sobrenaturales haya de aplicarse también a los ángeles, lo dice expresamente la Iglesia misma, afirmando que ella y los Santos Padres, fundados .en la palabra divina, han enseñado constantemente que tales misterios deben ser revelados, porque "trascienden no sólo la humana filosofía, sino también la inteligencia natural angélica  y que después de manifestados por la revelación divina y recibidos por la fe, quedan aún cubiertos por el sagrado velo de la misma fe y envueltos en nebulosa obscuridad" (Denz, 16.73), precisamente porque los misterios divinos, por su misma naturaleza, exceden todo entendimiento creado" (Denz. 1796).


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