III. EXPOSICION TEOLOGICA DE
SANTO TOMAS
2._
Los ángeles por medio de las especies
infundidas por Dios conocen las cosas naturales, no solo en cuanto a su
naturaleza universal, sino también en cuanto a su singularidad, por cuanto
estas especies son representaciones múltiples de la simple y única esencia
divina. (continuación)
Sabido
es que en las cosas materiales difieren realmente la naturaleza específica del
individuo y del supuesto; por donde podría imaginarse que los ángeles, aun
conociendo aquélla, no conociesen éstos, pues su conocimiento propio entraña el
que se conozca la singularidad de las cosas. De ahí que… probado que los
ángeles conocen la naturaleza de los seres materiales es necesario averiguar si
ese conocimiento angélico se extiende hasta la singularidad misma de las cosas,
que nosotros conocemos por los sentidos, de que carecen los ángeles, y al mismo
tiempo ver cómo y en qué medio puedan conocerla.
Es
éste el problema ya planteado antes para la ciencia divina (1." p., q. 14,
a. 11). Recuérdese el paralelismo, que afecta de modo relativo tanto al
planteamiento cuanto a las soluciones que pueden darse.
Probada
ya también en la cuestión 55 la necesidad de las especies, en contra de lo que
opinaron Durando, O. P.; Gabriel Riel y Vázquez, S. I. AL, al afirmar que
bastaba la presencia del objeto, ya que no es posible conocimiento sin unión
entre el objeto y la facultad, quedan otras posiciones frente al problema que
nos ocupa, que Santo Tomás examina aquí y que más en detalle refiere y refuta
en otro lugar (De »erdaie, q. 8, a. 11). Pueden reducirse a cinco.
a)
La primera posición niega absolutamente a los ángeles el conocimiento de los
singulares. Santo Tomás la rechaza como contraria a la fe católica, pues la
Sagrada Escritura pone intervención de los ángeles en las cosas singulares;
siendo, además, contraria a la razón, pues si los ángeles son más perfectos que
el hombre, ¿ignorarán lo que éste puede conocer; (Cf.: también II Sent.,
dist.3, p. 2.", q. 3, a. 3.)
b)
La segunda posición dice que los ángeles conocen los, singulares abstrayendo
directamente por sí mismos las especies inteligibles de los objetos. Santo
Tomás rechaza esta sentencia siempre por la misma razón: porque los ángeles no
pueden abstraer (a. 1 ad 3); Y aun suponiendo que pudiesen tener entendimiento
agente, lo que ha negado ya antes (1." p., q. 54, a. 4), no teniendo
sentidos, no podrían tener conocimiento directo del singular.
A
esta sentencia la llama el Angélico completamente irracional, omnino
irratiorlis (De veritat,e) 1. c.). Es, sin embargo, la que más tarde seguirá
Escoto , O. F. M. (II Sent ; dist. 9, q. 2, nn. 8-11), por creer que la especie
universal infusa no contiene lo que es propio del singular, sino sólo lo que es
genérico y especifico (II sent. dist. 3, q. 10); por donde, aunque pudiese
bastar para el conocimiento abstracto del singular, no basta para el intuitivo
del mismo, necesitando para éste adquirirla de los mismos singulares (II Sent. dist. 3, q.
11, n. 439). La
seguirá también Toledo, S. l. (en este lugar), diciendo que las especies
infusas angélicas bastan para el conocimiento de lo necesario, pero no de lo
contingente. Y entre los modernos acepta la doctrina de Escoto en este punto,
aunque sin aprobar todas sus razones, el P.
Janssens, O. S. B. (De angelis, p. 3. Sect, 1, membr. 2 cap,3 p. 649)
e)
Según la tercera opinión, los ángeles no conocerían los singulares más que de
una forma general, representados en cuanto a lo común en las ideas universales.
Opinión fue ésta de Avicena, que Santo Tomás rechaza, porque en último término
es negarles el conocimiento de los singulares, pues
no conocerían la singularidad de lo singular.
d)
La cuarta opinión afirma que conocen los singulares por la aplicación de las
especies infusas universales a los particulares. Tal fue la sentencia de San
Buenaventura, O. F. M., que sabido -es admite además que los ángeles pueden
abstraer 1as especies de las cosas, aunque las tienen infusas (II Sent., dist. 3, p. 2.", a. 2, q.
1, ed. Quaracchi, t. II, p. 120). "Pero
esto-dice Santo Tomás-no es decir nada, porque nadie puede aplicar una cosa a
otra si no conoce esta otra de antemano, y, por consiguiente, la tal aplicación
no puede ser medio para conocer lo particular, sino que presupone su
conocimiento" (I p., q. 14, a. 11). "No habiendo, pues, en los ángeles
más conocimiento que el intelectivo..., es evidente -añade el Angélico-que la
aplicación del universal al particular exigiría en los ángeles conocimiento
intelectivo previo de los singulares y no sería causa del mismo" (De
veritate - te) 1. c.).
e)
No queda, por lo tanto, más que afirmar que "los ángeles conocen las cosas
singulares por formas universales, que, esto no obstante, son la semejanza de
las cosas en cuanto a sus principios universales y en cuanto a los
individuales" (a. 2 ad 3).
Como
pueda esto ser así, fácilmente se comprende por el paralelismo con la manera
como Dios conoce el singular (l." p., q. 14, a. 11). Dios en tanto conoce
el singular en cuanto que es causa del mismo y por su ciencia y voluntad causa
la singularidad; y el ángel en tanto lo conoce en cuanto que Dios, al crearlo e
infundirle las especies, ha causado en la mente angélica una semejanza de la
idea por la cual El ha causado la singularidad de las cosas. Por donde, en
último término, la razón está en la causalidad, no del ángel, sino de Dios, que
causa cuanto hay en los seres y las especies inteligibles angélicas.
Los
ángeles, pues, no conocen los singulares por especies singulares, sino por
especies universales, que son semejantes a las cosas tanto en cuanto a los
principios universales como a los particulares (Cont. Gent., lib. II, cap. 100,
y Quodlib. VII) q. 1, a. 3 ad 1), a diferencia de nuestras especies
universales, que no pueden darnos más que un conocimiento indirecto del
singular (1: p., q. 86, a. 1) precisamente por estar formadas por abstracción,
dejando lo que es Singular.
3.°_Los ángeles
pueden conocer naturalmente en las causas: a) “conciencia cierta de los futuros
que provienen necesariamente de sus causas; b) en cuanto a los que provienen de
sus causas solo en la mayoría de los casos, no los conocen con certeza, sino solo
de un modo conjetural; c) si provienen de sus causas en los menos casos, son
del todo desconocidos: d) pero ni en el entendimiento del ángel ni cualquier
otro entendimiento creado puede conocer los futuros tal como son en si mismos.
(a. 3)
La
verdad de la proposición en todas sus partes aparece en el proceso del artículo
de un modo claro y queda patente con sola la exposición de los términos.
Una
cosa en tanto es cognoscible en cuanto existe, y el futuro es algo que no tiene
existencia actual en sí, pero que la tendrá después. Por ello no puede ser
conocido en sí mismo antes que exista más que por Dios. Antes de tener
existencia en sí no la tiene más que en la causa que ha de producirlo, y en
ella podrá, por lo tanto, ser conocido según ella sea: con absoluta certeza si
la causa es necesaria y no puede ser impedida por otra; y conjeturalmente, con
mayor o menor probabilidad si la causa no es necesaria, aunque produzca las más
de las veces tal efecto. Mas en manera alguna podrá, conocerse el futuro en 'la
causa si ésta es totalmente casual y fortuita, máxime si es causa libre.
Conocer el futuro con certeza en tal caso, equivaldría a conocerlo en sí mismo
antes que tuviese existencia alguna determinada en su causa.
El
conocimiento del futuro que de tal causa depende, según hemos indicado con la
Sagrada Escritura, aquí invocada por el Angélico Maestro (arg. Sed contra) es
propio y exclusivo de Dios, que por su divina causalidad y por su eterna
presencialidad tiene ante su mirada todas las cosas en cuanto al mismísimo ser
que han tenido, tienen o tendrán en cualquier diferencia del tiempo (1. p., q.
14, a. 13).
La
dificultad para todo otro entendimiento que no sea el divino está, en que los
futuros de esta clase no pueden ser representados antes que existan. Y si los
ángeles tienen desde su creación especies impresas de todo lo que han de
conocer después, y han de conocer también estos futuros cuando existan, parece
que por dichas especies infusas podrían conocerlos antes de que tengan
existencia en sí mismos.
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