III. EXPOSICIÓN TEOLÓGICA DE
SANTO TOMAS
A
este propósito dice Santo Tomas:
“Cuanto puede hacer una
potencia inferior puede hacerlo la superior. Pero el entendimiento del hombre,
que' en el orden de naturaleza es inferior al del ángel, puede conocer las cosas
materiales. Luego con mayor razón lo podrá la inteligencia del ángel.
En el orden del
universo hallamos que los seres superiores son más perfectos que los
inferiores, y que lo contenido en los inferiores de modo defectuoso, parcial y
múltiple, está en los superiores de modo eminente, unitario y simple [59J; por
lo cual en Dios, cumbre suprema de todas las cosas, preexiste todo de modo
sobresubstancial en la absoluta simplicidad de su ser, como dice Dionisio. -
Los ángeles a su vez son, entre todas las criaturas; los más cercanos y los más
semejantes a Dios, y por esto participan de la bondad divina con más abundancia
y mayor perfección, como también dice Dionisío, Por consiguiente, todo lo que
hay en las' cosas materiales preexisten los ángeles de modo más simple e
inmaterial que en las cosas mismas, si bien menos simple y más imperfectamente
que en Dios.
Ahora bien, lo 'que
está en otro tiene la manera de ser de aquello en que está. Pero los ángeles
son intelectuales por naturaleza. Luego, así 'como Dios 'conoce en su esencia
las cosas' materiales, así también las conocen los ángeles, puesto que están en
ellos por sus especies inteligibles.
Dicho
de otra manera:
La
ordenada exposición que Santo Tomás hace de estos diversos puntos sobre el conocimiento
de los ángeles, podemos resumirla en las siguientes proposiciones:
1.
Los ángeles conocen naturalmente por sus especies inelegibles las esencias de
las cosas materiales "porque todo lo que hay en las cosas 'materiales preexiste
en los ángeles de modo más simple e inmaterial que en las cosas mismas si bien
menos simple y más imperfectamente que en Dios" (a. 1).
En
la proposición que precede se afirma el hecho y el modo, advirtiendo que se trata
de conocimiento propio y distinto, cual es el que se tiene por la última
diferencia de las cosas, que en lenguaje escolástico se llama conocimiento quidditativo
perfecto.
Como
Santo Tomás hace resaltar en las tres dificultades, da: motivo al planteamiento
del problema el que la materialidad es lo más opuesto a la cognoscíbilidad de
un ser, máxime si se trata, como en este caso, de conocimiento intelectual,
único posible en los seres que, como los ángeles, trascienden por su
inmaterialidad y perfección natural todas las
cosas
materiales y carecen de sentidos e imaginación, que son los medios por los que
el hombre se pone en contacto con el mundo material, resultando, por tanto, difícil
de comprender a primera vista cómo el ángel pueda conocer las cosas materiales
por especies infusas no tomadas de las cosas.
El
Angélico Maestro prueba el hecho por comparación con el hombre (arg. Sed contra),
atendiendo siempre e invocando una vez más la armonía de los seres del
universo, el conocimiento de las cosas materiales se da en el hombre y no hay
porqué haya de negarse a los ángeles, que son superiores a él en la escala
armónicamente graduada de seres intelectuales.
En
el mundo, los seres más perfectos en un orden poseen de modo más uno, total,
simple y eminente las perfecciones parciales de los seres menos perfectos: así
que, absolutamente hablando, el ángel como el hombre, debe poder conocer todo
cuanto cae bajo el objeto adecuado y total del entendimiento, que es el ente
inteligible en toda su extensión.
y
siendo el entendimiento de los ángeles naturalmente perfecto y completo en el
orden inteligible, según se ha dicho v actuado en acto primero desde su creación
por las especies infusas es necesario que abarque su conocimiento el objeto
adecuado, que es el ente inteligible universalmente considerado, bajo el cual
se comprenden también las esencias de las cosas materiales, que necesariamente
ha de conocer, así como el orden de las mismas (Cont. Gent.) lib. n, cap. 99).
La
carencia, pues, de sentidos imaginación y facultad abstractiva en los ángeles,
lo único que arguye es que no pueden conocer como el hombre, y, precisamente por
eso, Santo Tomás ha puesto para todo conocimiento natural angélico, exceptuado
el dé sí mismo y el de Dios, la necesidad absoluta de especies infusas que, en
cuanto a su ser inteligible representativo de las cosas, son perfecciones que actúan
el entendimiento angélico.
2._
Los ángeles por medio de las especies
infundidas por Dios conocen las cosas naturales, no solo en cuanto a su naturaleza
universal, sino también en cuanto a su singularidad, por cuanto estas especies
son representaciones múltiples de la simple y única esencia divina.
Esta
es la explicación del Angélico:
Hubo quienes negaron
en absoluto a los ángeles, el conocimiento de los singulares. - Mas esto, en
primer lugar, deroga a la fe católica, la cual enseña que las cosas de este
mundo son administradas por los ángeles, conforme a lo que dice el Apóstol:
Todos son, espíritus administradores. Si, en efecto, desconociesen lo
particular, ninguna providencia podrían tener de las cosas que se hacen en este
mundo, puesto que las acciones pertenecen a los singulares, Y esto se opone a
lo que se dice en el libro del Eclesiastés: No digas delante del ángel:
"No hay providencia". En
segundo lugar se opone a los dictámenes de la filosofía, según: la cual son,
los ángeles, los que mueven las esferas celestes, y las mueven por el
entendimiento y por la voluntad.
En vista de lo cual
dijeron otros que el ángel indudablemente conoce las cosas singulares, pero las
conoce en sus causas universales, ya que a ellas se reducen todos los efectos particulares;
algo así como el astrónomo, que juzga de un eclipse, futuro por' la disposición
de los movimientos celestes. Pero este parecer no evita los dichos inconvenientes,
porque conocer lo singular en sus causas universales no es conocerlo en cuanto
singular, o sea según es ahora y aquí. Cuando, el astrónomo conoce un eclipse
futuro calculando los, movimientos del cielo, conoce el eclipse en general y no
esté eclipse tal y como es, a menos que lo perciba por los sentidos, y, por el
contrario, la administración, la providencia y el movimiento actúan sobre las cosas
singulares tales como son ahora y aquí.
"Por lo cual se
ha de decir que, así como el hombre conoce todos los géneros del ser por
distintas facultades cognoscitivas, lo universal e inmaterial por el
entendimiento, y lo singular y corporal por los sentidos, el ángel conoce unas
y otras cosas por una sola facultad intelectiva. En efecto, en el orden del
universo hallamos que cuanto más elevado es un ser, tanto más una es su virtud
y a tantas más cosas se extiende, como vemos en el hombre, cuyo sentido común,
más elevado que el sentido propio, no obstante ser una sola potencia, conoce
todo lo que conocen los cinco sentidos exteriores y además cosas que ningún sentido
externo conoce; por ejemplo, la diferencia entre la blancura y la dulzura; y
esto mismo se observa en otras facultades. Por consiguiente, puesto que en el
orden de la naturaleza el ángel está por encima del hombre, es un despropósito
decir que el hombre conozca por una cualquiera de sus potencias cosas que el
ángel no conoce por su única fuerza cognoscitiva, que es el entendimiento; y
por esto Aristóteles considera inaceptable, que Dios ignore la discordia,
cuando nosotros la conocemos.
El modo, pues, como el
ángel conoce las cosas singulares se explica considerando que las cosas
proceden de Dios para que subsistan en sus naturalezas propias y también para
que, estén en el, conocimiento angélico, y que, además, es indudable que de
Dios fluye a los seres no solamente lo que constituye su naturaleza universal,
sino también lo que es principio de individuación, puesto que es causa de toda
su substancia, lo mismo por parte de la materia que de la forma. Ahora bien,
Dios causa según conoce, porque, como queda dicho, su ciencia es causa de los seres.
Por consiguiente, así como Dios por, su esencia, por la cual causa todo lo que
existe, es la semejanza de todo, y todo lo conoce por ella, no sólo en cuanto a
las naturalezas universales, sino también en cuanto a su singularidad, así,
también los ángeles, por medio de especies infundidas por Dios, conocen, las
cosas, no sólo en cuanto a su naturaleza universal, sino también en cuanto a su
singularidad, por cuanto estas especies son representaciones múltiples de la
única y simple esencia divina [60].
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