martes, 22 de noviembre de 2016

LA MISA NUEVA - Mons.Marcel Lefebvre

Conferencia pronunciada en Montevideo,
(el 8 de agosto de 1979.)


Sobre la Nueva Misa


Respecto a la Nueva Misa destruyamos de inmediato esta idea absurda: si la Nueva Misa es válida, luego se puede participar. La Iglesia siempre ha prohibido a los fieles asistir a las Misas de los cismáticos y de los herejes, aun si ellas fueran válidas.  Es evidente que no se puede participar de Misas sacrílegas, ni de Misas que pongan nuestra fe en peligro. Pues es fácil demostrar, tal como ella ha sido formulada por la Comisión de la Liturgia, que la Nueva Misa con todas las autorizaciones dadas por el Concilio de una manera oficial, y con todas las explicaciones de Mons. Bugníní, presenta un acercamiento inexplicable a la teología y al culto de los protestantes.No aparecen muy claros y hasta son contradichos, los dogmas fundamentales de la Santa Misa, que son los siguientes:

• el altar transformado en mesa, sin el ara;

• la Misa frente al pueblo, en lengua vernácula en voz alta,

• la Misa tiene dos partes: la Liturgia de la Palabra y la de la Eucaristía;

•los vasos sagrados vulgares, el pan fermentado, la distribución de la Eucaristía por laicos, en las manos;

•el Sagrario escondido;

•las Lecturas leídas por mujeres; la Comunión dada por laicos.

Todas estas novedades están autorizadas.

Se puede pues decir sin ninguna exageración que la mayoría de estas Misas son, sacrílegas y que disminuyen la fe, pervirtiéndola. La desacralización es tal que la Misa se expone a perder su carácter sobrenatural, "su misterio de fe", para convertirse nada más que en un acto de religión natural.  Estas Misas nuevas no sólo no pueden ser motivo de una obligación para el precepto dominical, sino que además con relación a ellas hay que seguir las reglas de la Teología moral y del Derecho Canónico, que son las de la prudencia sobrenatural con relación a la participación o a la asistencia a una acción peligrosa para nuestra fe o eventualmente sacrílega.

¿Se debe decir entonces que todas esas Misas son inválidas? Desde que existen las condiciones esenciales para la validez, es decir, la materia, la forma, la intención y el sacerdote válidamente ordenado, no se puede afirmar lo contrario. Las oraciones del Ofertorio, del Canon y de la Comunión del Sacerdote que circundan la Consagración son necesarias a la integridad del Sacrificio y del Sacramento, pero no a su validez. El Cardenal Mindszenty en la prisión, a escondidas de sus guardianes, pronunciaba las palabras de la Consagración sobre un poco de pan y vino para alimentarse del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor; ciertamente realizó el Sacrificio y el Sacramento.

A medida que la fe de los sacerdotes se corrompa y que no tengan más la intención que pone la Iglesia (porque la Iglesia no puede cambiar de intención), habrá menos Misas válidas. La formación actual no prepara a los seminaristas para cumplir con la validez de las Misas. El Sacrificio propiciatorio de la Misa no es más el fin esencial del Sacerdote. Nada más decepcionante y triste que oír las pláticas o comunicados de los Obispos sobre la vocación, a raíz de una ordenación sacerdotal, Ya no saben lo que es un Sacerdote. Para juzgar la falta subjetiva de aquéllos que celebran la Nueva Misa y de los que asisten, debemos aplicar la regla del discernimiento de espíritus según las directivas de la teología moral y pastoral. Debemos actuar siempre como médicos de almas y no como jueces y verdugos, como están tentados de hacer quienes están animados por un celo amargo y no por el verdadero celo. Que los jóvenes sacerdotes se inspiren en las palabras de San Pío X en su primera encíclica y en los numerosos textos de autores, espirituales como los de Dom Chautard: "El alma de, todo apostolado", Garrígou Lagrange en el II tomo de "Perfección cristiana y contemplación", y Dom Marmion. "Cristo, ideal del Monje".

Sobre el Papa

Pasemos a la segunda parte, no menos importante: ¿Tenemos realmente un Papa o un intruso en la sede de Pedro?            

¡Dichosos los que han vivido y muerto' antes de hacerse esa pregunta! Hay que reconocer que el Papa Paulo VI ha causado y ocasionado un serio problema a la conciencia de los, católicos. Sin indagar ni conocer su culpabilidad en la terrible demolición de la Iglesia bajo su Pontificado, no se puede dejar de reconocer que aceleró las causas en todos los órdenes. Uno se pregunta ¿cómo un sucesor, de Pedro ha podido en tan poco tiempo causar más males a la Iglesia que la revolución de 1717.

Hechos precisos como las firmas estampadas en el artículo VII de la Instrucción concerniente al Novus Ordo Missae, como también el documento de la "Libertad Religiosa" son escandalosos y dan ocasión para que algunos afirmen que ese Papa era herético y que, por su herejía dejó de ser Papa.  La consecuencia de este hecho sería que la mayoría de, los cardenales actuales no lo serían y además serían ineptos para la elección, de otro Papa. Los Papas Juan Pablo II no habrían sido entonces elegidos  legítimamente.  Es entonces inadmisible rezar por un Papa  que no lo es y conversar con aquél que no tiene, ningún título para sentarse en la silla de Pedro. Como ante el problema de la invalidez de la nueva misa, aquéllos que afirman  que no. hay Papa simplifican demasiado los  problemas. La realidad es más compleja.  Si uno se pone a preguntar si un Papa puede  ser herético se descubre que el problema no es tan simple come se cree. Sobre este tema,  el estudio muy objetivo hecho por Xavier da  Silveira muestra que un buen número. de teólogos piensa que el Papa puede ser hereje como doctor privado, pero. no. como doctor de la  Iglesia Universal. Es necesario, entonces, examinar en qué medida el Papa Paulo VI ha  querida empeñar su infalibilidad en esos casos diversos donde él ha firmado textos cercanos a la herejía, si no heréticos.  Hemos pues podido observar en esos dos  casos, como en otros muchos, que el Papa Paulo VI ha actuado mucho más como liberal  que adhiriéndose a la herejía. Ya que, cuando se le señalaba el peligro que corría, entregaba un texto contradictorio, agregando  una fórmula contraria a lo que él afirmaba  en la anterior, o redactando una fórmula  equívoca, lo que es propio del liberal, el cual  es incoherente por naturaleza.

El liberalismo de Paulo VI, reconocido por su amigo el cardenal Daniélou, es suficiente para explicar los desastres de su Pontificado. El Papa Pío IX, particularmente, habló mucho sobre el católico liberal, que él consideraba  como destructor de la Iglesia.

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