25 DE NOVIEMBRE
SANTA CATALINA, VIRGEN Y MARTIR
Epístola – Eccli; XXXI, 1-8 Y 12.
Evangelio – San Mateo; XXV, 1-13
Santa Gertrudis sintió
desde su infancia una devoción especial hacia Santa Catalina. Deseando un día
conocer sus méritos, el Señor se la hizo ver en un trono tan encumbrado y
magnífico, que, si no hubiese en el cielo reina mayor, la gloria de esta sola
parecería bastar para llenarle; de su corona lanzaba maravillosos destellos hacia
todos sus devotos Francia iba a tener
parte en la devoción que la gran mística benedictina profesaba a la virgen
mártir. Desde el siglo xi, el monasterio benedictino de la Trinidad del Monte,
de Ruán, se gloriaba de poseer ya reliquias de la santa; y muchos siglos
adelante, apareciéndose a Juana de Arco en Dom rémy, la decidiría a liberar a Orleans,
que se encontraba asediada, y en su iglesia de Fierbois, en Turena, la haría
encontrar su espada victoriosa y, finalmente, en su prisión de Ruán la animaría
a aceptar el padecimiento que salvaría a Francia. Los Cruzados de los siglos
XII y XIII, al volver del Oriente, trajeron el culto de la mártir de
Alejandría, cuya leyenda alcanzó rápidamente mucha popularidad. Para la
protección de los peregrinos que iban a venerar su cuerpo al Sinaí, se fundó
una Orden de Caballería. La tomaron por patrona los filósofos cristianos, los estudiantes,
los oradores y procuradores; el decano de los abogados se preció del privilegio
de llevar su bandera y las jóvenes se organizaron en gremio bajo de su
protección. Pronto figuró entre los Santos auxiliadores, a título de prudente
consejera, y muchas corporaciones la reclamaban por suya sin más razón
que la experiencia que todos tenían de su poder universal para con Dios. Cuenta
la leyenda que, puesta delante de los sabios de Egipto, los confundió con su
elocuencia y con la sabiduría que había aprendido en las páginas del Evangelio.
También los grandes maestros de la escolástica en la Edad Media, Alberto Magno,
Tomás de Aquino, Buenaventura y sus numerosos discípulos pusieron a su amparo
los estudios de filosofía y de teología; y Bossuet en muchos panegíricos
célebres nos ha demostrado cómo usó Catalina de la ciencia, no para contento de
su espíritu, sino para enderezar sus afectos a Dios; no para hacerse famosa,
antes bien para hacer triunfar el Evangelio; no para adquirir bienes
temporales, sino para ganar almas a Cristo. Tal es la lección que sigue dando
no sólo a los estudiantes de las ciencias sagradas y profanas, sino también a
todos los cristianos, enseñándoles con su sufrimiento y su martirio, que siempre
es posible con la gracia de Dios triunfar de los placeres y de las vanidades de
la tierra y que en escuchar la palabra de Cristo y ponerla en práctica, en eso
consiste ser sabio de veras.
VIDA. —
No puede ponerse en duda la existencia de Santa Catalina, pero no tenemos sobre
su biografía ningún pormenor. A su leyenda le falta toda autoridad y su culto
no entró en Occidente hasta el siglo XI. Con todo, la popularidad y el crédito
de Catalina son grandes entre el pueblo cristiano: Roma la levantó cinco
iglesias y tantos fieles invocan su patrocinio, que hay que ver en ello la
expresión de la voluntad divina, que quiere conceder muchas gracias a su Iglesia
por la Intercesión de la Virgen Mártir de Alejandría.
SUBIDA AL CIELO. — "Oh Dios, que diste
la ley a Moisés en la cima del Monte Sinaí y que milagrosamente colocaste en él
por manos de ángeles el cuerpo de tu santa virgen y mártir Catalina: haz, te lo
suplicamos, que, por sus méritos e intercesión, podamos llegar al Monte que es
el mismo Cristo." Tal es la oración que dirigimos al Señor en este día,
cuando tantos fieles te aclaman en la Iglesia y piden t u protección. Toda nuestra
vida es un continuo subir al cielo, hacia Cristo, que entró en él el día de la
Ascensión y nos invita a seguirle y ajuntarnos con él. En este camino, a todos
nos pueden detener ya los placeres falaces, ya la amenaza de las persecuciones,
ya simplemente el temor al esfuerzo y a la tentación que debemos vencer. Tú
supiste vencer el hechizo de los goces terrestres, el miedo a las amenazas, y
el dolor de los suplicios con la sencillez y la firmeza de tu fe, con la
sabiduría sobrenatural que el Espíritu Santo te infundió. Arrástrenos t u
ejemplo y nos ayude a luchar y a vencer como tú. Nos cuenta la leyenda tus
desposorios con el Niño Jesús: rasgo gracioso de que para tu honor se
apoderaron los artistas y los poetas. Dentro de un mes adoraremos a Jesús-Niño
en su cuna: viene a unirse a nuestras almas. ¡Ojalá estemos bastante
purificados para procurarle en nuestros corazones el recibimiento que tiene
derecho a esperar de nosotros!
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