24 DE NOVIEMBRE
SAN JUAN DE LA CRUZ,
CONFESOR
Y DOCTOR DE LA IGLESIA
Epístola – II Timoteo; IV, 1-8.
Evangelio – San Mateo; V, 13-19.
Acompañemos a la Iglesia, que se dirige al Carmelo a rendirle gracias en
nombre de todo el mundo. Preséntase hoy a nuestra consideración San Juan de la
Cruz siguiendo las huellas de Santa Teresa y abriendo camino seguro a las almas
que buscan a Dios.
LOS TRATADOS DE ORACIÓN. — La evolución que inclinaba a los pueblos a dejar la oración social, ponía
a la piedad en grave peligro; entonces, siglo XVI, la divina bondad suscitó
algunos Santos cuya palabra, de igual modo que su santidad, iba a responder a
las necesidades de aquellos nuevos tiempos. La doctrina no cambia; la ascética
y la mística de aquel siglo transmitieron a los siglos siguientes los ecos de
los siglos anteriores. Su exposición, no obstante eso, se volvió más didáctica;
su análisis, más ajustado; sus procedimientos se prestaron a la necesidad de
socorrer a las almas que el aislamiento exponía a todas las ilusiones. Es justo
reconocer que, con la acción siempre fecunda del Espíritu Santo, la psicología
d e los estados sobrenaturales alcanzó mayor amplitud y mayor precisión. Los
cristianos de antaño, por rezar con la Iglesia y vivir cada día y todas las
horas del día de su vida litúrgica, conservaban su impronta, en todas las
circunstancias, en sus relaciones personales con Dios. Y así sucedía que por la
influencia perseverante y transformadora de la Iglesia y participando de sus
gracias de luz y de unión y de todas sus bendiciones, se asimilaban su propia
santidad sin otro esfuerzo que seguir dócilmente a su Madre, o dejarse llevar en
sus brazos firmísimos. Y así se aplicaban ellos la palabra de Señor: Si nos
os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos.
LAS ESCUELAS DE ESPIRITUALIDAD. — No extrañemos no advertir entre ellos la ayuda tan
frecuente y asidua como en nuestros días de directores especiales destinados a
sus propias personas. Los guías especiales son menos necesarios a los miembros
de una multitud o de un ejército: son los viajeros aislados los que no pueden
prescindir de ellos; y aun con estos guías particulares, nunca tendrán tanta
seguridad como aquel que sigue a la caravana o al ejército. Así lo
comprendieron en el correr de los últimos siglos los hombres de Dios que,
fijándose en las aptitudes múltiples de las almas, dieron sus nombres a
escuelas, las mismas en cuanto al fin, distintas en cuanto a los medios que
proponen contra los peligros del individualismo. En esta campaña de
enderezamiento y de salvación, donde el mayor enemigo y el más temible era la
ilusión, Juan de la Cruz se nos presenta como la imagen viva del Verbo de Dios,
penetrando, mejor que una espada de dos filos, hasta la división
del alma y del espíritu, de las coyunturas y de las medulas; escudriñando,
como indagador inexorable, las intenciones y los pensamientos de los corazones.
Escuchémosle: aunque moderno, se echa de ver en él a un hijo de los antiguos.
LA NOCHE OSCURA. —"Y
porque el alma, escribe el Santo, ha de venir a tener un sentido y noticia
divina muy generosa y sabrosa acerca de todas las cosas divinas y humanas que
no caen en el común sentir y saber natural del alma (porque las mira con ojos
tan diferentes que antes, como difiere el espíritu y lo divino de lo humano)...
Para haber de declarar y dar a entender esta Noche oscura, por la cual
pasa el alma para llegar a la divina luz de la unión perfecta del amor de Dios,
cual se puede en esta vida, era menester otra mayor luz de ciencia y
experiencia que la mía; porque son tantas y tan profundas las tinieblas y
trabajos, así espirituales como temporales, porque ordinariamente suelen pasar
las dichosas almas para poder llegar a este alto estado de perfección, que ni
basta ciencia humana para saberlo entender ni experiencia para saberlo decir "Por
tres causas podemos decir que se llama NOCHE este tránsito que hace el alma a
la unión de Dios. La primera, por parte del término donde el
alma sale, porque ha de ir careciendo el apetito de todas las cosas del
mundo que poseía, en negación de ellas; la cual negación y carencia es como
noche para todos los sentidos del hombre. La segunda, por parte del medio
o camino por donde ha de ir el alma a esta unión, lo cual es la fe,
que es también oscura para el entendimiento, como noche. La tercera, por
parte del término adonde va, que es Dios, el cual, ni más ni menos, es
noche oscura para el alma en esta vida.
LAS TRES NOCHES. —
"Las cuales tres Noches han de pasar por el alma, o, por mejor
decir, el alma por ellas, para venir a la divina unión con Dios.
En el libro del Santo Tobías se figuraron estas tres maneras de noches,
por las tres noches que el ángel mandó a Tobías el mozo que
pasasen antes que se juntase en uno con la esposa. "En la primera
le mandó que quemase el corazón del pez en el fuego, que significa
el corazón aficionado y apegado a las cosas del mundo; el cual, para
comenzar a ir a Dios, se ha de quemar y purificar de todo lo que es
criatura con el fuego del amor de Dios. Y en esta purgación se
ahuyenta el demonio, que tiene poder en el alma por asimiento a las
cosas temporales y corporales. "En la segunda noche le
dijo que sería admitido en la compañía de los santos patriarcas, que son
los padres de la fe. Porque pasando por la primera noche, que es
privarse de todos los objetos de los sentidos, luego entra el alma en
la segunda noche, quedándose sola en desnuda fe y rigiéndose sólo
por ella, que es cosa que no cae en sentido. "En la tercera
noche le dijo el ángel que conseguiría la bendición, que es Dios, el
cual, mediante la segunda noche, que es fe, se va comunicando al
alma tan secreta e íntimamente, que es otra noche para el alma, en tanto
que se va haciendo la dicha comunicación muy más oscura que
estotras, como luego diremos. Y pasada esta tercera noche, que es
acabarse de hacer la comunicación de Dios en el espíritu, que se
hace ordinariamente en gran tiniebla del ánima, luego se sigue la unión
con la esposa, que es la Sabiduría de Dios
EL BENEFICIO DE LAS PURIFICACIONES. — " ¡Oh, pues, alma espiritual!, cuando
vieres oscurecido tu apetito, tus aficiones secas y apretadas, e in- habilitadas
tus potencias para cualquier ejercicio interior, no te penes por eso, antes lo
ten a buena dicha, pues que te va Dios librando de ti misma, quitándote de las
manos la hacienda; con las cuales, por bien que ellas t e anduviesen, no
obrarías tan cabal, perfecta y seguramente (a causa de la impureza y torpeza de
ellas) como ahora, que, tomando Dios la mano tuya, te guía a oscuras como a
ciego, a donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos y píes, por bien que
anduvieras, atinaras a caminar. Nos gusta dejar a los Santos que describan por
sí mismos los caminos que recorrieron, para los cuales, en premio de su
fidelidad, son tenidos por la Iglesia como guías. ¿Añadiremos también "que
hay que tener cuidado de no excitar la conmiseración del Señor en esta clase de
trabajos antes de que termine su obra? En eso no cabe engaño: esos favores que
Dios hace al alma no son necesarios para salvarse, pero hay que pagarlos a
cierto coste. Si nos mostrásemos excesivamente descontentadizos, podría ocurrir
que el Señor, por contentar a nuestra pereza, nos dejase recaer en una vía
inferior, lo que sería, a los ojos de la fe, una desgracia irreparable.
NECESIDAD DE TENER SANTOS. — "Pero ¿qué importa, se nos dirá, ya que se salvará esta alma? Es
cierto, mas nuestra inteligencia no sabe apreciar la superioridad de un alma
que podía ser émula de los querubines o de los serafines, sobre la que sólo
puede compararse con jerarquías inferiores. En estas materias no se puede
tolerar una falsa modestia o afición a la medianía. Nunca lo encareceremos
bastante cuánto importa a los intereses de la santa Iglesia y a la gloria de
Dios que se multipliquen en el mundo las almas de verdad contemplativas. Son
ellas como el resorte escondido, el motor que da aquí en la tierra impulso a
todo lo que es la gloria de Dios, el reino de su Hijo y el cumplimiento perfecto
de la voluntad divina. Inútilmente se multiplicarán las obras, las industrias y
aun los heroísmos: todo resultará estéril si la Iglesia militante no tiene sus
santos que la ayuden en el estado de viandante, que es el que el Maestro escogió
para rescatar al mundo. Ciertos poderes y ciertas fecundidades son inherentes a
la vida presente; de por sí, tiene t a n pocos atractivos, que era conveniente
así hacerla subir de mérito".
VIDA. — San
Juan de la Cruz nació el 24 de junio de 1542 en Fontíveros (Avila), en España.
La Santísima Virgen le dió una prueba de su protección sacándole de un pozo a
donde se cayó siendo muy niño. Desde muy temprano tomó la costumbre de
mortificar su cuerpo. Terminados sus estudios en el colegio de Medina, entró en
1555 en el hospital de esta ciudad para cuidar a los enfermos; al año siguiente
cursó la filosofía en los Jesuítas, y en 1563 entraba en los Carmelitas
calzados. Estos le enviaron a estudiar a Salamanca. Su deseo de vida más
perfecta le hizo pensar en la vida cartuja, pero advertida Santa Teresa, le
pidió una entrevista y le habló de reformar la Orden de los Carmelitas. Fué con
un compañero a establecerse en Duruelo y luego en Mancera. Esta obra de la
reforma le iba a procurar grandes fatigas y pruebas que supo llevar con caridad
y con serenidad incomparable. Fundó numerosas casas de la estricta observancia,
escribió sobre teología mística libros llenos de sabiduría y por todos sus
trabajos pidió al Señor padecer y ser despreciado por él. Su anhelo fué
atendido, pues en el mes de jimio de 1591, caía en desgracia en su Orden y
moría el 14 de diciembre en Ubeda, a los 49 años de edad. Un globo de fuego
resplandeciente recibió a su alma, y su cuerpo exhaló un aroma suavísimo.
Actualmente se conserva incorrupto en Segovia. Benedicto XIII le canonizó y Pío
XI le declaró Doctor de la Iglesia universal.
LA VIDA DIVINA. — ¡Dios
quiera que tanto en el Carmelo y en las montañas como en las llanuras y valles
se multipliquen las almas que ponen la paz entre el cielo y la tierra, atraen
las bendiciones y alejan las venganzas divinas! Como santos que somos por
vocación, Dios nos conceda a ruegos tuyos y siguiendo tu ejemplo, oh Juan de la
Cruz, el dejar que la gracia divina obre en nosotros hasta donde llega su
virtud deificante y purificadora; pues entonces nuestra alma también podrá
decir un día como la tuya:"¡Oh divina vida!, nunca matas sino para dar
vida, así como nunca llagas sino para sanar... Llagásteme para sanarme, ¡oh
divina mano!, y mataste en mí lo que me tenía muerta... ¡Toque delicado, Verbo,
Hijo de Dios, que por la delicadez de tu ser divino, penetras sutilmente la
sustancia de mi alma y, tocándola toda delicadamente, en ti la absorbes toda en
divinos modos de deleites y suavidades nunca oídos en la tierra de Canaán ni
vistas en Temán ¡Oh, pues, mucho y en grande manera mucho delicado toque del
Verbo, para mí tanto más cuanto, habiendo trastornado los montes y quebrantado las
piedras en el monte Oreb con la sombra de tu poder y fuerza que iba delante de
ti, te diste más suave y fuertemente a sentir al profeta en el silbo de aire
delicado! ¡Oh, aire delgado! ¿Cómo eres aire delgado y delicado? Di: ¿Cómo
tocas delgada y delicadamente, Verbo, Hijo de Dios, siendo tan terrible y
poderoso? ¡Oh, dichosa, y muy mucho dichosa, el alma a quien tocares delgada y
delicadamente, siendo tan terrible y poderoso! Di esto al mundo; mas no se lo
quieras decir al mundo, porque no sabe él de aire delgado y no te sentiría,
porque no te puede recibir sino aquellos, Dios mío y vida mía, te verán y
sentirán tu toque delgado que, enajenándose del mundo, se pusieran en delgado, conviniendo
delgado con delgado, y así te puedan sentir y gozar; a los cuales tanto más delgadamente
tocas cuanto por estar ya adelgazada y pulida y purificada la sustancia de su alma,
enajenada de toda criatura, y de todo rastro, y de todo toque de ella, estás tú
escondido, morando muy de asiento en ella. Y en eso les escondes a ellos en
el escondrijo de tu rostro (que es el Verbo) de la conturbación de los
hombres. "¡Oh, pues, otra vez y muchas veces delicado toque,
tanto más fuerte y poderoso cuanto más delicado; pues que con la fuerza de
tu delicadez deshaces y apartas el alma de todos los demás toques de las cosas
criadas y la adjudicas y unes sólo para ti, y tan delgado efecto y dejo dejas
en ella, que todo otro toque de todas las cosas altas y bajas le parece grosero
y bastardo, y le ofende aun mirarle, y le es pena y grave tormento tratarle y
tocarle! "Este toque divino ningún bulto ni tomo tiene, porque el Verbo
que le hace es ajeno de todo modo y manera y libre de todo tomo, de forma y
figura y accidentes... "¡Oh, pues, finalmente, toque inefable delicado
del Verbo, pues no se hace en el alma menos que con tu simplicísimo y
sencillísimo ser, el cual, como es infinito, infinitamente es delicado, y, por
tanto, tan sutil y amorosa y eminente y delicadamente toca,
"Que a vida
eterna sabe!"
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