jueves, 20 de octubre de 2016

TRATADO DE LOS ANGELES - SANTO TOMAS DE AQUINO

CUESTION 55 ART.1

II. ALGUNAS NOCIONES PREVIAS


Es ésta una cuestión en la cual la fe nada nos dice, y Santo Tomás aplica en ella su doctrina del conocimiento en general y del intelectivo en particular y explica el proceso psicológico del mismo. Ha de tenerse presente lo que el Santo ha enseñado (l° p., q. 14, a. 1) acerca de lo que es conocer y de la necesidad de las especies (1: p., iq. 12, la. 2), donde dice: "Todo acto de visión, sea sensible o intelectual, requiere dos cosas: potencia o facultad de ver y unión del objeto visto con la facultad visiva, pues no hay visión actual si lo visto no está de alguna manera en el que lo ve. Cuando se trata de seres corporales, es indudable que el objeto visto no está por su esencia en el que lo ve, sino por alguna imagen suya; y así, cuando los ojos ven, v. gr., una piedra, no es la substancia de la piedra lo que está en los ojos, sino una reproducción de, ella".

Recordando, para los menos habituados a estas cuestiones, unas nociones conocidas en psicología, hay que advertir que la unión del objeto conocido con la facultad cognoscitiva puede darse de distintas maneras; o bien por identidad o bien por información. La primera, o presencia de identidad, se da cuando el que conoce y lo conocido son una misma cosa. Esta identidad puede ser formal como la que se da en Dios, conociéndose a sí mismo, y en el entendimiento angélico y en el del alma humana separada, conociéndose a sí mismos también; o bien identidad no formal, pudiendo ser ésta de dos maneras: una eminencia-causal como en el conocimiento por el cual Dios conoce en si todas las otras cosas; otra simplemente radical como es la que se da en el entendimiento angélico conociendo la substancia del ángel, y en el entendimiento humano del alma separada, cuando conoce la substancia del alma misma, en la que la dicha la facultad de conocer.  En todos los demás casos posibles de conocimiento es necesario que la facultad tome de fuera el objeto conocido, que, informando la facultad cognoscitiva, la determine a conocer, bien sea esa información inmediata o bien mediata. Información inmediata se da cuando el objeto conocido está según su entidad física en la facultad, de la que se distingue, sin embargo realmente, como sucede con la esencia divina en la visión beatífica, en que la misma divina esencia hace las veces de especie impresa (1.' p., q. 12, a. 2), según el sentir casi unánime de los teólogos. Información mediata es la que tiene lugar mediante una representación intencional del objeto exterior. Esta se da en todo otro conocimiento distinto de los enumerados anteriormente.

III. EXPOSICION TEOLOGICA DE
SANTO TOMAS.


Como puede verse en el esquema que precede (no contenido en este escrito), el medio determinante de la facultad en el conocimiento no es siempre una cualidad inherente a la facultad cognoscitiva, sino que puede ser también la substancia misma del que conoce, con tal que represente al objeto y lo una a la facultad de modo intencional e inteligible. Tales son en el esquema todos los casos puestos en el apartado I y el caso A) del apartado.  Que la esencia del ángel pueda ser medio determinativo de la facultad intelectiva angélica respecto al conocimiento de sí mismo, queda así patente en él esquema. Santo Tomás lo da por supuesto en el primer artículo y lo demostrará en el artículo 1 de la cuestión 56, pues nada impide que la substancia del ángel, perfectamente inmaterial, inteligente e inteligible, pueda en tal caso hacer las veces de especie para el conocimiento de sí mismo. Mas ¿podrá igualmente hacerlo también respecto al conocimiento angélico de las demás cosas o serán necesarias otras representaciones de ellas para qué el ángel las conozca?

A) Necesidad de las especies inteligibles en el ángel
para el conocimiento propio de todos los demás seres.

He aquí la respuesta de Santo Tomas y nuestro comentario a este articulo 1 q. 55: Dionisio dice que los ángeles son iluminados por las razones de las casas. Luego conocen por las razones de las' cosas y no por su propia substancia. Aquello por lo cual el entendimiento entiende es para el entendimiento que entiende como su forma, porque la forma es aquello por lo cual el agente obra.  Mas para que una potencia esté totalmente actuada por una forma es necesario que la forma contenga todo aquello a que se extiende la potencia, y de aquí proviene que en los seres corruptibles la forma no actúa completamente la potencia de la materia, ya que ésta se extiende a más de lo que contiene la forma de este o del otro ser. Pero la potencia intelectiva del ángel se extiende a todas las cosas, porque el objeto del entendimiento es el ser o la verdad universal, y, sin embargo, la esencia del ángel no comprende en sí todas las cosas, puesto que es una esencia contraída a determinado género y especie, y el  comprender en sí absolutamente todas las cosas es lo propio de la esencia divina, que es infinita. Por tanto, solamente Dios conoce todas las, cosas por su esencia, y, en cambio, el ángel por su esencia no puede conocerías todas, sino que para conocer las cosas necesita que su entendimiento sea enriquecido con algunas especies [40].    

Tratándose del conocimiento propio, particular y distinto, la respuesta del Doctor Angélico a la pregunta formulada es que "el ángel por su esencia no puede conocer todas las cosas, sino que necesita su entendimiento ser enriquecido con algunas especies" (a. 1), ya que por su esencia "sólo tiene un conocimiento genérico" de los otros seres (a. 1 ad 3). La esencia del ángel en tanto podría ser medio adecuado para conocer las otras cosas en cuanto que dichas cosas estuviesen unidas a ella, pues el conocimiento se da sólo cuando lo conocido está en el que conoce. Mas, como la esencia del ángel por sí sola no contiene en sí las diferencias propias y específicas de las demás cosas, ni Por identidad formal, eminencial-causal o radical ni tampoco por información inmediata, siguese necesariamente que para conocer las ha de tenerlas en si por información mediata, es decir, mediante representaciones intencionales o especies inteligibles.

1°. No las contienen por identidad formal.

Las cosas son formalmente distintas de la esencia angélica y no convienen con ella eh los predicados esenciales, propios  y especificos, en los cuales también las cosas mismas se distinguen entre sí específica o genéricamente, no pudiendo, por tanto, identificarse formal y entitativamente en una tercera cosa. Así, pues, la esencia del ángel no representa formalmente todas las cosas, ya que está contraída a un determinado género y a una determinada especie, por donde no puede ser forma que actúe totalmente la facultad o potencia intelectiva angélica, que se extiende de suyo a todas las cosas, ya que el objeto del entendimiento es .el ser o la verdad universal.  La esencia, del ángel no es formalmente idéntica más que consigo misma, y por eso no puede representar formalmente más que a sí misma, y de ahí que el ángel pueda conocerse a sí mismo por su propia esencia (a. 1 de la cuestión siguiente). Poner la identidad formal de la esencia angélica con una o con todas las demás cosas, llevaría a las más inadmisibles y absurdas consecuencias pacíficas, en los cuales también las cosas mismas se distinguen entre sí específica o genéricamente, no pudiendo, por tanto, identificarse formal y entitativamente en una tercera cosa. Así, pues, la esencia del ángel no representa formalmente todas las cosas, ya que está contraída a un determinado género y a una determinada especie, por donde no puede ser forma que actúe totalmente la facultad o potencia intelectiva angélica, que se extiende de suyo a todas las cosas, ya que el objeto del entendimiento es el ser o la verdad universal. La esencia, del ángel no es formalmente idéntica más que consigo misma, y por eso no puede representar formalmente más que a sí misma, y de ahí que el ángel pueda conocerse a sí mismo por su propia esencia (a. 1 de la cuestión siguiente). Poner la identidad formal de la esencia angélica con una o con todas las demás cosas, llevaría a las más inadmisibles y absurdas consecuencias.

2°. La esencia del ángel no contiene en sí a las otras cosas con identidad eminencial-causal.

La razón es obvia, pues la esencia angélica no es causa de las otras cosas. Esto es propio de Dios, que es, por consiguiente, el único que puede conocer todas las cosas por su propia esencia, por ser causa de ellas como primera y universal virtud operativa y causa infinita, que produce todo el ser de las cosas con las diferencias y predicados comunes y específicos o individuales que están comprendidos en el concepto de ente en toda su amplitud y nótese que esa esencia divina no puede ser medio del conocimiento natural angélico, pues la visión inmediata de la divina esencia por sí misma supera las fuerzas naturales, de toda la naturaleza creada y creable, y además, tal visión inmediata constituye la perfecta bienaventuranza, que no se da en los ángeles malos, en quienes, sin embargo, se da conocimiento natural de las cosas.

3°. La esencia, del ángel tampoco contiene en si las demás cosas con identidad radical.

Por tal identidad no están en el ángel más que sus facultades y los accidentes propios de su esencia. Y aunque la esencia del ángel es radicalmente intelectiva de todo ente, incluso según la razón propia y específica de cada uno, esto no supone continencia actual de esas diferencias en la esencia del ángel, sino sólo capacidad para recibir la representación intencional de todas e indiferencia para cada una de ellas.

4°. Ni la esencia ni la facultad intelectiva del ángel contienen en sí las otras cosas por información inmediata.

Ya sean inmateriales, ya materiales y corpóreas, ninguna de las otras cosas está según su ser físico y entitativo dentro de la esencia o 'facultad intelectiva angélica, en las cuales no puede entrar sino sólo aquel que da el ser, es decir, Dios creador, que tiene poder intrínseco sobre el ser" (II Sent., dist. 8; q. unic., a. 5 ad 3).

5°. La esencia del ángel no tiene con relación a las demás cosas razón de semejanza formal y perfecta cual se requiere para el conocimiento propio y distinto de cada una.

Para esto sería necesario que las cosas conviniesen con el ángel específicamente, lo cual es evidente que no se da comparándolos con Dios y con las cosas corpóreas, y tampoco 'Se da comparando unos ángeles con otros, pues en la doctrina de Santo Tomás 'se da distinción específica entre todas y cada una de las substancias angélicas (1. p., 50, a. 4).  Hay, sin embargo, entre el ángel y las demás cosas distintas de él una semejanza en otros predicados comunes, y de ahí que en virtud de esa semejanza pueda el ángel conocer en su propia esencia las demás cosas con conocimiento imperfecto y común, como insinúa Santo Tomás aquí (ad 3), tratándolo luego de modo especial, respecto á .Ios otros ángeles y respecto a Dios, en la cuestión siguien     te (aa, 2 y 3).         .


6°. El ángel necesita especies inteligibles para el conocimiento de las otras cosas. No queda, pues, más que afirmar que o el ángel no conoce las demás cosas con conocimiento propio y distinto, lo que sería negar la naturaleza misma del ángel e ir contra el testimonio explícito de las sagradas letras, que les atribuyen ese conocimiento (véase el n. 1 de la Introducción a la cuestión 54), o ha de tener, además de la propia esencia y la facultad intelectiva, ciertas representaciones o especies intencionales de las demás cosas, mediante las cuales los objetos exteriores actúen el entendimiento angélico, siendo tales especies medio determinante del acto cognoscitivo. (Cf. l. p., q, 89, a. 3 ad 1; q. 88, a. 1.) .

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