viernes, 7 de octubre de 2016

TRATADO DE LOS ANGELES - SANTO TOMAS DE AQUINO

FINAL DE LA QUESTIO 54

(respuesta de
Santo Tomas al artículo 4)

En nosotros hay entendimiento agente y posible por razón de los fantasmas (hace referencia a las cosas que están fuera de nosotros y no fantasmas como se entiende ordinariamente), que son al entendimiento posible lo que los colorea a la vista, y al entendimiento agente lo que los colores a la luz, como dice el Filósofo. Pero en el ángel no hay fantasmas. Luego tampoco hay entendimiento agente ni posible.

La necesidad de admitir en nosotros un entendimiento posible es debida al hecho de que a veces estamos en potencia para entender, y no en acto; por lo cual es necesario que exista una virtud que, antes de entender, esté en potencia con relación a los objetos inteligibles, y que se reduzca a su acto cuando adquiere ciencia de ellos y después cuando los piensa actualmente: y esta virtud es a la que llamamos entendimiento posible. La necesidad de admitir el entendimiento agente proviene de que las naturalezas de los seres materiales, que, son las que nosotros conocemos, no existen, fuera del alma en estado inmaterial y actualmente inteligible, sino que, tal como existen fuera del alma, sólo son inteligibles en potencia; por lo cual es necesario que exista alguna virtud que las haga inteligibles en acto, y a esta virtud llamamos en nosotros entendimiento agente.

Pero en los ángeles no hay ninguna de estas dos necesidades, porque nunca están en pura potencia para entender lo que naturalmente entienden, ni sus objetos son inteligibles en potencia, sino en acto, ya que primero y principalmente entienden las cosas inmateriales, como después diremos. Por consiguiente, en ellos no puede haber entendimiento agente ni posible como no sea en sentido metafórico [37]; 5°. En sentido propio, “de las facultades de alma, no pueden darse en los ángeles más que el entendimiento y la voluntad”, aunque en sentido figurado se les atribuyan atribuciones de algunas otras. (a. 5).  Prosiguiendo con el método  que consiste en poner las respuestas de Santo Tomas a los artículos de las cuestiones que estamos estudiando, he aquí su respuesta al art, 5. Q. 54

Dice San Gregorio que el hombre siente como los asimiles y entiende como los ángeles. Hay en nuestra alma algunas facultades cuyas operaciones se ejecutan por medio de órganos corpóreos, y estas fuerzas son el acto de ciertas partes del cuerpo, así la fuerza visiva es el acto del ojo, como la auditiva lo es del oído. En cambio, hay otras fuerzas del alma cuyas operaciones no son ejecutadas por órganos corpóreos, tales como el entendimiento y la voluntad, y éstas no son acto de parte alguna del cuerpo. Ahora bien, conforme hemos dicho, los ángeles no tienen cuerpos unidos naturalmente a ellos. Por consiguiente, de entre estas fuerzas no pueden convenirles más que el entendimiento y la voluntad, y esto, mismo reconoce el comentador cuando dice que las substancias separadas se dividen en entendimiento y voluntad. Y es también lo que conviene al orden del universo para que la criatura intelectual suprema sea totalmente intelectual y no lo, sea sólo en parte, como lo es nuestra alma. Por fin, ésta es la razón de que a los ángeles se les llame inteligencias y mentes como ya hicimos notar.

Siguiendo la comparación del ángel con el hombre, aparece clara la razón de esta proposición. Donde no hay cuerpo ni composición de cuerpo y espíritu, no hay facultades ni operaciones propias del compuesto, que Sé ejercen mediante algún órgano corpóreo. Tales son los ángeles, si bien esto no arguye imperfección, ya que el conocimiento sensible no es perfección pura o simple; sino mixta, por donde el carecer del conocimiento sensible, teniendo otro conocimiento superior, es más bien una perfección que de modo más elevado y eminente tiene virtud para hacer lo que hace el conocimiento sensible en quienes lo poseen. Esa misma virtualidad eminente es la que da base para que, en lenguaje figurado, se atribuya a los ángeles sentido, experiencia, memoria, imaginación, etc. (Resp, a las objeciones).

La afirmación de Santo Tomás de quede las facultades del alma no pueden darse en el ángel más que el entendimiento y la voluntad, es categórica, por donde se excluye en él la potencia locomotiva, según se ha indicado ya en el apéndice [26 a la cuestión anterior, como algo realmente distinto de estas facultades.



 INTRODUCCION A 
LA CUESTION LV

DEL MEDIO DEL CONOCIMIENTO
ANGELICO

I.-RAZON DE SER DIE LA CUESTION y ORDEN
DE LOS ARTICUI.OS

Determinada la naturaleza de la facultad cognoscitiva de los ángeles, sigue el estudio del medio del conocimiento angélico, entendiendo por medio aquello mediante lo cual la facultad intelectiva del ángel conoce los objetos, pues sabido es que para todo conocimiento, además de la potencia cognoscitiva, es necesario el llamado medio determinativo, que es la especie inteligible, cuyo oficio es representar el objeto y unirlo a la potencia para que la actúe y determine al acto de conocer. Esta especie inteligible, o representación intencional del objeto en el entendimiento, es lo que se llama en filosofía especie impresa o medio por el cual (medium quo) se conoce el objeto.


En esta cuestión se estudia cuál sea la naturaleza de ese principio o medio determinante del conocimiento angélico, para lo cual se determina la necesidad de que existan en el entendimiento de los ángeles algunas representaciones de las cosas conocidas. Porque, exigiendo todo conocimiento que lo conocido esté en el que conoce, se trata de averiguar en primer lugar si la esencia del ángel es medio suficiente y apto para el conocimiento claro y distinto de todas las cosas que naturalmente conoce, como si ella fuese semejanza formal de todo, o más bien hay que poner otras representaciones de las cosas conocidas y cognoscibles distinta de esa misma esencia angélica (art. 1)  Probada la necesidad de tales especies inteligibles en los ángeles, que determina a continuación naturaleza de esas especies, consideradas en sí mismas y en cuanto al modo de adquirirlas, comparando luego entre sí las especies (a. 2). Inteligibles de los ángeles de grado superior con. las de los de grado inferior, según la mayor o menor perfección de la naturaleza de cada uno (a. 3).

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