DOMINGO
de la
infraoctava del Sagrado Corazón
TERCERO
DESPUES DE PENTECOSTES
La Misa de este día es la
del tercer Domingo después de Pentecostés que se halla íntimamente relacionada
con las fiestas que hemos celebrado. Los últimos decretos romanos la han asignado
al Domingo iníraoctava del Sagrado Corazón; como segunda colecta se dice la de
la fiesta. Será fácil demostrar la adaptación fiel y natural de los textos de
esta Misa del III Domingo después de Pentecostés a la Octava de la fiesta , del
Corazón sacratísimo de Jesús, de suerte que parecen estar compuestos para ella.
M I S A
El alma ñel ha visto el
desarrollo sucesivo de los Misterios del Salvador en la Liturgia. El Espíritu Santo
ha descendido para sostenerla en esta otra etapa de la carrera, donde sólo se
desarrollará la fecunda simplicidad de la vida cristiana. La instruye y la
forma en las prescripciones del Maestro divino que ascendió a los cielos. Y lo
primero la enseña a orar, porque la oración, decía el Señor, es obra de todos
los días y de todos los instantes ', y con todo eso, no sabemos qué es lo que
hemos de pedir, ni cómo debemos hacerlo. Pero lo sabe quién nos ayuda en
nuestra indigencia, y el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos
inenarrables.
En el Introito y en toda la
Misa del Domingo infraoctava del Sagrado Corazón, se respira, pues, este aroma
de oración, apoyada sobre el humilde arrepentimiento de las faltas pasadas, y de
confianza en la misericordia infinita.
INTROITO
Mírame, y ten piedad de mí,
Señor: porque estoy solo, y soy pobre: mira mi humillación, y mi trabajo: y
perdona todos mis pecados, oh Dios mío.— Salmo: A ti, Señor, elevo mi
alma: en ti confío, Dios mío, no quede yo avergonzado. J. Gloria al Padre.
COLECTA
Oh Dios, protector de los
que esperan en ti, sin el cual nada hay válido, nada santo: multiplica sobre, nosotros
tu misericordia; para que, siendo tú el Guía, el Caudillo, pasemos de tal modo
por las cosas temporales, que no perdamos las eternas. Por nuestro Señor.
EPISTOLA
Lección de la Epístola del Ap. S. Pedro. (I,
V, 6-11).
Carísimos: Humillaos bajo la
poderosa mano de Dios, para que El os exalte en el tiempo de la visitación: poned
en El toda vuestra preocupación, porque El se cuida de vosotros. Sed sobrios, y
vigilad: porque vuestro adversario, el diablo, ronda en torno vuestro, como un
león rugiente, buscando a quien devorar: resistidle fuertes en la fe, sabiendo
que la misma tribulación aflige a vuestros hermanos que están en el mundo.: Pero
el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús,
después de haceros padecer un poco, El mismo os perfeccionará, os confirmará y
os consolidará: a El sean la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
Amén.
LAS PRUEBAS Y SU
MÉRITO. — Las miserias de esta vida son las pruebas a
que Dios somete a sus soldados para juzgarlos y clasificarlos en la otra según
sus méritos. Todos, pues, en este mundo tienen su parte en el sufrimiento. El concurso
está abierto, trabado el combate; el Arbitro de los juegos examina y compara;
pronto dará su sentencia sobre los méritos de los diversos combatientes y los
llamará, del ardor de la arena, al reposo del trono en que se sienta El mismo. ¡Felices
entonces aquellos que, viendo en la prueba la mano de Dios, se sometieron a
esta mano poderosa con amor y confianza! Nada habrá podido contra estas almas
fuertes en la fe el rugiente león. Sobrias y vigilantes en esta etapa de su
peregrinación, sin reparar en su papel de víctimas, sabedoras de que todo se
halla sometido al dolor en este mundo, unieron alegremente sus padecimientos a
los de Cristo, y saltarán de gozo en la manifestación eterna de su gloria, que
será su herencia eternamente.
El Gradual continúa
excitando la confianza en el alma fiel: Arroje su ansiedad en el Señor: ¿no ha
sido siempre quien la ha librado de los males angustiosos? El la hará justicia
también, cuando llegue el tiempo, de todos sus enemigos.
GRADUAL
Arroja tu pensamiento en el
Señor: y El te nutrirá, y. Cuando clamé al Señor, El escuchó mi voz, y me libró
de los que me cercaban. Aleluya, aleluya. J. Dios es un juez
justo, fuerte y paciente: ¿acaso se enojará todos los días? Aleluya.
EVANGELIO
Continuación del
santo Evangelio según S. Lucas. (XV, 1-10).
En aquel tiempo se acercaron
a Jesús los publícanos y los pecadores, para escucharle. Y murmuraban los fariseos
y los escribas, diciendo: Este hombre recibe a los pecadores, y come con ellos.
Entonces El les propuso esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo
cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja en el desierto las noventa, y
nueve, y va en busca, de la que se perdió, hasta que la encuentra? Y, cuando la
ha encontrado, la pone gozoso sobre sus hombros y; tornando a su casa, convoca
a los amigos y vecinos, diciendo: Felicitadme, porque he hallado la oveja que se
había perdido. Yo os digo que más gozo habrá en el cielo por un pecador que
hace penitencia que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia. ¿O
qué mujer, que tiene diez dracmas, si perdiere una; dracma, no enciende la linterna,
y barre la casa, y busca con diligencia, hasta dar con ella? Y, cuando la ha encontrado,
convoca a la amigas y vecinas, diciendo: ? Felicitadme, porque he hallado la
dracma que había perdido. También yo os digo: Hay gran gozo entre los Angeles
del cielo por un pecador que hace penitencia
EL PRECIO DE LAS ALMAS. —
Esta parábola de la oveja devuelta al redil en hombros del Pastor,- era muy
querida de los primeros cristianos; se la encuentra representada por todas
partes en los monumentos de los primeros siglos. Nos recuerda a Nuestro Señor
Jesucristo, que no ha mucho; entró triunfante en los cielos, llevando consigo a
la humanidad perdida y reconquistada. "Porque, ¿quién es el Pastor de
nuestra parábola, exclama, San Ambrosio, sino Cristo que te lleva en su', cuerpo,
y ha cargado con tus pecados? Esta oveja es una en su género, no en el número. ¡Pastor
afortunado, de cuyo rebaño formamos nosotros la centésima parte! Porque se
halla compuesto de Angeles, Arcángeles, Dominaciones, Potestades, Tronos, etc.,
etc., innumerables rebaños que ha dejado en los montes para ir en busca de la
oveja descarriada. La parábola de la dracma perdida y vuelta a encontrar,
expone, en forma más familiar aún, y de un modo festivo, esta misma doctrina,
que es verdaderamente el centro de la enseñanza del Salvador. Por los pecadores
se encarnó el Verbo y quiso tomar un corazón de carne para testimoniarles su
amor, y quiso también que se supiere que una de sus mayores glorias es
encontrar un alma perdida; sus amigos del cielo participan de esta gloria, quiere
que todos la experimenten. Nosotros también, sobre la tierra, tenemos derecho a
esta participación. ¿Cómo podrían permanecer indiferentes a este bien, aquellos
que aman al Sagrado Corazón y se unen íntimamente a todos sus sentimientos?
Pero, reconcentrándonos en nosotros mismos, debemos añadir a la alegría y alabanza
que hace renacer, un sentimiento de profunda gratitud, diciendo con San Juan
Eudes: "¡Qué te devolveré, oh mi Salvador, y qué haré por tu amor, a Ti
que me has librado de caer en los profundos abismos del infierno, tantas veces
como yo me he expuesto con mis pecados, o que hubiera caído, si tu
bondadosísimo Corazón no me hubiera preservado!"
El Ofertorio es un derrame
de agradecimiento y amor a Dios, que habita en Sión; no abandona a los que le
buscan con sinceridad, ni deja caer en olvido la oración del pobre.
OFERTORIO
Esperen en ti todos los que
conocen tu nombre, Señor: porque no abandonas a los que te buscan: salmead al
Señor, que habita en Sión: porque no se ha olvidado de la oración de los
pobres.
SECRETA
Mira, Señor, los dones de la
Iglesia suplicante, y haz que, consagrados con perpetua santificación, aprovechen
a la salud de los creyentes. Por nuestro Señor.
PREFACIO
Es verdaderamente digno y
justo, equitativo y saludable que, siempre y en todo lugar, te demos gracias a ti,
Señor santo, Padre omnipotente, eterno Dios; que quisiste que tu Unigénito,
pendiente de la cruz, fuera traspasado por la lanza de un soldado; para que el Corazón
abierto, sagrario de la divina largueza, derramase sobre nosotros torrentes de
misericordia y de gracia, y él, que nunca cesó de arder en amor por nos otros,
fuese descanso para los piadosos, y para los penitentes asilo abierto de
salvación. Y por eso con los Angeles y los Arcángeles, con los Tronos y las
Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celeste, cantamos el himno de
tu gloria, diciendo sin cesar: Santo,Santo, Santo, etc..
La Antífona de la Comunión
recuerda, no sin misterio, la enseñanza llena de misericordia del Evangelio del
día, en el momento en que la Sabiduría eterna entra en posesión plena de la
dracma perdida, en el banquete preparado por Ella al pródigo arrepentido.
COMUNION
Yo os lo digo: Hay gran gozo
entre los Angeles del cielo por un pecador que hace penitencia.
POSCOMUNION
Vivifíquennos, Señor, estos
tus santos Misterios, que hemos recibido: y haz que, purificándonos, nos
preparen la eterna misericordia. Por el Señor.
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