Quinta vía:
la finalidad y orden del universo
(primera parte)
18. Como de costumbre, vamos a recoger en primer lugar la breve exposición
de Santo Tomás:
"La quinta vía se toma del gobierno del mundo.
Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos
naturales, obran por un fin, lo que se comprueba observando que siempre,
o la mayor parte de las veces, obran de la misma manera para conseguir lo que más
les conviene; de donde se deduce que no van a su fin por casualidad o al acaso,
sino obrando intencionadamente.Ahora bien: es evidente que lo que carece de conocimiento
no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera
como el arquero dispara la flecha hace el blanco. Luego existe un ser
inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a éste llamamos Dios".
Esta prueba de la existencia de Dios, además de ser
apodíctica -el mismo Kant se inclinaba con respeto ante ella-, es la más clara
y comprensible de todas. Por eso ha sido desarrollada ampliamente por escritores y oradores, que
encuentran en ella la manera más fácil y sencilla de hacer comprensible la existencia de Dios, aun a los entendimientos menos cultivados. Teniendo en
cuenta que nosotros dirigimos nuestra obra al gran público, que gusta ver las cosas con toda claridad y transparencia, vamos a ilustrar esta quinta
vía con numerosos ejemplos, tomados del mundo que nos rodea a,
1. El orden sideral
19. l. Hechos de experiencia. Fijémonos en algunos datos naturales indiscutibles.
1° Existen en el firmamento trillones de astros, más
que granos de arena en todas las playas del mundo.
2° Todos estos astros son de una magnitud enorme.
3° Todos se mueven a rapidísimas velocidades.
4° Pero todos están sujetos por las leyes de la
materia, que con sus complejas acciones y reacciones mutuas crean un campo de
fuerzas intrincadísimo.
5° Sin embargo conservan un orden tan perfecto que el
astrónomo puede señalar en cualquier tiempo la trayectoria futura de cualquier
astro. En mecánica, uno de los problemas más difíciles de resolver
es el llamado de los tres cuerpos, es decir, determinar la posición de tres
masas que se influyen mutuamente según las leyes gravitatorias. En este
problema se han empleado los más potentes genios matemáticos, para decimos, al fin, que la
solución definitiva no se conoce. Si en vez de tres son cuatro los cuerpos, el
problema se complica de un modo tan aterrador que no cabe en entendimiento
humano. En el universo no son cuatro cuerpos, sino trillones.
2. Solución del problema de los trillones de cuerpos.
Según esto, decimos: Tiene que haber un entendimiento que conozca y resuelva el
problema de las masas siderales.
1° Que sepa en cada instante la posición exacta de cada
una de ellas.
2° y por eso prevea y evite todas las infinitas
contingencias posibles de desequilibrio en tan enmarañado y extenso campo de
fuerzas.
3° Entendimiento que tenga a su servicio un poder
tal, que consiga ese complejo ordenado y dinámico de astros que se deslizan sin
ruido y sin la menor vacilación a través del espacio desde hace miles de
millones de años. Este entendimiento no
es el del hombre.
4° Luego es el de un ser superior al hombre que llamamos
Dios. Luego existe Dios.
3. Absurdos materialistas. Los que niegan la existencia
de Dios tienen que admitir la eternidad de la materia y su evolución y atribuir
el orden sideral al concurso fortuito de los átomos, regidos por leyes ciegas e
inconscientes; al fin y al cabo a la casualidad. Pero veamos los absurdos que
se siguen de tal teoría.
EL TALENTO DE NEWTON y EL
TALENTO DE LOS ÁTOMOS.
A Newton lo tenemos por sabio porque formuló la ley
de la atracción mutua de los seres materiales. Sin embargo, él nada creó, nada
construyó, nada tocó; no hizo sino dar expresión matemática a lo que ya
existía, a lo que otro hizo millones de años antes que él. Para llegar ahí se
necesitó todo su talento y aplicación; tuvo que observar, discurrir, comparar,
estudiar afanosamente, equivocarse mil veces, volver a empezar, corregir,
aprovechar el trabajo y los resultados de. Otros investigadores. Y estableció
su ley como otros establecerían las leyes de la corriente eléctrica, de la
navegación aérea, del teléfono automático, de la televisión... Pero, según las teorías materialistas, los átomos y
las fuerzas naturales, con sus acciones y reacciones ciegas e inconscientes,
desde el principio, sin cálculo ni estudio alguno, sin pretenderlo, porque
carecen de entendimiento, encerraron a todo el cosmos en una ley, es decir, en una
manera constante y armónica de obrar que hasta Newton nadie logró formular... Eso
es reconocer más talento a los átomos que a Newton. El que niegue la existencia
de un Ser de entendimiento y poder infinitos, tiene que aceptar esta conclusión.
b) LA CINTA
AZUL. La cinta azul del Atlántico se concedía al vapor que atravesara en
menos tiempo el océano. Pero nunca se estableció una distinción para el que
llegara siempre con puntualidad al puerto; porque eso no era posible. En
cambio, los astros, con venir de tan lejos, ya que algunos tardan siglos en llegar
a la esfera de visibilidad de la tierra, están sujetos a una cronometría tan
exacta que el astrónomo puede señalar cuando quiera el horario puntual de su
paso por el meridiano. La puntualidad, que el hombre en la tierra y con su entendimiento
no puede conseguir, ¿la van a alcanzar en esos enormes espacios siderales las
fuerzas ciegas de la materia con el concurso fortuíto de los átomos?
e) UN RELOJ
SINGULAR. ¿Qué diríamos de un reloj que marcara horas, minutos, segundos,
días, meses, años, estaciones del año... , y todo eso sin retrasarse nunca y
sin necesidad de darle cuerda? La historia entera se pasmaría ante el genio de
su constructor. Pero ese reloj es el cielo con sus estrellas; es el reloj en el
cual los hombres todos se fijan desde el principio del mundo para poner en hora
todos los demás relojes. El constructor de este singular reloj, ¿será la
materia con sus fuerzas ciegas e inconscientes? El efecto superaría la causa.
d) LOS GRANOS
DE ARENA Y LOS ASTROS. Que haya más astros en el firmamento que granos de
arena en todas las playas del mundo es afirmación de Sir James Jeans, el
eminente físico de Cambridge+, No se crea exagerada la frase. El cálculo da
unos cien mil millones de galaxias o nebulosas estelares. Y si éstas se alejan
tan aprisa como parece, es decir, a setenta mil kilómetros por segundo, el
número total de astros en el espacio es del orden de 10.22,
o sea que todo el universo ha de ser tres millones de veces más grande que el
fragmento que podemos alcanzar con nuestros telescopios. Pero todavía se cree que las nebulosas hoy se alejan
a menor velocidad que antes; por tanto, la total cantidad de materia en el
espacio, probablemente, es aún mayor, y, por lo mismo, la anchura del universo.
Es la opinión de Mr. Jeans-. Debemos hacer notar de una vez para siempre que al
hablar de billones y trillones usamos el sistema decimal largo y no el corto,
que es el corriente en América del Norte", Con los famosos telescopios Big
Schimidt, que explora, y Hale, que sutilmente analiza, piensan los sabios estudiar,
desde Monte Palomar, en California, unos diez millones de galaxias y ampliar
las fronteras del universo más allá de los mil millones de años de luz. Es
decir, que las radiaciones luminosas que esta noche llegan al Big Eye, de
doscientas pulgadas de abertura, en Monte Palomar, salieron de la estrella hace
mil millones de años, en el período precámbrico, cuando aún no había, probablemente,
vida sobre la tierra. Un año de luz tiene nueve billones y medio de kilómetros.
El sol está a sólo ocho minutos de luz. La estrella Alfa del Centauro, que
hasta hace poco seguía al sol en su distancia a la tierra, dista cuatro años y
medio de luz; tal fosa hay entre nuestro sistema planetario y el astro más próximo.
Y esa estrella rojiza, Arturo, de la constelación del Boyero, visible en cualquier
tiempo del año, y que corre por el espacio a cuatrocientos setenta y seis kilómetros
por segundo, está de nosotros a cuarenta años de luz. Si Dios aniquilara ahora
a la estrella Arturo, seguiríamos viéndola durante cuarenta años sin caer en la
cuenta de que Dios la había aniquilado.
e) BUSCAR UN DIAMANTE EN
EUROPA.
Simón P. Poisson, matemático francés, introductor de
la ley de los grandes números, dedujo por el cálculo que la probabilidad de que
la veinticinco letras del alfabeto, tiradas al azar, salieran en orden, desde la
A hasta la Z, sería la misma que la de encontrar, de una sola azadonada, un diamante
enterrado en una franja de arena de un metro de espesor y que cubriera casi toda
Europa. No se trata de que salgan en orden veinticinco elementos, sino la espantosa
cantidad de 2.1079, que es, según Jeans+, el orden que indica el número
de protones y electrones del universo. ¿Qué probabilidad van a tener tantos elementos
para producir, por casualidad, este orden que vemos por todas partes? Y el que no
admita la existencia de Dios, necesariamente tiene que echar mano de esta casualidad
para explicarlo todo.
2. La finalidad de las fuerzas
físico-químicas
20. He aquí unos cuantos ejemplos impresionantes de la
finalidad y orden admirable con que proceden las fuerzas físico-químicas que
carecen en absoluto de conocimiento no sólo intelectual, como el del
hombre, sino incluso meramente sensitivo, como el de los animales.
a) LA LLUVIA QUE FECUNDIZA LAS
PLANTAS
1 Hechos de experiencia. En la cima del monte brota una
planta; sin agua se muere. Pero el agua está muy lejos; sería antieconómico ir a
buscarla a donde abunda: a los ríos o al mar; aparte de que el agua del mar no
sirve para el caso, porque cargada, como está, de sales, es inca- paz de atravesar
por ósmosis, la membrana semipermeable de las células vegetales.
Pero los rayos del sol que inciden sobre el mar tienen
la facultad de romper la cohesión de las moléculas de la superficie; crece entonces
la velocidad de éstas, que, des- prendiéndose de las sales, huyen de la capa superficial;
la fuerza ascensional del aire las eleva en forma de vapor; y como a las capas superiores
de la atmósfera, que es diatemana, apenas llega el calor que la tierra recibió del
sol y emite después por irradiación, esas moléculas de agua, allá arriba, se enfrían,
se condensan o pasan al estado líquido y forman las aglomeraciones opacas que llamamos
nubes y que, por su resistencia al viento, son arrastradas por éste hacia el
interior de la tierra.
Cuando estas masas llegan a las regiones montañosas,
se ven obligadas a ascender y dilatarse más; así se siguen enfriando; con eso aumenta
progresivamente la condensación del vapor de agua que siempre existe en la atmósfera,
crecen de tamaño las gotas y caen formando la lluvia. Ya tenemos allí el agua gratis para el servicio de laplanta.
Esta agua, al correr por la tierra, disuelve los compuestos del suelo y es absorbida
por las raíces e incorporada a la economía vegetal.
2. Teleología de este proceso. No
se puede negar que en todo este proceso que se acaba de describir hay orden y un
fin.
1° Se intenta algo.
2° Se conocen y movilizan los medios más eficaces.
3° Las propiedades e influencias de estos medios se adaptan
maravillosamente al fin buscado.
Pero intentar un fin y disponer los medios para con-
seguirlo supone un entendimiento que, en nuestro caso, no puede ser el del hombre,
sino el de un Ser superior al hombre que llamamos Dios. Luego existe Dios.
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