24
de Mayo
Santos
Donaciano y Rogaciano, Hermanos Mártires
En tiempo de los emperadores
Diocleciano y Maximiano vivían en la ciudad de Nimes en Francia dos hermanos de
claro linaje, de los cuales el mayor, llamado Donaciano se aventajaba en la fe y
virtudes cristianas, al menor, llamado Rogaciano, que todavía era gentil. Mas
al fin le persuadió que se bautizase; y aunque Rogaciano vino en ello, no pudo,
porque por este tiempo llegaron a Nimes crueles edictos contra los fieles, y el
sacerdote que había de bautizarlo huyó de temor como otros muchos cristianos. A
pocos días, un ciudadano de Nimes se fue al juez y acusó o los dos hermanos.
Sintió lo mucho porque eran ricos y nobles, y así les hizo llamar y les rogó
que no menospreciasen la veneración de Júpiter y Apolo por la doctrina nueva de
Jesucristo, porque esto era enloquecer y poner en riesgo la vida. Respondieron
los dos hermanos, que no podían creer en los dioses y que debían y querían
creer en Jesucristo, y se tendrían por dichosos derramando por El su sangre.
Encerraron les, pues, en una cárcel oscura donde los dos hermanos pasaron la
noche en oración, suplicando Rogaciano al Señor que la muerte le fuese el don
del bautismo. Entrado el día, mandó el presidente que los sacasen delante de todo
el pueblo cargado de cadenas como estaban, y díjoles: “Con indignación os
quiero hablar, porque o por ignorancia dejáis la religión y veneración de los
dioses, o lo que es peor por sacrílega obstinación los menospreciáis.” A esto
respondieron los gloriosos mártires: «Tu ciencia es peor que toda ignorancia, y
tu religión supersticiosa es tan vana como esos dioses de metal que adoras. Ya
nosotros estamos dispuestos a padecer por el nombre de Cristo los mayores
tormentos que pudieres inventar, pues ningún daño recibirá con ellos nuestra
vida vueltos a Aquel de donde tuvo principio.» El presidente, oída esta
respuesta, se enfureció más y los mandó poner en un potro, y que les rompiesen las
carnes, para que si ya con el terrible dolor y tormento no les pudiese mudar
los ánimos, a lo menos con despedazar y deshacer sus cuerpos quedase vengado.
Esta crueldad se ejecutó con todo rigor quedando los invictos mártires despedazados;
pero siempre estuvieron constantes y firmes en la confesión de la fe y nombre
de nuestro Señor Jesucristo; por lo cual los verdugos, por mandato del
presiente, con dos lanzas lea traspasaron las cervices y al fin les cortaron las
cabezas. De esta manera estos felices hermanos y mártires gloriosos fueron a
reinar con Cristo, siendo el uno al otro causa de su salud eterna.
Reflexión: Esta
fue buena compañía y santa hermandad; y por esta causa triunfan ahora
eternamente los dos santos hermanos en la compañía de Dios y en el gloriosísimo
coro de los mártires. Si tienes pues algún hermano, deudo o amigo a
quien mucho aprecias, y les ves andar por malos caminos, no le dejes
perecer. No se trata de exhortarle al martirio, y persuadir que
se ha de dejar quemar y desollar vivo; se trata de decirle que procure
vivir nada más que como buen cristiano, porque es gran desventura
que un hermano se salve y otro se condene, y que los verdaderos
amigos se hayan de separar para siempre, gozando uno en el cielo, y
padeciendo el otro en el infierno.
Oración: Oh
Dios, que nos concedes tu gracia para venerar el nacimiento a la verdadera fe
de los santos hermanos mártires Donaciano y Rogaciano, danos también la gracia
de gozar en su compañía de la eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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