Carta Pastoral nº28
CONFIANZA EN LA
GRACIA DE DIOS
Y EN EL AFRICA
CRISTIANA
A pesar de los
acontecimientos actuales y las graves persecuciones de la cual es objeto la
Iglesia en algunas de nuestras misiones, numerosas son las razones que nos
llevan a esperar y tener confianza. Cuantas más pruebas sufren
nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas africanas, así como las buenas
familias cristianas, en particular los catequistas, se ha mostrado con certeza
que -a pesar de algunas defecciones- la Iglesia Católica está profundamente
implantada en Africa, y que debemos confiar más que nunca en nuestros
cristianos. Allí donde las persecuciones
felizmente no nos han castigado, las vicisitudes ocasionadas por los
acontecimientos políticos han podido infundirnos temores durante algunos meses,
sobre la firmeza de nuestros neófitos en la fe. Parece que las dudas han sido
de corta duración y más que nunca los cristianos están unidos a sus sacerdotes,
a sus misioneros. Reconocen, todavía más que antaño, el desinterés de quienes
han permanecido con ellos, a pesar de las dificultades nuevas. Y esta actitud, de la más
grande fidelidad, se siente aún allí en donde la situación política ha quedado
sin cambios. Por eso, el momento parece
como hecho para que la Congregación también manifieste su confianza en el
futuro de esta Africa católica, y para que imite lo que nuestros compañeros
irlandeses tan magníficamente han realizado en Nigeria: seminario menor,
noviciado, seminario menor, cuyas primicias se alcanzarán este mismo año. En
efecto, los 4 primeros religiosos espirita-nos formados enteramente en Nigeria
serán ordenados sacerdotes en el próximo Pentecostés.
En todo lugar, perseverantes
esfuerzos han alcanzado para la creación de seminarios menores y mayores para
la diócesis. Y estos esfuerzos son los más dignos de alabanza. Pero, ¿no sería
deseable alcanzar un doble fin: las vocaciones del clero secular y las
vocaciones espiritanas, procediendo con una manera metódica y segura, es decir,
constituyendo pequeños internados donde jóvenes aspirantes misioneros estudien
su vocación y la afirmarán, siguiendo cursos en establecimientos escolares
vecinos?. En cada distrito, o cada dos
distritos vecinos, pueden pensar en esta primera institución; luego, poco a
poco, podrán constituirse noviciados y seminarios. En el curso de mi último
viaje, de 3 meses y medio, se me ha dado la ocasión de encontrar numerosos
sacerdotes y un gran número de Obispos. Todos, en forma unánime, han aprobado
estos proyectos y han deseado que se realicen lo más pronto posible.
Las vocaciones son
numerosas; hay que buscarlas, cultivarlas, discernirlas. Si cada misionero se
esfuerza por descubrirlas, no cabe ninguna duda de que rápidamente podríamos
tener la alegría de abrir noviciados en numerosas regiones de Africa. Una condición parece
esencial: inculcar a estos jóvenes aspirantes la vocación misionera y
religiosa, que es netamente distinta de la vocación del sacerdote secular. Además, a las vocaciones de
estos clérigos fácilmente podrán unírseles las de buenos y santos hermanos, que
serán preciosos auxiliares para nuestras misiones y parroquias. Tal es mi gran programa, el
único, a mi entender, que puede permitir un día suplir el pequeño número de los
misioneros de Europa y América del Norte, que no bastarán nunca para la tarea
que crece sin cesar y con rapidez. A los Superiores
principales, ayudados por todos sus sacerdotes, les incumbe principalmente esta
tarea. Será para ellos una esperanza y al mismo tiempo fuente de alegría, más
que una ruda empresa. Pero lo que han hecho nuestros valientes compañeros de
Nigeria, ¿por qué no lo habríamos de realizar también en este lugar?
Queridos sacerdotes, desde
Lourdes les escribo estas líneas. Mañana a la mañana, en el altar de la gruta,
depositaré a los pies de la Virgen María estos proyectos que me parecen
necesarios para la continuación de la obra de nuestro venerable Padre, al mismo
tiempo que le confiaré todas sus intenciones y en particular las de nuestros
compañeros perseguidos, ya sean de Europa, como de Africa.
(“Avisos del mes”,
marzo-abril de 1965)
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