25
de abril.
San
Marcos, evangelista y mártir. († 64.)
Misa
– Protexisti
Paramentos
Rojos
Epístola
– Ez., (I, 10-14)
Evangelio
– San Lucas – (X, 1-9)
El glorioso evangelista y
mártir de Cristo san Marcos fué hebreo de nación, y como algunos autores
escriben, de la tribu de Leví y uno de los setenta y dos discípulos del Señor.
Acompañó al apóstol San Pedro, que le llama en sus epístolas hijo carísimo, y
por su grande espíritu y gracia en el hablar, le tomó por intérprete para q u e
explicase más copiosamente los profundos misterios de Cristo, que él en pocas
palabras anunciaba. Y como los fieles que por la predicación de San Pedro se
habían convertido en Roma, deseaban tener por escrito lo que de él habían oído,
rogaron a san Marcos que escribiese el Evangelio de la manera que lo había oído
de la boca de San Pedro; y el santo apóstol lo aprobó y con su autoridad lo
confirmó y mandó que se leyese en la iglesia. Habiendo pasado el santo
evangelista algunos años en Roma, tomó la bendición de su padre y maestro san
Pedro, y por su orden se partió a Egipto, llevando consigo el Evangelio que
había escrito para predicar le a aquellas gentes bárbaras y supersticiosas.
Descubrió primero aquella luz del cielo a los de Cirene, Pentápoli y otras
ciudades; y vino después a Alejandría como a cabeza de toda aquella provincia y
más necesitada de aquella divina luz. Allí edificó una iglesia al Señor con
nombre de San Pedro su maestro que aún vivía; y fueron tantos los que se
convirtieron a la fe de Jesucristo, así de los judíos que moraban en aquellas
partes, como de los mismos egipcios, que presto se formó una admirable cristiandad,
en la cual florecían maravillosamente todas las virtudes que el Señor enseñaba
en su santo Evangelio; porque todos los fieles vivían entre sí con gran paz y
conformidad, no había entre ellos pobres, porque a todos se daba In que habían
menester; ni ricos, porque los que lo eran dejaban sus riquezas para use de los
demás, y todos eran entre sí un alma y un corazón. Otros muchos había que dando
libelo de repudio a todas las cosas de la tierra poblaban los montes y desiertos
de Egipto, y vivían con tan extremada santidad, que no parecían hombres, sino
ángeles vestidos de carne mortal. No pudieron sufrir tanta luz los ojos flacos
de los gentiles y determinaron dar muerte a San Marcos como a destruidor de sus
templos y enemigo de sus dioses, y a los 24 de abril, que era día de domingo para
los cristianos, y para los gentiles de una fiesta que celebraban a su dios
Serapis, hallando al santo evangelista diciendo Misa, le prendieron, y
echándole una soga a la garganta le arrastraron por las calles. Encerrándole
después en la cárcel, y venida la mañana siguiente le arrastraron de nuevo por
lugares ásperos y fragosos hasta que dio su espíritu al Señor.
†
Reflexión: Así
murió el glorioso evangelista San Marcos, sellando también con su sangre el
santo Evangelio que nos dejó escrito, para que nadie pudiese imaginar con algún
color de razón que quisiese engañar a los hombres. Este es el mismo Evangelio
que predicaba en Roma el príncipe de los apóstoles San Pedro, el cual s su vez
dio la vida en confirmación de la verdad de Cristo, muriendo en cruz con la
cabeza abajo. Recuerden, pues, estos hechos, los despreocupados de nuestros días,
y entiendan que si niegan el santo Evangelio solo porque es contrario a sus pasiones,
con aquellos sellos de sangre apostólica, se firmó también la sentencia de su
condenación.
Oración: Oh
Dios, que ensalzaste a tu bienaventurado evangelista Marcos por la gracia de la
predicación del santo Evangelio; concédenos que nos aprovechemos de su santa
doctrina, y seamos protegidos por su poderosa intercesión. Por Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.
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