19 de abril.
San Vicente de Colibre, mártir. († 303.)
En el principio del imperio de Diocleciano estaba en todo el
mundo en tanta estimación la fe y la religión cristiana, que los mismos
emperadores, aunque paganos, daban el gobierno de las provincias a los
cristianos, porque hallaban en ellos tanta fidelidad para con los príncipes, cuanta
nunca jamás experimentaron en los de alguna otra profesión. Habíase, pues,
mostrado Diocleciano favorable a los cristianos mientras tuvo necesidad de sus
fuerzas contra los persas pero viéndose ya triunfante y glorioso, reventó y
salió de madre furiosamente aquel odio mortal al nombre de Cristo, que por
espacio de diez y ocho años estaba represado en su infame corazón; y determinó
con Maximino su compañero destruir a los cristianos y acabarlos del todo. En
todas las ciudades del imperio se hallaban las cárceles llenas de cristianos,
los cuales eran ajusticiados en las plazas para escarmiento de los demás: y
como España estaba sujeta al imperio, le cupo gran parte de esta cruel persecución.
En este tiempo pues, había en Colibre, pueblo de Cataluña cerca de Perpiñán, un
hombre muy católico, virtuoso y gran siervo de Dios, llamada Vicente. Llegó a
Colibre Daciano, presidente general de España por los ya mencionados
emperadores, y el primer católico que le presentaron fué Vicente, al cual en
vano procuró apartar de la fe de Jesucristo, y atraer a la adoración de los
falsos dioses; porque le halló siempre firme y constante; y al fin de varios tormentos
con que juzgó el tirano amedrentarlo viendo que se cansaba en balde y que
Vicente traía escrito contra él el triunfo, palma y corona, que eso es Vicente,
o Vincente, le condenó a morir degollado. Ofreció, la cerviz a la cuchilla del
verdugo, y con este suplicio entregó su bendita alma en manos del Señor y
alcanzó la corona inmortal de los mártires vencedores, significada en el nombre
de Vicente que llevaba nuestro santo glorioso.
Reflexión: Fué
tan cruel el odio de estos tiranos
emperadores, contra los cristianos, que no
contentos con quitarles las vidas después de tan bárbaros cuanto inhumanos
tormentos, hacían luego quemar cuantos escritos hallaban en poder de los cristianos que pudieran dar testimonio a los venideros de los
santos mártires y sus
hechos ilustres; por lo cual hay
infinitos mártires gloriosos, de quienes no han quedado más que los nombres, y de otros tan pocas noticias como se ve en este martirio de san Vicente. Sabe el demonio el provecho que se sigue a las almas de leer semejantes historias, y' el
daño que a él le viene,
y por eso procura ocultarlas; pero
no todas las veces sale con su intento, y
por donde intenta ocultarnos un Vicente mártir, queda burlado, cuando se nos descubren muchos
gloriosos Vicentes, mártires
españoles, como son san Vicente,
diácono de Zaragoza, mártir insigne;
San Vicente de Ebora, mártir glorioso en
Avila, con santa Sabina y Cristeta
hermanas; san Vicente, mártir en Gerona,
con Oroncio y Víctor; San Vicente, abad
del monasterio de San Claudio, mártir
célebre en tiempo de los godos y otros
santos Vicentes, con que el diablo se quiebra los ojos en su dañado intento; vaya para quien es: y nosotros esperemos vencerle, por la intercesión de tantos Vicentes, como le vencieron y triunfan gloriosos en el reino de Dios.
Oración: Concédenos, oh Dios omnipotente, que los
que veneramos el nacimiento para la gloria de tu bienaventurado mártir Vicente,
seamos fortalecidos por su intercesión en el amor de tu santísimo nombre. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario