viernes, 5 de febrero de 2016

Memorias de de un mártir Cristero o “Entre las patas de los caballos”

A.C.J.M


EL GRUPO DANIEL O'CONNELL de nuestra querida A.C.J.M., ocupaba una casita de reducidísimas dimensiones, en la que nos congregábamos regularmente unos treinta amigos, unidos por estrechos lazos de camaradería, en un ambiente jovial. Las más diversas ocupaciones nos absorbían, pero bajo aquellos techos que amenazaban ruina, nuestros ideales y alegrías eran comunes, como si al trasponer su estrecho zaguán y dar las buenas noches a Doña Guadalupe, la portera, nos despojáramos de nuestras personales preocupaciones y revistiéramos uniformemente las del grupo. En la primera pieza, a la que dábamos el nombre de salón de actos, celebrábanse las juntas populares, en las que intervenía la totalidad de los asociados; era también salón de juegos y sitio apropiado para orfeones, y en general para lo que entrañaba bullicio, alegría ruidosa; es decir, una buena parte de la vida del grupo. En la siguiente pieza celebrábamos las reuniones solemnes, los círculos de estudio y demás actos que revestían cierta seriedad y a la cual pomposamente llamábamos biblioteca, sin que un modesto estante con unos cuantos libros alcanzara a justificar tal nombre.

Separaba estas dos únicas piezas de la casa una puerta-vidriera, en cuyos cristales opacados con pintura, figuraban grabados los nombres de los más conspicuos miembros del Grupo, encabezados por el dibujado título de Amantes célebres, y la relación de éstos: en Raúl Carral vs. Cristina Escobar. Lema: Por Cristo y por Cristina. Rafael Armora -el Pichón- vs. Chelo Alemán. Divisa: i Chelo.' eres mi anhelo. De Rafael Armora, Chelo Alemán será la señora. Carlos Espinosa -el Chivo-- vs. Rosa Durán. "No hay rosa que no sea Espinosa". Luis Bernal -el casto anciano-el-vs. Josefina, Virginia, Lupe, Anita, etc., etc. Divisa: "Calabaceado, virgen y mártir". En un rincón de la vidriera escrito con tinta se leía: "Los de la A.C.J.M., somos gente de buen gusto: que nos gusten las buenitas no es motivo para susto", y así otros más. Aquella noche estaban varios compañeros entregados al juego del dominó, y un grupo más numeroso organizaba la porra para una fiesta deportiva, en que contendería el Grupo con algunos de los colegios particulares de mayor significación. El bullicio era infernal.

-¡Que Paso! -gritaba Rafael golpeando su ficha, mientras que Pancho, con sorna, le repetía: "Afortunado en amores... "

Los de la porra decían: -Para los saltos los cohetes, ya saben -y todos a una gritaban-: ssssahh...  ¡A!.. ¡C!... ¡J! …¡M!.. -Magnífico -exclamó el Chivo- Ahora lo del curandero Fidencio- y bajo la batuta de Raúl gritaron al unísono: -Como el golpe va a ser recio y muy fuerte el batacazo, váyase luego a Espinazo pa' que los cure Fidencio. En otra mesa estaban el Centavo, Luis y Pancho, protestando por el alboroto de sus compañeros, aun cuando no era menor el que ellos metían obligados a levantar la voz para hacerse oír. El casto anciano, el hombre serio de aquella "docta corporación", estaba con larga lista en la mano dictando a los otros, que ponían los datos en tarjetas iguales, pero de diferente color.

-¿Nombre?
-Margarita López.
-¿Jefatura Local número?
-Siete, ya lo saben: todas igual.
-Está bien, papá, bájame el sueldo, pero no me regañes. -Ie respondieron en broma sus ayudantes.
-¿Manzana número?
- Treinta y cinco.

Con interés tomé una de las tarjetas que decían: Deseoso de contribuir con mi cooperación a lograr los fines de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, me adhiero a la misma y prometo Secundar la acción de la Liga en a forma que prescriban sus reglamentos y acuerdos posteriores.

-Contribuir mensualmente con la suma de... -¿Con cuánto?
-Veinticinco centavos.

Examinó Luis largo rato su lista y gritó: -¿Quién organizó la manzana 35?

-¡Nosotros! -contestó Rafael, poniendo una mano sobre el hombro de Raúl.
-¡Me lo imaginaba! -repuso Luis, y agregando-: Traduzcan esto- les pasó la lista.

Con ayuda de todos y aplicando métodos de tanteos, eliminaciones sucesivas y otros que fueron proponiendo, llegaron a descifrar el nombre que parecía esforzarse por quedar en el misterio.

-¡Ya recuerdo! -dijo Raúl-. La culpa la tiene el marido de esta señora que resultó ser militar. Figúrense que llegamos preguntando por la señora de la casa, suponiendo que por la hora no estaría el señor, pero éste salió preguntando qué se nos ofrecía con su mujer. Cortados por su actitud poco amigable, le expusimos que estaba organizándose la Liga Defensora de la Libertad Religiosa para hacer valer nuestros derechos, en oposición a las leyes atentatorias impuestas por el gobierno, con lo que el militar acabó de enfurecerse, diciéndonos que él era revolucionario y no estaba dispuesto a cooperar en la defensa de los curas. Entonces Rafael le lanzó un discurso; le dijo que el gobierno no trataba de buena Fe, ni pretendía, como alegaba, impedir la intervención eclesiástica en Asuntos del Estado, sino que estaba desarrollando un plan preconcebido para lograr el dominio sobre la Iglesia, sometiéndola a una supervisión tan absoluta como no existía sino en la Rusia Soviet.

-Por mi parte le hice ver -prosiguió Raúl- que la Constitución formulada por la misma revolución en Querétaro, establece que todo hombre es libre de profesar la creencia religiosa que más le agrade y de practicar el culto respectivo en los templos o en su domicilio particular; pero ahora, para anular ese derecho, se expide una ley reglamentaria que convierte en ilegales aun los rezos celebrados en el hogar. Agregamos que Calles, el hombre de hierro de la revolución, lo es en sentido mecánico, pues lo mueven las fuerzas a que está conectado, para imponer las ideas de Marx y de Lenin al pueblo mexicano, cuyo modo de sentir y de pensar es muy distinto. El cambio de actitud del mílite fue tal, que inscribió en la Liga a su señora y a su "niña". Festejamos su éxito, y Raúl y Rafael propusieron dejáramos todo asunto pendiente y nos uniéramos a la porra, pues la fiesta estaba próxima y sus resultados aún inciertos, a pesar del magnífico entrenamiento y del refuerzo logrado con elementos de algunos Grupos del interior. Ante la imposibilidad de trabajar o jugar en medio de aquel alboroto, que por momentos crecía, nos les unimos todos continuando la porra con renovados bríos. Queran (Quieran) que no queran (Quieran) les hemos de ganar, Hijos del gran Morelos, los hemos de aplastar! Tan enfrascados estábamos que no sentimos llegar a Pablo y Pinolillo, quienes cariacontecidos y nerviosos nos interrumpieron para contamos cómo, esa misma mañana, se habían presentado en su colegio policías de Gobernación a clausurar la capilla, y detener a los profesores religiosos. Pablo, atropellando las palabras por su estado de excitación, nos contó que estando a media misa, los Padres les ordenaron intempestivamente salir por las puertas laterales de la capilla, rogándoles el mayor silencio posible. Ya en el patio de recreo vieron entrar gran número de agentes policíacos que se encaminaron a la capilla, y tras de recoger objetos de culto, imágenes y libros de oraciones, procedieron a sellar todas sus puertas mientras los alumnos miraban atónitos y sus profesores les suplicaban compostura, pues algunos empezaban a querer repeler el atraco. En seguida los agentes se dirigieron a las clases y registraron los pupitres de los alumnos en busca de imágenes o libros de doctrina católica, como prueba de que allí se impartía enseñanza religiosa.

Para entonces ya era difícil a los profesores contener a sus alumnos, pero cuando declararon los de Gobernación que quedaban detenidos los maestros, estalló el tumulto: los estudiantes usaron sus propios libros como proyectiles y rodeando a los Padres se opusieron a su aprehensión; pero éstos, calmando los ánimos, aceptaron acompañar a los policías, "tan sólo para unas aclaraciones", según manifestó el que hacía de jefe de ellos.

-Ya para salir el Padre Prefecto -nos dijo Pablo- pidió a algunos de los mayores que tratáramos de seguirlos para ver a dónde los llevaban. La tarea fue difícil, pues los profesores fueron repartidos en varios carros.


-Pero antes de subirlos -terció Pinolillo- hicieron una selección y a los padres franceses los metieron en un camión rojo, con rejas en sus puertas.

-Inmediatamente posesionados de nuestro papel -prosiguió Pablo, arrebatándole la palabra a Pinolillo-, los que teníamos bicicletas corrimos por ellas, y seguimos a distancia los carros. La camioneta tomó por la Calzada de la Verónica y los otros hacia la Teja. Pinolillo y yo nos fuimos tras la julia(policía) y el güero Colín, con otros, tras los demás. Fue una persecución angustiosa, pues por momentos se nos perdía de vista y sólo gracias a los altos del tránsito pudimos ir dándole alcance hasta llegar al cuartel de la Villa, donde introdujeron a los Padres. Telefónicamente me comuniqué con papá -continuó Pablo, mientras los demás no perdían sílaba del relato-, y le conté lo ocurrido, quedando él en comunicarse con el abogado del colegio y con el ministro de Francia, y yo en seguir en guardia fuera del cuartel. Cerca del medio día se presentó papá y nos informó que el ministro francés se había dirigido a Gobernación, donde nadie decía tener noticias de que hubiera orden alguna de arresto para los Padres, ni menos de que éstos hubieran sido detenidos, por lo que de allí se había dirigido a Relaciones Exteriores y estaba haciendo gestiones.
-Pero pueden sacarlos del cuartel al verse descubiertos -exclamó alarmado el Chivo.

-Claro que pueden -respondió Pablo-, y la intención seguramente es embarcarlos en la misma Villa rumbo a Veracruz, y por allí expulsar del país a los Padres bajo el cargo de extranjeros perniciosos. Por ahora parece que la intervención enérgica de su Ministro los ha desconcertado, y sobre todo el que éste supiera con precisión quiénes son los detenidos y dónde se encuentran. Además se han movido influencias de mexicanos y ya lograron éstos hablar con los Padres en el propio cuartel de la Villa, esperando que mañana pueda resolverse en definitiva la cuestión. -y de los otros Padres aprehendidos ¿qué saben? -preguntó Luis a Pablo. -Están detenidos en las oficinas de Gobernación -contestó el interpelado-él y un grupo de señoras se encargó de llevarles de comer y cobijas para esta noche. Les hacen el cargo de impartir instrucción religiosa, contraviniendo las leyes respectivas, así como de celebrar actos de culto, y a lo que parece existe el peligro de que el gobierno se incaute los edificios del Colegio. Bajo la impresión de tal noticia salimos del Grupo, que en adelante habría de ser testigo de una desproporcionada lucha entre sus miembros y los crueles esbirros de una persecución religiosa sin precedente en México, y cuyos primeros síntomas apenas se manifestaban. 

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