1) Introducción.
Desde
su fundación y a lo largo de toda la historia, la Iglesia Católica ha
considerado la practica de incinerar los cadáveres de los difuntos como algo
abominable. La misma historia de los pueblos prueba que esta practica estaba
mas diseminada entre los pueblos o grupos humanos más primitivos y no así entre
los mas desarrollados. A pesar de la rectitud del pensamiento a este respecto,
la disminución progresiva de la conciencia católica entre los pueblos, el
debilitamiento de las posiciones católicas, la propagación (cada vez mas
extendida) de las ideas liberales y masónicas y la actitud misma de los hombres
que ocupan puestos de importancia en la jerarquía de la Iglesia, dan a esta
cuestión de moral una actualidad que no tenía en los últimos años, sobre todo
si se considera las nuevas disposiciones del nuevo código de derecho canónico y
los cambios introducidos por el “Papa” Paulo VI.
2)
Definición etimológica.
Cremación
viene del latín CREMARE: CREMAR.
Incineración
viene del latín: In Cinis; en cenizas.
Es
pues la destrucción violente del cadáver humano por medio del fuego o de un
gran calor. Pudiendo ser un rito “religioso” o de un rito civil.
3)
Historia.
a) Los pre-cananeos. La incineración existía entre los indígenas neolíticos del país de Canann.
En una caverna funeraria del hipogeo de Gazer, se descubrieron datos que se
remontan hasta los primeros pueblos que se asentaron sobre la colina, en el
curso del cuarto milenio antes de Jesucristo. Las cenizas encontradas fueron
reconocidas como pertenecientes a despojos humanos. Ellas habían sido producidas
por una incineración prolongada o violenta, al punto de no dejar pruebas del
cuerpo sino solo un amasijo de polvo blancuzco, o bien, habiendo dejado en la
ceniza negra un despojo de huesos incompletamente calcinados. Se puede evaluar
el número de cadáveres calcinados en más de 100. Es el único ejemplo hasta
entonces conocido en Palestina.
Las
poblaciones semíticas que se sucedieron sobre el suelo de Palestina y que las
ha llamado “canaeas”, introdujeron y conservaron como modo de sepultura la
inhumación. Las investigaciones han comprobado la persistencia regular de la
misma desde el 2500 A de C. hasta el 600 de nuestra era. Los judíos enterraban
a sus muertos y establecían cementerios fuera de las ciudades. Ellos inhumaban
los cuerpos de los enemigos muertos en las batallas, inclusive después de la
victoria, así lo menciona la visión de Ezequiel (Ezeq. 39. 11-13) es conforme a
los usos y practicas en Israel. Lo mismo se lee en Reyes II cap. 18, 17 donde
se dice: “Luego tomaron a Absalón y lo echaron en gran hoyo en el bosque,
levantando sobre él un gran montón de piedras…” y en otras citas de la Biblia
se menciona esta practica de enterrar a los muertos, pero no de incinerarlos o
quemarlos. Además, la legislación mosaica mandaba inclusive la inhumación de
los ajusticiados, cuyos cuerpos debían ser enterrados el mismo día de la
ejecución (Deut. 21. 22-23). La historia del pueblo judío consignada en los
Libros Santos, no hace mención de ningún caso de incineración de cuerpos, a no
ser en circunstancias especiales como la peste y la guerra. El único caso de
incineración fue llevado por el impío rey Acaz rey de Judá quien hizo pasar por
fuego a su propio hijo por el fuego en honor al ídolo Moloch (Rey. IV. 16.3).
b) Los egipcios y los Caldeos.
Los
egipcios enterraban a sus muertos en el valle del Nilo que está lleno de
tumbas. Sin embargo, en Egipto arcaico, el rey era quemado en su tumba
monumental, pero antes de quemarlo el monarca era inhumado para que el fuego
consumiera para que el rey- dios pudiera realizar más fácilmente el camino
hacia el cielo en donde debía reunirse con aquellos de su raza.
Según
una referencia de Herodoto, los babilonios embalsamaban sus cadáveres con miel
y los llevaban a la baja Caldea, a fin de reunirlos, luego de su muerte, con
sus ancestros. Los Caldeos generalmente inhumaban a sus muertos. El rito de
enterrar a los muertos fue introducido en esta comarca por los Semitas, cuando
penetraron en ella.
c) Los Persas.
Estos
enterraban a sus muertos, las tumbas reales son prueba de ello. Ellos
castigaban con la muerte la incineración de los cadáveres y tenía reglas especiales
para purificar el fuego manchado con tal abominación. (ellos adoraban al fuego
como a una divinidad).
d) Los Griegos.
En
la Grecia primitiva, la inhumación era la regla general y universalmente
adoptada para el entierro de los muertos, durante un periodo de muchos siglos.
La razón del empleo de este modo de sepultura es que la inhumación estaba mas
de acuerdo que la cremación con las creencias de los antiguos griegos con
referencia a la vida póstuma.
Sin
embargo, en la época de Homero se introdujo entre los griegos el rito de la
cremación paralelamente a aquel de la inhumación; los dos ritos se han
simplemente superpuesto y su empleo simultaneo se encuentra claramente
atestiguado. Mas aún, si la cremación fue desconocida en la Grecia continental,
ella no fue practicada allí más que excepcionalmente. De igual manera, durante
el periodo clásico, Grecia continúo siendo fiel a la practica de la inhumación.
La misma ley prescribía “enterrar y poner en la tumba a todo cadáver que se
encontrara accidentalmente”.
Todo
ello es probado por el testimonio de Herodoto (en su historia, Erato, L. VI,
por el de Plutarco (“Vita Liturgi”), Tucides (L. II), Eurípides ( “Suplc v.
17). No es más que en la época romana que la incineración supero la inhumación
para desaparecer luego bajo la influencia del cristianismo.
e) Entre los romanos.
La
inhumación fue el rito primitivo adaptado para las sepulturas y la cremación no
aparecía mas que en las épocas avanzadas de la republica (Plinio, 1.VIII, c. XLIV).
Sin embargo, esta práctica no reino jamás a tal punto que suplantara
completamente la inhumación, la cremación no fue nunca aplicada a los niños
muertos. En fin, aún bajo el imperio, aunque la cremación hubiera acabado por
prevalecer, la inhumación no fue totalmente excluida. A partir de los Antonios,
las sepulturas por inhumación fueron mas frecuentes. En el siglo V las
cremaciones ya habían caído en desuso.
f) Entre los cristianos.
En
ninguna época de la historia de la Iglesia nunca acepto el rito de la cremación.
Aquí se debe hacer forzosamente un paréntesis sobre este tema dado que las
autoridades eclesiásticas de nuestro tiempo han hecho caso omiso a las
tradiciones de la Iglesia de siempre sino también al magisterio de la Iglesia y
al Código de Derecho Canónico, permitiendo, en algunos casos fuera de los
mandados por el Derecho Canónico, sino que han fomentado su practica e, incluso,
permitido guardar las cenizas de dichas cremaciones en los “templos”, teniendo,
por ello cuantiosas ganancias, cierre de paréntesis. Continuemos con nuestro
tema, desde su origen a consagrado la inhumación o vulgarmente llamado entierro
para la sepultura de sus difuntos usada entre los semitas por una practica
inviolable. Los primeros cristianos recogían, con peligro de sus vidas, los
restos de sus mártires para enterrarlos piadosamente, el Martirologio Romano
esta lleno de estos ejemplos piadosos. Los perseguidores hacían, a veces, a propósito,
quemar a los mártires y arrojar sus cenizas al viento o a los ríos acción por
la cual afrentaban a la Iglesia de Dios Trino y Uno.
De
esta absoluta fidelidad que la Iglesia testimonió siempre hacia el rito de la inhumación,
se posee una prueba sobrecogedora, para los primeros siglos de la era
cristiana, en la existencia de las catacumbas romanas.
La
Iglesia siempre lucho contra la practica de la cremación pagana, que era acompañada
de ritos incompatibles con la fe cristiana. Durante una cierta época, fuera de
la mencionada en el breve paréntesis, se abogó por esta práctica impía, pero
Bonifacio VIII, mediante los motu propios “Detestandae Fortitatis y de
Sepulturis”, decreta que aquellos que harán sufrir un transito tan impío y
cruel, por la acción del fuego, a los cuerpos de los difuntos, en vez de depositarlos
intactos en la sepultura que hubieren elegido, SERAN ESCOMULGADOS IPSO FACTO Y,
ADEMAS, QUE LOS RESTOS DE ESOS CADAVERES SERAN PRIVADOS DE LA SEPULTURA
ECLESIASTICA. “Ordinamus circa corpora defuctorum hujus modo abusus vel similiter
nulatenus observatus (…) sed ut sic impie ac crudeliter non tractatur”.
Será
preciso llegar a los tiempos de la revolución de 1789 para asistir a una nueva
tentativa de parte de los seguidores de la cremación. Sin embargo, no fue más
que en el último cuarto del siglo XIX que la idea de la cremación tomo alguna
cierta consistencia en Europa, gracias también cuando las sociedades masónicas obtuvieron
de los gobiernos el reconocimiento oficial de este rito.
---CONTINUARA.
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