EL MOVIMIENTO DE LAS TRES
AUTONOMIAS
La independencia, la «autonomía» con remedo del Vaticano, significaba para ellos, con justa razón, el abandono de la fe. Sus temores estaban justificados: muy pronto, los católicos se vieron presionados a unirse al Movimiento. Cuando monseñor Dominic Deng Yimin, el obispo de Cantón, fue arrestado, el crimen del que se le acusó prácticamente durante cientos de interrogatorios fue su negativa a participar en el Movimiento de las Tres Autonomías, así como su negativa a cortar los vínculos con la Santa Sede.
Monseñor
Antonio Riberi
Monseñor Antonio Riberi,
prelado de origen monegasco, ejerció las funciones de nuncio apostólico en diversos
países (Bolivia, Irlanda, Kenia) antes de ser nombrado, en 1946, internuncio en
China. Fiel a la doctrina católica, alentó la resistencia contra el movimiento
comunista. En 1949, fijó su sede en Nankín y presentó sus credenciales de parte
de Roma al recién establecido gobierno, cosa que no hizo sin un dejo de
provocación. Antes de la victoria del PC, monseñor Riberi había apoyado
enérgicamente la expansión de la Legión de María. Esa Legión, fundada en
Irlanda en 1921, se difundió desde 1930 en China, donde celebraba sesiones
semanales en las que se dedicaban al estudio del catecismo y de la teología,
así como a la oración en común. Gracias a la profundización de la doctrina
social, la Legión conservó el espíritu de los católicos en contra de las ideas marxistas.
Podemos imaginar el recelo del PCC hacia la Legión. Entre 1950 y 1952, se
desencadenó una auténtica campaña de odio en su contra. Ese recelo estaba
dirigido también en contra de monseñor Riberi.
En el contexto de la guerra
de Corea, algunos católicos, entre ellos varios sacerdotes e incluso el vicario
general Li Weiguang, creyeron que debían unirse al Movimiento de las Tres
Autonomías e incluso al Frente Comunista para «resistir a los Estados Unidos» y
ayudar a Corea. Monseñor Riberi condenó estos métodos en una carta pastoral y
urgió a los obispos a mantenerse unidos a Roma: «La religión católica -decía
él- es supra política y no puede ser dividida por las fronteras y diferencias
nacionales. Toda entidad que se autodenomine como Iglesia católica independiente
es simplemente una iglesia cismática».
El 24 de mayo de 1951, el
Renmin Ribao 6 acusaba al nuncio Antonio Riberi de alentar «la oposición al
movimiento patriótico» entre los católicos chinos. Otros artículos incendiarios
le sucedieron. Finalmente, el mismo diario pretendió referir una petición de
expulsión del nuncio por parte de una agencia que estaba directamente bajo su
control. La «petición» fue cumplida y monseñor Riberi fue expulsado. «Me marcho
con dolor y mis oraciones están incesantemente con el pueblo chino, con
nuestros sacerdotes, nuestros hermanos y fieles».
El nacimiento de la Iglesia Patriótica China
Entre los obispos locales,
monseñor Ignacio Kung Pin-Mei, obispo de Shanghái, se hizo notar por su
fidelidad a la Iglesia romana. Su primera confrontación con el gobierno tuvo
lugar cuando este tomó el control de las instituciones de educación católica.
Monseñor Kung prohibió la
comunión a los fieles que se habían unido al Partido Comunista. El 7 de
septiembre de 1955, fue arrestado junto con 321 sacerdotes y dos monjas
carmelitas. Tres semanas después, más de seiscientos laicos y otros quince
sacerdotes fueron apresados. Monseñor Kung fue condenado a cadena perpetua. Se
le inculpaba de haberse rehusado a unirse al Movimiento de las Tres Autonomías.
Monseñor Kung, efectivamente, estaba convencido de que la ruptura con el
Vaticano no era otra cosa que un acto de destrucción de la Iglesia en China.
«Soy un obispo católico romano. Si denuncio al Santo Padre, no solamente dejaré
de ser un obispo, sino que también dejaré de ser católico. Pueden cortarme la
cabeza, pero jamás podrán quitarme mis deberes».
El caso de monseñor Kung no fue el único. Ese mismo año, en otras diócesis, centenares de sacerdotes, obispos, religiosos y religiosas fueron apresados. En 1956, Mao lanzó la «Campaña de las Cien Flores», en la que todo el pueblo estaba invitado a presentar sus quejas ante el Partido. El resultado de esta «comedia que terminó en tragedia*» fue el arresto de unos 550 000 «intelectuales» considerados «derechistas» por haber criticado al Partido. Cuatro obispos que hasta entonces no habían sido encarcelados se presentaron para emitir sus quejas. El primer ministro Zhou. Enlai los recibió personalmente. Parece que fue después de este encuentro que podemos situar el origen de la fundación de la Asociación de la Iglesia Patriótica China.
Esta organización, creada el
15 de julio de 1957 por la Oficina de Asuntos Religiosos de la República
Popular China, buscaba establecer el control del Estado sobre los católicos
chinos y crear una Iglesia autónoma. La Asociación de la Iglesia Patriótica se
convertía de ahora en adelante en el equivalente «católico» de lo que fue el
Movimiento de las Tres Autonomías para los protestantes. No obstante, hay que
señalar que los católicos que se adhirieron a la Asociación de la Iglesia
Patriótica declaraban firmemente que no querían, de ninguna manera, efectuar un
cisma con Roma. Algunos obispos adheridos a la Asociación enviaron cartas de
obediencia al Papa 9.
El
cruce de la línea roja...
El 13 de abril de 1958,
monseñor Li Daonan, quien participaba en la Iglesia Patriótica, confirió la
consagración episcopal a dos sacerdotes franciscanos: Dong Guangqingy Yuan
Wenhua. El acontecimiento tuvo una repercusión inesperada para sus autores.
¿Qué motivó este acto? ¿Cuál fue la reacción de Roma ante los ministros y los
sujetos de la consagración? Lo descubriremos en la siguiente parte, después de
conocer las distintas actas pontificias concernientes a China desde los
orígenes del régimen comunista.
La
condena del comunismo
La primera acta del
Magisterio que condena el comunismo se encuentra, por supuesto, en la encíclica
Quipluribus de Pío IX. Más recientemente, cuando el movimiento comunista chino
ya estaba causando estragos, el Papa Pío XI publicó la encíclica Divini
Redemptoris, especialmente dedicada al comunismo. Ahí se señala al comunismo
como «una falsa redención de los humildes», un sistema «intrínsecamente
perverso» con el cual no debemos colaborar de ninguna manera «si queremos
salvar de la destrucción al orden social y la civilización cristiana»10.
La advertencia de Pío XII.
Recordaremos que una de las primeras medidas de Mao contra la Iglesia. La
respuesta de Pío XII se encuentra en la carta apostólica Cupimus Imprimís del
18 de AAS 44 (1951), 153 enero de 1952, dirigida no solamente a los obispos y
sacerdotes de China, sino a todos los fieles cristianos chinos.
«La religión católica, como
sabéis, no contradice a ninguna doctrina que sea verdadera, a ninguna
institución pública o privada que tenga como fundamento la justicia, la
libertad y la caridad, sino que todo esto resulta alentado, realzado y
perfeccionado por ella. No se opone a la índole natural de ningún pueblo, a sus
costumbres peculiares, ni a su civilización, que benévolamente las acoge y con
ellas como con nuevos y variados adornos se embellece».
La Iglesia no está sometida a
ningún Estado: «La Iglesia no llama a sí a un solo pueblo, a una sola nación,
sino que ama a todas las gentes, de cualquier raza que sean, con aquel amor
sobrenatural de Cristo que debe unir a todos con un vínculo de fraterna y mutua
solidaridad. Por eso nadie puede afirmar que ella esté al servicio de una
determinada potencia, ni se puede pedir a la misma que, rota la unidad de la
cual su Divino Fundador la ha querido adornar y, constituidas Iglesias
particulares en cada nación, estas se separen desdichadamente de la Sede
Apostólica, en la que Pedro, Vicario de Jesucristo, sigue viviendo en sus
sucesores hasta el fin de los tiempos. Si una comunidad cristiana cualquiera
quisiera hacer esto, se secará como el sarmiento arrancado de la vid, y no
podrá producir frutos saludables».
Esta advertencia contra una tendencia cismática hace referencia implícita al Movimiento de las Tres Autonomías. Más adelante, el Papa reprueba la expulsión de los misioneros extranjeros: «Y si se impone a todos los misioneros, que, abandonada su propia y querida patria, han trabajado con fatigas entre vosotros en el campo del Señor, el que se alejen de vuestros lugares, como si fuesen nocivos a ellos, por esto mismo se les exige, cosa no solo ingrata, sino también dañosísima para el mismo desarrollo de vuestra Iglesia. Por el hecho de que los mismos no son ciudadanos de una sola nación extranjera, sino que se eligen de entre otras muchas, más aún, de entre todas las naciones donde la religión católica está floreciente y se ha desarrollado la llama del apostolado cristiano, resulta evidente que, por una nota de su propio carácter, la Iglesia Católica es universal, y que estos heraldos del Evangelio no buscan otra cosa, ni desean mayormente que escoger vuestra tierra como su segunda patria, iluminarla con la luz de la doctrina evangélica, introducir allí las costumbres cristianas, llevaros la ayuda sobrenatural de la caridad y, poco a poco, aumentando en medio de vosotros el número del clero indígena, conducirla a aquella plena madurez que haga que no sean necesarias la ayuda y la colaboración de los misioneros extranjeros» 11.
6.
El Renmin Ribao, literalmente «Diario del Pueblo» (A R. EJ 1) es el órgano de
prensa oficial del Comité Central del Partido Comunista de China. Es en China
lo que fue la Pravda en la U.R.S.S.
9.
Edmond Tang, The Church into the 1990S, en The Catholic Church in Modern China,
Perápehtives, editado por Edmond Tang & Jean-Paul WieSt, Wipf & Stock
Publishers, 2013, p. 28.
10.
Si creemos lo que dicen las revistas católicas francesas del año 1937, la voz
del Papa no atravesó los Alpes. En Francia, nadie la escuchó. Solo un hombre,
prisionero del Estado y sancionado por el Papa, le escribía al Santo Padre:
«Nunca podré expresarle a Su Santidad mi fervorosa admiración por el golpe que
asesta a las fuerzas del mal». Cf. Guátavo Coráo, O Sécülo do Nada, Record,
1973, parte II, c. 2. Por el contrario, esta misma voz llegó más allá del
Cáucaso, pues la encíclica no fue ignorada por monseñor Riberi, el internuncio.
11.
Acusar a la Iglesia de ser un peligro para la República es tan antiguo como la
Iglesia misma. En China, desde 1922, el Movimiento Anticristiano dirigido por
los estudiantes pretendía establecer un vínculo entre Cristiandad e
imperialismo. Pío XI les puso un alto (temporal) a estas calumnias con su carta
del 15 de junio de 1926 Ab ipsis pontificatus primordiis. Véase este tema en
Sergio Ticozzi, Ending Civil Patronage: The Beginning of a New Erafor the
Catholic Missions in China, 1926, en Catholicism in China, 1900-present (Cindy
Yik-yi Chu), Palgrave Macmillan, 2014.
Hubo
un hecho que desmintió el imperialismo del que se acusaba al Vaticano: el 11 de
abril de 1946, Pío XII estableció una jerarquía eclesiástica en China con el
levantamiento de veinte provincias constituidas por 79 diócesis y 38 vicariatos
apostólicos. Dos meses antes, monseñor Tilomas Tien Ken-sin había sido
promovido al cardenalato, convirtiéndose así en el primer chino e incluso en el
primer asiático en ser nombrado cardenal.
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