viernes, 14 de abril de 2023

LA PERSECUCION COMUNISTA DE LA IGLESIA CATOLICA EN CHINA. (SEGUNDA PARTE)


EL MOVIMIENTO DE LAS TRES AUTONOMIAS 

La independencia, la «autonomía» con remedo del Vaticano, significaba para ellos, con justa razón, el abandono de la fe. Sus temores estaban justificados: muy pronto, los católicos se vieron presionados a unirse al Movimiento. Cuando monseñor Dominic Deng Yimin, el obispo de Cantón, fue arrestado, el crimen del que se le acusó prácticamente durante cientos de interrogatorios fue su negativa a participar en el Movimiento de las Tres Autonomías, así como su negativa a cortar los vínculos con la Santa Sede.

Monseñor Antonio Riberi

Monseñor Antonio Riberi, prelado de origen monegasco, ejerció las funciones de nuncio apostólico en diversos países (Bolivia, Irlanda, Kenia) antes de ser nombrado, en 1946, internuncio en China. Fiel a la doctrina católica, alentó la resistencia contra el movimiento comunista. En 1949, fijó su sede en Nankín y presentó sus credenciales de parte de Roma al recién establecido gobierno, cosa que no hizo sin un dejo de provocación. Antes de la victoria del PC, monseñor Riberi había apoyado enérgicamente la expansión de la Legión de María. Esa Legión, fundada en Irlanda en 1921, se difundió desde 1930 en China, donde celebraba sesiones semanales en las que se dedicaban al estudio del catecismo y de la teología, así como a la oración en común. Gracias a la profundización de la doctrina social, la Legión conservó el espíritu de los católicos en contra de las ideas marxistas. Podemos imaginar el recelo del PCC hacia la Legión. Entre 1950 y 1952, se desencadenó una auténtica campaña de odio en su contra. Ese recelo estaba dirigido también en contra de monseñor Riberi.

En el contexto de la guerra de Corea, algunos católicos, entre ellos varios sacerdotes e incluso el vicario general Li Weiguang, creyeron que debían unirse al Movimiento de las Tres Autonomías e incluso al Frente Comunista para «resistir a los Estados Unidos» y ayudar a Corea. Monseñor Riberi condenó estos métodos en una carta pastoral y urgió a los obispos a mantenerse unidos a Roma: «La religión católica -decía él- es supra política y no puede ser dividida por las fronteras y diferencias nacionales. Toda entidad que se autodenomine como Iglesia católica independiente es simplemente una iglesia cismática».

El 24 de mayo de 1951, el Renmin Ribao 6 acusaba al nuncio Antonio Riberi de alentar «la oposición al movimiento patriótico» entre los católicos chinos. Otros artículos incendiarios le sucedieron. Finalmente, el mismo diario pretendió referir una petición de expulsión del nuncio por parte de una agencia que estaba directamente bajo su control. La «petición» fue cumplida y monseñor Riberi fue expulsado. «Me marcho con dolor y mis oraciones están incesantemente con el pueblo chino, con nuestros sacerdotes, nuestros hermanos y fieles».

El nacimiento de la Iglesia Patriótica China

Entre los obispos locales, monseñor Ignacio Kung Pin-Mei, obispo de Shanghái, se hizo notar por su fidelidad a la Iglesia romana. Su primera confrontación con el gobierno tuvo lugar cuando este tomó el control de las instituciones de educación católica.

Monseñor Kung prohibió la comunión a los fieles que se habían unido al Partido Comunista. El 7 de septiembre de 1955, fue arrestado junto con 321 sacerdotes y dos monjas carmelitas. Tres semanas después, más de seiscientos laicos y otros quince sacerdotes fueron apresados. Monseñor Kung fue condenado a cadena perpetua. Se le inculpaba de haberse rehusado a unirse al Movimiento de las Tres Autonomías. Monseñor Kung, efectivamente, estaba convencido de que la ruptura con el Vaticano no era otra cosa que un acto de destrucción de la Iglesia en China. «Soy un obispo católico romano. Si denuncio al Santo Padre, no solamente dejaré de ser un obispo, sino que también dejaré de ser católico. Pueden cortarme la cabeza, pero jamás podrán quitarme mis deberes».

El caso de monseñor Kung   no fue el único. Ese mismo año, en otras diócesis, centenares de sacerdotes, obispos, religiosos y religiosas fueron apresados. En 1956, Mao lanzó la «Campaña de las Cien Flores», en la que todo el pueblo estaba invitado a presentar sus quejas ante el Partido. El resultado de esta «comedia que terminó en tragedia*» fue el arresto de unos 550 000 «intelectuales» considerados «derechistas» por haber criticado al Partido. Cuatro obispos que hasta entonces no habían sido encarcelados se presentaron para emitir sus quejas. El primer ministro Zhou. Enlai los recibió personalmente. Parece que fue después de este encuentro que podemos situar el origen de la fundación de la Asociación de la Iglesia Patriótica China.

Esta organización, creada el 15 de julio de 1957 por la Oficina de Asuntos Religiosos de la República Popular China, buscaba establecer el control del Estado sobre los católicos chinos y crear una Iglesia autónoma. La Asociación de la Iglesia Patriótica se convertía de ahora en adelante en el equivalente «católico» de lo que fue el Movimiento de las Tres Autonomías para los protestantes. No obstante, hay que señalar que los católicos que se adhirieron a la Asociación de la Iglesia Patriótica declaraban firmemente que no querían, de ninguna manera, efectuar un cisma con Roma. Algunos obispos adheridos a la Asociación enviaron cartas de obediencia al Papa 9.

El cruce de la línea roja...

El 13 de abril de 1958, monseñor Li Daonan, quien participaba en la Iglesia Patriótica, confirió la consagración episcopal a dos sacerdotes franciscanos: Dong Guangqingy Yuan Wenhua. El acontecimiento tuvo una repercusión inesperada para sus autores. ¿Qué motivó este acto? ¿Cuál fue la reacción de Roma ante los ministros y los sujetos de la consagración? Lo descubriremos en la siguiente parte, después de conocer las distintas actas pontificias concernientes a China desde los orígenes del régimen comunista.

La condena del comunismo

La primera acta del Magisterio que condena el comunismo se encuentra, por supuesto, en la encíclica Quipluribus de Pío IX. Más recientemente, cuando el movimiento comunista chino ya estaba causando estragos, el Papa Pío XI publicó la encíclica Divini Redemptoris, especialmente dedicada al comunismo. Ahí se señala al comunismo como «una falsa redención de los humildes», un sistema «intrínsecamente perverso» con el cual no debemos colaborar de ninguna manera «si queremos salvar de la destrucción al orden social y la civilización cristiana»10.

La advertencia de Pío XII. Recordaremos que una de las primeras medidas de Mao contra la Iglesia. La respuesta de Pío XII se encuentra en la carta apostólica Cupimus Imprimís del 18 de AAS 44 (1951), 153 enero de 1952, dirigida no solamente a los obispos y sacerdotes de China, sino a todos los fieles cristianos chinos.

«La religión católica, como sabéis, no contradice a ninguna doctrina que sea verdadera, a ninguna institución pública o privada que tenga como fundamento la justicia, la libertad y la caridad, sino que todo esto resulta alentado, realzado y perfeccionado por ella. No se opone a la índole natural de ningún pueblo, a sus costumbres peculiares, ni a su civilización, que benévolamente las acoge y con ellas como con nuevos y variados adornos se embellece».

La Iglesia no está sometida a ningún Estado: «La Iglesia no llama a sí a un solo pueblo, a una sola nación, sino que ama a todas las gentes, de cualquier raza que sean, con aquel amor sobrenatural de Cristo que debe unir a todos con un vínculo de fraterna y mutua solidaridad. Por eso nadie puede afirmar que ella esté al servicio de una determinada potencia, ni se puede pedir a la misma que, rota la unidad de la cual su Divino Fundador la ha querido adornar y, constituidas Iglesias particulares en cada nación, estas se separen desdichadamente de la Sede Apostólica, en la que Pedro, Vicario de Jesucristo, sigue viviendo en sus sucesores hasta el fin de los tiempos. Si una comunidad cristiana cualquiera quisiera hacer esto, se secará como el sarmiento arrancado de la vid, y no podrá producir frutos saludables».

Esta advertencia contra una tendencia cismática hace referencia implícita al Movimiento de las Tres Autonomías. Más adelante, el Papa reprueba la expulsión de los misioneros extranjeros: «Y si se impone a todos los misioneros, que, abandonada su propia y querida patria, han trabajado con fatigas entre vosotros en el campo del Señor, el que se alejen de vuestros lugares, como si fuesen nocivos a ellos, por esto mismo se les exige, cosa no solo ingrata, sino también dañosísima para el mismo desarrollo de vuestra Iglesia. Por el hecho de que los mismos no son ciudadanos de una sola nación extranjera, sino que se eligen de entre otras muchas, más aún, de entre todas las naciones donde la religión católica está floreciente y se ha desarrollado la llama del apostolado cristiano, resulta evidente que, por una nota de su propio carácter, la Iglesia Católica es universal, y que estos heraldos del Evangelio no buscan otra cosa, ni desean mayormente que escoger vuestra tierra como su segunda patria, iluminarla con la luz de la doctrina evangélica, introducir allí las costumbres cristianas, llevaros la ayuda sobrenatural de la caridad y, poco a poco, aumentando en medio de vosotros el número del clero indígena, conducirla a aquella plena madurez que haga que no sean necesarias la ayuda y la colaboración de los misioneros extranjeros» 11.

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6. El Renmin Ribao, literalmente «Diario del Pueblo» (A R. EJ 1) es el órgano de prensa oficial del Comité Central del Partido Comunista de China. Es en China lo que fue la Pravda en la U.R.S.S.

9. Edmond Tang, The Church into the 1990S, en The Catholic Church in Modern China, Perápehtives, editado por Edmond Tang & Jean-Paul WieSt, Wipf & Stock Publishers, 2013, p. 28.

10. Si creemos lo que dicen las revistas católicas francesas del año 1937, la voz del Papa no atravesó los Alpes. En Francia, nadie la escuchó. Solo un hombre, prisionero del Estado y sancionado por el Papa, le escribía al Santo Padre: «Nunca podré expresarle a Su Santidad mi fervorosa admiración por el golpe que asesta a las fuerzas del mal». Cf. Guátavo Coráo, O Sécülo do Nada, Record, 1973, parte II, c. 2. Por el contrario, esta misma voz llegó más allá del Cáucaso, pues la encíclica no fue ignorada por monseñor Riberi, el internuncio.

11. Acusar a la Iglesia de ser un peligro para la República es tan antiguo como la Iglesia misma. En China, desde 1922, el Movimiento Anticristiano dirigido por los estudiantes pretendía establecer un vínculo entre Cristiandad e imperialismo. Pío XI les puso un alto (temporal) a estas calumnias con su carta del 15 de junio de 1926 Ab ipsis pontificatus primordiis. Véase este tema en Sergio Ticozzi, Ending Civil Patronage: The Beginning of a New Erafor the Catholic Missions in China, 1926, en Catholicism in China, 1900-present (Cindy Yik-yi Chu), Palgrave Macmillan, 2014.

Hubo un hecho que desmintió el imperialismo del que se acusaba al Vaticano: el 11 de abril de 1946, Pío XII estableció una jerarquía eclesiástica en China con el levantamiento de veinte provincias constituidas por 79 diócesis y 38 vicariatos apostólicos. Dos meses antes, monseñor Tilomas Tien Ken-sin había sido promovido al cardenalato, convirtiéndose así en el primer chino e incluso en el primer asiático en ser nombrado cardenal.

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