miércoles, 7 de julio de 2021

¿PUEDE LA IGLESIA CATOLICA EXCOMULGAR A UN PAPA POST MORTEM? SI Y DEBE HACERLO. (CONTINUACION)

 


 SAN SOFRONIO.


 Unos cuantos sacerdotes se enfrentan a sus obispos, en defensa de la ortodoxia católica. Se inicia la desobediencia.

 NOTA. Antes de continuar con la lectura tan interesante de este articulo conviene citar a varios santos Papas hablando de este asunto tan espinoso como lo es la santa y justa desobediencia cuando esta se aplica en defensa de la fe, de la doctrina, de la Iglesia Católica fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Hoy día nadie niega los estragos que esta haciendo la herejía modernista dentro del mismo seno de la Iglesia, he aquí lo que dicen los Papas: Gregorio XVI, 27-02-1846: «Por lo cual, nadie puede violar el precepto de obedecer al poder sin cometer culpa grave, a no ser que éste nos mande algo en contra de la ley de Dios y de la Iglesia».

Gregorio XVI, Mirari Vos: «Los soldados cristianos, dice San Agustín, servían al emperador pagano; pero cuando se trataba de la causa de Jesucristo no conocían otra autoridad sino la de Aquel que reina en los cielos».

León XIII, Diuturnum Illud: «Una sola razón pueden tener los hombres de no obedecer, es cuando se pretende de ellos alguna cosa que repugne abiertamente al derecho natural y divino; porque en todas las cosas en las cuales se viola la ley de naturaleza y la voluntad de Dios, es igualmente iniquidad, tanto el mandarla cuanto el cumplirla. Si entonces alguien se encuentre obligado a escoger entre estas dos cosas, es decir despreciar los mandamientos de Dios o los de los Príncipes, debe obedecer a Jesucristo, el cual mandó de rendir “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22, 21) y siguiendo el ejemplo de los Apóstoles debe contestar con valor: “se debe obedecer a Dios más bien que a los hombres”». Es pues nuestro deber desobedecer al modernismo y sus representantes porque sus seudo- doctrina va en contra de Dios TRINO Y UNO. Entonces el NO OBEDECER ES JUSTO Y BELLO” Leon XIII. (Diuturnum Illud)

 En tan grave situación, Dios Nuestro Señor se valió, para iniciar la defensa de la verdadera doctrina, de un humilde monje de Palestina llamado Antíoco que, dejando la paz de su convento y rebelándose contra su obispo y Patriarcas que sostenían la herejía, acuso públicamente al Patriarca de Antioquía de ser el Anti-Cristo y de renovar las herejías de Eutiques y Apolinar. La rebelión del fraile Antíoco contra la jerarquía eclesiástica hereje, encontró eco en Egipto, donde unos simples sacerdotes y frailes se rebelaron contra sus obispos herejes y contra el nuevo Patriarca Ciro de Alejandría, que vendría siendo ahora como el primado de la Iglesia de Egipto, después del Papa y del Patriarca de Constantinopla, el jerarca de mayor categoría en la Iglesia de esos tiempos. El poderoso Patriarca condenó, excomulgó y hasta empleó la violencia contra esos infelices sacerdotes y monjes que lo sacrificaron todo por la verdadera doctrina de Cristo.

Poco a poco se fue propagando la llama de la defensa de la Fe verdadera y la rebelión contra un episcopado que se había sumado a la herejía, convirtiendo algunos modestos presbíteros, los templos a su cargo en verdaderos baluartes de la verdadera doctrina cristiana, por supuesto con el apoyo moral y físico de sus feligreses, quienes, junto con sus pastores comprendieron la gran necesidad de defender la Fe ortodoxa incluso yendo en contra de sus Obispos y altos jerarcas de la Iglesia en aquellos tiempos y gracias a esta unión lograron sacar a los Obispos herejes. Estos éxitos fueron posibles mientras las autoridades civiles locales se mantuvieron al margen de todo esto y e incluso se abstuvieron de brindar apoyo militar a los Jerarcas eclesiásticos Monotelitas. Pero siempre que dichas autoridades por orden del emperador intervinieron militarmente a favor de los herejes, quitaron a los celosos párrocos sus iglesias y las entregaron a los herejes, así la victoria de los herejes se antojaba definitiva.

UN HUMILDE MONJE, SAN SOFRONIO (560-638) SURGE COMO CAUDILLO DE LA ORTODOXIA.

 En el fragor de esta batalla desigual, librada por un pequeño número de sacerdotes y monjes de oriente, considerados como locos y perturbadores (hoy en día también se nos llama locos, enfermos, necios ¡como que la historia se repite! Y hay quien se ha atrevido a decir que, quienes se confiesen o comulguen con los que, a pesar de nuestra indignidad, tratamos de defender la fe y la doctrina de Nuestro amado Salvado, incurren en pecado mortal. ¿No fue esta la conducta del Vaticano II respecto a los miembros de la Fraternidad en tiempos de Monseñor Marcel Lefebvre?) que defendían la verdad contra una jerarquía eclesiástica claudicante. Es en este momento cuando San Sofronio, nacido en Damasco, salió en defensa de la ortodoxia, así lo hizo hasta su muerte, este santo monje como sus compañeros en esta valerosa defensa de los derechos de Dios, carecía de jerarquía eclesiástica. San Sofronio animado por el celo de la obediencia intento, con humildad propia de estos monjes, convencer a la jerarquía de sus desviaciones heréticas, con este fin acudió al hereje Patriarca de Alejandría, ante el cual cayó de rodillas, para pedirle llorando que no fuera a leer desde el pulpito de la Catedral, el Edicto que renovaba la HEREJIA DE APOLINAR; pero el Patriarca en nada cedió a las súplicas de este gran santo y, además, lo censuró, lo llamo REBELDE y lo amenazó con excomulgarlo si continuaba oponiéndose a la tesis de conciliación cuyo fin era:  “LA NECESARIA UNIDAD DE LA IGLESIA”. (Consejos, exhortaciones, cartas y otras tantas cosas no  bastaron para quienes buscan la unidad con la roma herética para hacerlos entender que lo deseado por ellos es contrario a la fe y doctrina de Nuestro Señor Jesucristo sino más bien con una saña inaudita, haciendo mal uso de autoridad han lanzado a diestra y siniestra admoniciones y expulsiones para todos aquellos sacerdotes que quieren ser fieles a su fundador y, sobre todo, a nuestro divino Maestro y han llegado a tal grado su osadía que han privado de su libertad a algunos sacerdotes e incluso prohibiéndoles el ejerció sacerdotal por excelencia como es el celebrar el Santo Sacrificio de la Misa.)

 Muy duro fue para San Sofronio el conflicto interno que se generó en su alma a consecuencia de esta “excomunión, por una parte, el deber de obediencia a su superior jerárquico en la Iglesia y por otra la de ser fiel a Cristo defendiendo su verdadera doctrina, incluso en contra de la traición a esta santa doctrina por parte de su superior.  

Sin embargo, San Sofronio no vaciló, y poseído de esa energía y de esa santa rebeldía contra la HEREJIA y a sus partidarios conociendo que era Cristo Nuestro señor quien infundía en su alma este celo por la verdad. Reconfortado por ello siguió predicando con gran ardor, propio de los santos, la existencia de dos naturalezas en Jesucristo, la Divina y la Humana. Luego dedicó sus fuerzas a dar una batalla decisiva contra los obispos herejes e hizo un penoso viaje a la capital del imperio, para entrevistarse con el poderoso Patriarca Sergio de Constantinopla que, como antes se aclaró, era en esos tiempos el Jerarca de Mayor autoridad en la Santa Iglesia después del Papa. (Es la lucha que Monseñor Lefebvre también realizó durante los últimos años de su vida con el resultado que ya conocemos, pero tranquilo con su conciencia y en paz con Dios por el buen combate de la fe. Él decía: “Yo no quiero escuchar de Nuestro Señor en el día de mi juicio “TU HAS CONTRIBUIDO A LA DESTRUCCION DE MI IGLESIA” Palabras que él repetía con frecuencia y de eso soy testigo.) 

SÍNODOS Y ASAMBLEAS DE OBISPOS, USADOS PARA PROPAGAR LAS HEREJIAS 

San Sofronio obtuvo una entrevista con el Patriarca de Constantinopla, trató de convencerlo sobre el grave peligro que amenazaba a la Iglesia con la nueva herejía. Sergio, quien era el alma de dicha herejía y además un político extraordinario, fingió en forma maquiavélica dejarse impresionar por los argumentos del santo fraile y le prometió presentar el caso ante el Sínodo de obispos que funcionaba en Constantinopla, pero este Sínodo estaba muy vigilado por el mismo Sergio. (Creo que aquí encontramos otra semejanza en la forma de actuar de quienes venimos hablando, pues considero que no fueron pocos los sacerdotes que, de una forma o de otra se hicieron oír en contra de los acuerdos con escritos, sermones, alocuciones y con recomendaciones de viva voz a los superiores que parecían escucharlos, pero al final solo fingían ya que continuaron y continúan con su pérfido plan. Para no errar y a su vez sea un claro ejemplo la carta que los tres Obispos enviaron al superior general, el sermón de Mons. Tissier de Mallerais dado en el Seminario de Estados Unidos de donde lo expulsaron del distrito refugiándose en el mismo Seminario, quien desee tener más detalles sobre este sermón por favor diríjase a quien esto escribe). 

De esta manera conoció el Patriarca Sergio la gran combatividad de San Sofronio y preparó el golpe, pero ESCONDIENDO LA MANO, para evitar en lo posible ser acusado de herejía y que los contragolpes de los ortodoxos fueran dirigidos contra el propio Sínodo y no contra el Patriarca, ya que daba la cara el Sínodo, sin embargo, era Sergio quien, como ya se dijo más arriba, preparaba la herejía. De esta manera tan hábil lograba obtener el respaldo del Sínodo Episcopal mayor apoyo para difundir la herejía entre los Obispos para quien representaba mucho las decisiones del Sínodo. 

Es esta una hábil maniobra que, a través de la historia de la Iglesia, han utilizado algunos anti-Papas, y Jerarcas, cuando les ha convenido, ocultar su herejía y fingirse ortodoxos, tirando la piedra y escondiendo la mano para propagarla sin correr el riesgo de verse involucrados y no comprometer su situación. Dejando a los cuerpos episcopales, manejados ocultamente por estos herejes, la tarea de abrir las brechas a la traición y al mismo tiempo el Patriarca Sergio trataba de tranquilizar a San Sofronio, exigiendo de él la promesa de guardar silencio sobre las dos voluntades de Nuestro Señor Jesucristo, prometiendo, al mismo tiempo, que impondría tal medida al herético Patriarca Ciro de Alejandría.

 Termino este otro articulo citando el texto completo de S. S. León XIII, Libertas: «Pero donde falte el derecho de mandar o el mando se oponga a la razón, a la ley eterna, al divino imperio, entonces el hecho de desobedecer a los hombres para obedecer a Dios SE VUELVE UN DEBER. De tal manera se cierra el camino a los gobiernos tiránicos, el Estado no va a atribuirse todo el poder; el ciudadano, la familia, cada parte del consorcio gozará con seguridad sus derechos y la verdadera libertad...Los principios del liberalismo. Lo que los naturalistas y racionalistas logran en la filosofía los partidarios del liberalismo lo logran en las cosas morales y civiles, porque aplican a las costumbres y a la vida los principios de los primeros. En efecto, el principio fundamental de racionalismo es la soberanía de la razón humana, que, rehusando la debida obediencia a la razón divina y eterna, y proclamándose independiente, se hace a sí misma principio supremo y fuente y criterio de la verdad.

Ahora, de la misma manera, los secuaces del liberalismo pretenden que en la vida práctica [política] no puede existir el poder divino al cual se debe obediencia, sino que cada uno es ley a sí mismo: de aquí nace aquella filosofía moral, que llaman independiente y que, sustrayendo bajo apariencia de libertad, la voluntad humana a la observancia de los preceptos divinos, acostumbra entregar a los hombres una licencia sin confines...Pero cuando se mandan cosas abiertamente contrarias a la divina voluntad, entonces se sale de aquel orden y se va contra la voluntad divina y ENTONCES EL NO OBEDECER ES JUSTO Y BELLO.

 

 

 

 

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