domingo, 18 de julio de 2021

CARTAS POSTUMAS DE MONS.MARCEL LEFEBVRE

 


 

Esta carta es un resumen de la conferencia que dio Mons. Lefebvre antes de las consagraciones episcopales cuando ya se había perdido toda esperanza de arreglo con la Roma modernista.

Mons. Marcel Lefebvre nunca se cerro a un arreglo con Roma modernista, un arreglo en donde sobre todo y ante todo se salvaguardará la verdadera fe católica y la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo de la cual fue defensor acérrimo hasta el fin de su vida.

Nunca cedió a las pretensiones encubiertas y maliciosas de los enemigos de la Iglesia, nunca acepto compromisos engañosos y no formales y nunca temió a sus amenazas ni extorciones. Con todo eso no fue irreverente ante las actitudes déspotas de ellos contra su persona y tolero con paciencia todos los desprecios humillaciones que sobre su persona recibió no solo de algunos obispos, Cardenales sino también de Papas. A pesar de ello siempre se mostro paciente, tolerante y humilde con la sonrisa siempre en sus labios. Su perseverancia en el buen combate fue heroica aun cuando la tempestad modernista arreciaba contra él con el fin de minar su resistencia y terminar con su combate de manera rápida y sin tanto “alboroto”, según la opinión de los modernistas enemigos de la verdadera Iglesia. Fue un para rayos providencial contra las tempestades infernales que se levantaron contra la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo. Fue un Padre comprensivo y piadoso para quienes lo conocimos y gozamos de su protección paternal y espiritual…En fin fue un hombre de Dios, de la Iglesia y un fiel devoto de Nuestra buena Madre del cielo, de él aprendimos mucho y lamentamos mucho su muerte cuando esta, por designios divinos, se lo llevo de entre nosotros que, aunque no siendo mas que simples sacerdotes, queremos seguir sus huellas para no perdernos en medio de la confusión tan grande que reina en nuestros aciagos tiempos, Dios tenga misericordia de nuestras almas.

Esta carta conferencia es el final de una lucha que él inicio en el Concilio Vaticano II allá por 1960, como lo dice en ella. En donde inicio su gran batalla sin ceder en nada al enemigo de Nuestro Señor Jesucristo, de la Iglesia fundada por Él y de la Santísima Virgen María y termino con su muerte en 1991 excomulgado injustamente por aquellos que siempre combatió. Respecto a esta “excomunión”, él dijo antes de morir: ¿quién me excomulga la iglesia modernista o la Iglesia de siempre? Si es la primera (la modernista y actual o también llamada oficial) sea bienvenida esta excomunión porque nunca comulgue con ella.

A esta carta-conferencia póstuma le seguirán otros artículos donde él narra todo cuanto hizo respecto a la Roma actual, estos artículos llevaran el nombre de MONS. MARCEL LEFEBVRE Y LOS ARREGLOS CON ROMA, Espero sigan con el mismo interés mío dichos artículos por el bien de vuestras almas, por el honor de Nuestro Señor Jesucristo y por el bien de la Iglesia de siempre con quien tenemos, como bautizados, un compromiso muy grande, que Dios los bendiga.

R. P. Arturo Vargas Meza (1986-2021)

ADVERTENCIA. El texto original está en francés, la traducción al español por desgracia no es muy fiel, pero hemos hecho lo posible para adecuarlo al castellano o español.

CONFERENCIA DE PRENSA DE MONS. MARCEL LEFEBVRE DEL 15 DE JUNIO DE 1988.

Nos hemos permitido invitar a ustedes como lo hicimos hace trece años en 1975, cuando los acontecimientos difíciles entre Roma y Econe nos golpearon. Estamos una vez más, se podría decir, para pasar un verano caliente. Antes de llegar justo después de los acontecimientos de los últimos días y días por venir, en primer lugar, quisiera dar una pequeña reseña para que puedan entender mejor la situación, y en los informes que escriban en los periódicos, ustedes puedan ser lo más objetivos que puedan.

Debemos poner los acontecimientos que suceden hoy en día lo que va a pasar mañana- especialmente la consagración episcopal de obispos el 30 de junio- en el contexto de las dificultades con Roma, no solo desde el año 1970 sino desde el Concilio Vaticano II.

En el Concilio, yo y un número de obispos que luchamos contra el modernismo y en contra de los errores que consideramos inaceptables para la fe católica.

El problema básico es el siguiente; se trata de una oposición formal, en lo profundo y radical, en contra de las ideas modernistas que han pasado por el Concilio. Usted puede decir: pero, ¿Qué quiere decir con eso? Bueno yo voy a dar algunos temas de este modernismo. Ejemplo de ello son los derechos humanos en 1989.

Esta es una ley dentro de la sociedad civil de todas las religiones, es decir, el principio del gobierno secular.

Este es el ecumenismo o la reunion de todas las religiones. Se trata de Asís, de Kioto, hay visitas a la Sinagoga, a la Iglesia protestante y al Templo de la colegialidad, es decir, con los sínodos, conferencias episcopales, el cambio en la liturgia, el cambio la catequesis, el aumento de la participación de los laicos y las mujeres en el ámbito religioso. Usted lo mencionó en sus papeles, usted sabe estas cosas, porque todo parecía en el momento de los sínodos de Roma. Es la negación del pasado de la Iglesia. Es una lucha que llego a la Iglesia para erradicar el pasado, la tradición de la Iglesia. Esta continúa persecución contra aquellos que quieren seguir siendo católicos, al igual que los papas antes del Concilio Vaticano II. Esa es nuestra posición. Seguimos lo que los Papas han enseñado antes del Concilio Vaticano II. Nos oponemos a lo que se hizo ahora por el Papa Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II porque han hecho una ruptura con sus predecesores. Nosotros preferimos la tradición de la Iglesia a la labor de los Papas que se oponen a sus predecesores.

Sin embargo, hemos querido mantener el contacto con Roma durante estos años, desde 1976, cuando recibí “la suspensión a divinis", porque continuamos con las ordenaciones sacerdotales. Queríamos estar en contacto con Roma, con la esperanza de que algún día encontraría la tradición sus derechos. Pero fue en vano.

Ante la negativa de Roma a considerar nuestra propuesta y nuestras peticiones para el retorno a la tradición, y ante mi edad - porque ahora tengo 82 años, y voy a cumplir 83 años, es obvio que me siento al final de mi camino- Necesito un sucesor. No puedo dejar cinco seminarios en todo el mundo, sin un obispo para ordenar seminaristas. porque no se puede ordenar sacerdotes, sin obispo. Y hasta que no haya acuerdo con Roma, no habrá obispos que estén de acuerdo con las ordenaciones. Así que me encuentro en un callejón sin salida absoluta y debo tomar una decisión: o bien morir y dejar a mis seminaristas como abandonados y huérfanos o bien dejar a mis seminaristas con los obispos, no tengo otra opción.

Así que pedí varias veces a Roma:” Déjenme consagrar obispos, que sean mis sucesores”. Por lo tanto, el 29 de junio (1987), he hecho una clara alusión en mi predicación aquí en Ecône con motivo de la ordenación de los seminaristas. Yo dije, voy a hacer consagraciones episcopales porque Roma no quiere escuchar, ni oír, y nos abandonará. Me siento obligado a dejar sucesores. Por lo tanto, el 25 de octubre dedicare mis bienes a los obispos. ¡Gran revuelo en Roma!

Es a partir de esta declaración que he recibido una carta el 28 de julio, después de reunirme con el cardenal Ratzinger el 14 de julio, a lo que les dije: "O Roma, me concede los obispos, o las hago yo mismo. " En su carta del 28 de julio, el cardenal Ratzinger dijo: "En cuanto a los obispos, debe esperar hasta que la Fraternidad sea reconocido. Por ahora, quizá se puedan hacer concesiones en la liturgia, la existencia de sus seminarios y en caso de apuro le enviaremos un visitante” Yo había solicitado en realidad una visita apostólica, por lo que sabemos ya que no nos conocen, que vengan a vernos. Así que hubo una apertura por parte de Roma en ese momento. Admito que fue muy vacilante. ¿Es lo que debería aceptar esta apertura, o es que ya lo niegan? Yo tenía una buena razón para negarme, porque no tengo confianza en las autoridades romanas, debo decir, porque sus ideas son totalmente opuestas a las nuestras. No estamos en absoluto en la misma posición sino diametralmente opuestos, así que no confiaba.

Siempre nos habían perseguido, todavía era la persecución de Port-Marly, la del Padre Lecareux de sus parroquias, también aprobadas por Roma, ¿Qué les espera a los obispos de ser aprobados por Roma? Todo esto no inspira confianza para ponernos en las manos de Roma.

Sin embargo, a pesar de la desconfianza, hemos querido hacer un esfuerzo, vamos a tratar, para conocer las disposiciones de Roma hacia nosotros. Es bajo este espíritu que me fui a Roma y luego recibí la visita del Cardenal Gagnon. ¿esta visita ha sido favorable? Confieso que no lo sé, yo no he tenido ni una sola palabra sobre el resultado de esta visita, que tuvo lugar hace siete meses. Dije al Cardenal Ratzinger: eso es inaceptable. Aceptamos de Roma una visita para ver si lo hacemos bien, o si lo hacemos mal, si hay alguna crítica sobre lo que hacemos, si no están de acuerdo con nosotros, y no nos dicen nada. Yo no sabía nada de la visita en 1974 de dos prelados belgas que visitaron el seminario aquí hace catorce años. Nunca he recibido una sola línea que me diga cuál fue el resultado de esta visita.

Luego vino el Cardenal Gagnon, y luego nos ofrecieron seminarios de preparación para firmar un protocolo y así lograr un acuerdo para establecer las instituciones que han regido la tradición. Así que tuvimos estas reuniones con ellos. Confieso que me hubiera gustado ir y participar en las primeras reuniones, pero prefirieron que no estuviera ahí y me lo informo un teólogo y canonista. Eso es lo que hice. Yo nombre al Padre Tissier de Mallerais y el abate Laroche para ir a Roma para entrevistarse con los representantes del cardenal Ratzinger. Eran tres los representantes de Roma: un teólogo, un canonista y el padre Duroux, quien presidió la reunión.

Un primer proyecto fue desarrollado después de cuarenta y ocho horas, para resolver las cuestiones doctrinales y cuestiones disciplinarias. Nos sorprendió la insistencia de ellos pues querían que firmáramos un texto doctrinal. Desde la apertura se había manifestado el Cardenal Ratzinger en su carta del 28 de julio del año pasado, no se trataba de cuestiones doctrinales. Cuando nos opusimos a firmar un acuerdo por cuestiones doctrinales específicamente. Pero como en el artículo 3 de la parte doctrinal del protocolo nos dimos cuenta que hubo puntos en el Concilio, en la liturgia y el derecho canónico que no eran perfectamente conciliables con la tradición. De alguna manera se nos reconoció esta observación. Esto nos permitió discutir los asuntos sobre el Concilio, la liturgia, y el derecho canónico. Esto es lo que nos ha permitido firmar el memorando de la doctrina de lo contrario no hubiéramos firmado. Y luego vinieron asuntos disciplinarios. Se trato sobre el obispo que habría de consagrar quien quedaría exento de la jurisdicción de los obispos del lugar.

Durante una segunda reunión, esta vez con el cardenal Ratzinger y yo y con los diversos teólogos, canonistas, que ya les había discutido, hemos llegado a una conclusión, respecto al documento aceptable. El protocolo se firmó entonces.

La prensa informó: “Acuerdo entre el Arzobispo Lefebvre y el Vaticano”. Parece que las cosas funcionan, que todo va a estar bien. Personalmente, como he dicho, yo iba con recelo. Siempre sentí una sensación de desconfianza y debo admitir que siempre he pensado que lo único que hizo fue allanar el camino hasta nosotros, para aceptar el Concilio y las reformas conciliares posteriores. No se puede admitir, y, de hecho, el cardenal dijo recientemente en una entrevista con un periódico alemán: "No podemos aceptar que haya grupos, después del Concilio, que no admiten el Concilio y las reformas que se hicieron después del Concilio. No lo podemos permitir aquí. " El cardenal ha dicho en repetidas ocasiones: "Mi señor, hay una sola Iglesia, no puede haber una Iglesia paralela". Yo le dije: "Señor cardenal, no somos nosotros los que hacemos una Iglesia paralela a medida que continuamos en la Iglesia de siempre, son ustedes los que están en paralelo con la Iglesia de siempre al inventar la Iglesia del Concilio, y  el él cardenal Benelli la llamó Iglesia conciliar, entonces fueron ustedes quienes inventaron una nueva iglesia, no nosotros, fueron ustedes quienes hicieron nuevos catecismos, nuevos sacramentos, una nueva iglesia, una nueva liturgia y no nosotros, nosotros seguimos lo hecho antes.

Muy bien. Aún así, he firmado (el protocolo no el acuerdo), he tratado de mostrar la buena voluntad, pero desde el día que decidí firmar, le pregunté acerca del obispo al Cardenal Ratzinger: "Así que ahora que hemos firmará el protocolo, ¿ya nos puede dar la fecha de la consagración del obispo? "(Era 04 de mayo)" Usted tiene hasta el 30 de junio para elegir al obispo. Yo mismo participé en la presentación de los obispos cuando era delegado apostólico, durante treinta y siete años, sé cómo se hace. "Yo había presentado los nombres. Los nombres ya estaban en la oficina del Vaticano, tres nombres, esto se llama la terna. Este es un término clásico en Roma para decir los nombres de tres obispos que se proponen, y la Santa Sede elige uno entre estos tres nombres. Así que les di tres nombres.

Él me dijo: “"¡Ah! no, no, no, eso es no imposible, el 30 de junio imposible. Entonces pregunte: Entonces, ¿cuándo? 15 de agosto? ¿Al final del Año Mariano? ¡Ah! no, no, no, mi señor. Ya sabe, el 15 de agosto en Roma no hay nadie. Julio 15 hasta septiembre 15, son los días de fiesta, no se puede el 15 de agosto, no es posible. - Así que digamos que el 1 de noviembre Todos los Santos? - ¡Ah! No sé, yo no le puedo decir. - Para la Navidad? Yo no le puedo decir”

Yo dije, se acabó, lo comprendí. Nos quieren dar una vuelta, se acabó, se acabó, ya no hay confianza. tengo derecho a no tener confianza, están jugando conmigo. He perdido la confianza por completo. Y el mismo día, 05 de mayo, escribí una carta al Papa y una carta al cardenal Ratzinger, diciendo que yo tenía la esperanza de lograr un resultado, creo que se acabó. íbamos muy bien. Había una voluntad de parte nuestra a someternos a su voluntad y su orientación. Es inútil continuar. Estamos totalmente opuestos entre sí.

Obviamente, gran revuelo se armó en Roma en ese momento, acerca de esta carta que escribí: “Ratificar el protocolo no es posible” Sí, pero rápidamente me puede leer algunos extractos de la carta que escribí: era 06 de mayo (véase el texto de la carta en los documentos, y la respuesta del cardenal Ratzinger). La carta del cardenal se adjunta un proyecto de carta al Papa en el que yo no pedía disculpas por eso, pero por todo lo que se hizo durante esos trece años, por los “errores” que pude tener, según ellos incluso de buena fe. Ellos son los que escriben esto para que yo lo firme, no soy yo. "En buena fe, podemos cometer errores. Así que les pido humildemente que me perdonar cualquier cosa en mi comportamiento o el de la Hermandad, que podría perjudicar al Vicario de Cristo en la tierra”

Todo lo anterior ya había sido abandonado, se nos entregó una vez más ante nuestros ojos.  Eso demostró que nunca hubo una buena voluntad de ellos para con nosotros, y que el único deseo de la Santa era llevarnos al Concilio Vaticano II, es decir, Aceptar totalmente todo lo del Concilio y a sus reformas, esto es inaceptable.

Es por eso que en ultima instancia le escribí al Papa el de junio: “Santísimo Padre, reuniones y entrevistas con el Cardenal Ratzinger y su personal, a pesar de que se produjo en un ambiente de cortesía y de la caridad, estamos convencidos de que el momento de la colaboración franca y eficaz no ha llegado todavía ", por no coincidir en nada con vuestros deseos ni los nuestros. Y Agregué: "Es por eso que tomamos los medios que la providencia nos ha confiado”.

¡Por supuesto se armó el pánico en Roma! He recibido una carta del Papa, firmada por el mismo, en la cual me pedía no dividir la Iglesia, sino la fidelidad a la Iglesia”.

Pero en concreto, no estamos en la misma verdad. Para ellos, la verdad es progresiva, los cambios de la verdad con el tiempo, y la Tradición, el Concilio Vaticano II es hoy en día. La tradición para nosotros es lo que la Iglesia ha enseñado desde los apóstoles hasta el presente. Para ellos, no, es la tradición del Vaticano II, que resume en sí mismo todo lo que se dijo antes. Las circunstancias históricas son tales que ahora debemos creer lo que el Vaticano II hizo. Esto ha ocurrido antes, ya no existe. Pertenece al tiempo pasado. Es por eso que el cardenal no dudó en decir: "El Concilio Vaticano II es un programa de estudios anti tradicionalistas".

Uno se pregunta cómo un Cardenal de la Santa Iglesia puede decir que el Vaticano II es un programa de estudios contra el acto oficial del Papa Pío IX Encíclica Quanta Cura esto es inimaginable.
Me dijo un día al Cardenal Ratzinger: "Eminencia, es necesario que elegir: o la libertad religiosa, o el Syllabus de Pío IX. "Entonces me dijo:" Pero, mi señor, ya no estamos en el tiempo del Syllabus. “¡Ah! Me dije, entonces la verdad cambia con el tiempo. Así que lo que dicen hoy, y lo que mañana hará ya no es cierto. No hay ninguna manera de acuerdo, es la evolución continua, es imposible hablar”.

Ellos tienen eso en mente. El repitió: “Ya no hay dos iglesias sino una la del Concilio Vaticano II, esta representa la tradición”.

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