domingo, 30 de agosto de 2020

TRES COSAS A SABER, MEDITAR Y CONSIDERAR SOBRE LOS DEMONIOS: SU EXISTENCIA, SU NATURALEZA Y SU CONDICION

 


 Nota. Como católicos no debemos ignorar jamás que estos espíritus inmundos existen el simple hecho de ignorarlos es como una afirmación de su existencia. Su maldad seria extrema si Dios Nuestro Señor no los controlara. Quienes mas pueden atestiguar su existencia fueron, son y serán los posesos y sus exorcistas. La Santa Madre Iglesia no en vano estableció un ritual especial para atacar a estos espíritus malignos cuando poseen a una persona, oración que tiene el sello de la infalibilidad de la omnipotencia divina. Es corto el artículo, pero muy esclarecedor y documentado para que quien quiera ahondar recurra a las citas que aparecen en dicho escrito. 

En el concepto vulgar y teológico, demonio es un término genérico que se aplica a todos los ángeles caídos, es decir, a los ángeles que se rebelaron contra Dios pecando y fueron en castigo de su falta, justamente precipitados al infierno, designando tal vocablo a veces por antonomasia al principal de ellos, al que en nuestro idioma castellano se le llama también Diablo, Satán, Lucifer y Luzbel. La existencia, naturaleza y condición de tales seres ha sido uno de los problemas tan antiguos como la humanidad, que más han acuciado el entendimiento humano en todos los tiempos. En su solución ha adoptado la razón humana las posturas más extravagantes, aunque pueden reducirse a dos clases de errores más notables en esta materia: Unos que niegan en absoluto o por lo menos ponen en duda la existencia del demonio, y otros que, admitiéndola, tuvieron un concepto falso de su naturaleza y condición. En cuanto a los primeros se encuentran muchos protestantes de los primeros tiempos de la reforma, cuyas doctrinas eran una mescla de los saduceos, adamitas y maniqueos. Para ellos los demonios o espíritus malos no existen.

Le siguen los modernos racionalistas y panteístas, que, siguiendo a Hegel y Kant, rechazan como contraria a la razón la existencia de los demonios, además creen que el demonio no existe como algo personal o identidad física, sino solamente como algo simbólico que representa y personifica el ideal de la malicia suma, especialmente en el orden moral, para otros dentro de estos pensadores, los demonios no son otra cosa que las almas humanas separadas de los cuerpos, las cuales continúan ejerciéndose algún modo su influjo benéfico o maléfico sobre la unidad que los ha deificado. También es la creencia son las de los modernos espiritistas, quienes además afirman que esas almas de los hombres perversos son espíritus, a su modo, que se perfeccionan pasando por diversos grados mediante sucesivas y obligadas reencarnaciones y esta es la segunda teoría o corriente errónea sobre la existencia de los demonios o segunda opinión.

Como puede verse, todas estas teorías proceden de prejuicios preconcebidos, que no tienden en último término más que a la negación del orden sobrenatural. Y la invocación de unas de ellas hacen de la autoridad de los libros sagrados, si no fuesen blasfema serian por lo menos ridícula, ya que, negando la existencia de los demonios, no tendrían implicación muchos pasajes escrituristicos, incluso que, como el primero de los Reyes, los Salmos y Job, están escritos antes de la cautividad.

En cuanto a los segundos (admitieron la existencia del demonio, pero erraron acerca de su origen, naturaleza y condición) Sin duda como reminiscencia de la revelación primitiva, torpemente adulterada por la ignorancia y el influjo mismo diabólico, en todos los tiempos y en todos los pueblos se ha profesado la creencia de los seres malvados, a quienes se atribuían el mal físico y el mal moral y a los que se tenía por superiores al hombre y más poderosos que él, por lo cual se llegó muchas veces al culto idolátrico de esos espíritus maléficos como para tenerlos propicios. Solamente el pueblo judío, escogido por Dios como depositario de la auténtica revelación, conservo verdadera noción de esos seres, que fue trasmitida y se conserva en la Iglesia católica.

Pero esta no se vio exenta de los primeros brotes dualistas, que surgieron en los primeros tiempos de la naciente Iglesia con los maniqueos y priscilianistas quienes hacían del demonio independiente de Dios y autor del mal y de las cosas materiales ( Denz. 237) error que aparece más tarde en los albigenses, cataros, waldenses y de más herejes de la edad media. Lo renuevan en el siglo XIV los fraticelli, afirmando, además, que los demonios fueron injustamente arrojados del paraíso y Wiclef llega a decir que “Dios debe obedecer al demonio” (DENZ. 586) Quizás sea un brote de esas mismas tendencias el satanismo, o culto a Satán precisamente por su rebeldía, el cual apareció también en esa misma época como una floración de las teorías dualísticas, y que en cierto modo han sido renovadas en los últimos tiempos por la francmasonería.

Durante el siglo pasado y principios del actual, y en nuestros días, han proferido blasfemias semejantes los pesimistas, radicales, personajes de la imaginación febril y espíritus amargados, quienes con su vida o con sus obras, según propia confesión, se propusieron rehabilitar al diablo saliendo por sus fueros. Dignos de mención son igualmente los errores origenistas, en los cuales se afirma que las almas humanas eran ángeles que pecaron (denz.203) y que la condenación y pena de los demonios, no será eterna, sino transitoria, y llegará el tiempo en que tendrá lugar la restauración y rehabilitación de todas las cosas y en particular la restauración y rehabilitación de los ángeles caídos a su estado primero. (Esto nunca sucederá mientras Dios sea Dios, quienes así piensan son sentimentalistas)

ENSEÑANZA DE LA DIVINA REVELACION.

No son relativamente muchas las enseñanzas de la revelación divina, tanto por lo que se refiere a los libros sagrados cuanto por lo que mira a las definiciones y magisterio de la Iglesia. Se hallan, sin embargo, en unas y otras enseñanzas expresas respecto a unos puntos particulares, que no es posible silenciar o pasar por alto. Con ellas a la vista podrá formarse una idea exacta de la doctrina que el angélico Maestro expone en sus tres artículos, viendo como está enraizada sólidos fundamentos escrituristicos, definiciones pontificias y conciliares.

EN CUANTO A LA DOCTRINA DE LA SAGRADA ESCRITURA.

 _ La podemos compendiar en los siguientes puntos.

DE LOS ANGELES MALOS SEGÚN LOS LIBROS SAGRADOS Y NOMBRES DIVERSOS CON QUE SE LES DISIGNA. _ Ya indicamos en la cuestión 50 cuál es el concepto de los ángeles en general, concepto que se ha de aplicar también a los ángeles caídos, a quienes, si bien incluyendo siempre la idea de maldad y aludiendo más o menos explícitamente a su pecado. Estos seres superiores reciben diferentes nombres, tomados unas veces de su naturaleza, otras de su modo de obrar con relación a los hombres y otras de alguna circunstancia especial, hablando de ellos frecuentemente como si fueran muchos y otras veces como si fuese uno solo, que en tal caso vienen a personificar a todos. Por eso unas veces se les aplica un nombre común y otras un nombre especial. 

El nombre más comúnmente usado para designarlos es DEMONIO en singular o en plural que quiere decir el que sabe, palabra que, aunque en los antiguos autores profanos no siempre tiene sentido peyorativo, sino que significa deidades (Act. 17,18) inferiores o intermedias, buenas y malas, en las sagradas letras se emplea ordinariamente según el concepto de ángel malo (Deut. 32,17).

Otro nombre especialmente utilizado en el Nuevo Testamento, es el de diablo, es decir, el que desune o divide calumniando, con el cual se expresa unas veces al príncipe de los demonios y otras al conjunto de ellos y el mismo poder diabólico (Mat.4, 1. 5. 8; 13,39; 25,41 etc). Llamase también en los libros sagrados de modo general espíritus impurosespíritus malos de los aires, espíritus de mentira, espíritus malignos, espíritus inmundos o espíritus de los demonios.

Entre los nombres particulares con que vulgarmente se designa al príncipe de los demonios esta Satán, término que en hebreo significa perseguidor, el cual pocas veces se emplea en la Biblia para designar al demonio, sin embargo, los setenta al traducirlo del hebreo lo usan como nombre común y no como nombre propio.

Otro de los nombres con que se designa al príncipe del mal es Belial, nombre común que significa perversidad o extrema maldad. San Pablo lo utiliza como nombre propio de modo especial a Satanás Llamase además Beelsebub o beelsebul, dios de las moscas o del estiércol nombre que el Antiguo Testamento da al dios de Acaron mandado consultar por Ococias (4 Reg.1. 2. 3. 6. 16), y en el Nuevo Testamento designa propiamente al príncipe de los demonios. 

En el libro de Tobías se da el nombre propio de Asmodeo al demonio maligno que sofoca sucesivamente los siete maridos de Sara (Tob. 3, 8). En el Levítico se usa la palabra Azael, que, según el libro apócrifo de Henoc, es uno de los jefes de los ángeles prevaricadores, aunque en el libro sagrado no se sabe lo que significa. Nuestro idioma castellano llama al príncipe de los ángeles rebeldes Luzbel o Lucifer, quizás para designar el esplendor de su naturaleza antes de pecar y según el significado que a esa palabra dieron los Santos Padres, fundados en Isaías (14,12) y San Lucas (10,18)

 



jueves, 27 de agosto de 2020

EL SERCRETO ADMIRABLE DEL SANTÍSIMO ROSARIO. SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT

 

27a Rosa

81) Para animaros aún más a esta devoción de las almas grandes, añado que el Rosario, rezado con la meditación de los misterios:

1) nos eleva gradualmente al perfecto conocimiento de Jesucristo;

2) purifica nuestras almas del pecado;

3) nos permite vencer a todos nuestros

enemigos;

4) nos facilita la práctica de las virtudes;

5) nos abrasa en amor de Jesucristo;

6) nos

enriquece con gracias y méritos;

7) nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con

Dios y con los hombres, y finalmente, nos consigue de Dios toda clase de gracias.

82) El conocimiento de Jesucristo es la ciencia de los cristianos y la ciencia de la salvación; se remonta, dice San Pablo (6), sobre todas las ciencias humanas en precio y en excelencia:

1) por la dignidad de su objeto, que es un Dios hombre en presencia del cual todo el universo no es tan siquiera una gota de rocío o un granito de arena;

2) por su utilidad; las ciencias humanas nos llenan solamente del viento y humo del orgullo;

3) por su necesidad; porque no podemos salvarnos sino tenemos el conocimiento de Jesucristo, y el que ignore todas las demás ciencias se salvará, con tal que esté iluminado con la ciencia de Jesucristo. ¡Dichoso Rosario, que nos proporciona la ciencia y el conocimiento de Jesucristo, haciéndonos meditar su vida, su muerte, su pasión y su gloria! La reina de Saba, admirando la ciencia de Salomón, exclamaba: "Dichosos tus criados y sirvientes, que están siempre en tu presencia y oyen los oráculos de tu sabiduría" (7); pero más dichosos son los fieles que meditan atentamente la vida, las virtudes, los sufrimientos y la gloria del Salvador, porque adquieren de este modo el perfecto conocimiento en que consiste la vida eterna. "Haec est vita aeterna" (8).

83) La Santísima Virgen reveló al Beato Alano que, tan pronto como Santo Domingo predicó el Rosario, los pecadores empedernidos se convirtieron y lloraron amargamente sus crímenes, los mismos niños hicieron penitencias increíbles y el fervor fue tan grande, por doquiera que se predicó el Rosario, que los pecadores cambiaron de vida y edificaron a todos con sus penitencias y su enmienda de vida.

Si sentís vuestra conciencia cargada con algún pecado, coged el Rosario, rezad una parte en honor de algunos misterios de la vida, pasión o gloria de Jesucristo y estad persuadidos de que,

mientras meditáis y honráis estos misterios, Él, en el cielo, mostrará sus llagas sagradas a su Padre, abogará por vosotros y os obtendrá la contrición y el perdón de vuestros pecados. Él

dijo un día al Beato Alano: "Si esos miserables pecadores rezasen frecuentemente mi Rosario, participarían de los méritos de mi pasión, y, yo, como su abogado, calmaría la divina justicia."

84) Esta vida es de guerra y tentaciones continuas. No tenemos que combatir a enemigos de carne y sangre, pero sí a las potencias mismas del infierno. (9). ¿Qué mejores armas podemos tomar para combatirlos que la oración dominical, que nuestro gran Capitán nos ha enseñado; la salutación angélica, que ha ahuyentado a los demonios, destruido el pecado y renovado el mundo; la meditación de la vida y de la pasión de Jesucristo, ¿que son pensamientos que debemos tener habitualmente presentes, como manda San Pedro, para defendernos de los mismos enemigos que Él ha vencido y que nos atacan diariamente? "Desde que el demonio -dice el Cardenal Hugo-, fue vencido por la humildad y la pasión de Jesucristo, apenas puede atacar a un alma que medita estos misterios, o, si la ataca, es derrotado vergonzosamente." "Induite vos armaturam Dei" (10).

85) Pertrechaos, pues, con estas armas de Dios, con el Santo Rosario, y quebrantaréis la cabeza del demonio y viviréis tranquilos contra todas sus tentaciones. De ahí resulta que aun el Rosario material es tan terrible al diablo, que los santos se han servido de él para encadenarle y arrojarle del cuerpo de los posesos, según atestiguan varias historias.

86) Cierto hombre -refiere el Beato Alano- había ensayado inútilmente toda suerte de devociones para librarse del espíritu maligno, que había tomado posesión de él. Resolvió ponerse al cuello el Rosario. Y con esto se alivió. Pero cuando se lo quitaba era atrozmente atormentado por el demonio, por lo cual resolvió llevarlo noche y día, y así logró alejar para siempre al demonio, que no podía soportar tan terrible cadena. El Beato Alano asegura que libró a un gran número de posesos poniéndoles un Rosario al cuello.

87) Al Padre Juan Amat, de la Orden de Santo Domingo, predicando la cuaresma en un lugar del reino de Aragón, le trajeron una joven posesa, y después de haberla exorcizado varias veces inútilmente, le puso al cuello su Rosario, ella comenzó a dar gritos espantosos, diciendo:

"¡Quitadme, quitadme estos granos que me atormentan!" Por fin, el Padre, compadecido de ella, le quitó el Rosario del cuello.

La noche siguiente, cuando este Padre estaba descansando en su lecho, los mismos demonios que poseían a la joven vinieron a él furiosos para apoderarse de su persona, pero con su Rosario, que tenía fuertemente cogido en la mano, a pesar de los esfuerzos que hicieron para quitárselo, los golpeó y arrojó, diciendo: "¡Santa María, Virgen del Rosario, ¡amparadme!"

Cuando a la mañana siguiente iba a la igiesia, encontró a la desgraciada joven aún posesa; uno de los demonios que estaban en ella empezó a decir, burlandose del Padre: "¡Ah hermano! ¡Si no hubieras tenido tu Rosario, ya te habríamos arreglado!" Entonces el Padre arrojó de nuevo su Rosario al cuello de la joven diciendo: "Por los sacratísimos nombres de Jesús y María, su santa Madre, y por la virtud del Santísimo Rosario, os mando, espíritus malignos, salir de este cuerpo inmediatamente"; en el acto tuvieron que obedecer y quedó libre la joven. Estas historias ponen de relieve la fuerza del Santo Rosario para vencer toda clase de tentaciones de los demonios y toda clase de pecados, porque las cuentas benditas del Rosario los ponen en fuga.

28a Rosa

88) San Agustín asegura que no hay ejercicio tan virtuoso y útil para la salvación como pensar con frecuencia en los sufrimientos de Nuestro Señor. San Alberto Magno, maestro de Santo Tomás, supo por revelación que el solo recuerdo o la meditación de la pasión de Jesucristo es más meritorio para el cristiano que ayunar durante un año todos los viernes a pan y agua, o tomar disciplina -aun de sangre- todas las semanas, o rezar todos los días el salterio. ¿Cuál no será el mérito del Rosario, que conmemora toda la vida y pasión de Nuestro Señor?

La Santísima Virgen reveló al Beato Alano de la Roche que, después del Santo Sacrificio de la Misa, que es la primera y más viva memoria de la pasión de Jesucristo, no hay devoción más

excelente y meritoria que el Rosario, que es como una segunda memoria y representación de la vida y pasión de Jesucristo.

89) El Padre Dorland refiere que la Santísima Virgen dijo un día al venerable Domingo (cartujo), devoto del Santo Rosario, que residía en Tréveris el año 1481: "Cuantas veces rezan los fieles, en estado de gracia, el Santo Rosario con la meditación de los misterios de la vida y pasión de Jesucristo, obtienen plena y completa remisión de sus pecados."

También dijo la Santísima Virgen al Beato Alano: "Sabe que, aun cuando hay gran cantidad de indulgencias concedidas a mi Rosario, yo añadiré muchas más por cada parte de él en favor de aquellos que lo recen sin pecado mortal, de rodillas, devotamente; y a quienes perseveren en la devoción del Santo Rosario, en estas condiciones y meditaciones, les conseguiré, en premio de este servicio, plena remisión de la pena y de la culpa de todos sus pecados al fin de su vida.

Y que no te parezca esto increíble; es fácil para mí, pues que soy la Madre del Rey de los cielos, que me llama llena de gracia, y, como llena de gracia, haré también amplia efusión de ella sobre mis queridos hijos."

90) Santo Domingo estaba tan persuadido de la eficacia y los méritos del Santo Rosario, que no ponía otra penitencia a los que confesaba, como ya hemos visto en la historia de la dama

romana a quien puso por penitencia un solo Rosario.

Los confesores deberían también, para seguir el ejemplo de este gran Santo, mandar a los penitentes rezar el Rosario con la reflexión de los misterios sagrados, prefiriendo esa a otras penitencias de menor mérito y que no son tan agradables a Dios, ni tan saludables para avanzar en el camino de la virtud, ni tan eficaces para impedir la caída en el pecado; además de que rezando el Rosario se ganan muchísimas indulgencias que no están concedidas a otras muchas devociones.

91) "Ciertamente -dice el Abad Blosio-, el Rosario, con la meditación de la vida y pasión, resulta muy agradable a Jesucristo y la Santísima Virgen y muy eficaz para obtener lo que se desea. Podemos rezarlo tanto por nosotros como por aquellos que nos fueron encomendados y por toda la Iglesia. Recurramos, pues, a la devoción del Santo Rosario en todas nuestras necesidades, y obtendremos infaliblemente lo que pidamos a Dios para nuestra salvación."

domingo, 23 de agosto de 2020

Ad Apostolorum Principis. Sobre las pruebas de la Iglesia en China. Pío XII

 


 A los Venerables Hermanos y amados hijos Arzobispos, Obispos y demás Ordinarios de lugar, al clero y pueblo chino, en paz y comunión con la Sede Apostólica: exhortaciones y normas para las presentes dificultades.

Papa Pío XII

Venerables Hermanos y amados hijos, Salud y Bendición Apostólica.

Cuando junto al sepulcro del Príncipe de los Apóstoles, en la ma­jestuosa Basílica Vaticana, Nuestro inmediato Predecesor, de feliz memoria, Pío XI, hace treinta y dos años, consagró y confirió

la plenitud del sacerdocio “a las primicias y a los nuevos retoños del Episcopado chino

AAS 18 (1926) 432 ”, así expandía los sentimientos de que estaba pene­trado su paternal corazón en aquel momento solemne: “Habéis venido, Venerables Hermanos a ver a Pedro; más aún, de él habéis recibido el báculo, de que os serviréis para emprender los viajes apostólicos y con­gregar a las ovejas, y Pedro os ha abrazado con amor a vosotros, que in­fundís no poca esperanza de llevar a vuestros connacionales la verdad evangélica Ibid.”.

El eco de estas palabras se reproduce hoy de nuevo en Nuestra alma, Venerables Hermanos y amados hijos, en esta hora de aflicción para la Iglesia Católica en vuestra patria. Ciertamente no fue vana ni sin fruto la esperanza del gran Predecesor Nuestro: nuevos ejércitos de sagrados Pastores y heraldos del Evangelio se juntaron a aquel pri­mer manípulo de Obispos que Pedro, viviente en su Sucesor, había enviado la para regir aquélla selecta porción del rebaño de Cristo; un vigoroso florecer de nuevas obras y empresas de apostolado, aun en medio de múltiples dificultades, florecieron entre vosotros. Y Nos, cuando más tarde tuvimos la gran dicha de erigir la Jerarquía eclesiás­tica de China, hicimos Nuestra y aumentamos aquélla esperanza y vimos abrirse horizontes todavía más amplios para la a dilatación del Reino divino de Jesucristo.

La persecución; dos Cartas anteriores del Sumo Pontífice

Algunos años después, por desgracia, nubarrones de tempestad os­curecieron el cielo; para vuestras comunidades cristianas, algunas de las cuales ya de antiguo florecían, comenzaron tiempos tristes y llenos de dolor. Vimos a los misioneros, entre quienes se contaban muchos Arzobispos y Obispos animados de un gran celo apostólico, y asimis­mo a Nuestro Internuncio, obligados a abandonar el suelo de China; y arrojados a la cárcel, o afligidos por las privaciones y sufrimientos de todas clases, a los sagrados Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y a muchos fieles.

Entonces Nos vimos forzados a levantar Nuestra voz angustiada para Reprobar la injusta persecución, y con la Carta Encíclica Cumpi­mus Imprimis

AAS 44 (1952) 153 & ss del 18 de enero de 1952, tuvimos cuidado de recordar por amor a la verdad, conscientes de Nuestro deber, que la Iglesia Católica no puede considerarse como extraña, cuanto menos hostil, a nadie; más aún que ella, en su maternal solicitud, abraza con la misma caridad a todas las naciones, que no ambiciona cosas terrenas, sino que, a la medida de sus fuerzas, conduce a todos los ciudadanos a la consecución del cielo. Advertíamos, además, que los misioneros no pretenden los intereses de una nación particular, sino que, viniendo de todas las partes del mundo, y unidos como están por un único amor divino, desean y buscan solamente la difusión del Reino de Dios; bien claro está, por lo tanto, que su obra lejos de ser superflua o dañosa, es benéfica y necesaria para ayudar al celoso clero chino en el campo del apostolado cristiano.

Después de casi dos años, el 7 de octubre de 1954, con otra Carta Encíclica Ad Sinarum gentem

AAS 47 (1955) 5 & ss, enviada a vosotros para refutar las acu­saciones dirigidas contra los mismos católicos chinos, proclamábamos abiertamente que el cristiano no es, ni puede ser, inferior a ninguno en la verdadera fidelidad y amor a su patria terrena. Y porque se había difundido entre vosotros la falsa doctrina llamada de las “Tres Inde­pendencias”, Nos, en virtud de Nuestro divino y universal Magisterio, advertimos que esa doctrina, según la entendían sus partidarios, ya en la significación teórica, ya en las aplicaciones prácticas que de ella se derivan, no podía ser aprobada por ningún católico, puesto que arran­ca a las almas de la necesaria unidad de la Iglesia.

Ahora debemos advertir que en vuestra nación, en estos últimos años, las condiciones de la Iglesia han ido empeorando. Es verdad y esto es motivo para a Nos de gran consuelo en medio de tantas y tan grandes tristezas que ante las prolongadas persecuciones que os afligen, no ha disminuido en vosotros la intrépida fe ni el amor ardentísimo al Divino Redentor y a su Iglesia; intrépida fe y ardentísimo amor que habéis demostrado de mil maneras, por todas las cuales recibiréis un día el premio eterno de Dios, aunque sólo una pequeña parte de ellas ha lle­gado a conocimiento de los hombres.

La “Asociación patriótica”

Pero al mismo tiempo es deber Nuestro denuncia a las claras –y lo ha­cemos con temblor y con profunda pena– que, merced a planes insi­diosos, las condiciones van empeorando entre vosotros hasta el punto de que parece que la falsa doctrina, que Nos hemos reprobado, va lle­gando a las más extremas y perniciosas consecuencias.

En efecto, con una táctica hábilmente concebida, se ha fundado entre vosotros una asociación, que ha tomado el nombre de patriótica, y los católicos se ven forzados con toda violencia a pertenecer a ella.

Esta asociación, –como se ha dicho en repetidas declaraciones– tendría el fin de unir el clero y los fieles en nombre del amor a la patria y a la religión para propagar el espíritu patriótico, para defender la paz entre los pueblos, y al mismo tiempo para apoyar, reforzar y propagar el socialismo establecido en vuestra Nación y para ayudar a las autori­dades civiles a defender, cuando se ofrezca ocasión, la que ellos llaman libertad política y religiosa. Es sin embargo evidente que, bajo estas expresiones vagas de paz y de patriotismo, que pueden engañar a los ingenuos, tal asociación tiende a llevar a la práctica ciertos principios y planes perniciosos.

Fines que la “Asociación” persigue

Con la apariencia de patriotismo, que realmente se muestra falaz, tal asociación mira principalmente a que los Católicos den progresiva­mente su adhesión a las falsedades del “materialismo” ateo, con las cuales se niega a Dios y se rechazan todos los principios de la religión.

Con el pretexto de defender la paz, esa misma asociación acepta y propaga falsas sospechas y acusaciones contra muchos y venerables miembros del clero y aun contra los Obispos y la misma Sede Apos­tólica, atribuyéndoles extravagantes propósitos de imperialismo, de condescendencia y complicidad en la explotación del pueblo, de pre­meditada hostilidad hacia la Nación china.

Mientras afirman que es necesario que exista una absoluta libertad en materia religiosa, y con la excusa de facilitar así las relaciones entre la autoridad eclesiástica y la civil, de hecho la asociación pretende que la Iglesia, desatendidos y postergados sus sagrados derechos, quede totalmente sometida a la autoridad civil. Para lo cual se incita a los miembros a tener por buenas injustas medidas como la expulsión de los misioneros, el encarcelamiento de los Obispos, sacerdotes, religio­sos, religiosas y fieles; asimismo a consentir en las medidas tomadas para impedir pertinazmente la jurisdicción de muchos legítimos Pas­tores; además a sostener principios reprobables que abiertamente ata­can la unidad y universalidad de la Iglesia y su constitución jerárquica; y a admitir iniciativas que tienen por fin minar la obediencia del clero y de los fieles a sus legítimos Prelados separar las comunidades católicas de la Sede Apostólica.

Métodos de violencia y de opresión

Para difundir e inculcar en todas las inteligencias con más facilidad estos principios, esta asociación, que como dijimos, se gloría con el nombre de patriótica, recurre a los más variados medios, aun a los de la opresión y la violencia: a saber, propaganda abundante y clamorosa en la prensa: reuniones y congresos, a los que se obliga a asistir con in­vitaciones, amenazas y engaños –aun a quienes no lo desean–, y en los que, si alguno valientemente se levanta a defender la verdad, fácilmen­te le hacen callar, le derrotan y le tachan de infame, como enemigo de la patria y del orden nuevo.

También se ha de hacer mención de esos cursillos de formación, en los que los discípulos tienen que beber y abrazar esta falaz doctrina, a los que van forzados sacerdotes, religiosos y religiosas, alumnos del sagrado seminario, fieles de cualquier estado y edad. En estos cursillos por medio de casi infinitas e interminables lecciones y discusiones, a lo largo de semanas y meses, las fuerzas de la mente y de la voluntad, tanto se debilitan y apagan que con esta violencia sicológica se arran­ca, más bien que se pide libremente, como sería justo, una adhesión, que ya casi nada tiene de humana. A esto hay que añadir esos modos de proceder que, ejercidos con todos los medios, privada y pública­mente, con engaño, con dolo y con grave temor, perturban las mentes; las denominadas “confesiones”, arrancadas por la fuerza; los campos de “reeducación”; los llamados “juicios populares”, ante los cuales se han atrevido a arrastrar ignominiosamente para juzgarlos a venerables Obispos.

Contra tales medios, que violan los más importantes derechos de la persona humana y pisotean la sagrada libertad de los hijos de Dios, no puede menos de elevarse junto con la Nuestra la protesta de todos los fieles cristianos del mundo entero, y aun de todas las personas sensatas para deplorar el atropello contra la conciencia de los ciudadanos.

jueves, 20 de agosto de 2020

EPÍSTOLA ENCICLICA SOBRE LA DEVOCIÓN DEL SANTO ROSARIO. S. S. LEON XIII

S.S. LEON XIII

 Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica.


EL apostolado supremo que Nos está confiado y las circunstancias difíciles por que atravesamos. Nos advierten á cada momento ó imperiosamente Nos empujan á velar con tanto más cuidado por la integridad de la Iglesia cuanto mayores son las calamidades que la afligen.
Por esta razón, a la vez que Nos esforzamos cuanto es posible en defender por todos los medios los derechos de la Iglesia y en prevenir y rechazar los peligros que la amenazan y asedian, empleamos la mayor diligencia en implorar la asistencia de los divinos socorros, con cuya única ayuda pueden tener buen resultado Nuestros afanes y cuidados.
Y creemos que nada puede conducir más eficazmente a este fin como hacernos propicia con la práctica de la religión v la piedad á la gran Madre de Dios, la Virgen Mana, que es la que puede alcanzarnos la p a z y dispensarnos la gracia, colocada como está por su Divino Hijo en la cúspide de la gloria y del poder, para ayudar con el socorro de su protección á los hombres que en medio de fatigas y peligros se encaminan á la Ciudad Eterna.
Por esto, y próximo ya el solemne aniversario que recuerda los innumerables y cuantiosos beneficios que va reportado al pueblo cristiano la devoción del Santo Rosario de María, Nos queremos que en el corriente año esta devoción sea objeto de particular atención en el mundo católico á fin de que por la intercesión de la Virgen Madre obtengamos de su Divino Hijo venturoso alivio y término á nuestros males.
Por lo mismo hemos pensado, Venerables Hermanos, dirigiros estas letras, á fin de que, conocido Nuestro propósito exaltéis con vuestra autoridad y con vuestro celo la piedad de los pueblos para que cumplan con él esmeradamente.
En tiempos críticos y angustiosos ha sido siempre el principal y solemne cuidado de los católicos refugiarse bajo la égida de María y ampararse a su maternal bondad; lo cual demuestra que la Iglesia católica ha puesto siempre y con razón en la Madre de Dios toda su confianza. En efecto, la Virgen, exenta de la mancha original, escogida para ser Madre de Dios y asociada por lo mismo á la obra de la salvación del género humano, goza cerca de su Hijo de un favor y goza de un poder tan grande que nunca han podido ni podrán obtenerlo igual ni los hombres ni los Ángeles. Así, pues, ya que les es sobremanera dulce y agradable conceder su socorro y asistencia á cuantos la pidan, desde luego es de esperar que acogerá cariñosa las preces que le dirija la Iglesia universal.
Mas esta piedad, tan grande y tan llena de confianza en la Reina de los Cielos, nunca ha brillado con más resplandor que cuando la violencia de los errores, el desbordamiento de los costumbres, ó los ataques de adversarios poderosos, han parecido poner en peligro la Iglesia de Dios.
La historia, antigua y moderna y los fastos más memorables de la Iglesia recuerdan las preces públicas y privadas dirigidas á la Virgen Santísima, como los auxilios concedidos por Ella; e igualmente en muchas circunstancias la paz y tranquilidad pública, obtenidas por su intercesión. De ahí esos excelentes títulos de Auxiliadora, Bienhechora y Consoladora de los cristianos; Reina de los ejércitos y Dispensadora de la Vitoria y de la paz, con que se la ha saludado.
Entre todos títulos es muy especialmente digno de mención el del Santísimo Rosario, por el cual han sido consagrados perpetuamente los insignes beneficios que le debe la cristiandad.
Ninguno do vosotros ignora, Venerables Hermanos, cuántos sinsabores y amarguras causaron á la Santa Iglesia de Dios á fines del siglo XII los heréticos Albigenses, que, nacidos de la secta de los últimos Maniqueos, llenaron de sus perniciosos errores el Mediodía de Francia, y todos los demás países del mundo latino, y llevando a todas partes el terror de sus armas, extendían por doquiera su dominio con el exterminio y la muerte.
Contra tan terribles enemigos, Dios suscitó en su misericordia al insigne Padre y fundador de la Orden de los Dominicos.
Este héroe, grande por la integridad de su doctrina, por el ejemplo de sus virtudes y por sus trabajos apostólicos, se esforzó en pelear contra los enemigos de la Iglesia católica, no con la fuerza ni con las armas, sino con la más acendrada fe en la devoción del Santo Rosario, que él fue el primero en propagar, y que sus hijos han llevado a los cuatro ángulos del mundo preveía, en efecto, por inspiración divina, que esa devoción pondría en fuga, como poderosa máquina de guerra, a los enemigos, y confundiría su audacia y su loca impiedad. Así lo justificaron los hechos. Gracias a este modo de orar, aceptado, regularizado y puesto en práctica por la Orden de Santo Domingo, principiaron a arraigarse la piedad, la fe y la concordia, y quedaron destruidos los proyectos y artificios de los herejes; muchos extraviados volvieron al recto camino y el furor de los impíos fue refrenado por las armas católicas empuñadas para resistirles.
BATALLA DE LEPANTO

La eficacia y el poder de esa oración se experimentaron en el siglo XVI, cuando los innumerables ejércitos de los turcos estaban en vísperas de imponer el yugo de la superstición Y de la barbarie a casi toda Europa. Con este motivo el Soberano Pontífice Pió V, después de reanimar en todos los Príncipes cristianos el sentimiento de la común defensa, trató en cuanto estaba a su alcance de hacer propicia a los cristianos a la Todopoderosa Madre de Dios y de atraer sobre ellos su auxilio, invocándola por medio del Santísimo Rosario. Este noble ejemplo que en aquellos días se ofreció a tierra y cielo, unió todos los ánimos y persuadió a todos los corazones; de suerte que los fieles cristianos decídalos a derramar su sangre y a sacrificar su vida para salvar a la religión y a la patria, marchaban sin tener en cuenta su número al encuentro do las fuerzas enemigas reunidas no lejos del golfo de Corinto: mientras los que no eran aptos para empuñar las armas, cual piadoso ejercito de suplicación, imploraban y saludaban a María, repitiendo las formulas del Rosario y pedían el triunfo de los combatientes La Soberana Señora así rogada, oyó muy luego sus preces, pues que, empeñado el combate naval en las islas Echinadas, la escalada de los cristianos, reportó, sin experimentar grandes bajas, una insigne victoria y aniquiló a las fuerzas enemigas.
Por este motivo, el mismo Santo Pontífice, en agradecimiento a tan señalado beneficio, quiso que se consagrase con una fiesta en honor de María de las Victorias el recuerdo de ese memorable combate, y después Gregorio XIII sancionó dicha festividad con el nombre de Santo Rosario.
Asimismo en el siglo último alcanzáronse importantes victorias sobre los turcos en Temesvar, Hungría y Corfú, las cuales se obtuvieron en días consagrados á la Santísima Virgen, y terminadas las preces públicas del Santísimo Rosario. Esto inclinó á Nuestro predecesor Clemente XI a decretar para la Iglesia universal la festividad del Santísimo Rosario.
Así, pues, una vez demostrado que esta fórmula do orar es agradable a la Santísima Virgen y tan propia para la defensa de la Iglesia y del pueblo cristiano, como para atraer toda suerte de beneficios públicos y particulares, no es de admirar que varios de Nuestros predecesores se hayan dedicado a fomentarla y recomendarla con especiales elogios.
Urbano IV aseguró que el Rosario proporcionaba todos los días ventajas al pueblo cristiano; Sixto V dijo que este modo de orar cede en mayor honra y gloria de Dios, y que es muy conveniente para conjurarlos peligros que, amenazan al mundo; León X declaró que se habla instituido contra los heresiarcas y las perniciosas herejías, y Julio III le apellidó loor de la Iglesia. San Pío V dijo también del Rosario: “que con la propagación de estas preces los fieles principiaron a enfervorizarse en la oración y que llegaron a ser hombres distintos de lo que antes eran; que las tinieblas de la herejía, se disiparon, y que la luz de la fe brilló en su esplendor”. Por último, Gregorio XIII declaró: “que Santo Domingo había instituido el Rosario para apaciguar la cólera de Dios e implorar la intercesión de la bienaventurada Virgen María”.
Inspirado Nos en este pensamiento y en los ejemplos de Nuestros predecesores liemos creído oportuno establecer preces solemnes, elevándolas a la Santísima Virgen en su Santo Rosario, para obtener de Jesucristo igual socorro contra los peligros que nos amenazan. Ya veis, Venerables Hermanos, las difíciles pruebas a que todos los días está expuesta la Iglesia; la piedad cristiana, la moralidad pública, la fe misma, que es el bien supremo y el principio de todas las virtudes, todo está amenazado cada día de los mayores peligros.
No sólo sabéis cuán difícil es esta situación y cuánto sufrimos por ella, sino que también vuestra piedad os hace experimentar con Nos amarguras; pues es muy doloroso y lamentable ver a tantas almas rescatadas por Jesucristo, arrancadas a la salvación por el torbellino de un siglo extraviado y precipitadas en el abismo y en la muerte eterna.
En nuestros tiempos tenemos tanta necesidad del auxilio divino como en la época en que el gran Domingo levantó el estandarte del Rosario de María, á fin de curar los males de su época. Ese gran Santo, iluminado por la luz celestial, entrevió claramente que, para curar á su siglo, ningún remedio podía ser tan eficaz como el atraer á los hombres a Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida, impulsándoles á dirigirse á la Virgen, á quien está concedido el poder de destruir todas las herejías.
La fórmula del Santo Rosario la compuso de tal manera Santo Domingo, que en ella concuerdan por su orden sucesivo los misterios de nuestra salvación, y en este asunto la meditación está mezclada y como entrelazada con la Salutación angélica una oración jaculatoria a Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Nos, que buscamos un remedio a males parecidos, tenemos derecho a creer que, viéndonos de la misma oración que sirvió a Santo Domingo para hacer tanto bien, podremos ver desaparecer asimismo las calamidades que afligen a nuestra época.
Por lo cual no sólo excitamos vivamente» todos los cristianos a dedicarse pública o privadamente y en enseño do sus familias a recitar el Santo Rosario y a perseverar en este santo ejercicio, sino que queremos que el mes de octubre de este año se consagre enteramente a la Reina del Rosario
Decretamos por lo mismo y ordenamos que en todo el orbe católico se celebre solemnemente en el año corriente con esplendor y con pompa la festividad del Rosario, y que desde el primer día del mes de Octubre próximo hasta el segundo día del mes de noviembre siguiente, se rece en todas las Iglesias curiales, y si los ordinarios lo juzgan oportuno, en otras Iglesias y capillas dedicadas a la Santísima Virgen, al menos cinco decenas del Rosario, añadiendo la letanías Lauretanas. Deseamos así mismo que el pueblo concurra a este ejercicio piadoso, y que, o se celebre en ellos el santo sacrificio de la Misa, o se exponga el Santísimo Sacramento a la adoración de los fieles, y se dé luego la bendición con el mismo. Será también de Nuestro adrado que las cofradías del Santísimo Rosario de María lo canten procesionalmente por las calles conforme a la antigua costumbre.
Y donde por razón de las circunstancias esto no fuere posible, procúrese substituir con la mayor frecuencia a los templos y con el aumento de las virtudes cristianas.
En gracia de los que practicaren lo que queda dispuesto, y p a r a animar á todos, abrimos los tesoros de la Iglesia, y a cuantos asistieren en el tiempo antes designado a la recitación pública del Rosario y las Letanías, y oraren conforme a nuestra intención, concedemos siete altos y siete cuarentenas de indulgencias por cada vez. Y de la misma gracia queremos que gocen los que legítimamente impedidos de hacer en público dichas preces, los hicieren privadamente.
Y a aquellos que en el tiempo prefijado practicaren al menos diez veces en público, o en secreto si públicamente por justa causa, no pudieren, las indicadas preces, y purificada debidamente su alma, se acercaren a la Sagrada Comunión, les dejamos libres de toda expiación y de toda pena en forma de indulgencia plenaria.
Concedemos también plenísima remisión de sus pecados a aquellos que, sea en el día de la fiesta del Santísimo Rosario, sea en los ocho días siguientes, purificada su alma por medio de la confesión se acercaren a la Sagrada Mesa y rogaren en algún templo, según nuestra intención, a Dios y a la Santísima Virgen, por las necesidades de la Iglesia.
¡Obrad, pues, Venerables Hermanos! Cuanto más os intereséis por honrar a María y por salvar a la sociedad humana, más debéis dedicaros á alentar la piedad de los fieles hacía la Virgen Santísima, aumentando su confianza en ella.
Nos consideramos que entra en los designios providenciales el que en estos tiempos de prueba para la Iglesia florezca más que nunca en la inmensa mayoría del pueblo cristiano el culto de la Santísima Virgen.
Quiera Dios que excitadas por nuestras exhortaciones e inflamadas por vuestros llamamientos las naciones cristianas, busquen, con ardor cada día mayor, la protección de María: que se acostumbren cada vez más al rezo del Rosario, a ese culto que nuestros antepasados tenían el hábito de practicar, no sólo como remedio ¡siempre presente a sus males sino como adorno de la piedad cristiana celestial Patrona del género humano escuchará osas preces
y concederá fácilmente á los buenos el favor de ver acrecentarse sus virtudes, y á los descarriados el de volver al bien y entrar de nuevo en el camino de salvación. Ella obtendrá que el Dios vengador de los crímenes, inclinándose a la clemencia y á la misericordia, restituya al orbe cristiano y a la sociedad, después de desviado para lo sucesivo todo peligro, el tan apetecible sosiego.
Alentado por esta esperanza Nos suplicamos á Dios por la intercesión de Aquella en quien ha puesto la plenitud de todo bien, y le rogamos con todas nuestras fuerzas, que derrame abundantemente sobre vosotros, Venerables Hermanos, sus celestiales favores. Y como prenda de nuestra benevolencia,
os damos de todo corazón, á vosotros, a vuestro clero y a los pueblos confiados á vuestros cuidados la bendición apostólica.

Dado en San Pedro de Roma, el 1° de Septiembre de 1883, año sexto de Nuestro Pontificado.


                               LEÓN PAPA XIII


martes, 18 de agosto de 2020

Israel destruye Beirut-Este con un ‎arma nueva.

 

Nota. Lo sucedido en Beirut Libano dio mucho que hablar la explosión que mato a decenas de personas y dejo a centenares de heridos. En su momento afirme ser una bomba o misil el causante de dicha explosión por el hongo que formo y por su onda expansiva como se ve en la foto, pero no me atreví a publicar nada hasta no tener mas información sobre el tema. 

El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, ordenó destruir un depósito de armas ‎del Hezbollah en Beirut con un arma nueva que dejó más de 100 muertos y unos ‎‎5 000 heridos en la capital libanesa, provocando además enormes daños materiales, ‎este martes 4 de agosto. Esta vez será difícil que Netanyahu pueda ocultar su ‎responsabilidad personal y la del Estado israelí. ‎

 

El 27 de septiembre de 2018, ante la Asamblea General de la ONU, el primer ministro israelí, ‎Benyanim Netanyahu, mostró una foto del lugar atacado el 4 de agosto de 2020, designándolo ‎como un depósito de armas del Hezbollah.‎

El “primer” ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, autorizó un ataque contra un depósito ‎de armas del Hezbollah con el uso de un arma nueva, que había sido sometida a un ensayo ‎‎7 meses antes en suelo sirio. Se ignora si el “segundo” primer ministro, Benny Gantz, fue ‎consultado antes del ataque. ‎

El ataque israelí fue realizado el martes 4 de agosto de 2020, precisamente contra un lugar que ‎Benyamin Netanyahu había designado casi 2 años antes –el 27 de septiembre de 2018–, durante ‎su discurso ante la Asamblea General de la ONU, como un depósito de armas del Hezbollah ‎‎ [1].‎

Se ignora en qué consiste la nueva arma utilizada. Pero sí se sabe que Israel ya la había sometido ‎a ensayos, desde enero de 2020, en suelo sirio (ver el video al final de este trabajo). Se trata de un misil dotado de un componente ‎nuclear táctico cuya explosión provoca el “hongo” característico de las explosiones nucleares. ‎Por supuesto, no se trata de una “bomba atómica” en el sentido estratégico. ‎

Esta arma fue puesta a prueba en suelo sirio, en una vasta llanura, y posteriormente fue utilizada ‎contra barcos iraníes en el Golfo Pérsico. En Beirut fue utilizada por primera vez en un medio ‎urbano, pero en un entorno muy particular que permitió a los operadores comprobar los efectos de la ‎onda expansiva y de la vibración provocada por la explosión tanto sobre el suelo como sobre el ‎agua. Además de arrasar el puerto de Beirut, la deflagración dejó un centenar de muertos y ‎al menos 5 000 heridos y prácticamente destruyó el sector este de la ciudad (el sector occidental ‎se vio protegido por el silo destinado al almacenamiento de grano). ‎

‎ Inmediatamente después del ataque, Israel activó sus contactos en los medios de difusión ‎internacionales para esconder su crimen y propagar la versión de la explosión accidental de un ‎gran cargamento de fertilizante nitrogenado. Como tantas veces ha sucedido, se designan falsos ‎culpables y la maquinaria mediática internacional repite incansablemente la mentira, cuando aún ‎no se ha realizado ningún tipo de investigación. ‎

Sin embargo, las imágenes muestran que la segunda explosión produjo un “hongo” similar al de ‎una explosión atómica, imagen totalmente incompatible con la tesis de la explosión de un ‎cargamento de fertilizante nitrogenado. ‎

 

El “hongo” provocado por la explosión de Beirut no tiene nada que ver ‎con lo que puede verse en una explosión de tipo convencional. ‎

 

Siria se abstuvo de mencionar esa arma cuando fue utilizada en su territorio. Irán también prefirió ‎callar. En Líbano está sucediendo lo mismo. Los partidos políticos libaneses concluyeron un ‎acuerdo para no mencionar el asunto, en aras de no desmoralizar a la población y avalar la ‎versión de los fertilizantes que supuestamente causaron la deflagración, con lo cual ‎se responsabiliza a la dirección del puerto. Pero la mentira no ha tardado en volverse en contra ‎de los partidos políticos que la concibieron. ‎

El Tribunal de las Naciones Unidas para el Líbano, que debía dar a conocer un veredicto sobre el ‎asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, perpetrado en 2005, decidió posponerlo por ‎varios días. Hoy estamos viendo algo muy similar al atentado que costó la vida a Rafic Hariri. ‎En 2005, la explosión de un vehículo automotor sirvió para disimular el uso de un misil, verdadero ‎causante de la enorme destrucción que mató al ex primer ministro libanés. Esta vez, la primera ‎explosión que se vio en el puerto de Beirut disimuló el impacto del misil armado con la nueva arma que ‎causó la segunda y enorme deflagración. ‎

Cinco años después del atentado que costó la vida a Rafic Hariri –‎desgraciadamente con 5 años de retraso– pude revelar en una revista rusa cómo se realizó aquel ‎atentado mortal contra el ex primer ministro libanés [2], mientras que el Hezbollah publicaba un video que demostraba la implicación de Israel ‎en el asesinato. ‎

Es importante resaltar que en 2005 aquel asesinato fue cometido contra un ex primer ministro ‎sunnita y que ahora, en 2020, el ataque del 4 de agosto apunta no sólo contra el Hezbollah chiita ‎sino contra todo el conjunto de la resistencia libanesa. ‎

Esta vez varias embajadas recogieron muestras en el lugar de los hechos, fundamentalmente ‎de los granos almacenados en el silo situado junto al lugar de las explosiones y de los ‎filtros de aire de las ambulancias que llegaron de inmediato para prestar ayuda. Esas muestras ya ‎están siendo analizadas en diferentes países. ‎

Thierry Meyssan

 

El autor del artículo. Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestros ojos la gran farsa de las "primaveras árabes" (2017).

 

 

1] “Remarks by Benjamin Netanyahu to the 73rd Session of the United Nations General Assembly”, por Benjamin Netanyahu, Voltaire Network, 27 de septiembre ‎de 2018.

[2] «Revelaciones sobre el asesinato de Rafik Hariri», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 29 de noviembre ‎de 2010.