sábado, 13 de junio de 2020

TRATADO DE LA CONFIANZA CRISTIANA CONTRA EL ESPIRITU DE PESIMISMO Y DESCONFIANZA Y CONTRA EL TEMOR EXCESIVO.


Como ovejas sin Pastor: SERMÓN PARA LA FIESTA DE LA SANTÍSIMA ...

III Creer sin esperar no es propiamente creer como cristiano, sino creer como demonio.

   1. La fe y la esperanza son dos virtudes tan estrechamente unidas entre si, que en la Santa Escritura la fe muchas veces se toma por esperanza y la esperanza por la fe; y el defecto o falta de esperanza se llama incredulidad. De aquel número infinito de miserables que recurrirán a la bondad de Jesucristo para pedirle el remedio de sus males, no leemos en la historia del Evangelio, que ni a uno solo haya negado lo que deseaba. Mas antes de conceder estas gracias, vemos que acostumbraba a exigir de ellos la fe como disposición necesaria; o después de haberles concedido lo que deseaban, declaraba que su fe los había salvado. Pero Jesucristo no quería dar a entender, que aquella fe que les pedía y escuchaba, solo era una simple persuasión de su poder infinito, sino que también entendía o comprendía la confianza en su bondad omnipotente.
   2. Entonces no se debe separar le esperanza de la fe cristiana: porque Dios no se da a conocer por la fe, sino con el fin de que esperemos en su Majestad. "Señor todos aquellos que conocen vuestro nombre, esperan en vos " ¿Qué de cosas admirables no ha hecho el Señor conocer a nuestros padres, mandándoles la noticia de ellas a sus hijos, para que pongan en Dios su confianza "?
   3. En el símbolo, que tantas veces rezamos los cristianos y la mayor parte tan mal, con precipitación, sin devoción afectuosa y aún muchas veces sin atención, aunque todas las palabras sean otros tantos actos de fe sobre los principales misterios de la religión; en el Símbolo, repito, no decimos: Yo creo en un Dios, tampoco decimos: Yo creo a Dios; sino: Creo en Dios. Y esta expresión significa, según la explicación que dan los teólogos después de los SS. Padres, el movimiento de un alma que camina y se eleva a Dios, como al soberano bien al que desean unirse, en el cual esperan encontrar su descanso perpetuo; y que dice por las disposiciones secretas e íntimas de su corazón, como el profeta: Mi felicidad es estar unida con Dios, poner mi esperanza en él, que es el Señor , el Dios de mi corazón y mi herencia por toda la eternidad " Esta es propiamente la fe de los cristianos. Esto es creer como tales; creer esperando. Esto es por lo que el Símbolo es llamado por los Padres el Símbolo de nuestra esperanza. No podemos pronunciar las primeras palabras del credo, sin hacer una profesión solemne de que confiamos en Dios, como que es nuestra primera y más esencial obligación.
   4. Mas creer sin esperar, es fe de demonios. Creer que hay un solo Dios, un solo Jesucristo y todos los demás misterios, también los demonios lo creen; y no creen sino que se estremecen. Pero lo que distingue la fe de los verdaderos cristianos de la fe de estos espíritus malignos es la esperanza; pues creyendo los demonios que Dios ha enviado a Jesucristo al mundo para atormentarlos y perderlos, los cristianos creemos que ha venido para salvarnos.

IV. Faltar a la confianza en Dios, según los Padres, es una especie de idolatría.

   1. Mucho tiempo a que los ídolos de madera, de piedra o metal se destruyeron en el mundo y se demolieron los templos de los falsos dioses de paganismo; pero en lugar de estos ídolos materiales, el diablo ha sustituido otros más espirituales. Según S. Agustín y S. Bernardo, los cristianos que se representan a Dios de otro modo que es y forman de Él una falsa idea, se forman un ídolo en el corazón y se hacen un dios falso en vez del Dios verdadero: formant sibi idolum pro Deo. Aquellos que en medio de sus pecados se figuran a Dios como si no tuviese más que bondad sin justicia y esperan que continuando en vivir violando sus mandamientos y los de la Iglesia, Dios no los dejará de salvar y no castigará sus excesos, se forjan un ídolo y hacen en su corazón un Dios falso en lugar del verdadero, pues es muy diferente de lo que se figuran. Si es infinitamente bueno, es infinitamente justo. Si nos hace experimentar cuan rico es en misericordia con aquellos que sinceramente se convierten dejando sus delitos, también deja sentir su rigor de su justicia a los que no los dejan.

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