miércoles, 29 de abril de 2020

ESTUDIO DOCTRINAL SOBRE EL MILAGRO. (Santo Tomás de Aquino)



Muchos “milagros” están sucediendo en todo el mundo que engañan al hombre, perturban e indignan a otros, pero si preguntamos a estos mismos, ¿Qué es un milagro usando para ello la doctrina católica? No sabrán definirlo mucho menos explicarlo, eso sí dirán o darán definiciones que más o menos se acercan a la doctrina católica, pero son opiniones personales. ¿Cuál es la razón profunda de tanto desvarío? LA IGNORANCIA RELIGIOSA! tan común en nuestros círculos católicos a pesar de las advertencias de nuestro divino maestro cuando nos advierte: “Estad en guardia que nadie os induzca a error. Muchos vendrán bajo mi nombre y dirán. “Yo soy el Cristo “y a muchos engañaran… Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas, que harán señales y prodigios para descarriar aun a los elegidos, si fuera posible” (San Marc, cap. 13) Estamos en estos momentos de los “visionarios” “milagros” por aquí y por allá, “videntes” y otros tantos. Ignorar el anuncio divino de Nuestro Señor es hacerse tontos a si mismos y, lo peor, aceptar todas estas cosas por encima de lo anunciado por Nuestro Salvador es temerario y absurdo pues recordemos que Él dijo: “El cielo y la tierra pasaran, pero mis palabras no pasaran”. Por otro lado dedico también este estudio a los “Milagros Eucarísticos” actuales que de todo tienen menos de “milagros” engañando a muchos incautos que, por no distinguir entre milagros, prodigios y señales se envuelven en la telaraña de la ignorancia.
Arturo Vargas Meza - Pbro.
Examinando la acción de Dios en lo puramente natural, vemos ahora la correspondiente al orden preternatural. Se entiende como preternatural todo aquello que esta fuera del orden natural y normal, pero sin llegar a sobre pasar el orden natural absoluto. O de otra manera todavía más clara: es aquel que excede y trasciende las fuerzas de una naturaleza creada, pero no las fuerzas de toda la naturaleza creada o creable, como las excede lo estrictamente sobrenatural. El entender por simple intuición y sin discurso alguno—que es completamente natural en el ángel, porque su naturaleza es puramente intelectual—seria preternatural en el hombre, cuya naturaleza es racional. El hecho preternatural más típico—al menos con relación a nosotros los hombres—es el milagro. Como veremos más abajo, hay algunas de especies de milagros que rebasan totalmente las fuerzas de la naturaleza creada o creable y, en este sentido, solamente Dios los puede realizar. Pero otros rebasan tan solo una esfera del orden sobrenatural (la de la naturaleza humana), pero no todas las esferas (la de la naturaleza angélica). Esta segunda categorías la que constituye más propiamente el orden preternatural.

Cuatro puntos fundamentales que vamos a analizar en torno al milagro: noción general, división, posibilidad y causas.
                                      

El milagro en general  (Definición)

La palabra milagro viene del latín miraculum, que significa un hecho admirable, inesperado, extraordinario, que nos llena de estupor y admiración (véase el caso del lisiado que es sanado por San Pedro en los Hechos de los Apóstoles), santo Tomas dice al respecto:

“El nombre de milagro se toma de la admiración, la cual surge ante la presencia de efectos cuya causa se desconoce por ejemplo, al ver un eclipse de sol ignorando su causa. Puede, sin embargo, ser conocida para unos y desconocida para otros la cusa de un fenómeno; en cuyo caso cabe la admiración para unos, sin haberla para otros. Así, por ejemplo, se admira el rustico ante el eclipse de sol, y, en cambio, no se admira el astrónomo. Mas milagro viene a equivaler “llenos de admiración”, es decir, lo que tiene una cusa oculta en absoluto y para todos. Esta causa es Dios. Por consiguiente, se llama milagro a aquellas cosas que son hechas por Dios fuera del orden de las cusas conocidas por nosotros. (Cf, 1 105, 7) Y ¿Qué hay de las virtudes, signos, prodigios y portentos que salen en las Sagradas Escrituras? El angélico doctor contesta de esta manera: “Dos cosas se pueden considerar en los milagros. Una, la obra que se realiza, que es algo que excede ciertamente las fuerzas naturales, y según esto se llaman virtud (del latín virtus, fuerza, poder) Otra, es el motivo por los que los milagros se realizan, que es la manifestación de algo sobrenatural, y en este sentido se llaman señales; y, finalmente, por la grandeza de las obras se denomina portentos y también prodigios. “(Cf. II-II 178,1 ad 3). Pasemos a la definición real: “Milagro es, propiamente, un hecho realizado fuera del orden de la naturaleza. Pero no basta para esto que se haga fuera del orden de una naturaleza en particular; porque entonces, al lanzar una piedra hacia arriba, se haría un milagro, puesto que esta fuera del orden de la naturaleza de la piedra, que tiende siempre hacia abajo, se entiende por milagro aquello que se efectúa fuera de toda naturaleza creada. (O suspensión total de la naturaleza de la cosa) Manifiestamente, esto no puede hacerlo más que Dios, porque cualquier cosa que haga el ángel o cualquier otra criatura con su propia virtud, cae dentro de la naturaleza creada, y, por lo tanto, no es milagro. Es, pues, evidente, que solo Dios puede hacer milagros” (Cf, I 110, 4). (Santo Tomas hace esta reserva muy oportunamente, pues, como es sabido, Dios puede usar como instrumento para hacer los milagros a cualquiera de sus criaturas; Ángeles (no demonios), hombres o incluso animales como el caso de la burra de Balam. Pero, en estos casos, la criatura no obra por su propia virtud, sino por la virtud de Dios, quien la utiliza como simple instrumento para realizar el milagro) (Cf. 105, 7 ad 2.) En consecuencia y a manera de conclusión, el milagro tiene como cusa eficiente únicamente al mismo Dios y a nadie más.



Propiedades del milagro (División del milagro)

San Agustín señala muy bien las propiedades principales del milagro, “Se trata de un hecho excepcional, arduo, que excede las fuerzas de la naturaleza y es contrario a lo que ella esperaba. (Cf San Agustín, De útil, cred-c 16: ML 42-90) Nada mejor para nuestro estudio que recurrir al angélico doctor explicando lo de San Agustín: “Nada puede llamarse milagro por comparación al poder divino, porque cualquier hecho, comparado con el poder de Dios, es insignificante, según aquello de Isaías: “son las naciones como gota de agua en el caldero, como un grano de polvo en la balanza” (Is 40, 15). Sino que, al llamar milagro a una cosa, se entiende por comparación al poder de la naturaleza, al cual excede. Y así, cuanto más exceda este poder, tanto mayor es el milagro. Ahora bien: de tres modos puede exceder un hecho el poder de la naturaleza:

a) En cuanto a substancia de lo hecho; por ejemplo, que dos cuerpos coexistan simultáneamente en un mismo lugar, o que el sol retroceda, o que el cuerpo humano sea glorificado, lo cual de ningún modo puede hacerse por la naturaleza. Y estos son los mayores entre todos los milagros.

b) Excediendo el poder de la naturaleza; no por lo que ha sido hecho, sino por el sujeto en que se hace; por ejemplo, la resurrección de un muerto, el recobrar la vista un ciego y otros hechos parecidos. Puede, en efecto, la naturaleza producir la vida, pero no en un cuerpo muerto; puede dar la vista, pero no en un ciego. Y estos hechos ocupan el segundo lugar entre los milagros.

c) Por último, puede rebasar el poder de la naturaleza, en cuanto al modo y orden de obrar, por ejemplo, al curarse repentinamente de la fiebre por virtud divina, sin el uso del proceso de la medicina o remedios naturales usados en tales casos; o al deshacerse súbitamente en lluvia la atmósfera por virtud divina sin causas naturales, como sucedió por las oraciones de Samuel (1 Rey 18,45). Y estos ocupan el ínfimo lugar dentro de los milagros. Hay, además, dentro de cada uno de estos tres géneros, diversos grados, según que cada caso exceda el poder de la naturaleza” (Cf. 1 105, 8)

CONTINUARA…
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Fuentes:
Santo tomas de Aquino suma teológica
Antonio Royo Marin O. S. D.

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