SAN PEDRO Y JESUCRISTO
3. No se temen lo suficiente
los funestos efectos de esta desconfianza, de estas turbaciones, de esta
tristeza y de estas agitaciones, que pueden con rapidísimos progreso causar
grandes destrozos. En pocos días se adelanta mucho y, desgraciadamente, varios
años son necesarios para remediarlo lo que puede desencadenar en una verdadera
desesperación y persuadirnos de que estamos abandonados y desechados por Dios
para siempre y los consejos de los más hábiles directores no pueden remediarlo.
X. Esta tentación es más peligrosa al fin de nuestras
vidas.
1. Esta tentación de un temor y desconfianza
excesiva se hace más fuerte y violenta al fin de la vida: porque, en ese
momento, todas las circunstancias la fortifican y el demonio sabiendo que le
quedan pocos instantes y el tiempo urge, no deja de aprovecharlos y redoblar
sus esfuerzos. Se aprovecha ventajosamente del desaliento ordinario en que esta
el alma y el cuerpo en aquella hora, para atiborrar la imaginación de tristes
ideas, y cubrir el entendimiento de espesas nubes. Representa con viveza, que
es cosa horrible caer en las manos de un Dios vivo, presentarse dentro de unos
instantes en el tribunal de un supremo juez de vivos y muertos. Les pone
delante de sus ojos la espantosa imagen de una eternidad abrasadora, el abuso
de las gracias de Dios, la memoria de tantos pecados, por los cuales se ha
merecido el ser precipitado a aquellos estanques de fuego y de azufre, para ser
atormentado en ellos por los siglos de los siglos.
2. Es fácil comprender cuan terrible y
peligroso es semejante tentación en aquellos últimos instantes, para las
personas que toda la vida han estado gobernadas por un temor y desconfianza
excesiva. ¿Y cómo pueden despojarse de esta tentación temible estas almas,
cuando tantas veces se experimenta que aquellas mismas que no estuvieron
sujetas durante sus vidas a esta timidez, se ven algunas veces trastornadas al
acercarse la muerte no obstante de ver en ellos, hasta entonces, tanta virtud,
confianza y amor?
3. El mismo demonio hace que sea motivo de
escándalo ordinariamente contra la virtud esto mismo, persuadiendo a los malos
cristianos, que para morir bien no es tan importante, como se dice, vivir
practicando fiel y constantemente todas las virtudes; pues los mismos que
vivieron practicándolas con fidelidad no adquieren con su devoción y todas sus
virtudes más fortaleza para alejar de ellos los espantos de una muerte próxima,
en la que también se les ve tan turbados como los demás. El demonio también les
hace mirar, como puras ideas faltas de solidez, aquellas grandes máximas de la
religión cristiana: que la muerte es para los justos el fin de la miseria, de
su destierro y el principio de su bienaventuranza; que ellos han recibido ya
las primicias del Espíritu Santo, para suspirar por el cumplimiento de la
adopción de los hijos de Dios y verse libres de su cuerpo: deseando y como
adelantando el advenimiento glorioso del gran Dios nuestro Salvador Jesucristo:
deseando y como adelantando con su anhelo el advenimiento del día del Señor;
estando siempre prontos para salirle al encuentro cuando Él venga a las bodas y
abrirle luego que llame a la puerta ; mirando con gozo la cercanía del último
día, persuadidos que su perfecta redención se aproxima. Así es como los miedos
que manifiestan algunas personas devotas en sus enfermedades son perjudiciales
a la misma devoción y dan al demonio ocasión para desacreditarla, y disminuir
su estimación y aprecio en el concepto de muchos cristianos.
XI. El espíritu de pusilanimidad y desconfianza es
injurioso a Dios, que nos lo ha prohibido expresamente.
1. Nuca se podrá advertir lo suficiente a
las almas devotas sobre el peligro y la importancia para estar alerta contra el
espíritu de pusilanimidad, no abandonándose a la desconfianza y a la tristeza,
sino conservando en todo tiempo y todas las circunstancias una viva confianza
en la bondad de Dios, una paz y un gozo santo. No sin razón el Espíritu Santo
sobre esto nos ha advertido como cien veces en las Sagradas Escrituras, para
obligarlas a que en esto pongan una atención muy particular. A Dios no se le
honra con la desconfianza, la turbación y el decaimiento del espíritu: todo
esto ofende e injuria su bondad, nos aleja de Él y aleja de nosotros sus
auxilios. Por estos temores y desconfianzas Dios permite que caigamos en aquellos
males que tememos y no sería así teniendo una entera confianza en su
misericordia.
2. S. Pedro camino con
seguridad sobre las olas del mar agitado por una gran tempestad, mientras
considero la bondad y el poder de Jesucristo a quien quería llegar; y comenzó a
hundirse en el agua, sino cuando, aterrado por la violencia de los vientos,
empezó a temblar y a faltarle la confianza. Oh hombre de poca fe y confianza,
¿por qué has dudado? Desgraciados a aquellos a quienes les falta el ánimo, que
no se fían de Dios y por tanto no les protege. Luego nuestra principal
obligación es desterrar esta pusilanimidad y esta desconfianza, pues son la
causa de nuestras caídas y nuestras desgracias: porque también son la causa que
Dios nos deje de proteger, y afirmarnos cada vez más en la esperanza, manantial
de la paz y el gozo del corazón y de todo género de bienes. Vosotros los que
teméis al Señor, esperad en Él, y os hará misericordia y su misericordia será
vuestro gozo. El que adora y sirve a Dios con gozo, será bien recibido de Él y
su oración subirá hasta las nubes. Regosijaos en el Señor, y Él os dará todo lo
que vuestro corazón pidiere. La paz y el gozo del corazón es la vida del hombre
y un tesoro inagotable de santidad.
Al contrario, la tristeza del
corazón es una llaga universal: porque derrama el tedio y la amargura sobre
todas las acciones, cubre el entendimiento de pensamientos e imágenes oscuras,
se opone a la confianza y amor de Dios, a la ternura, a la compasión y al
sufrimiento del prójimo: ella excita la cólera, la impaciencia, el odio, la
envidia destruye hasta la misma salud del cuerpo y, finalmente es una llaga
universal, como se dijo más arriba. No abandones, pues, tu alma a la tristeza,
y no te aflijas a ti mismo con la agitación de tus pensamientos.
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