martes, 31 de marzo de 2020

Después de Siria, ¿quién será el nuevo objetivo?‎ (Continuación y final)




En 2017, el presidente del gobierno regional kurdo en Irak, Massud Barzani, organizó un ‎referéndum tendiente a proclamar la independencia del Kurdistán iraquí. Irak, Siria, Turquía e Irán ‎comprendieron de inmediato que el Pentágono –volviendo a su plan inicial– se disponía a crear ‎un «Kurdistán libre» amputando sus territorios respectivos y decidieron hacer fracasar el ‎proyecto. En 2019, el PKK/YPG kurdo anunció que estaba preparándose para proclamar la ‎independencia del territorio sirio que la prensa occidental denomina como «Rojava». ‎Sin demora, Irak, Siria, Turquía e Irán se concertaron nuevamente. Turquía invadió «Rojava», ‎expulsando de allí al PKK/YPG, sin que el ejército sirio ni las fuerzas rusas reaccionaran ‎en contra. ‎
Más tarde, el estado mayor turco estimó que el Pentágono, habiendo renunciado ‎momentáneamente a destruir Siria, debido a la presencia rusa en ese país, se disponía ahora a ‎destruir el Estado turco. Para tratar de alejar esa posibilidad, la cúpula militar turca trató de ‎reactivar la «guerra sin fin» en Libia –o sea, lejos de Turquía– y de amenazar a los países ‎miembros de la OTAN con las peores calamidades: un tsunami de subversión migratoria para la ‎Unión Europea y, para Estados Unidos, una guerra con Rusia. Así que Ankara abrió a los ‎migrantes la frontera de Turquía con Grecia y agredió a las fuerzas de Rusia y de Siria en Idlib, ‎donde esas fuerzas estaban bombardeando a los yihadistas de al-Qaeda y de Daesh atrincherados en esa ‎gobernación siria. Eso es lo que estamos viviendo en este momento. ‎
Este es el mapa que rectifica el proyecto estadounidense de “rediseño del ‎Medio Oriente ampliado”, publicado por la periodista Robin Wright.
El Protocolo Adicional de Moscú
‎En febrero de 2020, el ejército turco infligió bajas a las fuerzas rusas y sirias mientras que ‎el presidente turco Erdogan llamaba constantemente por teléfono al presidente ruso Putin para ‎aliviar con una mano la tensión que alimentaba con la otra. ‎
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, se comprometió a contener los apetitos ‎del Pentágono si Turquía ayudaba a reactivar la ‎«guerra sin fin»‎ en Libia, país dividido en ‎un millar de tribus que se enfrentan entre sí alrededor de dos líderes principales, ambos agentes ‎de la CIA: el presidente del Consejo Presidencial, Fayez al-Sarraj, y el comandante del Ejército ‎nacional, Khalifa Haftar.‎
La semana pasada el enviado especial del secretario general de la ONU para Libia, Ghassan ‎Salamé, fue invitado a presentar su dimisión «por razones de salud». El profesor Salamé hizo ‎lo que se le había instruido, aunque sin dejar por ello de expresar su descontento en una ‎conferencia de prensa. Para respaldar a al Sarraj, se constituyó un eje, con la Hermandad ‎Musulmana, alrededor de Qatar y Turquía. Para apoyar a Haftar, se creó una segunda coalición ‎en la que participan Egipto y Emiratos Árabes Unidos, pero también Arabia Saudita y Siria. ‎
Esto constituye el gran regreso de Siria a la escena internacional, con la aureola de sus 9 años de ‎resistencia victoriosa ante la Hermandad Musulmana y Estados Unidos. El 4 de marzo ‎se abrieron, por todo lo alto, una embajada libia en Damasco y una embajada de Siria ‎en Bengazi. ‎
Por otro lado, la Unión Europea, después de haber condenado solemnemente el «chantaje ‎turco» sobre el tema de los refugiados, envió la presidente de la Comisión Europea a observar el ‎flujo de refugiados en la frontera greco-turca mientras que el presidente del Consejo Europeo era ‎enviado a Ankara para tantear el terreno con el presidente Erdogan. Este último confirmó que ‎es posible llegar a un arreglo si la Unión Europea se compromete a defender «la integridad ‎territorial» de Turquía. ‎
Moscú planeó cuidadosamente la “coreografía” de la rendición turca: la delegación de Turquía ‎estuvo de pie todo el tiempo, teniendo a sus espaldas una estatua de la emperatriz Catalina la Grande, para recordar que Rusia ya estaba presente en Siria en el siglo XVIII. El presidente Erdogan está sentado con el presidente Putin y detrás de ellos puede verse un reloj conmemorativo de la victoria de Rusia ‎sobre el Imperio Otomano.
Fue sobre esa base que el presidente ruso Vladimir Putin recibió en el Kremlin al presidente turco ‎Recep Tayyip Erdogan, el 5 de marzo. Primero tuvieron una reunión, con participación restringida, de 3 horas de ‎duración y dedicada a las relaciones con Estados Unidos. Rusia se comprometió a proteger la ‎República de Turquía de una posible partición, a condición de que Turquía firmara y pusiera en ‎aplicación un Protocolo Adicional sobre la Estabilización de la Situación en la Zona de Desescalada ‎de Idlib [2]. ‎
Una segunda reunión, también de 3 horas pero abierta a los ministros y consejeros, se dedicó a la ‎redacción de ese texto, que prevé la creación de un corredor de seguridad de 12 kilómetros ‎de ancho alrededor de la autopista siria M4, corredor que será vigilado conjuntamente por las ‎dos partes. Eso significa que Turquía retrocede hacia el norte de la autopista, que se abre ‎nuevamente a la circulación, y que Turquía “pierde” la ciudad de Jisr-el-Chogur, bastión de los ‎yihadistas en suelo sirio. Pero lo más importante es que Turquía tendrá que aplicar por fin el ‎memorándum de Sochi, en el cual se comprometía a respaldar solamente la oposición armada ‎siria –presuntamente democrática y no islamista– y a combatir a los yihadistas. El hecho es que la ‎‎«oposición armada democrática» es una leyenda inventada por la propaganda británica. ‎De hecho, Turquía tendrá que optar entre liquidar a los yihadistas por sí misma o seguir trasladándolos de Idlib (en Siria) hacia Yerba (en Túnez) para enviarlos finalmente a Trípoli ‎‎(en Libia), como había empezado a hacerlo en enero. ‎
Además, el 7 de marzo, el presidente Putin se puso en contacto con el ex presidente de ‎Kazajastán, Nursultán Nazarbayev, para estudiar con él la posibilidad de desplegar en Siria ‎‎«chapkas azules» kazajos, bajo los auspicios de la Organización del Tratado de Seguridad ‎Colectiva (OTSC). Esa opción ya se había planteado en 2012. Los soldados kazajos presentan la ‎ventaja de ser de confesión musulmana, mientras que los rusos son cristianos ortodoxos. ‎
En Riad se piensa que el Pentágono ha activado ahora la variante de arremeter contra Arabia ‎Saudita –en vez de hacerlo contra Turquía– a pesar de las astronómicas compras de armamento ‎estadounidense que el presidente Trump impuso al reino a cambio de la protección de ‎Washington. El Pentágono ya se había planteado la disección de Arabia Saudita en 2002 ‎‎ [3].‎
El palacio real de Riad fue blanco de varios misiles esta semana. El príncipe Mohamed ‎ben Salman (de 34 años y conocido como «MBS») ordenó el arresto de varios príncipes ‎y generales entre los que se hallan su tío, el príncipe Ahmed (de 70 años), y el príncipe ‎Mohamed ben Nayaf (de 60 años), quien fue heredero designado del trono saudita hasta que ‎el rey Salman decidió transferir ese título a su hijo MBS. La provincia saudita de Qatif, de ‎población chiita y donde varias ciudades ya han sido arrasadas, fue aislada del resto del reino. ‎Nadie cree las explicaciones oficiales que hablan de disputas de sucesión y coronavirus [4]. ‎
Thierry Meyssan
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[1] «Hice 33 años y 4 meses de servicio de servicio activo y, durante todo ese ‎periodo, pasé la mayor parte del tiempo haciendo de matón para el mundo de los negocios, para ‎Wall Street y para los banqueros. En resumen, yo era un extorsionista, un gánster al servicio del ‎capitalismo. Ayudé a que México, sobre todo la ciudad de Tampico, fuese un lugar seguro para los ‎grupos petroleros estadounidenses, en 1914. Ayudé a convertir Haití y Cuba en lugares ‎convenientes para que los hombres de la National City Bank pudieran obtener ganancias. Ayudé a ‎la violación de media docena de repúblicas de América Central en beneficio de Wall Street. Ayudé ‎a limpiar Nicaragua para el banco estadounidense Brown Brothers, de 1902 a 1912. Llevé luz a la ‎República Dominicana en provecho de las empresas azucareras estadounidenses, 1916. ‎Puse Honduras en manos de las empresas estadounidenses productoras de fruta, en 1903. ‎En China, en 1927, ayudé a que la Standard Oil pudiera hacer sus negocios en paz.», escribió ‎el general Smedley Butler en su libro War Is a Racket, Smedley Butler, Feral House, 1935.
[3] "Taking Saudi out of Arabia", Powerpoint de ‎Laurent Murawiec para una reunión del Defense Policy Board (10 de julio de 2002).
[4] “Two Saudi Royal Princes Held, Accused of Plotting a Coup”, Bradley Hope, Wall Street Journal; “Detaining Relatives, Saudi Prince Clamps Down”, David Kirkpatrick & Ben Hubbard, The New Yok Times, March 7, 2020.


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