jueves, 23 de mayo de 2019

Presencia de Satán en el mundo moderno



Nuestro punto de partida Después de los muchos relatos que hemos hecho, tanto de casos de infestación diabólica, cuanto de casos de posesión, estamos ya en situación de rechazar ciertas aseveraciones que han pretendido pasar por científicas. No hace mucho tiempo, era mal visto creer en la existencia real del Demonio y en su acción en el mundo. Daremos un ejemplo típico de los desprecios de lo que se llamaba la ciencia, con respecto a la enseñanza de la teología religiosa.
Nada más cortante, como vamos a verlo, pero en nuestra opinión, nada más estrecho y más falso.
Un médico, el doctor Legué, publicó en 1884 un libro intitulado Urbain Grandier y las posesas de Loudun, y no vaciló en proclamar en forma perentoria: "La ciencia ha sacudido hoy en día el yugo de la teología; no admite ya recurrir a las influencias diabólicas o divinas. . . Hace ya mucho tiempo que maestros ilustres estudian esas singulares afecciones neuropáticas que pasaban antaño por enfermedades sobrenaturales.
Gracias a sus trabajos, a la impulsión que ellos han dado a las investigaciones contemporáneas, Satán, el ser imaginario, ha desaparecido completamente; el campo pertenece sin discusión a la realidad científica. Los histéricos, como todos los otros enfermos, son cosas de médico y no del sacerdote o del monje exorcista..." 1
Pero la opinión del doctor Legué no es ya la de todos los médicos.
Mucho más cerca de nosotros, un psiquiatra de renombre, el profesor Jean Lhermitte, que acaba de morir (febrero de 1959), ha emitido un pensamiento muy diferente, en la revista Ecclesia de octubre 1954, bajo el título sugestivo: ¿Los posesos son locos? Escribe categóricamente:
"Por más que el espíritu científico y crítico haya disipado muchas nubes y arruinado innumerables mitos, no es menos cierto que en nuestro mundo moderno el número de posesos demoníacos es considerable.
Y fundo esta afirmación sobre una larga experiencia personal Está, pues, permitido creer en el Diablo, creer en las infestaciones, creer en los hechos de posesión, sin que la ciencia más exigente tenga por qué elevar una objeción.
Para un católico Satán es Alguien. Satán no es una abstracción, una invención imaginaria, un personaje de ficción, un artificio de novela. Satán no es tampoco el nombre mítico puesto por la ignorancia a enfermedades nerviosas que sólo tienen que ver con la medicina y nada tienen que ver con la teología.
Pero, no lo olvidemos, los hechos espectaculares que hemos presentado no son lo esencial de la acción del Demonio entre los hombres.
Podemos comparar los hechos de posesión a manifestaciones análogas, en sentido contrario; a las apariciones de la Virgen o de los santos.
Estas apariciones tienen su razón de ser para sacudir las almas y reavivar la fe. Pero la acción de Dios, de la Virgen y de los santos, su acción íntima, profunda, cotidiana, o para decirlo mejor, incesante por la gracia, es infinitamente más importante. Igualmente el hecho de la presencia de Satán en las instituciones, en las costumbres, en la vida humana, individual, familiar, nacional e internacional, tal como querríamos tratar de describirla, es una cosa mucho más vasta, más grave, más temible para todos nosotros. Que una pobre mujer sea poseída y que esté sometida por el Demonio a toda suerte de bromas groseras del estilo de las que acabamos de relatar, es muy afligente para ella y muy impresionante para nosotros, pero que naciones enveras estén, en cierto modo, bajo el yugo del Demonio, al punto de sufrir una especie de posesión colectiva, como parece indudablemente que ocurre ante nuestros ojos, ¡es infinitamente más aterrador y eso puede tener consecuencias temibles de otra manera!
Nuestros medios de discernimiento
Pero si tenemos señales, indicadas en el Ritual, para distinguir una verdadera posesión de una neurosis, con la cual, por otra parte, puede muy bien conjugarse, ¿es posible que sea lo mismo para lo que acabamos de llamar posesión colectiva? Es difícil decirlo. Estamos aquí librados a nuestras conjeturas. El Ritual no nos ofrece exorcismos para las naciones; ni para la humanidad entera. Sin duda el hecho de que un papa tan inteligente como León XIII haya creído deber agregar en cada misa privada un exorcismo caracterizado por su invocación a San Miguel, indica que él creía en infestaciones demoníacas particulares de nuestro tiempo. ¿Sobre qué fundaba este pensamiento? ¿Cómo discernir la presencia de Satán en el seno de nuestro mundo moderno? Todo el asunto está ahí.
Dos escollos hay que evitar en la solución que vamos a aportar.
El primero sería el de ver tanto a Satán por todas partes que las responsabilidades humanas queden arruinadas. Y el segundo, de no ver a Satán por ninguna parte, bajo el pretexto de que la malicia humana basta para explicar todos los desórdenes de los cuales somos testigos horrorizados.
Los demonios y los hombres pueden muy bien tener su parte en los males de los cuales nos quejamos, sea porque nos amenazan, sea porque ya nos han alcanzado.
Existe un Cuerpo Místico de Cristo y nos halagamos de formar parte de él. Pero hay, o puede haber también, un Cuerpo Místico de Satán que reúne a todas las inteligencias maléficas de la humanidad y del infierno.
En un texto que el Breviario Romano hace leer a los reclutados en las Órdenes, en el primer domingo de Cuaresma, Gregorio el Grande nos dice:
"Indudablemente el Diablo es el jefe de todos los malos —iniquorum— y todos los malos son los miembros de esa cabeza."
Y cita como miembros de ese cuerpo diabólico: Pilatos, los verdugos que crucificaron a Cristo, etc.
A ese paso existen pocos hombres, aún entre los cristianos, que no estén expuestos a ser, una u otra vez, "miembros" de Satán.
Pero el pecado que es retractado tan pronto como se lo comete, el pecado del cual se sabe hacer penitencia, no constituye propiamente hablando una pertenencia de Satán. Es un accidente, un paso en falso, una caída. No podría evitar que sigamos hacia adelante.
El cuerpo místico de Satán está formado por los humanos que se convierten en sus cómplices, que están prontos a seguir sus sugerencias, que viven de acuerdo con sus inspiraciones y sus principios.
Cómo se manifiesta Satán
Abordemos el problema más ajustadamente. ¿En qué reconocemos, sobre todo, la presencia de Satán? Es al Evangelio, fuente de toda claridad para nosotros, que conviene preguntárselo.
Jesucristo ha dicho sobre Satán cierta cantidad de cosas que debemos reunir y meditar.
Hablando a los fariseos que no cesaban de acosarlo, dijo un día: "Vosotros tenéis por padre al diablo, y deseáis cumplir los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla la mentira, habla de su cosecha, porque es mentiroso y padre de la mentira.'* (Juan, VIII, 44.) ¿Acaso esto no está suficientemente claro?


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