LA ANUNCIACIÓN
42. —En cuarto lugar, es menester que el hombre comunique la palabra
de Dios a los demás, advirtiendo, predicando e inflamando. Dice el Apóstol en
Efesios 4, 29: "No salga de vuestra boca palabra dañosa,
sino la que sea buena para edificar". Y en Colos. 3, 16: "La palabra de Dios habite en
vosotros en abundancia, con toda sabiduría, enseñándoos y amonestándoos unos a otros". Y asimismo en Tim 4, 2: "Predica
la palabra, insiste oportuna e inoportunamente, reprende, exhorta, amenaza con
toda paciencia y doctrina".
43. —Por último, debemos llevar a la práctica la palabra de Dios.
Santiago I, 22: "Sed ejecutores de la palabra, y no tan
sólo sus oyentes, engañándoos a vosotros mismos".
44. —Estas cinco cosas las observó por su orden la Santísima Virgen
al engendrar al Verbo de Dios. En efecto, primero escuchó: "El Espíritu
Santo descenderá sobre ti" (Luc I, 35); en segundo lugar, consintió
gracias a la fe: "He aquí la esclava del Señor" (Luc I, 38); en
tercer lugar, le tuvo y llevó en su seno; en cuarto lugar, lo dio a luz; en quinto
lugar, lo nutrió y amamantó, por lo cual canta la Iglesia: "Al
mismo rey de los Ángeles la sola Virgen lo amamantaba con su pecho lleno de
cielo".
Artículo 3
QUE FUE CONCEBIDO DEL ESPÍRITU
SANTO Y NACIÓ
DE LA VIRGEN MARÍA
45. —No solamente es necesario creer en el Hijo de Dios, como está
demostrado, sino que es menester creer también en su encarnación. Por lo cual San Juan, después de haber
dicho muchas cosas sutiles y difíciles (sobre el Verbo), en seguida nos habla
de su encarnación en estos términos (Jn I, 14): Y el Verbo se hizo carne.
Y para que podamos captar algo de esto,
propondré dos ejemplos.
Es claro que nada es tan semejante al Hijo
de Dios como el verbo (la palabra) concebido en nuestra mente y no proferido.
Ahora bien, nadie conoce el verbo mientras permanece
en la mente del hombre, si no es aquel que lo concibe; pero es conocido al ser
proferido. Y así, el Verbo de Dios, mientras permanecía en la mente del Padre
no era conocido sino por el Padre; pero ya revestido de carne, como el verbo se
reviste con la voz, entonces por primera vez se manifestó y fue conocido.
Baruc (3, 38): "Después
apareció en la tierra, y conversó con los hombres".
El segundo ejemplo es éste: por el oído se
conoce el verbo proferido, y sin embargo no se le ve ni se le toca; pero si se
le escribe en un papel, entonces sí se le ve y se le toca. Así, el Verbo de
Dios se hizo visible y tangible cuando en nuestra carne fue como inscrito; y así
como al papel en que está escrita la palabra del rey se le llama palabra del
rey, así también el hombre al cual se unió el Verbo de Dios en una sola
hipóstasis, se llama Hijo de Dios, Isaías 8, I: "Toma un gran libro, y escribe
en él con un punzón de hombre"; por lo cual los santos apóstoles dijeron (acerca de Jesús): "Que
fue concebido del Espíritu Santo, y nació de la Virgen María".
46. —En esto erraron muchos. Por lo cual los Santos Padres, en otro
símbolo, en el Concilio de Nicea, añadieron muchas precisiones, en virtud de
las cuales son destruidos ahora todos los errores.
47. —En efecto, Orígenes dijo que Cristo nació y vino al mundo para
salvar también a los demonios. Por lo cual dijo que todos los demonios serían salvos al fin del
mundo. Pero esto es en contra de la Sagrada Escritura.
En efecto, dice San Mateo (25, 41): "Apartaos
de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles". Por lo cual, para rechazar esto se agrega: "Que
por nosotros los hombres (no por los demonios) y por nuestra salvación". En lo cual aparece mejor el amor que Dios
nos tiene.
48.—Fotino ciertamente consintió en que Cristo nació de la
Bienaventurada Virgen; pero agregó que El era un simple hombre, que
viviendo bien y haciendo la voluntad de Dios mereció venir a ser hijo de Dios,
como los demás santos. Pero contra
esto Jesús dice en Juan (Jn, 38): "Yo he bajado del cielo, no
para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió". Es claro que del cielo no habría descendido
si allí no hubiese estado; y que si fuese un simple hombre, no habría estado en
el cielo.
Por lo cual, para rechazar ese error se
añade: "Descendió del cielo".
49. —Maniqueo, por su parte, dijo que ciertamente el Hijo de Dios
existió siempre y que descendió del cielo; pero que no tuvo carne verdadera,
sino aparente. Pero esto es falso. En efecto, no convenía que el doctor de la verdad
tuviese alguna falsedad. Y por lo mismo, puesto que ostentó verdadera carne,
verdaderamente la tuvo.
Por lo cual dijo en San Lucas (24, 39): "Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y
huesos como veis que yo tengo". Por lo cual, para rechazar dicho error, agregaron (los Santos
Padres): "Y se encarnó".
50. —Por su parte, Ebión, que fue de origen judío, dijo que Cristo
nació de la Santísima Virgen, pero por la unión de un varón y del semen viril.
Pero esto es falso, porque el Ángel dijo (Mt I, 20): "Lo
concebido en ella viene del Espíritu Santo". Por lo cual los Santos Padres, para
rechazar dicho error, añadieron: "del Espíritu Santo".
51. —Valentino, por su parte, confesó que Cristo fue concebido del
Espíritu Santo; pero pretendió que el Espíritu Santo llevó un cuerpo celeste, y
que lo puso en la Santísima Virgen, y que ése fue el cuerpo de Cristo: de modo
que ninguna otra cosa hizo la Santísima Virgen, sino que fue su receptáculo.
Por lo cual aseguró que dicho cuerpo pasó por la Bienaventurada Virgen como por
un acueducto. Pero esto es falso, pues el Ángel le dijo a Ella (Lc I, 35): "El
Santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios". Y el Apóstol dice (Gal 4, 4): "Al
llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer". Por lo cual añadieron: "Y nació de la Virgen María".
52. —Arrio y Apolinar dijeron que ciertamente Cristo es el Verbo
de Dios y que nació de la Virgen María; pero que no tuvo alma, sino que en el
lugar del alma estuvo allí la divinidad. Pero esto es contra la Escritura, porque
Cristo dijo (Jn 12, 27): "Ahora mi alma está turbada", y también en Mateo 26, 38: "Triste
está mi alma hasta la muerte". Por lo cual, para rechazar dicho error añadieron: "Y se
hizo hombre". Pues
bien, el hombre está constituido de alma y cuerpo. Así es que muy
verdaderamente Jesús tuvo todo lo que el hombre puede tener, con excepción del
pecado.
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