16. —Pues
bien, debemos creer que este Dios que todo lo dispone y gobierna es un Dios
único. La razón es que la disposición de las cosas humanas está bien ordenada
cuando la multitud se halla regida y gobernada por uno solo. En efecto, una
multitud de jefes provoca generalmente disensiones entre los subordinados.
Y como
el gobierno divino es superior al gobierno humano, es evidente que el mundo no
está regido por muchos dioses sino por uno solo.
17. —Sin
embargo, hay cuatro razones por las que los hombres son inducidos a tener
muchos dioses.
La
primera es la flaqueza * del entendimiento humano.
Porque
hombres de flaco entendimiento, incapaces de elevarse por encima de los seres
corporales, no creyeron que hubiese algo más allá de la naturaleza de los
cuerpos sensibles, y en consecuencia, entre los cuerpos tuvieron por
preeminentes y gobernantes del mundo a los que les parecieron más bellos y
dignos de todos, y les atribuían y consagraban un culto divino: y de éstos son
los cuerpos celestes, a saber el sol, la luna y las estrellas. Pero a éstos les
ocurrió lo que a uno que fue a la corte de un rey: queriendo ver al rey, se imaginaba
que cualquiera bien vestido o cualquier funcionario era el rey. De estas gentes
dice la Sabiduría, 13, 2: "Al sol y la luna y la bóveda estrellada los
consideraron como dioses que rigen el mundo". E Isaías, 51,6,
dice: "Alzad
a los cielos vuestros ojos, y contemplad abajo la tierra, pues los cielos como
humareda se disiparán, la tierra como un vestido se gastará, y sus moradores
perecerán igualmente: pero mi salvación por siempre será, y mi justicia no
tendrá fin".
18. —En
segundo lugar proviene de la adulación de los hombres. En efecto, algunos,
queriendo adular a los poderosos y a los reyes, a ellos les tributaron el honor
debido a Dios, obedeciéndolos y sujetándoseles; y por eso a algunos ya muertos
los hicieron dioses, y a otros aun en vida los declararon dioses. Judit 5, 29: "Sepan todas
las naciones que Nabucodonosor es el dios de la tierra y que no hay otro fuera
de él".
* Literalmente imbecillitas: imbecilidad, flaqueza, debilidad
del entendimiento. (S.A.).
19. —La
tercera causa proviene del afecto carnal a hijos y consanguíneos. En efecto,
algunos, por el excesivo amor a los suyos, les hacían estatuas después de muertos,
y de esto se siguió que a esas estatuas les rindieran culto divino. De éstos
dice la Sabiduría, 14, 21: "O por afecto o por servilismo con los reyes, los hombres
impusieron a piedras y maderos el nombre incomunicable".
20. —En
cuarto lugar por la malicia del diablo. Pues éste desde el principio quiso
igualarse a Dios, por lo cual dijo (Isaías 14, 13): "Pondré mi sede hacia el Aquilón, escalaré
los cielos y seré semejante al Altísimo". Y tal decisión nunca
la ha revocado, por lo cual todo su esfuerzo consiste en hacerse adorar por los
hombres y en que le ofrezcan sacrificios: no es que se deleite en un perro o en
un gato que le sean ofrecidos, sino que se deleita en que a él se le rinda
reverencia como a Dios, por lo cual dijo al mismo Cristo (Mt 4, 9): "Todo esto te
daré sí postrándote me adoras". Por esta misma razón entraban
los demonios en los ídolos y daban las respuestas para ser venerados como
dioses. Salmo 95, 5: "Todos los dioses de las naciones son demonios".
Y el Apóstol dice en I Cor 10, 20: "¡Pero si lo que inmolan los gentiles, lo inmolan a los
demonios, y no a Dios!".
21. —Verdaderamente
son horribles estas cosas, y sin embargo son muchos los que con frecuencia
incurren en estas cuatro causas. Y ciertamente, si no de palabra o con la boca,
con sus hechos demuestran que creen en muchos dioses.
En
efecto, aquellos que creen que los cuerpos celestes pueden constreñir la voluntad
del hombre y que para obrar escogen tiempos determinados, consideran a los
cuerpos celestes como dioses y que dominan a los otros seres, y hacen
predicciones. Jeremías 10, 2: "De los signos celestes no os espantéis como los temen
los gentiles, porque las costumbres de las naciones son vanas".
Asimismo,
todos aquellos que obedecen a los reyes más que a Dios o en aquellas cosas en
que no deben obedecer, los constituyen dioses suyos. Hechos 5, 29: "Se debe
obedecer a Dios antes que a los hombres".
Asimismo
aquellos que aman a sus hijos o a sus parientes
Más
que a Dios, con sus obras manifiestan que para ellos hay muchos dioses. Así
como los que aman la comida más que a Dios. De éstos dice el Apóstol (Fil 3,
19): "Su
dios es su vientre".
También
todos aquellos que se entregan a la adivinación y a los sortilegios creen que
los demonios son dioses, puesto que piden a los demonios lo que sólo Dios puede
dar, a saber, la revelación de alguna cosa oculta o el conocimiento de las
cosas futuras.
En
consecuencia, lo primero que se debe creer es que Dios es tan sólo uno.
22. —Como
ya lo dijimos, lo que primeramente debemos creer es que hay un solo Dios; en
segundo lugar, que este Dios es el creador que ha hecho el cielo y la tierra,
las cosas visibles y las invisibles.
Y
dejando a un lado por el momento razonamientos sutiles, con un ejemplo sencillo
demostremos nuestra proposición: todas las cosas han sido creadas y hechas por
Dios.
Es
claro que si alguien entra a una casa, y al penetrar en ella siente calor, y
conforme va avanzando siente mayor calor, y más y más, pensará que hay fuego adentro,
aun cuando no vea el fuego que produce dicho calor: esto mismo le ocurre al que
considera las cosas de este mundo. Porque encuentra que todas las cosas están
dispuestas según diversos grados de belleza y de nobleza, y cuanto más se
acercan a Dios, más bellas y mejores las haya. He aquí por qué los cuerpos celestes
son más bellos y nobles que los cuerpos inferiores, y las cosas invisibles más
que las visibles.
Por lo
cual debemos creer que todas estas realidades vienen del Dios uno, que da a
cada cosa su existencia y su excelencia.
Sabiduría
13, I: "Vanos
son todos los hombres que ignoraron a Dios y no fueron capaces de conocer por los
bienes visibles a Aquel que es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al
Artífice"; y más abajo, 5: "pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se
puede, por analogía, contemplar a su Creador".
Así es
que como cosa cierta debemos tener que todas las cosas que existen en el mundo,
de Dios vienen.
23. —Sin
embargo, en esta materia debemos evitar tres errores.
El primer error es el de los Maniqueos, que dicen que todas las cosas
visibles han sido creadas por el diablo, y por lo mismo a Dios no le atribuyen
sino la creación de las cosas invisibles. Y la causa de este error es que afirman,
conforme a la verdad, que Dios es el sumo bien y que todas las cosas que
provienen del Bien son buenas; pero no sabiendo discernir qué cosa sea mala y
qué cosa sea buena, creyeron que todas aquellas cosas que de cierta manera son
malas son pura y simplemente malas; y así, según ellos, el fuego, porque quema,
es totalmente malo; y lo es el agua, porque ahoga, y así por el estilo. En consecuencia,
por no ser enteramente buena ninguna de las realidades sensibles, sino en cierto
modo malas y deficientes, dijeron que todas las realidades visibles no son
hechas por el Dios bueno, sino por el dios malo
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