miércoles, 2 de enero de 2019

EL MISTERIO DEL TERCER SECRETO DE FATIMA


No habiendo sido divulgado aún el tercer Secreto de Fátima, se afirma a menudo que, evidentemente, no se puede decir nada acerca de su contenido. Sin embargo, esto no es más que una apariencia. Pues, aunque es verdad que en 1917, cuando fue revelado por la Virgen a los tres pastorcillos de Aljustrel, o en 1944, cuando fue redactado por Sor Lucía, o incluso en 1960, cuando el tercer Secreto debió ser divulgado por el Papa Juan XXIII este último Secreto permanecía absolutamente impenetrable, no lo es hoy.
Desde hace más de cuarenta años los datos ciertos que le conciernen se han multiplicado. Forman hoy un conjunto impresionante de informaciones seguras, a partir de las cuales el historiador puede relatar con precisión toda su historia y descubrir con una casi certeza su contenido esencial.
Tal ha sido mi doble preocupación al escribir mi tercer tomo de "TODA LA VERDAD SOBRE FATIMA", casi enteramente consagrado al misterio de este tercer Secreto. También es esta demostración que vaya intentar presentarles simplificándola mucho. Es difícil recurrir a una obra de 600 páginas, pero espero decir de ella lo suficiente para demostrarles cuán importante es este último Secreto de Nuestra Señora, cómo es el corazón mismo del mensaje de Fátima y por qué es urgente para la salvación de la Iglesia, que por fin sea divulgado según lo ha pedido la Santísima Virgen.

UNA HISTORIA DRAMATICA

Fue en julio-agosto de 1941, en su tercera memoria, que Sor Lucra menciona por primera vez la división del Secreto de Fátima en tres partes distintas: "EL SECRETO COMPRENDE TRES COSAS DISTINTAS, escribe, Y YO REVELARE DOS DE ELLAS".
La primera parte, el "PRIMER SECRETO", es la visión del infierno, tan terrible, y la proposición maravillosa del Corazón Inmaculado de María como soberano remedio ofrecido por Dios a la humanidad, para la salvación de las almas:
"Habéis visto el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. Si se hace lo que voy a deciros, muchas almas se salvarán... ".
La segunda parte, el "SEGUNDO SECRETO", es la gran profecía concerniente a la paz milagrosa que Dios quiere acordar al mundo por la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María y la práctica de la comunión reparadora de los primeros sábados de mes: "Si se escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá, y se tendrá la paz... “Es también el anuncio de terribles castigos si los hombres se obstinan en no obedecer a sus deseos.
En cuanto a la tercera parte, el "TERCER SECRETO", en 1941, Sor Lucía afirmaba "QUE NO LE ERA PERMITIDO REVELARLO DE MOMENTO".
La redacción y la transmisión del Secreto La historia dramática de la redacción de este último mensaje comienza en 1943. La hora de la Providencia había sonado entonces. Sor Lucía vivía en ese momento en el convento de las hermanas Doroteas de Tuy, en España.
En junio de 1943, cae de repente gravemente enferma. Su estado es tan alarmante que Monseñor da Silva, obispo de Leiria, se inquieta: teme que muera antes de haber revelado el tercer Secreto de Nuestra Señora y presiente que eso sería para la Iglesia la' pérdida de una gracia inestimable.
El canónigo Galamba, quien es- amigo V consejero del obispo, le sugiere entonces una idea extremadamente juiciosa: que pida al menos a Sor Lucía escribir el texto del tercer Secreto, que lo coloque en un sobre sellado con cera, y que sería abierto más tarde.
El 15 de septiembre de 1943, Monseñor da Silva se dirige a Tuy y pide a Sor Lucía redactar el Secreto, "si ella quiere". Pero la vidente, sin duda bajo el impulso del Espíritu Santo, no se contenta con esta orden incierta. Pide a su obispo una orden escrita, formal, perfectamente clara.
Esto es muy importante: El último mensaje de la Virgen de Fátima, como ya sus otras peticiones acompañadas de promesas maravillosas, es una gracia inaudita ofrecida por Dios a nuestro siglo XX, para corresponder a sus necesidades más urgentes. Pero aún es necesario que los Pastores de la Iglesia tengan suficiente fe y docilidad a los designios del Cielo para ser los instrumentos de esta efusión de gracias que Dios desea acordar al mundo por la dulce y poderosa mediación de Su Madre Inmaculada. En 1943 Dios quería que fuese el obispo de Leiria quien pidiera a su mensajera la redacción del tercer Secreto.
Finalmente, a mediados de octubre de 1943, Monseñor da Silva se decidió. Escribió a Sor Lucía dándole la orden expresa que ella reclamaba de él. Sin embargo, nuevas dificultades iban a surgir. Sor Lucía experimentó entonces, durante casi tres meses, una misteriosa y terrible agonía. Ella ha contado que cada vez que se sentaba a su mesa de trabajo y tomaba la pluma para redactar el Secreto, se encontraba impedida para ello. Hay que ver en esto sin duda el último desencadenamiento de Satanás contra la mensajera de la Inmaculada, adivinando el malignó qué arma terrible podía ser esta gran profecía, una vez fijada sobre el papel, contra su dominación sobre las almas y su proyecto de infiltrarse hasta el corazón de la Iglesia. Tal prueba de la vidente manifestaba así la, medida del acontecimiento grandioso que iba a cumplirse. La vigilia de Navidad, Sor Lucía confiaba a su director que aún no había podido obedecer la orden dada.
En fin, el 2 de enero de 1944 -esto es muy poco conocido- la Virgen María se apareció de nuevo a Lucía. Ella le confirma que tal era la voluntad de Dios y le da la luz y la fuerza para hacer la redacción pedida.
El 9 de enero, la vidente escribe a Monseñor da Silva: "HE ESCRITO LO QUE VOS ME HABEIS PEDIDO; DIOS HA QUERIDO PROBARME UN POCO, PERO FINALMENTE, ERA SU VOLUNTAD. EL TEXTO ESTA SELLADO EN UN SOBRE.... “El cuidado extremo que toma entonces Sor Lucía para trasmitirlo con toda seguridad a su destinatario, Monseñor da Silva, es una nueva prueba de la importancia excepcional que ella concede a este documento. No quería confiarlo más que a un obispo. Fue Monseñor Ferreira, obispo de Gurza, quien, el 17 de julio de 1944, recibió de manos de Sor Lucía el sobre sellado con cera que tenía el precioso documento. Él lo remitió la misma tarde a Monseñor da Silva.
A propósito de esta transmisión del Secreto a la Jerarquía, hay que subrayar cuatro hechos de la más alta importancia:
1) El destinatario inmediato del Secreto era Monseñor da Silva y él hubiera podido leer lo enseguida. Sor Lucía se lo había dicho de parte de la Santísima Virgen. Desgraciadamente, espantado por la responsabilidad que él iba a deber asumir, no osa, y no quiso tener conocimiento de ello. Prueba entonces de confiarlo al Santo Oficio. . . ¡que rehúsa recibirlo! ¡Obligado, a pesar suyo! a seguir siendo el depositario del Secreto, Monseñor da Silva, el 8 de diciembre de 1945, colocó el sobre de Sor Lucía en otro sobre, sellado también con cera, sobre el cual escribió: "Este sobre con su contenido será remitido a Su Eminencia el cardenal D. Manuel, patriarca de Lisboa, después de mi muerte". . .
Es pues falso, corno se ha repetido tan frecuentemente después de 1960- que el tercer Secreto estaba destinado explícita y exclusivamente al Santo Padre!
2) Es verdad sin embargo varias alusiones de Sor Lucía y un texto explícito del canónigo Fumigao nos lo prueban que la vidente deseaba que el Papa Pío X II tuviera conocimiento de él sin esperar a más. Esto no se hizo y es muy lamentable.
3) Comprobando que Monseñor da Silva se obstinaba en no querer abrir el sobre, Sor Lucía "le hizo prometer, cuenta el canónigo Galamba, que el tercer Secreto sería abierto y leído al mundo a su muerte (la de Lucía) o en 1960, según lo que se produjese primero". Una serie de testimonios que nos dan las declaraciones reiteradas de Sor Lucía permiten establecer este hecho con absoluta certeza.
4) En fin, esta promesa de divulgar el Secreto inmediatamente después de la muerte de Lucía, o en todo caso "a más tardar en 1960", correspondía seguramente a una petición de la misma Virgen María. En efecto, cuando en 1946, el canónigo Barthas pregunta a la vidente por qué es necesario esperar hasta 1960, ésta le responde en presencia de Monseñor da Silva: "Porque la Santísima Virgen así lo quiere".
En una palabra, tenemos todas las pruebas que Dios deseaba,
quería, que el último Secreto de Nuestra Señora sea creído filialmente por los Pastores de la Iglesia y divulgado al pueblo
fiel. Cuando más pronto en 1944. Cuando más tarde en 1960, pues "entonces, decía aún Sor Lucía, llegaría a ser más claro"

2 Op, cit., ch. 11, "Le troisiérne Secret, prerniéres données historiques, 1943-1945" (p. 29-43)
Y "Les destinataires du troisiéme Secret et la date de sa divulgation", (p. 310-319).
Debo aportar aquí una rectificación concerniente a este primer período de la historia del Secreto. Después de las conferencias sobre la época marial (difundidas por Téqui) del Padre Pierre Caillon ha citado (p. 319) el testimonio del arzobispo de Lancino. "Este obispo italiano afirma que en octubre, de 1956, en compañía del nuncio de Madrid de quien era entonces secretario, había visitado al obispo de Coimbra que les había declarado: "Tengo en mi cajón la tercera parte del Secreto de Fátima que Lucía me ha dado. Ella me ha dicho que yo podía leerla, pero no tengo intención de leerla".
Este testimonio, recogido por el P. Caillon en agosto de 1978, es de la más alta importancia, porque dejaba creer que Sor Lucía había escrito el Secreto una segunda vez. Pero el arzobispo de Lancino, interrogado de nuevo con insistencia por el P. Caillon reconoció finalmente estar equivocado

La transferencia a Roma
No puedo detenerme aquí sobre un episodio aún misterioso de la historia del tercer Secreto: en 1957, el Santo Oficio reclama el texto, conservado hasta entonces en el obispado de Leiria. ¿Quién tomó esta iniciativa? ¿Con qué intención? estas preguntas permanecen aún sin respuesta.
Sea lo que sea, a mediados de marzo de 1957, Monseñor da Silva encarga a su auxiliar, Monseñor Venancio, transmitir el precioso documento a Monseñor Cento, entonces nuncio apostólico en Lisboa. Monseñor Venancio suplica a su obispo leer por fin el Secreto y hacer sacar de él una fotocopia antes de expedir el manuscrito a Roma pero el viejo obispo se obstina en su rechazo de hacerlo. Monseñor Venancio, -me lo ha contado él mismo en Fátima el 13 de febrero de 1984-, tuvo que contentarse con mirar el sobre en transparencia. Y pudo ver, en el interior, una pequeña hoja de la cual ha medido el formato exacto. Sabemos así que el tercer Secreto no es muy largo. Probablemente veinte o veinticinco líneas, es decir casi es la misma longitud del segundo Secreto. Esto nos permite rechazar como ciertamente inauténticos varios textos, mucho más largos, que algunos falsarios han querido proponer al público como si fuese el verdadero Secreto.
El 16 de abril de 1957, el sobre sellado llega al Vaticano y fue sin duda colocado casi enseguida por el' Papa en su despacho personal, en un pequeño cofre llevando la mención "Secretum Santi oficii»,
¿Pío XII ha leído el Secreto? Por más sorprendente que esto pueda parecer, es casi seguro que no. Siguiendo al P. Alonso, doy sólidas razones para ello, en particular los testimonios concordantes del cardenal Ottaviani y de Mons. Capovilla, secretario de Juan XXIII: los dos nos afirman que el sobre estaba aún sellado cuando el Santo Padre lo abrió en 1959, un año después de la muerte de Pío XII.
Se comprenden entonces las palabras tan graves que Sor Lucía dirige, el 26 de diciembre de 1957, al Padre Fuentes, postulador de las causas de beatificación de Jacinta y de Francisco:
"La Santísima Virgen está muy triste, pues nadie hace caso de Su mensaje. Ni los buenos, ni los malvados. Los buenos continúan su camino, pero sin hacer caso del mensaje. Yo no puedo dar otros detalles, puesto que es aún un secreto. Sólo el Santo Padre y Monseñor el obispo de Fátima podrían saberlo, por la voluntad de la Santísima Virgen, pero ellos no lo han querido, para no ser influenciados”.
y haber confundido ... iLeiria y Coimbra! iLa escena de la cual había guardado el recuerdo tuvo lugar en el Obispado de Leiria y no en el de Coimbra! y las ideas expuestas habían sido pronunciadas no por Monseñor Ernesto Sena de Oliveira, sino por Monseñor da Silva, que tenía costumbre, en efecto, de responder así a todos los que le preguntaban sobre el tercer Secreto. (Carta del P. Pierre Caillon al Autor, 15 de Enero de 19861.
3 Es lo que la Madre Pascalina Lehnert afirma al periodista Robert Serrou, después de un reportaje fotográfico en el Vaticano el 14 de mayo de 1957 (op, cit., p. 323325).

Pío XII había pues sin duda decidido esperar a 1960. ¡Pero murió el 9 de septiembre de 1958, sin haber leído el Secreto! ¡Qué irreparable daño para la Iglesia que El no haya tomado conocimiento de él desde 1944, o al menos en la primavera de 1957!

S. S. PIO XII
La transferencia a Roma

Al aproximarse 1960, los de más edad se acuerdan de ello, todo el pueblo cristiano esperaba con confianza la divulgación prometida. Particularmente en Portugal. Pero también en Francia, en América, y en otras partes. En 1959 hubo en toda Italia un movimiento de devoción al Inmaculado Corazón de María. Durante varios meses la Virgen de Fátima surcó la Península, atrayendo a sus pies muchedumbres entusiastas y derramando por todas partes maravillas de gracia: fervor extraordinario, milagros deconversión, milagros de las palomas. Y, el 13 de septiembre de 1959, todos los obispos del país consagraron solemnemente a Italia al Corazón Inmaculado de María. Desgraciadamente ese gran ímpetu de piedad hacia Nuestra Señora de Fátima fue, si no explícitamente desaprobado, al menos tan visiblemente ignorado por el Papa Juan XXIII, que su silencio y su frialdad no pudieron pasar inadvertidos.

Juan XXIII lee el Secreto y se niega a divulgarlo Sabemos que el Papa se hizo traer el sobre del tercer Secreto a Castelgandolfo, el 17 de agosto de 1959, por Monseñor Philippe, entonces comisario del Santo Oficio. Observemos que esta transmisión del Secreto al Soberano Pontífice revestía así un carácter oficial y se rodeaba de una cierta solemnidad, dando testimonio del prestigio' que conservaba Fátima en esta época. Juan XXIII no abrió enseguida el sobre. Se contenta con declarar: "me reservo de leerlo con mi confesor". La lectura del Secreto "fue hecha algunos días más tarde, precisa Monseñor Capovilla. Pero a causa de la dificultad provocada por locuciones propias de la lengua, se pide la ayuda del traductor portugués de la secretaría de Estado, Monseñor Paulo José Tavares", nombrado enseguida obispo de Macao. Más tarde, Juan XXIII lo hizo leer al cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio.
Abramos aquí un pequeño paréntesis. Ciertamente, sabemos que corresponde a la Jerarquía juzgar de la autenticidad de las "revelaciones privadas" y de la oportunidad de su divulgación. Pero el caso del Secreto de Fátima es totalmente límpido. En 1960, era evidente que el obispo de Leiria y la Jerarquía portuguesa unánimemente, que los mismos Papas, por numerosos actos públicos de los cuales algunos habían sido muy explícitos, habían ya reconocido oficialmente el origen divino de las apariciones de Fátima, por otra parte probadas más sólidamente que ninguna otra por incontestables profecías y brillantes milagros. Conforme a la petición de la Santísima Virgen, los dos prelados responsables -Monseñor da Silva y el cardenal Cerejeira- se habían comprometido públicamente a divulgar su contenido íntegro, cuando más tarde en 1960. Durante más de quince años, ninguna declaración autorizada había venido a desmentir estas promesas reiteradas, repercutidas en el mundo entero por cardenales, obispos, o expertos de Fátima tan renombrados como el canónigo Galamba, el canónigo Barthas o el Padre Messias Dias Coelho. La revelación de los dos primeros Secretos en 1942, con el asentimiento del Papa Pío XII, constituía, por otra parte, un precedente. Hasta el punto que los fieles estaban en su perfecto derecho de esperar de la Autoridad suprema esta divulgación prometida.
Mas iay!, el 8 de febrero de 1960, se supo de repente, por un simple comunicado de la agencia de prensa portuguesa A.N.I. que el tercer Secreto de Fátima no sería publicado, ¡que aún probablemente jamás sería divulgado! ¿Quién había tomado esta desconcertante decisión? ¿Quién había informado de ella a la agencia? ¡El comunicado del Vaticano, totalmente anónimo, ni siquiera lo indicaba! Y para justificar esta decisión imprevista que tan cruelmente iba a decepcionar a los mejores hijos de la Iglesia, el comunicado del Vaticano no adelantaba más que pretextos inconsistentes, mentirosos, y por otra parte contradictorios. Incluso se terminaba con una perfidia: “Si bien la Iglesia reconoce las apariciones de Fátima, Ella no desea tomar la responsabilidad de garantizar la veracidad de las palabras que los tres pastorcillos dijeron que la Virgen María les había dirigido". *
Así el Vaticano, no solamente hacía suya la posición insostenible del P. Dhanís", sino que iba aún más lejos. ¡Lanzaba públicamente, sin ninguna razón válida, la más infame sospecha sobre la credibilidad del testimonio de Sor Lucía y sobre el conjunto del mensaje de Fátima!
Según Mons. Capovilla, Juan XXIII habría pedido consejo a varios
      
         
S. S. JUAN XXIII

prelados de la Curia. Pero lo que es seguro, es que las autoridades portuguesas responsables fueron odiosamente despreciadas. El 24 de febrero de 1960, el cardenal Cerejeira declara a la prensa: "Afirmo categóricamente que no he sido consultado". Monseñor Venancio intenta lo imposible decidiendo, de su propia iniciativa y sin pedir la autorización a la Santa Sede, de lanzar un llamado a todos los obispos del mundo para organizar el 13 de octubre siguiente una jornada mundial de oración y de penitencia (Carta del 17 de mayo de 1960). Pero el Vaticano hizo oídos sordos. Y nada hizo.
1960 fue verdaderamente un año negro para Fátima. Cuando se vuelve a leer y se analiza el lamentable comunicado del 8 de febrero, o aún más el miserable artículo publicado en junio por el P. Caprile en la "Civilta Cattolice", uno queda asqueado por la masa de incoherencias, de inexactitudes y de mentiras que fueron proferidas entonces, en Roma misma, al respecto de Fátima. Es decir cuán injustificado e injustificable era la decisión de no hacer caso de la voluntad expresa de la Virgen Inmaculada, reina de los Apóstoles, que pedía que su Secreto fuese divulgado en 1960. También seguro que esta decisión hizo un daño inmenso a la causa de Fátima. Se puede decir que fue a partir de esta fecha, después del desprecio del "Secreto de María", que la devoción a la Santísima Virgen comenzo a decrecer de manera sensible, y después alarmante, en el seno mismo de la Iglesia. Más que nunca se aplicaba la palabra de Sor Lucía: "La Santísima Virgen está muy triste, pues nadie hace caso de su mensaje". Y esta falta, es necesario osar decirlo, iba a tener consecuencias incalculables.
Pues despreciando las profecías y peticiones de Fátima, era a la Virgen María, a Dios mismo que se había despreciado, que se había ridiculizado a la faz del mundo. El castigo condicional anunciado por la advertencia maternal de Nuestra Señora iba entonces a cumplirse trágicamente, ineludible...

(*5 Op. cit., (p. 386-391). 6 . Cf. la exposición detallada y la crítica de esta tesis incoherente en mi primer Tomo de "Toute la Vérité sur Fátima", (p. 5-40 Y 73-

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