martes, 14 de agosto de 2018

INTRUCCION A LAS CUESTIONES LXIII Y LXIV DEL PECADO Y CASTIGO DE LOS ANGELES MALOS



3." NATURALEZA DE LOS DEMONIOS
d) Lucha entre ángeles buenos, y malos. La distinción y oposición entre ángeles buenos y malos que aparece en Job (1, 6 s.: 2, 1. s.), donde Satán está entre los hijos de Dios, y en Tobías (3, 8; 8, 3), muestra la existencia de unos y otros ángeles, que Se confirma después en el Nuevo Testamento reiteradamente. Así, en la parábola de la cizaña, el enemigo que siembra es el diablo...; los segadores son los ángeles (MiL 13, 39. 41. 49).
San Judas nos dice qué el arcángel Miguel con el diablo con el diablo contendiendo sobre el cuerpo de Moisés (Iu-dae 9); Y San Juan describe la gran batalla entre los ángeles buenos y los malos: “Hubo una batalla, en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban con ei, dragón y peleó el dragón y sus ángeles y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamado Diablo y Satanás, que extravía a toda la redondez de la tierra, y fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con el precipitados”. “Oí una gran voz en el cielo que decía: …Ay de la tierra y de la mar! Porque descendió el diablo a vosotros animado de gran furor” (Apoc. 12, -10. 12). (13)
e) La oposición del demonio a la persona y doctrina de Cristo. La oposición a su persona se manifiesta cuando el demonio se presenta por primera vez para tentarle en el desierto, lugar que se consideraba como habitación del demonio (Tob, 8, 3; Bar. 4, 35; Mt. 12, 43). Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo...; y acercándose el tentador,.. Llevole entonces el diablo a la ciudad santa... De nuevo le llevó el diablo a, un monte muy alto... Díjole entonces Jesús: "Apártate, Satanás... “Entonces el diablo le dejó y llegaron ángeles y le servían (Mt. 4, 1. 3. 5. 8. 11; Mc. 1, 13; Lc. 4, 2. 3. 6).
San Lucas, por su parte, completa el relato diciendo : Acabado todo género de tentaciones, el diablo se retiró de Él hasta el tiempo determinado(Le. 4, 13), es decir, hasta el momento de la pasión, ya que el mismo demonio fue el inspirador de la traición de Judas, pues según el evangelista: Comenzando la cena, como el diablo hubiese ya puesto, en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo ...  Después del bocado, en el mismo instante entró en él Satanás (Ioan, 13, 2. 27; Lc. 22, 3). Por eso, a los, que, capitaneados por el discípulo traidor, llegan a prender a Jesús, éste les dice: “Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas (Le, 22, 53), pues Dios se había helecho hombre precisamente para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto, es, al diablo (Hebr. 2, 14).
La oposición a la doctrina de Cristo la manifiestan los demonios reiteradamente, proclamándola por boca de los posesos. Así: Hallándose en la sinagoga (de Cafarnaúm) un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar diciendo:  “Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno”  ¿Has venido a perdernos? Te conozco, tú eres el Santo de Dios” (Mc. 1, 23-24; Lc. 4, 33-34.41).
En otra ocasión, en la región de los gerasenos, en cuanto (Jesús) salió de la barca, vino a su encuentro, saliendo de entre los sepulcros, un hombre poseído de un espíritu impuro. Viendo desde lejos a Jesús, corrió y se postró ante El y gritando dice: ¿Qué hay entre ti y mí Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te conjuro que no me atormentes ¡(Me. '5, 2. '6-7; Mit. 8, 28-34; Lc. 8, 26-39).
La obra de Cristo es la justicia y salvación, mientras que la obra del demonio es el pecado. Por eso, el que comete pecado, ése es del diablo... En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos del diablo (1 loan. 3, 8.), y sabemos que todo el nacido de Dios no peca... y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo todo está bajo el maligno (1 rom. 5, 18. 19). 
Uno y otro, Jesús y el demonio, tienen sus huestes y sus partidarios, y hay dos grupos opuestos: el de los hijos de Dios, de la luz, del día, y el de los hijos del diablo, de las tinieblas, de la noche, de Satanás (Act, 26, 18; Col. 1, 13; mph. 5, 7-14; 1 Tesal, 5, 5; 1 Ican, 3, 10 s.), no pudiendo haber acuerdo entre los dos grupos. Porque, como pregunta el Apóstol, ¿qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Q que comunidad entre la luz y las, tinieblas? ¿Qué concordia entre Cristo y Belial? (2 Coro 6, 14-15).

Donde hay maldad mora Satanás (Apoc. 2, 9. 13; 3, 9; 18, 2), el cual estorba el apostolado (1 Thes, 2, 18), incluso haciendo que sean encarcelados algunos, para ser probados (Apoc. 2, 10).

f) Los casos de posesiones diabólicas.-La existencia de los ángeles malos queda también testificada por los muchos casos de posesiones diabólicas narrados en los evangelios.
Muchos fueron, en efecto, los casos en que los endemoniados fueron curados por Cristo (Mt. 8, 16. 28-33; 9, 32-33; 12, 22-30; 17, 18; Mc. 1, 23-34; 3, 11; 5, 1-20; 7, 25-30; 9, 17. 20. 25; 16, 9; Le. 4, 33-36. 41; 6, 18; 7, 21; 8, 12. 126-39; 9, 3>8. 42; 11, 14 -s.), curaciones que los fariseos atribuían a obra del mismo demonio (Mt. 9,34; 12, 22-28; Me. 3, 22-26; Le. 11, 14-26), llamando endemoniado a Jesús (Ioan, 8, 52), como se lo habían llamado a Juan Bautista (Mt. 11, 18; Le. 7, 33; Ioan. 7, 20; 8, 48. 52; 10, 20).

El divino Maestro dio a sus discípulos poder para arrojar también los demonios de los cuerpos de los posesos (Mt. 10, 8; Me. 6, 7; Le, 9, 1), poder que ellos ejercieron reiteradamente (Lc. 10, 17. 20; Act. 5. 16; 8, 7; 16, 16-18: 19, 12-13. 15-16).


4. PECADO DE ALGUNOS ANGELES

Los demonios no han sido malos por naturaleza, sino que fueron creados buenos por Dios. A ellos se aplica cuanto se ha dicho en la cuestión 61 (a. 1)" probando que todos los ángeles, buenos y malos, fueron creados por Dios, el cual vio ser muy bueno cuanto había hecho (Gen. 1, 31).
Son, pues, criaturas de Dios, y San Pablo nos dice que toda criatura me Dios es buena (1 Tim. 4, 4).

Por eso los libros sagrados expresan; su naturaleza igual a la de los otros ángeles cuando indistintamente les llama: también ángeles como a los demás, o cuando al nombrarlos los llama espíritus (véase lugar citado al hablar de los nombres).
Como criatura de Dios es el demonio inferior a Él, y así en el libro de Job aparece pidiendo permiso a Dios su creador, para tentarle (1, 9-12; 2, 4-7).
Mientras los libros apócrifos anteriormente citados, y especialmente el de Enoc, allá por los siglos, 1 y II de nuestra era, componen todo un romance sobre la caída de los ángeles, la Sagrada Escritura es bien parca respecto a este punto y no la narra nunca, no siendo posible, por lo tanto, establecer con sus datos en qué consistió la prueba, si fueron sometidos a alguna; cuánto tiempo permanecieron sin pecar ni en qué consistió el pecado, sin embargo, el hecho del pecado de algunos ángeles lo suponen unas veces los libros sagrados y otras lo afirman explícitamente.
Lo suponen siempre que hablan de la existencia de los ángeles malos, que, al no serlo por naturaleza, han debido hacerse tales por alguna culpa o pecado.
Quizá, en este sentido pueden interpretarse las palabras de Jesús a sus discípulos: Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo (Le. 10, 18); Y las que después escribiría el Apóstol : ¿ No sabéis que hemos de juzgar aun a, los ángeles? les? (1 Coro 6, 3). También parece suponer San Pablo el pecado de los ángeles cuando afirma que Dios, como es sabido no socorrió a las ángeles sino a la descendencia de Abrahán (Hebr. 2, 16).   
Expresamente dice Job que Dios aun en los ángeles halla tacha (4, 18), y el divino Maestro enseñó que el diablo es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba en él cuando habla la mentira habla de lo suyo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira (Ioam, 8, 44).

Expresamente también consta el hecho del pecado de algunos ángeles en el testimonio de San Pedro, cuando afirma: Dios no perdonó a los ángel que pecaron (2 Petr. 2, 4) ; Y San Judas habla de los ángeles que no .guardaron su dignidad y abandonaron su propio domicilio (Iudae 6) .
En qué consistiese el pecado de los ángeles no puede precisarse por las sagradas letras. En la tradición patrística, cuyas corrientes sobre este punto se indicarán más adelante, hubo quienes creyeron ver una clara alusión al primer pecado de los ángeles en el libro de la Sabiduría, cuando dice: Por envidia del diablo entro la muerte en el mundo (Sap. 2, 24).
No hace falta decir que tales palabras se refieren sin duda al pecado del primer hombre, causado por envidia del diablo.





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