A
contra corriente de la tendencia, recién descubro una serie de televisión que
habla del fin del mundo: 'Walking Dead'. La trama nos lleva por las calamidades
objetivas, pero también por los laberintos morales y éticos que han de
enfrentar los seres humanos sometidos a la circunstancia límite en que la vida,
tal cual la conocemos, ha desaparecido.
Pensé
de alguna manera que lo que viven los niños en Gaza al ver las bombas de racimo
desprenderse del cielo, o los habitantes de alguna ciudad Siria gobernada por
el medieval Daesh, o los náufragos africanos que suplican por ayuda para no
morir ahogados en el Mediterráneo, no son muy distintos a los sentimientos de
horror y desesperanza que aparecen en la serie.
No
resultaba sencillo ahondar en esto sin supurar prejuicios más que opiniones
sabiamente fundamentadas. Para evitar la catarsis, busqué con lupa a alguien
que tuviese la misma inquietud. La respuesta apareció a miles de kilómetros y
un mar de distancia.
Jorge
Fernández Gonzalo, finalista del Premio de Ensayo Anagrama 2011, emergía como
una refrescante singularidad dentro del panorama intelectual español. Su libro,
'Filosofía zombi', se convirtió en el lente amplio con el cual era posible
entender mis propias angustias.
Con la
empatía y humildad de quien está acostumbrado a lidiar con rompecabezas
metafísicos, aceptó otorgar una entrevista exclusiva para Sputnik. Su primera
frase fue lacerante: "El apocalipsis ya ha ocurrido".
La metáfora zombi
El
verbo de Fernández Gonzalo está cargado de referencias a Michel Foucault, a
quien identifica como un soporte de su propia obra. Reconoce que su particular
filosofía fue una "travesura académica" que se le ocurrió al querer
relacionar al intelectual francés con George Romero, director de la película
'El amanecer de los muertos vivientes' y precursor del género zombi en el cine.
Por
tanto, Occidente ha optado por empaquetar en 'formatos ficcionales' dicho miedo
para digerirlo. "De ahí salió nuestro interés casi repentino por este
género, que no era para nada novedoso, pero que ahora nos permitía plantearnos
nuevas preguntas", apunta.
José
Negrón Valera: ¿Cómo la filosofía zombi nos sirve para leer la realidad de
nuestro mundo actual? O dicho de otro modo, ¿quiénes son los zombis en nuestro
mundo?
Jorge
Fernández Gonzalo: En nuestra época, es imposible no pensar en el consumismo
desbordado cuando nos planteamos una reflexión sobre el papel de los zombis en
la ficción. El zombi actúa instintivamente, guiado por impulsos, mientras que
la publicidad trata de 'zombificarnos' para que respondamos de manera
automática a sus sugestiones. Nuestra identidad es de naturaleza clientelar;
nos definimos como consumidores, las empresas nos tratan como clientes, nuestra
opinión no tiene una trascendencia política o ética, sino comercial. El sistema
pretende que actuemos como zombis.
JNV:
¿El fenómeno de la inmigración hacia Europa puede ser estudiado desde la
filosofía zombi?
JFG: En
efecto, el zombi actúa también como perfecta metáfora del inmigrante, el otro:
nosotros vivimos acomodados en nuestro mundo particular, y de repente vemos que
este escenario es perturbado por desconocidos que actúan con sus costumbres
particulares, expresiones y lenguajes ajenos, con anhelos, historias y
trayectorias que no coinciden con las nuestras. Quizá la diferencia entre ambos
sea una muy concreta, la referida a los afectos: los zombis carecen de
afectividad, de empatía; los inmigrantes, sin embargo, nos molestan por sus
expresiones de goce particular, por cómo bailan, cómo beben, lo que comen, cómo
se comunican entre sí, por ser ruidosos, joviales, etc. Quizá la metáfora del
zombi sirva para que la xenofobia se normalice: los inmigrantes dejan de ser
personas con trayectorias específicas, y pasan a ser cuerpos deshumanizados,
prácticamente idénticos entre sí.
'El nuevo Leviatán'
Le
confieso a Fernández Gonzalo que me resistí muchos años a ver 'The Walking
Dead', pero que ahora me encontraba obsesionado con ella, especialmente por los
dilemas éticos y morales a los que se enfrentan sus personajes. Creí
conveniente hablarle de cómo me era imposible no ver las series y pensar en las
masacres en México y Colombia,
provocadas por grupos narcoparamilitares.
JNV: ¿Qué
opinión le merece esto?
JFG: El
escenario que planteas está muy alejado de nuestra realidad cotidiana (aquí, en
España, solo podemos ver como ficción todo lo que ocurre en las viñetas o en
las pantallas). Sin embargo, hay muchas otras realidades, como las que tú describes,
en donde no hace falta encender una pantalla para ver 'The Walking Dead'.
El
leitmotiv de la serie es precisamente ese: ¿qué hacer cuando no hay un sostén
moral? Casi parece que nos plantea un problema kantiano, una suerte de brecha o
de inconsistencia que ya existía en la ética del pensador alemán. Para Kant,
existen escenarios en los que la ley ética queda suspendida: si, en una isla
desierta, me topo con otro náufrago y solo tenemos un bote de una plaza para
escapar, no se puede apelar a ninguna ley moral para determinar mis actos.
Moralmente, puedo anteponer mi existencia a la del otro náufrago, y atacarle
hasta que solo quede uno.
En
'The Walking Dead' esta premisa se lleva a su máxima expresión: los Gobiernos
han caído, entonces ¿qué puede sostener mi acto ético? Se trata de una obra
absolutamente hobbesiana: los zombis son el nuevo leviatán. El problema, en
efecto, es que en muchas sociedades actuales se ha perdido el tejido
institucional que sostenía moralmente mis actos.
Sobrevivir al apocalipsis
Como
en toda buena filosofía, la perspectiva de Fernández Gonzalo hace que broten
muchas más inquietudes. Le comento que la noche antes de la entrevista, pude
ver cómo uno de los protagonistas de la serie reflexionaba sobre la posibilidad
o no, de que los sobrevivientes a situaciones tan trágicas, pudiesen
reconstruir sus vidas e incluso sus propias personalidades.
Lo
conecté de inmediato con las guerras civiles o las crueles dictaduras de
derecha en Latinoamérica. Incluso, con las protestas violentas que ocurren en
Nicaragua y las vividas en Venezuela durante los años 2014 y 2017, todas ellas,
pobladas de escenas dantescas.
JNV: ¿Cree
posible que una sociedad se rehaga así misma luego de tal apocalipsis?
JFG: Se
trata de una cuestión muy ardua de responder. En España, aún vivimos las
consecuencias de una guerra civil y de una dictadura de la que la mayoría de
los españoles solo tenemos información testimonial, porque no llegamos a
conocerla directamente. En mi país se cometió un error de bulto: se decidió que
había que pasar página, pero sin encarar los problemas. Las fosas de los
muertos de ambos bandos todavía siguen, en su mayor parte, sin desenterrar, a
pesar de que en los pueblos se conoce perfectamente su ubicación. Para olvidar
hay que mirar directamente al olvido, gestionarlo, prepararlo, y aquí no se
hizo. Unas políticas de la memoria
realmente eficaces no pueden guardar las cosas bajo la alfombra, sino sacar a
la luz los conflictos y tratar de resolverlos buscando nexos en común. Cada
país debe dar con el "nudo traumático" (el término es del
psicoanálisis) que define su idiosincrasia particular, y a partir de ahí
construir un nuevo proyecto en común.
La doctrina zombi de la guerra
Cuando
la entrevista daba visos de concluir, aproveché para hacer parte a Fernández
Gonzalo de una intuición que comenzaba a crecer en mis intereses. Le hablé del
periodista Thierry Meyssan quien constantemente a través de su portal RED
VOLTAIRE, ha señalado que Estados Unidos lleva adelante una política de guerra
no convencional, cuyo objetivo es la destrucción de los Estados nación a través
de lo que se conoce como 'balcanización'.
Puse
como ejemplo las guerras en Irak, Libia, Siria, Yemen e incluso el asedio sobre
Venezuela. Hablé de la promoción de la guerra civil, el bloqueo de medicinas y
de alimentos. La 'canibalización' de la sociedad con el fin de desestructurar
los lazos identitarios, la imposición de la 'ley del más fuerte', como lógica
de relación entre seres humanos.
JNV: ¿No
son acaso estos procesos muy similares a los que ocurren en las películas,
libros, etc., de temática zombi?
JFG: En
efecto, las medidas que emplea el Gobierno estadounidense se basan,
principalmente, en el desgobierno, en exportar descontrol, estigmatizar a
determinados grupos y proponer un grado de miseria extrema. En las películas de
género zombi, este tipo de maniobras nunca ocurren así, pero el resultado a
nivel micropolítico es muy similar: las personas aprenden que el vecino puede
ser un enemigo, un zombi, y que es mejor estar preparado para plantarles cara
que organizarse colectivamente para resolver problemas estructurales. La
ficción de los zombis pone cara, da cuerpo (aunque sea un cuerpo cochambroso,
el de los propios zombis) a problemas sistémicos de naturaleza global.
JNV: ¿Cómo
enfrentar tal amenaza?
JFG: El
único modo de plantar cara al apocalipsis consiste en darse cuenta de que este
ya ha sucedido: nuestro mundo es, a todas luces, postapocalíptico. Ya no se
trata de arreglar tal o cual cosa, una guerra, una catástrofe medioambiental,
una crisis económica: la raíz de nuestro horizonte político está podrida, y
tenemos que reconstruir el mundo desde sus cimientos.
LA
OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON opinión del blog.
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