DISTINTOS ESTRATOS SOCIALES DE LA HISPANIDAD EN MEXICO
Diez de esos héroes que
efectuaban un reconocimiento fueron sorprendidos por fuerzas del 15° Regimiento
causándoles 5 bajas.
Armando Téllez Vargas fue
hecho prisionero, los demás pudieron huir y unirse a sus compañeros. El capitán
que hizo prisionero a Téllez Vargas le preguntó por quién peleaba, respondiendo
con firmeza: por Cristo Rey. Entonces lo retó a que gritara ¡Viva Cristo Rey!,
lo cual hizo en voz alta y con mayor firmeza. Acto seguido, el capitán descargó
toda la carga de su pistola sobre la cabeza de Armando Téllez Vargas.
Los Cristeros
sobrevivientes se aprestaron a hacer frente al inminente ataque, que recibieron
con una cerrada descarga que hizo retroceder al enemigo con numerosas bajas de
muertos y heridos, recogiendo un botín de 15 fusiles con su dotación de
municiones, siete caballos y ocho monturas.
El 15 de abril de 1927
sostuvieron un reñido combate que los obligó a la retirada y a la dispersión.
Manuel Bonilla y su asistente llegaron a una hacienda cuyo dueño los entregó al
cabecilla callista Urbalejo, quien los fusiló en los Llanos de Salazar. Manuel
Bonilla murió con el rosario en la mano y los brazos en cruz, vitoreando a
Cristo Rey; tenía 22 años. Cuando 14 días después el cuerpo fue exhumado por su
madre, se encontró incorrupto. En 1943, quince años después estaba en el mismo
estado.
El general don Manuel
Reyes fue hecho prisionero en combate y fusilado en la ciudad
de Toluca en agosto de 1927, muriendo al grito de ¡Viva Cristo Rey! Sería muy
larga la relación de los héroes y mártires de todas las condiciones, edades y
sexos que en las más diversas formas y circunstancias: en combate, fusilados o
ahorcados, murieron en esa gloriosa epopeya aclamando a Cristo Rey y a Santa
Maria de Guadalupe.
"Fusilando sin parar
hasta en Guadalajara, cuyos habitantes se llegaron a habituar al ruido de las
salvas nocturnas, la federación no hizo más que derramar la sangre de los
mártires, semilla de cristeros. " 56
Benedicto Romero,
Cristero de 21 años, Manuel Hernández de 17, y Francisco Santillán
de 14, acompañados de Candelaria y Rosario Borjas, de las
Brigadas de Santa Juana de Arco, salieron de la ciudad de Colima con destino al
campamento cristero. Fueron traicionados por el chofer del vehículo en el cual
viajaban y llevados a la jefatura de operaciones militares. Benedicto Romero,
único que estaba armado, hizo resistencia, resultó herido y ahí mismo rematado.
Rosario Borjas logró escapar en la confusión y Maria Ortega, también
perteneciente a las Brigadas, fue aprehendida.
Los cuatro fueron
brutalmente martirizados para obtener
información sobre personas de la ciudad comprometidas con la causa, sin obtener ningún resultado a pesar de las bárbaras torturas.
información sobre personas de la ciudad comprometidas con la causa, sin obtener ningún resultado a pesar de las bárbaras torturas.
A la mañana siguiente
fueron conducidos Manuel y Francisco
al muro de las espaldas de la Catedral para ser fusilados. A sus lados colocaron a las dos muchachas de las Brigadas y a sus pies el cadáver de Benedicto.
al muro de las espaldas de la Catedral para ser fusilados. A sus lados colocaron a las dos muchachas de las Brigadas y a sus pies el cadáver de Benedicto.
LA BANDERA DE LOS CRISTEROS
“-Aquí los vamos a matar- dijo el jefe del pelotón
de soldados.
"Cuando ellos vieron que allí iban a ser fusilados, con visible alegría, Manuel dice a Francisquillo:
"Cuando ellos vieron que allí iban a ser fusilados, con visible alegría, Manuel dice a Francisquillo:
"-Mira, vamos a morir a los pies de la Virgen
de Guadalupe.
"-¿Cómo...? ¿Por qué? "<Porque estamos al pie de la ventana en donde está, por dentro, la Virgen de Guadalupe.
"-¿Cómo...? ¿Por qué? "<Porque estamos al pie de la ventana en donde está, por dentro, la Virgen de Guadalupe.
"Ambos levantaron la cara para mirar la ventana
superior que corresponde al lugar en donde, sobre el ático del altar, está la
imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe y se cruzaron algunas palabras al
respecto.
"EI rostro de ambos se iluminó de satisfacción.
"-Quítate el sombrero, compañero -dice Manuel a
francisquillo-; dentro de unos momentos estaremos en la presencia de Dios; no
debemos caer con la cabeza cubierta. Mientras con dificultad, por sus brazos
demasiado golpeados, arrancaba de un jalón su sombrero de fieltro, color claro,
que por la sangre seca se había pegado a una herida ancha que tenía sobre la
parte izquierda del cráneo.
"AI arrancarlo, principió a correr de nuevo,
por la sien y el cuello, un grueso hilo de sangre.
Yo no puedo quitármelo -replicó Francisco. Es que en verdad, no podía servirse de sus brazos, cuyos
huesos, por la rudeza del tormento a que había estado sujeto toda la noche
anterior, estaban salidos de su lugar. "<Como puedas, quítatelo,
necesitamos estar descubiertos- dijo Manuel.
"Y Francisco, con gran esfuerzo, se quitó el
sombrero guaymeño y lo retuvo cogido. Luego, con mucha dificultad, pero con muy
grande devoción, se persignó
reverentemente. Y con la cara levantada, serena, con ingenuidad de verdadero
niño y grandeza de héroe legendario, se puso a esperar a "Manuel imitó a Francisco, persignándose también.
"Cuando Manuel vio que se acercaba el momento,
como en arrebato santo de un místico en éxtasis, levantó sus ojos al cielo y
los clavó en la inmensidad de la altura. Luego paseó su mirada por las
circunstantes que aumentaban a momentos, como buscando a los amigos que allí
estuviesen.
"Cuando vio que llegaba el instante supremo,
gritó:
"-¡Viva Cristo Rey!”- ¡y Santa Maria de Guadalupe- Contestó Francisco.
"-¡Viva Cristo Rey!”- ¡y Santa Maria de Guadalupe- Contestó Francisco.
"Con la última eüoba de su grito, coincidió la
descarga que los derribó al suelo. 1
En tierras de Michoacán,
en uno de esos combates en los cuales los Cristeros se veían obligados a la
retirada por falta de municiones o por la enorme superioridad del enemigo, cayó
muerto el caballo del general don Prudencia Mendoza. José Sánchez del Río,
Cristero de 13 años, miembros de una de las principales familias de Sahuayo,
instó a don Prudencia para que montase su caballo y escapase, porque él hacía
más falta a la causa. Hizo José frente al adversario hasta terminar sus
municiones, y después de inutilizar su fusil se entregó prisionero, haciendo
constar que no se rendía, sino que se le había acabado el parque. Rechazó todas
las ofertas que se le hicieron para salvar la vida. Fue cruelmente martirizado
y después fusilado.
Treinta Cristeros fueron
sorprendidos y hechos prisioneros en la Cueva del Moral. En el
atrio de la parroquia de Sahuayo, veintisiete de ellos fueron uno a uno
intimados a dar un grito de adhesión a la tiranía para salvarla vida. Todos
respondieron con el grito de ¡Viva Cristo Rey" y también uno a uno fueron
asesinados y amontonados los cadáveres. Entonces se desató una fuerte tormenta
que los lavó, corriendo la sangre por la calle. Después sopló un fuerte viento
que hizo que las flores de los árboles de laurel los cubrieran.
En septiembre de 1927
fueron nombrados: jefe de operaciones en Jalisco, el general don Enrique
Gorostieta Velarde, joven y distinguido militar profesional. El general don
Jesús Degollado Guízar, jefe de operaciones en el Sur de Jalisco, Calima y
Nayarit, y el padre don Aristeo Pedrosa.
jefe de la Brigada de Los
Altos, con un efectivo de 2,000 hombres. El general don Dionisio Eduardo Ochoa,
iniciador del movimiento armado en Colima, murió en acto del servició, cuando
se encontraba fabricando bombas. Le sucedieron Andrés Salazar y Miguel Anguiano
Márquez.
A finales de ese año se
combatía en la mayor parte del territorio nacional. No menos de 25,000 hombres
se encontraban en pie de guerra, siendo tan fuertes en algunas regiones, que
hacían fracasar todas las ofensivas de las fuerzas armadas de la tiranía. Y en
los años de 1928 y 1929 llegó a su mayor esplendor la insurrección armada
cristera.
"El agregado militar norteamericano observaba
que la campaña combinada en los estados de Jalisco, Michoacán, Aguascalientes y
Zacatecas, en diciembre no había dado resultado alguno, como tampoco las
columnas punitivas de los generales Figueroa y Fax, que fueron llevadas con tal fin de
la capital de la República y Chilpancingo, con cinco regimientos, cinco
batallones y ocho aviones. El ofrecimiento de amnistía que hizo Amaro en 1928, con reconocimiento de grados e incorporación al ejercito, prima e
indemnizaciones por los daños materiales sufridos, no fue más eficaz que la
represión. A fines de enero, Amaro, de regreso de Calima siguió pidiendo más tropas, más aviones y más dinero.
"En esa fecha se podían calcular seriamente
25,000 cristeros en armas, con actividad en Sinaloa, Nayarit, Jalisco,
Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes, Méjico, Zacatecas, Puebla, Oaxaca,
Morelos y Veracruz.
"El 16 de marzo de 1928
el agregado militar norteamericana creía deber aumentar en 10,000 la cifra
de enero, ya que la segunda concertación había provocado una segunda ola de
alzamientos.
"En Michoacán, la concentración de las
poblaciones civiles era echar leña
al fuego, puesto que 8,000 cristeros se encontraban en armas en el Oeste, de
Zamora a Coalcomán, e inflingían muy grandes pérdidas a las dos columnas
federales enviadas contra ellos.
"En Guanajuato la situación empeoraba, y
comenzaban a organizarse 2,500 hombres. El alzamiento general era un hecho en
el pequeño estado de Aguascalientes: 2,000 cristeros, de los cuales 500 en los
confines de Jalisco, 3,000 en Zacatecas, 1,200 solamente en el estado de Méjico, donde el gobierno
se vio obligado a lanzar 6 regimientos y dos
batallones en persecución de Benjamín Mendoza. 1,000 en Oaxaca, 700 en
Veracruz, 1,000 en el estado de Puebla, 2,000 en Durango, 3,000 en Guerrero y
un centenar en Tabasco al Sur de Villahermosa.
"Nuestra lucha va por muy buen camino, tan
bueno, que el callista ya no duerme pensando en nosotros, y yo tengo la
convicción de que la pérdida de su sueño está justificada, pues ya andan
volando muy bajito, podía escribir el general Gorostieta, sin dejar de desesperarse
por la falta de municiones que lo privaba de la victoria.
"En enero de 1928, Ramón Aguilar aniquiló el
11° regimiento y las defensas de Ixtlán y Zamora en el cerro del Encinal. El
fanfarrón general Ayala, que se jactaba de regresar con los cristeros
maniatados, perdió la vida junto con un centenar de hombres. Los cristeros, que
sólo habían tenido unos muertos, recogieron 96 rifles y 15,000 cartuchos. En
marzo se luchó en las orillas del lago de Chapala, en La Palma, en San Pedro Caro, en
Sahuayo y en toda la región. La batida llevada a cabo por los generales Claudio
Fax y Anacleto Guerrero no dio gran resultado. De Zamora a Tacámbaro, los
cristeros se hallaban por doquier, y comenzaban a organizarse en regimientos a
los' cuales se incorporaban los nuevos insurrectos."
En Michoacán, no obstante
la oposición de los prelados, con excepción de Mons. Lara y
Torres, Obispo de Tacámbaro, abundaban los Cristeros tanto o más que en
Jalisco. Al mando del general don Fernando González, Ramón Aguilar, Anatolio
Partida, José María Méndez, operaban con gran actividad y audacia atacando
poblaciones, cortando vías férreas, incendiando estaciones, e inflingiendo
graves y continuas derrotas a las fuerzas armadas de la tiranía al mando de
Lázaro Cárdenas, Tranquilino Mendoza y otros.
A partir de ese año de
1928 se dio mayor atención al ataque de las vías férreas y convoyes, afectando
a la actividad económica y dificultando los movimientos del enemigo, quien
además se veía obligado a distraer numerosas fuerzas para la vigilancia y protección
de las vías de comunicación.
Los Cristeros estaban ya
mejor organizados y armados, y los jefes eran capaces de maniobrar combinando
esfuerzos y direcciones para reunir fuerzas y atacar un objetivo.
A fines de abril de 1928
planeó el general don Jesús Degollado Guízar apoderarse el 24
de mayo, día de Maria Auxiliadora, del importante puerto de Manzanillo. Bien
guarnecido este, con buenas defensas naturales y obras de fortificación, y
defendido desde el mar por el cañonero Guerrero. Y para tal fin hizo concurrir
fuerzas de Jalisco, Colima y Michoacán.
El general
Bouquet efectuaría el ataque directo del Puerto en tres columnas;
una fuerza ocuparía Toxín para proteger su retaguardia y el capitán Ramírez en
Santiago, cubriría el flanco derecho vigilando las fuerzas
enemigas de Cihuatlán.
El general Salazar
debería atacar Colima y Villa de Álvarez para inmovilizar a las
fuerzas que allí se encontraban. El general Gutiérrez debería destruir el Puente
Negro y cortar las comunicaciones ferroviarias y telegráficas con Colima. El
general Degollado y el general Cueva atacarían y tomarían Cihuatlán y
marcharían sobre Manzanillo.
En la madrugada del 24
inició el ataque el general Bouquet haciendo retroceder y abandonar sus
posiciones a los defensores del puerto que luchaban bravamente. Los generales
Degollado y Cueva tomaron la plaza de Cihuatlán y rápidamente llegaron a
Manzanillo para completar la victoria. El secreto de los preparativos, y el
secreto y la rapidez de los movimientos, dio como resultado la sorpresa y la
derrota del adversario. La toma de Manzanillo y la captura de gran cantidad de
elementos de guerra y el dinero de la aduana costó muy pocas bajas.
La operación había
terminado cuando aparecieron importantes fuerzas federales que llegaban en auxilio
de la plaza. El general Gutiérrez había hecho una imperfecta e insuficiente
destrucción de Puente Negro y no había cortado las comunicaciones ferroviarias
y telegráficos con Colima, y el general Salazar no había cumplido la orden de
atacar e inmovilizar a las fuerzas de Calima y Villa de Álvarez, que oportunamente
avisadas acudieron en auxilio del puerto, para lo cual bastó una rápida
reparación y un transbordo de las tropas y el material.
El general Degollado
ordenó la retirada para evitar quedar sitiado y encerrado entre tierra y mar.
El General Cueva perdió tiempo recogiendo material y quedó cortado con 45
hombres, todos los cuales murieron combatiendo bizarramente. Los Cristeros
tuvieron 80 bajas, la mayor parte tratando de rescatar al general Cueva y a sus
hombres. Los federales sufrieron 300 bajas.
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