jueves, 12 de octubre de 2017

NACIMIENTO, GRANDEZA, DECADENCIA Y RUINA DE LA NACION MEJICANA

CRISTOBAL COLON EN TIERRA AMERICANA

Nada conmemora mejor este día de la Hispanidad que estas notas epopeyicas que los resultados tangibles de esa evangelización de España sobre lo que hoy es Hispanoamerica. la guerra cristera es un resultado innegable de la labor de los evangelizadores españoles pues esta guerra demuestra al mundo que, a pesar de los abusos cometidos durante esta evangelización, los españoles lograron su objetivo evangelizar los territorios a ellos encomendados.

" ... Los que iban a convertirse en los grandes jefes de Los Altos comenzaban a labrarse una reputación de valientes, y el ejército fusilaba, incendiaba, saqueaba. En San Francisco, arrambló absolutamente con todo, incluso las gallinas y los cerdos. Allí donde llegaba, era el día del juicio. El 31 de enero, el general Ferreira pudo creer terminada la campaña, y se marchó con sus trenes militares para el sur del estado. Una cosa, sin embargo, hubiese debido inquietar al general Joaquín Amaro y templar su optimismo: cristiana. Su piedad y su fervor eran singulares y su fe en extremo vigorosa y particularmente ilustrada, pues casi no había quien no conociera satisfactoriamente la doctrina cristiana. Muchísimas veces aquellos rancheros, tal vez en la mayoría de las ocasiones no sabrían dar razón del por qué de sus juicios, pero si acertaban en dónde estaban el bien, la verdad, la justicia, y con toda firmeza, llenos de fortaleza del cielo, se adherían a ello y lo defendían con santa y noble entereza." 50
OFRENDAS DE LOS INDIGENAS A COLON
En toda la región había rumores de insurrección. Para terminar con la agitación, 60 hombres de la Policía Montada muy bien armados salieron el día 22 de enero de Calima, al mando de Urbano Gómez, Recorrieron las rancherías cometiendo excesos. Ya volvían, cuando cayeron en una emboscada que les tendieron 15 Cristeros, quienes bien posesionados, al grito de ¡Viva Cristo Rey! abrieron fuego poniéndolos en fuga en medio del pánico. Se recogieron 12 armas largas, algunas cortas, municiones, caballos y monturas. La Policía Montada tuvo 8 muertos y tres prisioneros entre éstos Urbano Gómez, quien después de un juicio sumarísimo fue ejecutado.
Con la idea de terminar a los Cristeros salió el general Ferreira de Jalisco con 600 hombres, y el general Talamantes de Calima con 300. En Cofradía tomaron contacto con una avanzada cristera de 16 hombres, quienes después de corta resistencia se retiraron haciéndoles varias bajas sin ninguna de su parte.
Al oír el fuego, once Cristeros acudieron a auxiliar a sus compañeros. Al aproximarse había cesado el fuego y los federales habían continuado su avance, por lo cual decidieron tomar posiciones y esperarlos en la hacienda de El Fresnal, con la orden de hacer fuego sólo cuando el enemigo se encontrara a unos cuantos metros. El primer asalto de los federales fue recibido con el estentóreo grito de
¡Viva Cristo Rey! y rechazado. Fuertemente apoyados los federales por el fuego de la artillería y de las ametralladoras, por tres veces repiten el asalto, siendo igualmente rechazados. Agotadas las municiones se retiran los cristeros sin ninguna baja, habiendo ocasionado al enemigo 55 muertos y numerosos heridos.
Talamantes atacó a los Cristeros en Lo de Clemente. 300 federales contra 14 cristeros sufren 40 bajas y dos los cristeros Esta sorprendente desproporción entre el número de combatientes y sus medios, y los no menos sorprendentes resultados de los encuentros es una constante en la guerra cristera: Once contra 250 en San Pedro. Veinte contra 500 en Huizome. Quince Cristeros con sólo carabinas de cacería, y ninguno con más de ocho cartuchos, hacen frente a 500 federales en un lugar de las faldas occidentales del Volcán de Calima, sesenta bajas tienen los federales, y los Cristeros salen ilesos.  
HERNAN CORTES Y LAS OFRENDAS INDIJENAS
“Cuando después del combate, regresaron a Calima los generales Ferreira y Talamantes, ellos y sus oficiales, no pudiendo ocultar la mortandad que hubo en sus filas, y, para disimular el bochorno de la derrota narraban que el número de los pelados cristeros era ya muy grande, pero que los habían acabado por completo.
"Los soldados rasos, en cambio, referían cosa bien distinta.
Confesaban su derrota y declaraban no haber logrado nada contra las filas de los cruzados. En los hospitales muchos de los heridos narraban el gran terror que se apoderaba de ellos al grito de ¡Viva Cristo Rey!, que lanzaban en sus combates los cristeros. Además es cosa completamente cierta que muchos heridos y sanos declaraban, que en lo más rudo de la batalla, habían visto una Señora, en un caballo blanco, que recorría la trinchera animando a los soldados de Cristo Rey y levantando a sus pies, con las patas del animal tan gruesa nube de polvo, que impedía que los cruzados fuesen vistos por ellos.
11 ¿Sería un verdadero milagro? ¿Habría, en verdad, tan milagrosa aparición? Ninguno de los cristeros vio nada singular jamás. Más de que tales cosas contaban los enemigos como acaecidas en este y en otros muchos de los primeros combates, si hay certeza completa y fue cosa perfectamente sabida en Calima.
El mes de abril de 1927, 1,200 federales al mando de A vila Camacho y Talamantes atacaron el cuartel general de los Cristeros defendido por 250 hombres al mando de Dionisio Eduardo Ochoa.
Los cristeros recibieron al enemigo con entusiasmo y alegría, y lejos de amedrentarse con sus movimientos preparatorios que observaban desde su posición dominante, se mofaban de las órdenes que daban por medio de corneta o trompeta, tocando a su vez desafinadamente, con los mismos instrumentos que habían quitado al enemigo las populares canciones Éntrale al Toro y La Cucaracha. Se inicia el combate en medio de los delirantes gritos de ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe! De parte de los Cristeros, y de las blasfemias de los callistas, en lo cual se distinguía la tropa de Avila Camacho. Todo un día conservan los Cristeros sus posiciones. Al día siguiente al medio día, faltos de municiones, con todo orden emprenden la retirada, habiendo sufrido cuatro bajas contra 375 del enemigo. Ciertamente Dios no estaba con los gruesos batallones, según pensaba el mariscal Turena, sino con quienes en su nombre 
luchaban valientemente por el derecho y la justicia.
"El 8 de febrero, los federales de Avila Camacho y Ferreira entraron en Zapotitlán (Jalisco), y la población indignada no pudo soportar la presencia de aquella gente y se arrojó sobre los soldados con cuchillos y machetes, gritando: ¡Viva Cristo Rey! Hubo 18 muertos entre la tropa y el doble entre los civiles. El pueblo fue saqueado y después arrasado, las mujeres violadas y la iglesia profanada. Todos los supervivientes huyeron a la montaña, donde iban a pasar tres años. En Calima, como en Durango, fue toda la población y no sólo los hombres, la que se echó al monte, ayudada por la topografía.
"Después del 8 de febrero, el levantamiento fue general en toda la región de los volcanes. De todas las partes afluían los voluntarios que, sin armas, empujados por sus madres, sus esposas y sus hermanas, acudían a presentarse a los primeros rebeldes. El cónsul norteamericano atestigua la simpatía popular realmente inaudita por el movimiento; en marzo, el gobernador dormía en su palacio, custodiado por el ejército. En abril, la ofensiva conjugada de Talamantes, Avila Camacho y Ferreira hizo llevar una vida dura a los cristeros, pero terminó con un fracaso. La brutalidad feroz de los federales no hizo sino precipitar los acontecimientos." 52

Luis Navarro Origel había sido el primero que abandonando familia, bienes y cómoda posición, se levantó en armas en septiembre de 1926 en Pénjamo. Atacado por muy superiores fuerzas se internó en la sierra de Michoacán. No obstante su heroica y prematura muerte en combate, fue uno de los más nobles y denodados generales cristeros.
En 1927 inició la campaña ocupando Coalcomán y apoderándose por sorpresa de Aguilillas, Chinicuila y otros importantes puntos, llegando a dominar en toda esa región y toda la costa de Michoacán entre Calima y Guerrero.
Un punto muy importante de ese campo de operaciones era Tepalcatepec, guarnecido por 500 federales, y del cual avarro Origel decidió apoderarse con otros tantos hombres, muy bisoños, mal armados y peor municionados. Las Animas fue designado como punto de reunión de sus fuerzas.

En la madrugada del 2 de mayo mandó 200 hombres como vanguardia a las órdenes de Serapio Cifuentes y de Ibáñez, dos antiguos bandoleros que merodeaban en la región y se habían adherido a la causa, con la misión de aproximarse al pueblo y explorar, mientras él con el grueso, permanecía en las afueras. Con sospechosa facilidad llegó la vanguardia y entró a la plaza sin resistencia y sin ninguna señal de la presencia del enemigo.
Sin hacer reconocimientos y sin ocupar algunos puntos, volvió toda la fuerza dando parte de lo ocurrido, Aunque Navarro Origel sospechando algo desaprobó ese proceder, ordenó entrar en la población, lo cual se hizo en columna y sin ningún dispositivo de seguridad. Y al medio día de ese dos de mayo tuvo lugar el siguiente hecho, cuando menos sorprendente y difícilmente explicable.
Según un testigo ocular: "Como una visión brotada de la tierra nos vimos rodeados sin saber cómo, por tropas de caballería del gobierno. Al frente, a los lados, inundando los potreros, a nuestra espalda, se estrechaba un círculo de soldados con ansias de sangre, dispuestos a aniquilarnos.
Instantáneamente, antes de que saliéramos de nuestro asombro, abrieron fuego, en medio de maldiciones y blasfemias.
"Aquello fue el Día de Juicio. La gente de Serapio, toda a pie, retrocedió desordenadamente en la mayor confusión. El Perro gritaba tratando de dar órdenes, pero sus hombres se dieron a huir defendiéndose. Luis Navarro lanzó su grupo a cubrir la retirada de los de a pie. Hubo un momento en que la misma llama de odio abrazó a los dos bandos. Mientras todos los de a pie huían presos de terror y dejando trozos de carne en las púas del alambrado (que cerraba los potreros), un grupo de a caballo, con Navarro y el Perro a la cabeza, detuvo la avalancha de los gobiernistas. Mas pronto les llegaron refuerzos, y ante la superioridad numérica del enemigo, el general ordenó la retirada rápida hacia Las Animas, "La llegada a esta ranchería fue desastrosa. Los pocos que llegábamos estábamos rendidos por el cansancio y cubiertos del lodo que formaron el sudor y el polvo del camino, la boca seca y la ropa deshecha, o por las balas o por las cercas de alambre. Llegábamos dos y hasta tres en cada caballo, "Los demás se habían dispersado o quizá habían sucumbido. Por el momento no pudimos comprobar más que estábamos diezmados. Quinientos callistas perfectamente armados y pertrechados nos habían venido pisando los talones.
"A pesar de nuestra desorganización, el general se fortificó rápidamente en Las Animas, dispuesto a resistir hasta vencer o morir. Pero el gobierno ordenó la retirada de sus fuerzas a Tepec.
"Horas más tarde fueron llegando los dispersos, y después de celebrar una entrevista con El Perro y Serapio, supimos que no habíamos tenido ni una sola baja. Sólo un joven había sido hecho prisionero y como diez o doce hombres estaban levemente heridos por las púas de la cerca. En cambio, según noticias que después comprobamos exactamente, el gobierno recogió siete cadáveres y no menos de cinco heridos. Esto no me lo contaron, ni es noticia de periódico. Yo lo vi con estos mis ojos que se ha de comer la tierra.
"Luis Navarro quería vengar el descalabro sufrido, y lo consiguió plenamente. Su relación es breve.
"El enemigo estaba perfectamente afortinado, pertrechado y prevenido, ya pesar de que tuvimos que quitarle manzana por manzana, fortín por fortín, y llegarle por último al curato y al templo donde se hicieron fuertes los que sobraban, a pesar de tan manifiestas y enormes ventajas, después de tres días de combates intentaron romper el sitio los supervivientes, habiendo quedado muertos en el intento la mayor parte. "
"Los despojos fueron valiosos. Se recogieron 89 máuseres, 50 pistolas, 60 caballos, 100 monturas y 3 clarines.
"Del 8 al 11 de junio la guerrilla de Luis Navarro combatió en el Cerro y Puerto del Aire, entre Coalcomán y Chinicuila, contra 600 federales, que se replegaron a Chinicuila después de sufrir 145 bajas por 7 de los libertadores. " 53
"Pero fue en la región de Coalcomán donde los federales sufrieron su mayor revés. En julio de 1927 la columna del general Tranquilino Mendoza había logrado llegar hasta Coalcomán, pero para encontrarse allí sitiada inmediatamente con los 49° y 50° de caballería y el 55° batallón de infantería. El sitio duró tres meses, y si los federales no se murieron de hambre fue porque los civiles, con el consentimiento de los cristeros, les vendían muy caro, ya cambio de cartuchos, un poco de alimento. Todos los días, los forrajeros que trataban de llevar a pastar los caballos perdían unos cuantos hombres, y la caballería estaba en los huesos. En el curso del sitio tuvieron los federales 130 muertos, por 10 cristeros, y en octubre, el general Tranquilino Mendoza decidió hacer una salida. Creía ya estar fuera de peligro cuando, en el barranco de Pinolapa, cayó en una terrible emboscada en la que perecieron varios centenares de soldados. A lo largo de todo el desfiladero, detrás de cada árbol y de cada piedra, los cristeros que lo habían seguido durante varios días, siempre por las cimas, aguardaban a que la columna se hubiera adentrado por completo, y si la impaciencia de un soldado no hubiese desencadenado demasiado pronto el tiroteo, ni un solo federal habría sobrevivido. Habiendo salido con 1,500 hombres, Mendoza regresaba con 500 soldados apenas, agotados por el hambre, el clima y la disentería.






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