CRISTOBAL COLON EN TIERRA AMERICANA
Nada conmemora mejor este día de la Hispanidad que estas notas epopeyicas que los resultados tangibles de esa evangelización de España sobre lo que hoy es Hispanoamerica. la guerra cristera es un resultado innegable de la labor de los evangelizadores españoles pues esta guerra demuestra al mundo que, a pesar de los abusos cometidos durante esta evangelización, los españoles lograron su objetivo evangelizar los territorios a ellos encomendados.
" ... Los que iban a convertirse en los grandes
jefes de Los Altos comenzaban a labrarse una reputación de valientes, y el
ejército fusilaba, incendiaba, saqueaba. En San Francisco, arrambló
absolutamente con todo, incluso las gallinas y los cerdos. Allí donde llegaba,
era el día del juicio. El 31 de enero, el general Ferreira pudo creer terminada
la campaña, y se marchó con sus trenes militares para el sur del estado. Una
cosa, sin embargo, hubiese debido inquietar al general Joaquín Amaro y templar
su optimismo: cristiana. Su piedad y su fervor eran singulares y su fe en
extremo vigorosa y particularmente ilustrada, pues casi no había quien no conociera satisfactoriamente
la doctrina cristiana. Muchísimas veces aquellos rancheros, tal vez en la
mayoría de las ocasiones no sabrían dar razón del por qué de sus juicios, pero si
acertaban en dónde estaban el bien, la verdad, la justicia, y con toda firmeza,
llenos de fortaleza del cielo, se adherían a ello y lo defendían con santa y
noble entereza." 50
OFRENDAS DE LOS INDIGENAS A COLON
En toda la región había
rumores de insurrección. Para terminar con la agitación, 60 hombres de la
Policía Montada muy bien armados salieron el día 22 de enero de Calima, al
mando de Urbano Gómez, Recorrieron las rancherías cometiendo excesos. Ya
volvían, cuando cayeron en una emboscada que les tendieron 15 Cristeros, quienes
bien posesionados, al grito de ¡Viva Cristo Rey! abrieron fuego poniéndolos en
fuga en medio del pánico. Se recogieron 12 armas largas, algunas cortas,
municiones, caballos y monturas. La Policía Montada tuvo 8 muertos y tres
prisioneros entre éstos Urbano Gómez, quien después de un juicio sumarísimo fue
ejecutado.
Con la idea de terminar a
los Cristeros salió el general Ferreira de Jalisco con 600 hombres, y el general Talamantes de Calima con 300. En
Cofradía tomaron contacto con una avanzada cristera de 16 hombres, quienes
después de corta resistencia se retiraron haciéndoles varias bajas sin ninguna
de su parte.
Al oír el fuego, once
Cristeros acudieron a auxiliar a sus compañeros. Al aproximarse había cesado el
fuego y los federales habían continuado su avance, por lo cual decidieron tomar
posiciones y esperarlos en la hacienda de El Fresnal, con la orden de hacer fuego
sólo cuando el enemigo se encontrara a unos cuantos metros. El primer asalto de
los federales fue recibido con el estentóreo grito de
¡Viva Cristo Rey! y rechazado. Fuertemente apoyados los federales por el fuego de la artillería y de las ametralladoras, por tres veces repiten el asalto, siendo igualmente rechazados. Agotadas las municiones se retiran los cristeros sin ninguna baja, habiendo ocasionado al enemigo 55 muertos y numerosos heridos.
¡Viva Cristo Rey! y rechazado. Fuertemente apoyados los federales por el fuego de la artillería y de las ametralladoras, por tres veces repiten el asalto, siendo igualmente rechazados. Agotadas las municiones se retiran los cristeros sin ninguna baja, habiendo ocasionado al enemigo 55 muertos y numerosos heridos.
Talamantes atacó a los
Cristeros en Lo de Clemente. 300 federales contra 14 cristeros sufren 40 bajas
y dos los cristeros Esta sorprendente
desproporción entre el número de combatientes y sus medios, y los no menos
sorprendentes resultados de los encuentros es una constante en la guerra
cristera: Once contra 250 en San Pedro. Veinte contra 500 en Huizome. Quince
Cristeros con sólo carabinas de cacería, y ninguno con más de ocho cartuchos,
hacen frente a 500 federales en un lugar de las faldas occidentales del Volcán de Calima, sesenta bajas tienen los federales, y los Cristeros salen ilesos.
HERNAN CORTES Y LAS OFRENDAS INDIJENAS
“Cuando después del combate, regresaron a Calima los
generales Ferreira y Talamantes, ellos y sus oficiales, no pudiendo ocultar la
mortandad que hubo en sus filas, y, para disimular el bochorno de la derrota
narraban que el número de los pelados cristeros era ya muy grande, pero que los
habían acabado por completo.
"Los soldados rasos, en cambio, referían cosa
bien distinta.
Confesaban su derrota y declaraban no haber logrado
nada contra las filas de los cruzados. En los hospitales muchos de los heridos
narraban el gran terror que se apoderaba de ellos al grito de ¡Viva Cristo
Rey!, que lanzaban en sus combates los cristeros. Además es cosa completamente
cierta que muchos heridos y sanos declaraban, que en lo más rudo de la batalla,
habían visto una Señora, en un caballo blanco, que recorría la trinchera
animando a los soldados de Cristo Rey y levantando a sus pies, con las patas
del animal tan gruesa nube de polvo, que impedía que los cruzados fuesen vistos
por ellos.
11 ¿Sería un verdadero
milagro? ¿Habría, en verdad, tan milagrosa aparición? Ninguno de los cristeros
vio nada singular jamás. Más de que tales cosas contaban los enemigos como
acaecidas en este y en otros muchos de los primeros combates, si hay
certeza completa y fue cosa perfectamente sabida en Calima.
El mes de abril de 1927,
1,200 federales al mando de A vila Camacho y Talamantes atacaron el cuartel
general de los Cristeros defendido por 250 hombres al mando de Dionisio Eduardo
Ochoa.
Los cristeros recibieron
al enemigo con entusiasmo y alegría, y lejos de amedrentarse con sus movimientos
preparatorios que observaban desde su posición dominante, se mofaban de las
órdenes que daban por medio de corneta o trompeta, tocando a su vez desafinadamente,
con los mismos instrumentos que habían quitado al enemigo las populares
canciones Éntrale al Toro y La
Cucaracha. Se inicia el combate en medio de los delirantes gritos de
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe! De parte de los Cristeros, y
de las blasfemias de los callistas, en lo cual se distinguía la tropa de Avila
Camacho. Todo un día conservan los Cristeros sus posiciones. Al día siguiente
al medio día, faltos de municiones, con todo orden emprenden la retirada,
habiendo sufrido cuatro bajas contra 375 del enemigo. Ciertamente Dios no
estaba con los gruesos batallones, según pensaba el mariscal
Turena, sino con quienes en su nombre
luchaban valientemente por el derecho y la justicia.
"El 8 de febrero, los
federales de Avila Camacho y Ferreira entraron en Zapotitlán (Jalisco), y la
población indignada no pudo soportar la presencia de aquella gente y se arrojó
sobre los soldados con cuchillos y machetes, gritando: ¡Viva Cristo Rey! Hubo 18
muertos entre la tropa y el doble entre los civiles. El pueblo fue saqueado y después arrasado, las mujeres violadas y la
iglesia profanada. Todos los supervivientes huyeron a la montaña, donde iban a
pasar tres años. En Calima, como en Durango, fue toda la población y no sólo los hombres, la que se echó al monte, ayudada por la
topografía.
"Después del 8 de febrero, el levantamiento fue general en toda la región de los
volcanes. De todas las partes afluían los voluntarios que, sin armas,
empujados por sus madres, sus esposas y sus hermanas, acudían a presentarse a
los primeros rebeldes. El cónsul norteamericano atestigua la simpatía popular
realmente inaudita por el movimiento; en marzo, el gobernador dormía en su
palacio, custodiado por el ejército. En abril, la ofensiva conjugada de
Talamantes, Avila Camacho y Ferreira hizo llevar una vida dura a los cristeros,
pero terminó con un fracaso. La brutalidad feroz de los federales no hizo sino precipitar los acontecimientos." 52
Luis Navarro Origel había
sido el primero que abandonando familia, bienes y cómoda posición, se levantó
en armas en septiembre de 1926 en Pénjamo. Atacado por muy superiores fuerzas se
internó en la sierra de Michoacán. No obstante su heroica y prematura muerte en combate, fue uno de los más nobles y
denodados generales cristeros.
En 1927 inició la campaña
ocupando Coalcomán y apoderándose por sorpresa de Aguilillas, Chinicuila y
otros importantes puntos, llegando a dominar en toda esa región y toda la costa
de Michoacán entre Calima y Guerrero.
Un punto muy importante
de ese campo de operaciones era Tepalcatepec, guarnecido por 500 federales, y del cual avarro Origel decidió
apoderarse con otros tantos hombres, muy bisoños, mal armados y peor
municionados. Las Animas fue designado como punto de reunión de sus fuerzas.
En la madrugada del 2 de
mayo mandó 200 hombres como vanguardia a las órdenes de Serapio Cifuentes y de Ibáñez, dos antiguos
bandoleros que merodeaban en la región y se habían adherido a la causa, con la
misión de aproximarse al pueblo y explorar, mientras él con el grueso,
permanecía en las afueras. Con sospechosa facilidad llegó la vanguardia y entró
a la plaza sin resistencia y sin ninguna señal de la presencia del enemigo.
Sin hacer reconocimientos
y sin ocupar algunos puntos, volvió toda la fuerza dando parte de lo ocurrido, Aunque Navarro Origel sospechando
algo desaprobó ese proceder, ordenó entrar en la población, lo cual se hizo en
columna y sin ningún dispositivo de seguridad. Y al medio día de ese dos de
mayo tuvo lugar el siguiente hecho, cuando menos sorprendente y difícilmente
explicable.
Según un testigo ocular: "Como
una visión brotada de la tierra nos vimos rodeados sin saber cómo, por tropas
de caballería del gobierno. Al frente, a los lados, inundando los potreros, a
nuestra espalda, se estrechaba un círculo de soldados con ansias de sangre,
dispuestos a aniquilarnos.
Instantáneamente, antes de que saliéramos de nuestro asombro, abrieron fuego, en medio de maldiciones y blasfemias.
Instantáneamente, antes de que saliéramos de nuestro asombro, abrieron fuego, en medio de maldiciones y blasfemias.
"Aquello fue el Día de Juicio. La gente de
Serapio, toda a pie, retrocedió desordenadamente en la mayor confusión. El
Perro gritaba tratando de dar órdenes, pero sus hombres se dieron a huir
defendiéndose. Luis Navarro lanzó su grupo a cubrir la retirada de los de a
pie. Hubo un momento en que la misma llama de odio abrazó a los dos bandos.
Mientras todos los de a pie huían presos de terror y dejando trozos de carne en las púas
del alambrado (que cerraba los potreros), un grupo de a caballo, con Navarro y
el Perro a la cabeza, detuvo la avalancha de los gobiernistas. Mas pronto les
llegaron refuerzos, y ante la superioridad numérica del enemigo, el general ordenó la retirada rápida hacia Las Animas, "La llegada a esta ranchería fue desastrosa. Los
pocos que llegábamos estábamos rendidos por el cansancio y cubiertos del lodo
que formaron el sudor y el polvo del camino, la boca seca y la ropa deshecha, o por las balas o por las cercas de alambre. Llegábamos dos y
hasta tres en cada caballo, "Los demás se habían dispersado o quizá
habían sucumbido. Por el momento no pudimos comprobar más que estábamos diezmados. Quinientos callistas
perfectamente armados y pertrechados nos habían venido pisando los talones.
"A pesar de nuestra desorganización, el general
se fortificó rápidamente en Las Animas, dispuesto a resistir hasta vencer o morir. Pero el gobierno ordenó la retirada de sus fuerzas a Tepec.
"Horas más tarde fueron llegando los dispersos,
y después de celebrar una entrevista con El Perro y Serapio, supimos que no
habíamos tenido ni una sola baja. Sólo un joven había sido hecho prisionero y
como diez o doce hombres estaban levemente heridos por las púas de la cerca. En
cambio, según noticias que después comprobamos exactamente, el gobierno recogió siete
cadáveres y no menos de cinco heridos. Esto no me lo contaron, ni es noticia de
periódico. Yo lo vi con estos mis ojos que se ha de comer la tierra.
"Luis Navarro quería vengar el descalabro
sufrido, y lo consiguió plenamente. Su relación es breve.
"El enemigo estaba perfectamente afortinado,
pertrechado y prevenido, ya pesar de que tuvimos que quitarle manzana por
manzana, fortín por fortín, y llegarle por último al curato y al templo donde se
hicieron fuertes los que sobraban, a pesar de tan manifiestas y enormes
ventajas, después de tres días de combates intentaron romper el sitio los supervivientes, habiendo quedado
muertos en el intento la mayor parte. "
"Los despojos fueron valiosos. Se recogieron 89
máuseres, 50 pistolas, 60 caballos, 100 monturas y 3 clarines.
"Del 8 al 11 de junio la guerrilla de Luis
Navarro combatió en el Cerro y Puerto del Aire, entre Coalcomán y Chinicuila,
contra 600 federales, que se replegaron a Chinicuila después de sufrir 145 bajas
por 7 de los libertadores. " 53
"Pero fue en la región de Coalcomán donde los
federales sufrieron su mayor revés. En julio de 1927 la columna del general
Tranquilino Mendoza había logrado llegar hasta Coalcomán, pero para encontrarse
allí sitiada inmediatamente con los 49° y 50° de caballería y el 55° batallón
de infantería. El sitio duró tres meses, y si los federales no se murieron de hambre fue porque
los civiles, con el consentimiento de los cristeros, les vendían muy caro, ya
cambio de cartuchos, un poco de alimento. Todos los días, los forrajeros que
trataban de llevar a pastar los caballos perdían unos cuantos hombres, y la
caballería estaba en los huesos. En el curso del sitio tuvieron los federales 130
muertos, por 10 cristeros, y en octubre, el general Tranquilino Mendoza decidió
hacer una salida. Creía ya estar fuera de peligro cuando, en el barranco de Pinolapa, cayó en una terrible emboscada en la que perecieron
varios centenares de soldados. A lo largo de todo el desfiladero, detrás de
cada árbol y de cada piedra, los cristeros que lo habían seguido durante varios
días, siempre por las cimas, aguardaban a que la columna se hubiera adentrado por completo, y si la impaciencia de un soldado no hubiese desencadenado
demasiado pronto el tiroteo, ni un solo federal habría sobrevivido. Habiendo
salido con 1,500 hombres, Mendoza regresaba con 500 soldados apenas, agotados
por el hambre, el clima y la disentería.
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