2.9 El concepto según el cual «también la
bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe» (LG § 58), como
si ella no hubiese sabido desde la Anunciación que Jesús era el Hijo de Dios,
de la misma sustancia que el Padre, el Mesías profetizado.
2.10 Otra idea más sobre la Iglesia, gravemente
deficitaria porque la reduce a sola su dimensión sociológica, descriptiva, de
mera «sociedad de hombres [societas hominum] que tienen derecho a
vivir en la sociedad civil según las normas de la fe cristiana» (DH § 13),
echando en olvido su naturaleza de societas genere et iure perfecta en
razón de su institución divina y del fin supremo a que tiende, «de suerte
que su potestas es muy superior a todas las demás, y no se la puede
considerar inferior al poder civil, ni puede estar sometida a él en modo
alguno» (León XIII, Immortale Dei, año 1885, Denz. 1865/3167).
Esta doctrina tradicional del primado y de la con siguiente potestas
indirecta de la Iglesia sobre la sociedad civil y el Estado se guardó muy
mucho de ratificarla el Vaticano Il.
3. Errores sobre la santa Misa y la sagrada Liturgia
3.1 La adopción de la oscura noción del "misterio
pascual", caballo de batalla de la neo teología.
La redención, al parecer, «la realizó [Cristo]
principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión,
resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión» (SC § 5); de donde
se Infiere que ya no fue sobre todo consecuencia de su crucifixión, es decir,
del valor que tuvo ésta como sacrificio expiatorio con el que satisfizo a la justicia divina. Además, el
concilio identifica la santa misa con el "misterio pascual", puesto
que escribe que la Iglesia se ha congregado siempre desde el principio «para
celebrar el misterio pascual» (SC § 6) y que «celebra el misterio
pascual cada ocho días» (SC § 106).
También se dice que «por el bautismo los hombres
son injertados en el misterio pascual de Jesucristo». (SC § 6), y no ya,
como
otrora, que el bautismo los hace entrar en la santa Iglesia, como si el "misterio pascual" fuese lo mismo que la Iglesia, que el cuerpo místico de Cristo. Se trata de una noción flotante, indeterminada, irracional, que permite alterar, precisamente en virtud de estas características suyas, el significado de la redención y de la misa, ocultando la naturaleza sacrificial y expiatoria de esta última, y poniendo el acento en la resurrección y en la ascensión, en el Cristo glorioso, en contra del dogma de la fe ratificado en Trento en la resurrección y en la ascensión, en el Cristo glorioso, en contra del dogma de la fe ratificado en Trento.
otrora, que el bautismo los hace entrar en la santa Iglesia, como si el "misterio pascual" fuese lo mismo que la Iglesia, que el cuerpo místico de Cristo. Se trata de una noción flotante, indeterminada, irracional, que permite alterar, precisamente en virtud de estas características suyas, el significado de la redención y de la misa, ocultando la naturaleza sacrificial y expiatoria de esta última, y poniendo el acento en la resurrección y en la ascensión, en el Cristo glorioso, en contra del dogma de la fe ratificado en Trento en la resurrección y en la ascensión, en el Cristo glorioso, en contra del dogma de la fe ratificado en Trento.
3.2 La definición, circunspecta e incompleta, de la
santa misa
como «banquete pascual en el cual se come a Cristo», y como memorial de la muerte y resurrección del Señor (muerte y resurrección puestas en el mismo plano), sin mención alguna del dogma de la transubstanciación ni del carácter de sacrificio propiciatorio de la misma misa (SC §§ 47, 109), se trata de una definición que «omite enteramente hacer mención alguna de la transubstanciación, es decir, de la conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo [de Cristo] y de toda la sustancia del vino en la sangre, que el concilio tridentino definió como artículo de fe y se contiene en la solemne profesión de fe», y que, en consecuencia, cae, por este título, bajo la condena solemne fulminada por Su Santidad Pío VI en 1794, según la cual una definición de tal género «es perniciosa, derogativa de la exposición de la verdad católica acerca del dogma de la transubstanciación y favorecedora de los herejes, en cuanto que mediante tamaña omisión [la de la transubstanciación], imprudente y temeraria, se hurta el conocimiento tanto de un artículo que pertenece a la fe, como de una voz consagrada por la Iglesia para defender su profesión contra las herejías, y tiende así a introducir el olvido de ella, como si se tratara de una cuestión meramente escolástica» (Const. Apost. Auctorem fidei, Denz.1529/2629).
como «banquete pascual en el cual se come a Cristo», y como memorial de la muerte y resurrección del Señor (muerte y resurrección puestas en el mismo plano), sin mención alguna del dogma de la transubstanciación ni del carácter de sacrificio propiciatorio de la misma misa (SC §§ 47, 109), se trata de una definición que «omite enteramente hacer mención alguna de la transubstanciación, es decir, de la conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo [de Cristo] y de toda la sustancia del vino en la sangre, que el concilio tridentino definió como artículo de fe y se contiene en la solemne profesión de fe», y que, en consecuencia, cae, por este título, bajo la condena solemne fulminada por Su Santidad Pío VI en 1794, según la cual una definición de tal género «es perniciosa, derogativa de la exposición de la verdad católica acerca del dogma de la transubstanciación y favorecedora de los herejes, en cuanto que mediante tamaña omisión [la de la transubstanciación], imprudente y temeraria, se hurta el conocimiento tanto de un artículo que pertenece a la fe, como de una voz consagrada por la Iglesia para defender su profesión contra las herejías, y tiende así a introducir el olvido de ella, como si se tratara de una cuestión meramente escolástica» (Const. Apost. Auctorem fidei, Denz.1529/2629).
Dicha definición introduce, además, una concepción
errónea de la santa misa, concepción que se erigió después en fundamento de la neo
liturgia querida por el concilio, gracias a la cual los errores de la Nouvelle
Théologie llegaron hasta los fieles.
La índole protestante de esta definición de la santa
misa se echa de ver con más claridad aún en el arto 106 de la Sacrosanctum Concilium: «La
Iglesia [...] celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que
es llamado con razón 'día del Señor domingo. En este día, los fieles deben
reunirse en asamblea a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando
en la Eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor
Jesús y den gracias a Dios», etc: El texto latino muestra, sin la menor
sombra de duda, que el fin de la santa misa lo constituye, para la Sacrosanctum
Concilium, el memorial y la alabanza: Christifideles in unum convenire debent
ut verbum Dei audientes et Eucharistiam participantes, memores sint (. . .)
et gratias agant, etc. Véase también, como prueba adicional, Ad
Gentes § 14: los catecúmenos participan en la santa misa o sea «asisten
con todo el pueblo de Dios al memorial de la muerte y resurrección de Señor» (aquí
la santa misa es simpliciter el memorial de la muerte y resurrección de
Cristo, celebrado por todo el pueblo cristiano: ni la más mínima alusión al
sacrificio renovado de manera incruenta para la expiación y el perdón de
nuestros pecados).
NOTA:
En los artículos citados se tiene ya la definición
de la misa brin-
dada más tarde por el famoso artículo 7 de la Institutio Novi Missalis Romani (1969), todavía vigente: «La cena del Señor o misa es la santa asamblea o reunión del pueblo de Dios que se congrega bajo la presidencia del sacerdote para celebrar el memorial del Señor»; una definición que suscitó en su día, por su evidente cuño herético, es decir, protestante, las protestas, tan angustiadas como inútiles, de muchos fieles y sacerdotes, así como la conocidísima toma de posición de los cardenales Ottaviani y Bacci. Cotéjesela con la ortodoxa, contenida en el catecismo de san Pío X: « ¿Qué es la santa misa? La santa misa es el sacrificio del cuerpo y de la sangre de Jesucristo, que se ofrece sobre nuestros altares bajo las especies de pan y vino en memoria del sacrificio de la cruz. ¿Es el sacrificio de la Misa el mismo que el de la cruz? El sacrificio de la Misa es sustancialmente el mismo que el de la cruz».
dada más tarde por el famoso artículo 7 de la Institutio Novi Missalis Romani (1969), todavía vigente: «La cena del Señor o misa es la santa asamblea o reunión del pueblo de Dios que se congrega bajo la presidencia del sacerdote para celebrar el memorial del Señor»; una definición que suscitó en su día, por su evidente cuño herético, es decir, protestante, las protestas, tan angustiadas como inútiles, de muchos fieles y sacerdotes, así como la conocidísima toma de posición de los cardenales Ottaviani y Bacci. Cotéjesela con la ortodoxa, contenida en el catecismo de san Pío X: « ¿Qué es la santa misa? La santa misa es el sacrificio del cuerpo y de la sangre de Jesucristo, que se ofrece sobre nuestros altares bajo las especies de pan y vino en memoria del sacrificio de la cruz. ¿Es el sacrificio de la Misa el mismo que el de la cruz? El sacrificio de la Misa es sustancialmente el mismo que el de la cruz».
3.3 La consiguiente y errónea elevación de la
asamblea eucarística,
presidida por el sacerdote, a centro de la Iglesia visible: «Es, pues, la asamblea eucarística [Eucharistica Synaxis] el centro de la congregación de los fieles que preside el presbítero. Enseñan los presbíteros a los fieles a ofrecer al Padre en el sacrificio de la misa la Victima divina y a ofrendar la propia vida juntamente con ella» (PO § 5).
presidida por el sacerdote, a centro de la Iglesia visible: «Es, pues, la asamblea eucarística [Eucharistica Synaxis] el centro de la congregación de los fieles que preside el presbítero. Enseñan los presbíteros a los fieles a ofrecer al Padre en el sacrificio de la misa la Victima divina y a ofrendar la propia vida juntamente con ella» (PO § 5).
Así, pues, la función de los sacerdotes en la santa
misa se reduce, al parecer, a la de "enseñar" edocent a los
fieles, a ofrendar la víctima divina "juntamente" consigo mismos
(re~o que santifica, en un contexto semejante, "enseñar a ofrecer la
víctima divina ). Añadese a ello el silenciamiento de una serie de hechos: que
la ofrenda la hace ante todo el sacerdote in persona. Christi, que se
trata de una ofrenda de hombres pecadores, que se hace en expiación de nuestros
pecados, y que ha de ser acepta a Dios., en otra parte, se manifiesta también
aquí la idea de la celebración del sacerdote y el pueblo, condenada
expresamente por el magisterio preconciliar; una idea que se funda en la
errónea concepción protestante según la cual los fieles son todos ya sacerdotes
a consecuencia del bautismo, por lo que no puede darse una distinción auténtica
entre "sacerdocio de los fieles" y "sacerdocio jerárquico"
1. Al respecto, huelga decir que la Iglesia, ha condenado siempre la exaltación
indebida de la "sagrada sinaxis (la última vez, en la Mediator Dei 2).
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