jueves, 22 de junio de 2017

AVISOS ESPIRITUALES DE SANTA TERESA DE JESUS


NINGUNA IMAGEN PUEDE ENCERRAR ALGO INSIGNIFICANTE DEL CIELO
NI HAY MAS DE UNA GLORIA Y ESTA ES ETERNA

 NO TIENES MAS QUE UN ALMA...

En los anteriores artículos la santa se empeño asiduamente en mostrarnos las terribles realidades que encierra el novísimo del infierno, con el fin de detestar el pecado y obrar el bien o, si se quiere, cuando menos temer a DIOS y sus castigos y, por medio de ello, conducirnos al temor filial. Ahora se esforzara por definir algo del otro novísimo como lo es el cielo para mostrarnos que todos nuestros sufrimientos aquí en la tierra tiene su premio en el cielo. En donde todo es lo contrario de lo que nos acontece en la tierra. En esta otra entrega consolemos nuestra alma y movamos nuestra voluntad a obrar lo mejor que podamos para ganar no solo la eternidad sino el amor de DIOS que es nuestro fin, nuestro máximo trofeo y nuestra suprema felicidad

 

221.- Ni los ojos vieron, ni los oídos oyeron, ni en corazón de hombre cupo lo que preparó DIOS para los que le aman. Tan crecido, dice S. Agustín, es aquel premio, que ni los ojos ni los oídos, ni el corazón humano, son capaces de comprender su grandeza; porque todo lo visible es corto, y cuanto se oye de aquella gloria es poco, y lo que se piensa no iguala con su grandeza.

222.- Tal es y tan soberana, que ni alcanza la imaginación a representarla como es, ni el entendimiento a conocerla, ni se podrá entender, hasta que desnudos de este cuerpo mortal tire DIOS la cortina y eleve con la luz de su gloria nuestro corto caudal a conocer su grandeza.

223.- Hágase mi ramillete, dice S. Agustín, de todas las cosas gustosas y honrosas que hay en lo visible, y sacada una quinta esencia de ellas es nada respecto de una sola gota de la bienaventuranza con que premia DIOS a los suyos.

224.- Conforme a lo cual dijo S. Gregario aquella sentencia: si consideramos cuántos y cuáles son los bienes que nos son prometidos en el cielo, despreciaremos por viles cuantos hay en la tierra; porque todo lo terreno comparado con lo celestial y eterno, por rico, que sea, es nada, y por deleitoso que parezca es carga, no alivio, nada satisface, nada consuela, todo lo de acá deja el corazón vacío. En tu gloria, Señor, hay hartura sin fatiga, y gozo sin temor, satisfacción sin límite, alegría sin tristeza, descanso sin sobresalto, paz con seguridad, salud sin enfermedad, consuelo sin lágrimas, vida sin muerte, eternidad sin fin, amor sin dolor, en una palabra: posesión de DIOS, sin perderle jamás, en que se dice todo.

225.- Porque DIOS es el Sumo Bien en quien están todas las felicidades juntas, y su vista es la bienaventuranza, .con que tiene un alma la suma felicidad, semejante en todo a El: cuando se manifestare seremos semejantes a DIOS, porque le veremos como es. Más gloria ha de tener el menor de todos los bienaventurados, que cabe en todo el mundo junto, y sólo ver y comunicar al menor de todos es de mayor gozo que poseer todo lo terreno.

226.- Escribe Ludovico Blosio que, regalando un día DIOS a Santa Mectildis, le dijo: porqué conozcas más mí piedad te quiero mostrar el menor de mis Bienaventurados. Abrió los ojos la Santa y vio cerca de sí un varón de inexplicable hermosura, coronado como Rey, y con tal majestad, que sólo mirarle era de mayor deleite que gozar de cuanto tiene el mundo.

227.- Preguntóle Santa Mectildis: ¿quién sois vos, Señor, y cómo llegasteis a tan soberana felicidad? Yo soy, respondió, el menor de los Cortesanos del cielo. Cuando viví entre los hombres fui un ladrón, que me ejercité en robar. Más porque obraba por ignorancia y mal natural heredado de mis padres, la Majestad de DIOS tuvo piedad de mí, y me dio gracia y lugar de penitencia.

Rematé en ella mi vida, y después de haber purgado mis pecados por espacio de 100 años en el Purgatorio, vine a la felicidad que ves, la cual ni puede tener fin, ni tiene comparación.

228.- Pues si tales la gloria del menor de los Bienaventurados, ¿cuál será la de los mayores? Y ¿cuáles los premios que DIOS tiene apercibidos para los que le temen? Allí, dice S. Cipriano, cesarán todos los males y serán consumados los bienes. Allí no habrá frío, ni calor, hambre ni sed; allí habrá hartura que no canse, satisfacción que no empalague, gozo que llene, consuelo que alegre, compañía que regocije.

229.- Allí se cumplirán los deseos, tendrán satisfacción los apetitos, la carne estará deificada, y en suma concordia con el espíritu. Allí cada sentido tendrá su propio y cumplidísimo gozo, los ojos viendo cosas tan gloriosas, los oídos oyendo la música de los Ángeles, el tacto regalado con aquel temple celestial, el olfato con la suavidad del cielo, el gusto paladeado con aquella dulzura inefable.

230.- Las potencias del alma tendrán el pasto a satisfacción de su capacidad, entendiendo, cómo es DIOS, recreándose perpetuamente con su memoria, alegrándose con su vista, y uniéndose la voluntad con El íntimamente, satisfaciendo en uno todos los deseos; y esto no por Un día o por una semana, ni por un año o un siglo, SINO POR UNA ETERNlDAD, para mientras DIOS fuere DIOS.

231.- Verdaderamente que, como dice S. Agustín, es tal aquella felicidad que, por un solo día de gloria se habían de pasar innumerables penas, i Y SE COMPRARLA BARATA!

232.- S. Juan Crisóstomo añadió lo que parece encarecimiento, y no lo es, conviene a saber, que es de tan subidos quilates aquella felicidad, que, si fuera necesario padecer todos los días gravísimos tormentos, y los del mismo infierno por algún tiempo; los debiéramos sufrir, por ver y gozar de DIOS, en compañía de sus Ángeles.

233.- Aquí parece que tiró el Santo la barra a todo cuanto se puede decir, porque ninguna cosa de las penosas tiene comparación con el infierno, así por la acerbidad de las penas, como por la crueldad de los verdugos, y la compañía de los atormentados, y horribilidad del lugar, que cada cosa de por sí es terrible de llevar- y la bienaventuranza es de tan subido precio, que todo es poco, y nada en su comparación.

234.- Considera, pues, tú, ahora, que Reino te espera, que Paraíso te tiene DIOS preparado, y para qué felicidad te crió, mira con atención la silla que tienes señalada en el cielo, la cual está prevenida para tu descanso; medita despacio en la grande anchura y longitud de aquel lugar, la luz inaccesible que le baña, la hermosura y variedad de sus moradores, la hermandad de sus vecinos, la paz y quietud que gozan, la tranquilidad interior, el gozo inexplicable que llena sus corazones poseídos por la bondad de DIOS.
...SALVA TU ALMA

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