EL PADRE MIGUEL AGUSTÍN PRO ANTES DE SER FUSILADO
"El entierro del P. Pro, fusilado el 23 de
noviembre de 1927, y el de Toral, el 10 de
febrero de 1929, dieron ocasión a manifestaciones de masas incontrolables, a
escenas tumultuarias, seguidas de numerosas detenciones.
La vida cotidiana estaba llena de pequeñas
rebeliones duramente castigadas por el gobierno. Se necesitaba permiso especial
de las autoridades militares para vestir de luto lo cual se había convertido en
el símbolo de la protesta muda. Crespones, inscripciones, ropas se hallaban
bajo la jurisdicción de la ley, que no se atrevía sin embargo a proceder contra
la multitud. También hoy la política laica y anticlerical... se detiene a las
puertas de la Basílica...
Letreros que en cualquier otro punto de la República
son considerados abiertamente revolucionarios y suenan a rebelión... ostentan
en el interior de la Basílica su grito de revuelta, sin que ningún polizonte se
arriesgue a arrancarlos: i Viva el Papa! ¡Viva Méjico católico! ¡Viva Cristo
Rey!"
El pueblo oraba fervorosamente y aclamaba a Cristo y
a Su Santísima Madre en los mismos templos, por las calles, por las plazas y
por los campos. El culto privado se extendió profusamente. En campos, locales,
casas y oratorias particulares, incluso de miembros o servidores de la tiranía,
los sacerdotes, protegidos y ocultados por el pueblo, celebraban la Santa Misa
e impartían todos los sacramentos.
Llena de rabia satánica, se propuso también la
tiranía impedir y acabar con el culto privado, cometiendo toda clase de
atrocidades. Asesinato y prisión de sacerdotes y de seglares. Vejaciones y
despojos.
El Obispo de Calima, Mons. José Amador Velazco o, y
el Arzobispo de Guadalajara, Mons. Francisco Orozco y Jiménez, sin transigir
con la tiranía, permanecieron heroicamente dentro de sus diócesis ejerciendo su
ministerio protegidos por su grey.
"El anciano Mons. Velasco, que había hecho frente al gobierno en
1925 y que había sido el primero en ordenar la suspensión de los cultos, no fue
jamás aprehendido por el gobierno, pese a lo exiguo del estado de Colima y al
número de tropas que en él operaban. Refugiado en la sierra del Tigre,
protegido por su pueblo, protegido incluso por los agraristas de Ahuijullo,
milicianos del gobierno y enemigos de los cristeros, siguió celebrando la misa,
enseñando, confirmando y llevando la misma vida de privaciones y de angustias
que los combatientes”.
"Cuando se conoce el ercarnizamiento con que el gobierno
persiguió a Mons. Orozco, cuando se piensa que su destierro fue pedido por el
presidente Portes Gil a los obispos, en el momento de establecer los Arreglos,
cabe admirarse que desde octubre de 1926 a junio de 1929 no haya habido un
Judas que lo entregara. Lo mismo que Mons. Velasco, llevó durante tres años la
vida ruda de los cristeros, por montes y valles, durmiendo al sereno, guardado
por los cristeros y protegido por los agraristas. A veces vivía muy cerca de
Guadalajara, en las barrancas de San Cristóbal. Con su larga barba, vestido
como campesino, se escabullía de entre las manos de los soldados; mulero un
día, labriego el siguiente.... Viendo que la guerra era inevitable, después de
los primeros levantamientos, pasó a la clandestinidad para no abandonar a su
pueblo en una prueba cuyo horror temía y cuya duración preveía... “Meses antes
de la suspensión del culto público decretado por el Episcopado, la aplicación
de la legislación anticatólica había dado ya lugar en casi todo el país, no
sólo a numerosos actos y manifestaciones estaciones de protesta y de repudio de
la misma, sino también a numerosos y espontáneos motines y enfrentamientos
sangrientos del pueblo con las fuerzas armadas de la tiranía”.
No obstante, Calles declaraba el 27 de julio de 1926
al New York Times: "Naturalmente que
mi gobierno no piensa siquiera suavizar las reformas y adiciones al Código
Penal. Ya cada nueva manifestación de animosidad u oposición o estorbo a las
tareas administrativas de mi gobierno, se traducirá forzosamente en nuevas
medidas de represión para quienes no acaten o desconozcan las leyes de Méjico.
"
El 26 de julio, acusados del delito de provocación,
de desobediencia a la ley fueron aprehendidos el Presidente y el Vicepresidente
de la L. N. D. L. R., la cual no quedó acéfala porque tomaron posesión los
previstos sustitutos.
"... Dos días antes de la supresión de cultos
en toda la República decretada por el episcopado caía un viejo y modesto
comerciante de aquella ciudad (Puebla), José García Farfán originario de
Tlaxco, estado de Tlaxcala, quien contaba a la sazón 66 años de edad. De
carácter enérgico, era ampliamente conocido y estimado en su barrio, por sus
frecuentes gestos de caridad y su piedad acrisolada. Había impulsado, en su
pequeño comercio de miscelánea las publicaciones católicas. Y precisamente para
arreglar algún asunto pendiente con la revista El Mensajero del Corazón de
Jesús y hacer unas visitas a la virgen de Guadalupe, estuvo en la ciudad de
Méjico unos días en el mes de junio de 1926. A su regreso a Puebla llevó
consigo varios letreros que le fueron proporcionados por la Liga Defensora de
la Libertad Religiosa, a la que se había adherido desde un principio.
"Puso en su aparador, en forma ostensible, aquellas leyendas que decían:
¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Sólo Dios no muere!, etc.
"El día 28 de julio fue a comulgar, como si
presintiera el próximo fin de su vida. A media mañana entró en la miscelánea el
asistente del general Juan Guadalupe Amaya, que venía acompañado del general
Daniel Sánchez y otro soldado, en un coche que se detuvo enfrente. Ordenó el
asistente a Farfán que saliera a ver al general Amaya que lo llamaba.
“¿Dónde está? "-En su automóvil, allí a la
puerta.
"-Pues dígale usted a su general, que hay la
misma distancia de su automóvil a mi mostrador, que de mi mostrador a su
automóvil, donde estoy a sus órdenes.
"Ambos generales entraron en la tienda y
llenaron de improperios al anciano propietario, a quien ordenaron quitar los
letreros del aparador. José García Farfán se negó, pues en su casa sólo
mandaban, primero Dios y después él, y si alguien se atrevía a quitar de allí
esos letreros tendría que atenerse a las consecuencias. Amaya sacó la pistola y
disparó a quemarropa al anciano, quien por gracia de Dios no fue herido, y
empezó a arrancar de la vitrina los letreros.
"García Farfán no resistió tal atentado y,
lleno de ira tomó un frasco de cristal que contenía chiles en vinagre y lo
arrojó al militar. El general Sánchez detuvo el improvisado proyectil con el
brazo y recibió una herida en la muñeca. Eso bastó para que García Farfán se serenara
y pidiera una disculpa a su contrincante. Y mientas curaba al herido con
humildad franciscana, Amaya continuó destrozando el contenido del aparador.
Sólo dejó, por descuido, un letrero que decía: ¡Dios no muere!
"García Farfán fue apresado por los militares y
conducido al cuartel de San Francisco, sin que valieran las peticiones del
vecindario que trataba de rescatarlo, ni la intervención de un abogado que
interpuso un amparo que no fue tomado en cuenta por sus aprehensores.
"En la mañana del 29 de julio, Amaya formó el
cuadro para fusilar al católico anciano y, momentos antes de dar la orden de
fuego, con despiadado sarcasmo dijo a García Farfán: “A ver ahora cómo mueren
los católicos...
-Así -respondió el mártir, y estrechó el crucifijo
de su rosario contra su pecho, al tiempo que gritaba: ¡Viva Cristo Rey!
"Las balas atravesaron su cuerpo. Allá, en el
aparador de su comercio, un letrero proclamaba: ¡Dios no muere!
"García Farfán fue el primero a partir de esa
fecha, de una larga lista de víctimas inmoladas por el odio ateo, Tras él, con
frecuencia agobiadora, e irían al martirio miles de hombres, mujeres y
niños,”
Para presionar y obligar a la tiranía a la reforma
de la legislación, la Liga, de acuerdo con el Comité Episcopal, decretó el 12
de agosto de 1926 el boicot o general bloqueo económico y social, que desde el
mes anterior se había planeado para paralizar la vida social y económica,
mientras estuviese en vigor el Decreto del 14 de junio, El boicot consistía esencialmente en abstenerse de pagar impuestos y
reducir el consumo al mínimo indispensable.
El pueblo en general respondió con su ya
acostumbrada generosidad y heroísmo reduciendo sus ya mínimos gastos y
aceptando todas las privaciones y los peligros. Los ricos y los importantes
hombres de negocios en general lo recibieron con antipatía y se opusieron al
mismo al ver disminuir y peligrar sus negocios. No obstante, el boicot tuvo una
muy importante repercusión en la vida social y económica. La tiranía lo declaró
criminal y sedicioso y procedió brutal y sanguinariamente contra él, imponiendo
severas penas de privación de la libertad y cuantiosas multas a quienes lo
propagaran, sin vacilar en recurrir al asesinato.
En Colima "el
boicot cobró mayor fuerza y el jefe militar de la plaza, general Benito García,
de instintos sanguinarios, ordenó la aprehensión, la noche del 15 de
septiembre, de varios pacíficos vecinos que aparecieron asesinados al día
siguiente."
"Entre estos ocho muertos estaba don Francisco Zapién, honrado
comerciante a quien arrancaron del seno de su hogar, de los brazos mismos de su
esposa, para llevarlo a la muerte. Estaban también dos jovencitos, hijos de una
viuda que vivía cerca de la huerta de la Florida... La mujer aquella, con la
angustia de una madre que pierde a sus hijos en una sola noche sin motivo
ninguno, sin ninguna formación de causa, de tan villana y criminal manera, no
vaciló en presentarse ante el mismo criminal, general Benito García, para
echarle en cara su infamia... Dos o tres días después apareció un cadáver de
mujer colgado de un árbol cerca del paseo de la Piedra Lisa. "
"Aunque en forma diversa el boicot se hizo
sentir en toda la Nación.
Intensamente en Jalisco y Calima. Menos intenso en
otros lugares.
"Los efectos inmediatos del boicot obligaron al Ayuntamiento de
la ciudad de Méjico a reducir el monto de las contribuciones a los cines: la
primera semana, 50 la segunda y 25 la tercera. Eso no obstante en pocos días
cerraron 15 cines y 3 teatros, lo que equivalía a un porcentaje elevadísimo en
relación con las salas de espectáculos que entonces existían en la capital.
"El comercio se vio también seriamente afectado en sus ingresos,
principalmente aquellos dedicados a la venta de artículos de lujo. Del Banco de
Méjico, recientemente creado por Calles como banco del Estado, se retiraron
siete millones de pesos cantidad enorme para las reservas con que contaba. Bajó
también el movimiento de transportes y de carga en toda la República. El
Gobierno se vio obligado, por falta de ingresos previstos, a prorrogar sus
plazos para el pago de los pedidos que hacía a la industria y comercio
nacionales."
"El consumo interior ha disminuido mucho. Los stocks se acumulan
en la industria y en el comercio. Los pagos son difíciles y muchas empresas se
encuentran en una situación inquietante. El Tesoro ha sufrido el contragolpe de
esta situación... a causa de la fuga de capitales la tasa del peso cae”.
PREPARANDO EL BOICOT
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