miércoles, 26 de abril de 2017

Nacimiento, grandeza, decadencia y ruina de la NACION MEXICANA


EL PADRE MIGUEL AGUSTÍN PRO ANTES DE SER FUSILADO


"El entierro del P. Pro, fusilado el 23 de noviembre de 1927, y el de Toral, el 10 de febrero de 1929, dieron ocasión a manifestaciones de masas incontrolables, a escenas tumultuarias, seguidas de numerosas detenciones.
La vida cotidiana estaba llena de pequeñas rebeliones duramente castigadas por el gobierno. Se necesitaba permiso especial de las autoridades militares para vestir de luto lo cual se había convertido en el símbolo de la protesta muda. Crespones, inscripciones, ropas se hallaban bajo la jurisdicción de la ley, que no se atrevía sin embargo a proceder contra la multitud. También hoy la política laica y anticlerical... se detiene a las puertas de la Basílica...
Letreros que en cualquier otro punto de la República son considerados abiertamente revolucionarios y suenan a rebelión... ostentan en el interior de la Basílica su grito de revuelta, sin que ningún polizonte se arriesgue a arrancarlos: i Viva el Papa! ¡Viva Méjico católico! ¡Viva Cristo Rey!"
El pueblo oraba fervorosamente y aclamaba a Cristo y a Su Santísima Madre en los mismos templos, por las calles, por las plazas y por los campos. El culto privado se extendió profusamente. En campos, locales, casas y oratorias particulares, incluso de miembros o servidores de la tiranía, los sacerdotes, protegidos y ocultados por el pueblo, celebraban la Santa Misa e impartían todos los sacramentos.
Llena de rabia satánica, se propuso también la tiranía impedir y acabar con el culto privado, cometiendo toda clase de atrocidades. Asesinato y prisión de sacerdotes y de seglares. Vejaciones y despojos.
El Obispo de Calima, Mons. José Amador Velazco o, y el Arzobispo de Guadalajara, Mons. Francisco Orozco y Jiménez, sin transigir con la tiranía, permanecieron heroicamente dentro de sus diócesis ejerciendo su ministerio protegidos por su grey.
"El anciano Mons. Velasco, que había hecho frente al gobierno en 1925 y que había sido el primero en ordenar la suspensión de los cultos, no fue jamás aprehendido por el gobierno, pese a lo exiguo del estado de Colima y al número de tropas que en él operaban. Refugiado en la sierra del Tigre, protegido por su pueblo, protegido incluso por los agraristas de Ahuijullo, milicianos del gobierno y enemigos de los cristeros, siguió celebrando la misa, enseñando, confirmando y llevando la misma vida de privaciones y de angustias que los combatientes”.
"Cuando se conoce el ercarnizamiento con que el gobierno persiguió a Mons. Orozco, cuando se piensa que su destierro fue pedido por el presidente Portes Gil a los obispos, en el momento de establecer los Arreglos, cabe admirarse que desde octubre de 1926 a junio de 1929 no haya habido un Judas que lo entregara. Lo mismo que Mons. Velasco, llevó durante tres años la vida ruda de los cristeros, por montes y valles, durmiendo al sereno, guardado por los cristeros y protegido por los agraristas. A veces vivía muy cerca de Guadalajara, en las barrancas de San Cristóbal. Con su larga barba, vestido como campesino, se escabullía de entre las manos de los soldados; mulero un día, labriego el siguiente.... Viendo que la guerra era inevitable, después de los primeros levantamientos, pasó a la clandestinidad para no abandonar a su pueblo en una prueba cuyo horror temía y cuya duración preveía... “Meses antes de la suspensión del culto público decretado por el Episcopado, la aplicación de la legislación anticatólica había dado ya lugar en casi todo el país, no sólo a numerosos actos y manifestaciones estaciones de protesta y de repudio de la misma, sino también a numerosos y espontáneos motines y enfrentamientos sangrientos del pueblo con las fuerzas armadas de la tiranía”.
No obstante, Calles declaraba el 27 de julio de 1926 al New York Times: "Naturalmente que mi gobierno no piensa siquiera suavizar las reformas y adiciones al Código Penal. Ya cada nueva manifestación de animosidad u oposición o estorbo a las tareas administrativas de mi gobierno, se traducirá forzosamente en nuevas medidas de represión para quienes no acaten o desconozcan las leyes de Méjico. "
El 26 de julio, acusados del delito de provocación, de desobediencia a la ley fueron aprehendidos el Presidente y el Vicepresidente de la L. N. D. L. R., la cual no quedó acéfala porque tomaron posesión los previstos sustitutos.
"... Dos días antes de la supresión de cultos en toda la República decretada por el episcopado caía un viejo y modesto comerciante de aquella ciudad (Puebla), José García Farfán originario de Tlaxco, estado de Tlaxcala, quien contaba a la sazón 66 años de edad. De carácter enérgico, era ampliamente conocido y estimado en su barrio, por sus frecuentes gestos de caridad y su piedad acrisolada. Había impulsado, en su pequeño comercio de miscelánea las publicaciones católicas. Y precisamente para arreglar algún asunto pendiente con la revista El Mensajero del Corazón de Jesús y hacer unas visitas a la virgen de Guadalupe, estuvo en la ciudad de Méjico unos días en el mes de junio de 1926. A su regreso a Puebla llevó consigo varios letreros que le fueron proporcionados por la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, a la que se había adherido desde un principio. "Puso en su aparador, en forma ostensible, aquellas leyendas que decían: ¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Sólo Dios no muere!, etc.

"El día 28 de julio fue a comulgar, como si presintiera el próximo fin de su vida. A media mañana entró en la miscelánea el asistente del general Juan Guadalupe Amaya, que venía acompañado del general Daniel Sánchez y otro soldado, en un coche que se detuvo enfrente. Ordenó el asistente a Farfán que saliera a ver al general Amaya que lo llamaba.
“¿Dónde está? "-En su automóvil, allí a la puerta.
"-Pues dígale usted a su general, que hay la misma distancia de su automóvil a mi mostrador, que de mi mostrador a su automóvil, donde estoy a sus órdenes.
"Ambos generales entraron en la tienda y llenaron de improperios al anciano propietario, a quien ordenaron quitar los letreros del aparador. José García Farfán se negó, pues en su casa sólo mandaban, primero Dios y después él, y si alguien se atrevía a quitar de allí esos letreros tendría que atenerse a las consecuencias. Amaya sacó la pistola y disparó a quemarropa al anciano, quien por gracia de Dios no fue herido, y empezó a arrancar de la vitrina los letreros.
"García Farfán no resistió tal atentado y, lleno de ira tomó un frasco de cristal que contenía chiles en vinagre y lo arrojó al militar. El general Sánchez detuvo el improvisado proyectil con el brazo y recibió una herida en la muñeca. Eso bastó para que García Farfán se serenara y pidiera una disculpa a su contrincante. Y mientas curaba al herido con humildad franciscana, Amaya continuó destrozando el contenido del aparador. Sólo dejó, por descuido, un letrero que decía: ¡Dios no muere!

"García Farfán fue apresado por los militares y conducido al cuartel de San Francisco, sin que valieran las peticiones del vecindario que trataba de rescatarlo, ni la intervención de un abogado que interpuso un amparo que no fue tomado en cuenta por sus aprehensores.
"En la mañana del 29 de julio, Amaya formó el cuadro para fusilar al católico anciano y, momentos antes de dar la orden de fuego, con despiadado sarcasmo dijo a García Farfán: “A ver ahora cómo mueren los católicos... 
-Así -respondió el mártir, y estrechó el crucifijo de su rosario contra su pecho, al tiempo que gritaba: ¡Viva Cristo Rey!
"Las balas atravesaron su cuerpo. Allá, en el aparador de su comercio, un letrero proclamaba: ¡Dios no muere!
"García Farfán fue el primero a partir de esa fecha, de una larga lista de víctimas inmoladas por el odio ateo, Tras él, con frecuencia agobiadora, e irían al martirio miles de hombres, mujeres y niños,” 
Para presionar y obligar a la tiranía a la reforma de la legislación, la Liga, de acuerdo con el Comité Episcopal, decretó el 12 de agosto de 1926 el boicot o general bloqueo económico y social, que desde el mes anterior se había planeado para paralizar la vida social y económica, mientras estuviese en vigor el Decreto del 14 de junio, El boicot consistía esencialmente en abstenerse de pagar impuestos y reducir el consumo al mínimo indispensable.

El pueblo en general respondió con su ya acostumbrada generosidad y heroísmo reduciendo sus ya mínimos gastos y aceptando todas las privaciones y los peligros. Los ricos y los importantes hombres de negocios en general lo recibieron con antipatía y se opusieron al mismo al ver disminuir y peligrar sus negocios. No obstante, el boicot tuvo una muy importante repercusión en la vida social y económica. La tiranía lo declaró criminal y sedicioso y procedió brutal y sanguinariamente contra él, imponiendo severas penas de privación de la libertad y cuantiosas multas a quienes lo propagaran, sin vacilar en recurrir al asesinato.
En Colima "el boicot cobró mayor fuerza y el jefe militar de la plaza, general Benito García, de instintos sanguinarios, ordenó la aprehensión, la noche del 15 de septiembre, de varios pacíficos vecinos que aparecieron asesinados al día siguiente."
"Entre estos ocho muertos estaba don Francisco Zapién, honrado comerciante a quien arrancaron del seno de su hogar, de los brazos mismos de su esposa, para llevarlo a la muerte. Estaban también dos jovencitos, hijos de una viuda que vivía cerca de la huerta de la Florida... La mujer aquella, con la angustia de una madre que pierde a sus hijos en una sola noche sin motivo ninguno, sin ninguna formación de causa, de tan villana y criminal manera, no vaciló en presentarse ante el mismo criminal, general Benito García, para echarle en cara su infamia... Dos o tres días después apareció un cadáver de mujer colgado de un árbol cerca del paseo de la Piedra Lisa. "
"Aunque en forma diversa el boicot se hizo sentir en toda la Nación.
Intensamente en Jalisco y Calima. Menos intenso en otros lugares.
"Los efectos inmediatos del boicot obligaron al Ayuntamiento de la ciudad de Méjico a reducir el monto de las contribuciones a los cines: la primera semana, 50 la segunda y 25 la tercera. Eso no obstante en pocos días cerraron 15 cines y 3 teatros, lo que equivalía a un porcentaje elevadísimo en relación con las salas de espectáculos que entonces existían en la capital.
"El comercio se vio también seriamente afectado en sus ingresos, principalmente aquellos dedicados a la venta de artículos de lujo. Del Banco de Méjico, recientemente creado por Calles como banco del Estado, se retiraron siete millones de pesos cantidad enorme para las reservas con que contaba. Bajó también el movimiento de transportes y de carga en toda la República. El Gobierno se vio obligado, por falta de ingresos previstos, a prorrogar sus plazos para el pago de los pedidos que hacía a la industria y comercio nacionales."
"El consumo interior ha disminuido mucho. Los stocks se acumulan en la industria y en el comercio. Los pagos son difíciles y muchas empresas se encuentran en una situación inquietante. El Tesoro ha sufrido el contragolpe de esta situación... a causa de la fuga de capitales la tasa del peso cae”.



PREPARANDO EL BOICOT

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