El misil balístico RS-26 Rubezh en el
Caribe: ¿Ficción o futuro?
Un motivo para el desarrollo del misil balístico
intercontinental (ICBM) RS-26 Rubezh, de fabricación rusa, habría sido la
de crear un arma que reemplazase al misil balístico de alcance intermedio
soviético SS-20.
Una
razón para el desarrollo por parte de Rusia del misil balístico
intercontinental (ICBM) RS-26
Rubezh,
también conocido como Yars-M por estar
basado de forma más avanzada en el nuevo misil balístico intercontinental
ruso RS-24 Yars,
habría sido la de crear un arma que reemplazase al misil balístico de alcance
intermedio soviético SS-20 – eliminado por el Tratado
INF de 1987 –
como misil balístico de teatro de operaciones militares (aunque tuviese el
mayor alcance de un misil balístico intercontinental). Ante las acusaciones de Washington
de que el nuevo misil Rubezh violase el Tratado INF,
que eliminaba misiles ofensivos con alcances desde 500 km hasta 5,500 km que
fuesen lanzados desde tierra contra blancos terrestres, Moscú responde que
el misil
RS-26 no viola el tratado por
no ser un misil balístico de alcance intermedio (IRBM),
categoría eliminada por el mencionado tratado, sino que es un misil balístico intercontinental, tipo de misiles no cubierto por el
acuerdo entre la antigua Unión Soviética y EE.UU.
Otra
razón que tendría Rusia para desarrollar el misil Rubezh sería para introducir
un nuevo misil capaz de derrotar los actuales y futuros sistemas de defensa antimisil de EE.UU., desplegados o que se planea
desplegarlos particularmente en Europa en países miembros de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sistema de defensa
antimisil europeo que
Rusia ve como una amenaza a su fuerza disuasoria estratégica de misiles balísticos
intercontinentales desplegados mayormente en la parte europea de Rusia, al
oeste de los Montes Urales. El argumento sería que la fuerza de misiles
estratégicos rusa disuade a EE.UU., por ejemplo, de un día llevar a cabo un
ataque sorpresa contra Rusia con sus misiles balísticos intercontinentales y
bombarderos estratégicos porque de hacerlo, Rusia respondería castigando al
agresor con un contraataque nuclear con sus misiles balísticos. Esta realidad
disuadiría a un potencial agresor a atacar, sabiendo que el contraataque
nuclear punitivo ruso lo destruiría también. Este temor a ser destruido de
atacar a una potencia nuclear poseedora de una fuerza nuclear con la
credibilidad de poder llegar al objetivo y destruir al agresor es elemento
medular del concepto de la disuasión nuclear.
El
temor ruso con la defensa antimisil europea de la OTAN y EE.UU. es que, en un
escenario hipotético, de Rusia ser atacada por las fuerzas nucleares de la OTAN
con EE.UU. a la cabeza, y en consecuencia de Rusia querer castigar dicha
agresión nuclear con un contraataque de retaliación nuclear lanzando sus
misiles balísticos basados en la Rusia europea, dichos misiles, que tendrían
que llevar una trayectoria de vuelo no sobre el Polo Norte (esta sería la
trayectoria para misiles basados en Siberia o lanzados desde submarinos
operando en el Océano Ártico que atacasen objetivos estratégicos en el interior
de EE.UU. en sus regiones Centro Noroeste y en los Estados
Montañosos norteños
de su Región
Oeste)
sino sobre el Océano Atlántico Norte para impactar blancos en la costa este de
EE.UU., podrían ser interceptados en Europa por los misiles del sistema de
defensa antimisil desplegado por EE.UU. en países aliados europeos de la OTAN,
usando así a Europa como primera línea defensiva contra un ataque de misiles
balísticos rusos dirigido contra la costa este de EE.UU., donde se hallan las
ciudades de Washington DC, Nueva York, Filadelfia y Boston.
Esta
capacidad potencial, y si no actual sí futura, para interceptar y derribar a
los misiles balísticos rusos lanzados desde su territorio europeo contra
blancos en la costa este de EE.UU. y su interior, es vista por Moscú como una
amenaza a la credibilidad de la capacidad de disuasión estratégica nuclear de
su fuerza de misiles balísticos intercontinentales.
El
argumento de EE.UU. y de la OTAN para desplegar el sistema de defensa antimisil
estadounidense en Europa, que es para defenderla de una futura amenaza de
misiles de Irán y Corea del Norte, aparte de carecer credibilidad - en todo
caso la amenaza de misiles vendría de la fuerza de misiles
balísticos intercontinentales de Israel, en particular contra Alemania como un futuro acto de venganza
por el genocidio del Holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial – ya que
Irán no tiene intensiones agresoras – no ha sido un país que ha atacado ni
invadido a otros como son los casos del régimen de Israel, EE.UU., la
antigua Unión Soviética, el Irak de Saddam Husein y Arabia Saudí - ni
atacaría a sus socios comerciales europeos, de gran importancia para las relaciones diplomáticas y
económicas de Teherán. Corea del Norte, por otro lado, tendría a EE.UU. Corea
del Sur y Japón en la mira de sus misiles y no a Europa, que también está mucho
más lejos. Además, de Corea del Norte lanzar misiles balísticos
intercontinentales contra Europa, tendrían que seguir una trayectoria
sobrevolando la China y países miembros de la Organización del Tratado de la Seguridad
Colectiva (CSTO),
ésta última liderada por Rusia, siendo tanto la China como Rusia muy
importantes socios comerciales de Europa. Además, las defensas antimisiles
rusas y chinas interceptarían cualquier misil balístico no autorizado que
sobrevolase su territorio, potencialmente amenazándolo. Moscú cabe
decirlo, no
ha sido persuadida por los argumentos esgrimidos por
Washington en favor de su sistema de defensa antimisil desplegado en Europa.
De
recibir una invitación del Gobierno Venezolano para hacerlo, Rusia, de estar de
acuerdo, podría desplegar misiles balísticos RS-26 Rubezh en territorio
venezolano. Caracas buscaría esta opción en última instancia para garantizar su
seguridad nacional por medio de la disuasión nuclear rusa, de sentirse
amenazada de ser atacada o invadida por EE.UU. y sus aliados regionales. En
este sentido, el motivo sería parecido al que impulsó al Gobierno Cubano a
solicitar ayuda a la Unión Soviética y su protección por medio del despliegue
de misiles balísticos soviéticos de alcance
medio y
de alcance intermedio en su territorio, lo que provocó en 1962 la llamada Crisis
de los misiles en Cuba.
Rusia
estaría interesada en desplegar misiles balísticos como el Rubezh en Sudamérica
para que así parte de su fuerza de disuasión nuclear evitase la defensa
antimisil de la OTAN en Europa, manteniendo una fuerza disuasoria estratégica
que apuntase a EE.UU. desde lo que Washington ha considerado su patio trasero.
Esto forzaría a EE.UU. a desplegar defensas antimisiles considerables en su
territorio o cerca de éste, en América, pero no en Europa, donde se alega que
amenazarían al grueso de la fuerza de misiles balísticos intercontinentales
rusos, desplegados en la parte europea rusa. Esencialmente, se intentaría así
forzar a Washington a replegar sus sistemas de defensa antimisil a América de
Europa para defender el propio territorio continental de EE.UU., amenazado
por misiles balísticos móviles RS-26 Rubezh basados en territorio
sudamericano.
Armados
con una ojiva nuclear en un vehículo de reentrada maniobrero (MARV) para evadir las defensas antimisiles
o portando 3 MARV con una potencia nuclear de 150 kilotones (150 mil toneladas
de TNT) cada una - las bombas atómicas americanas que destruyeron a las ciudades
japonesas de Hiroshima y Nagasaki en
1945 tenían una potencia de unos 20 kilotones, misiles balísticos Rubezh
desplegados en Venezuela en un escenario hipotético, por su alcance de 6,000 km
ó de hasta 7,500 km podrían atacar cualquier objetivo dentro del territorio
continental norteamericano de EE.UU. y sus 48 estados contiguos, desde su costa atlántica hasta
su costa del Pacífico, excepto Alaska.
Asumiendo
que cada MARV del Yars-M (Rubezh) tenga un alto nivel de
precisión,
inclusive con un error
circular probable (CEP) de tan solo 2 a 5 metros, cada ojiva
podría también impactar silos reforzados de misiles balísticos intercontinentales americanos Minuteman III, no necesitando tener tanto
poder explosivo nuclear para destruirlos en vista de su gran precisión de
impacto sobre el objetivo. Debido a dicha precisión, los MARV del misil Rubezh
podrían también atacar como misiles balísticos antinavío (ASBM) buques de guerra de alto valor como
portaaviones tanto en sus bases de EE.UU. como en alta mar. El despliegue de
misiles Rubezh en Sudamérica sería jaque mate a la defensa antimisil europea
que pretendería utilizar a Europa como primera barrera defensiva de la costa
este de EE.UU. y su interior, ante la fuerza de misiles balísticos
intercontinentales rusa basada al oeste de los Urales.
Posiblemente
una solicitud de asistencia y protección por parte de Caracas, de estar un día
Venezuela al borde de un conflicto con EE.UU. – lo que de momento es improbable
– sería atendida por Moscú, particularmente si la OTAN se expande a Sudamérica
de admitir en un futuro a Colombia como miembro de
pleno derecho. El despliegue de misiles balísticos intercontinentales RS-26
Rubezh en Sudamérica podría forzar a Washington y a la OTAN a negociar con
Rusia el desmantelamiento de la defensa antimisil europea o su renegociación
como una fuerza
conjunta con los rusos, a
cambio de la remoción de los misiles Yars-M de
América y de una declaración pública y un acuerdo formal de que Venezuela no
sería nunca agredida ni invadida por EE.UU., como se hizo con Cuba tras la
crisis de los misiles de 1962. Moscú podría exigir también la resurrección
del Tratado ABM de 1972, abandonado
por EE.UU. unilateralmente
bajo el presidente George W. Bush, o la negociación de un nuevo tratado para
limitar las defensas antimisiles de EE.UU. y Rusia.
Rusia
podría también exigir la inclusión de los arsenales nucleares
estratégicos británicos y franceses, actualmente desplegados en submarinos
de propulsión nuclear armados de misiles balísticos, en nuevas conversaciones
de desarme nuclear entre EE.UU. y Rusia, en vista de la proximidad geográfica
de dichos arsenales a la propia Rusia – y ante la cercanía de misiles Rubezh
desplegados en Sudamérica al mismo EE.UU. Rusia probablemente también podría
exigir la eliminación del arsenal nuclear estratégico del régimen de Israel, el
cual apunta con misiles balísticos a Rusia desde tiempos de la antigua Unión
Soviética, constituyendo una seria amenaza a la seguridad nacional rusa por su
potencia nuclear y su relativa proximidad geográfica.
Rusia
en todo caso trataría de evitar una guerra con EE.UU. y éste tomaría todas las
medidas a su disposición para impedir el despliegue de misiles balísticos rusos
en Sudamérica. Venezuela tampoco desea una guerra y ante todo evitaría darle
una excusa a Washington para intervenir. Ciertamente, el escenario de misiles
balísticos rusos en Venezuela pertenece más al ámbito de la ficción y se
presenta sobre todo como un caso hipotético de estrategia nuclear que
probablemente nunca se materializará. La historia, sin embargo, ocasionalmente
también ha demostrado sorpresas.
Las opiniones y conclusiones expresadas en
este artículo son de exclusiva responsabilidad del
autor y no necesariamente reflejan LA POSICION DEL BLOG UT FIDELES
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