jueves, 23 de febrero de 2017

ESCRITOS SUELTOS DEL LIC. ANACLETO GONZALES FLORES


VIUDA HE HIJOS DE DEL LIC. ANACLETO


“EL QUE MUCHO ABARCA…”
La tarea que tenemos que realiza los católicos en nuestro país para resolver nuestros innumerables problemas es enorme. Y porque es enorme, es necesario que en lugar de realizarla de un solo golpe y de un solo intento, procuremos echar sobre nuestros hombros la carga que podamos llevar con todo éxito. Pues de otra suerte no haremos otra cosa que gastar inútilmente nuestras fuerzas sin alcanzar siquiera medianamente una aproximación al éxito.

Buscar, entre tantos problemas que tenemos que resolver, los de más urgente e inmediata solución y aplazar la de los demás; aparte de una necesidad inevitable es una regla de buen método, del cual depende el resultado satisfactorio de nuestros esfuerzos.

Esto explica que “La Unión Popular” en el programa que formuló para el presente año de 1926 haya procurado, por una parte, fijarse solamente en algunos de nuestros problemas, y por otra, en los que se presentan como de más inmediata y urgente solución.

Porque desde luego para nadie es un secreto que en materia de instrucción religiosa, las circunstancias en que nos encontramos los católicos son verdaderamente lamentables, hasta el punto de poder afirmar, sin temor de exagerar, que nuestro catolicismo en lo general, es sólo catolicismo de nombre y que estamos en lo general muy lejos de conocer siquiera medianamente nuestra religión.

Y esto quiere decir que ante todo debemos consagrarnos a resolver ese problema y quiere decir también que este problema es de urgente solución; en otros términos: que sin resolver este problema no se podrán resolver los demás y quien se entregue a resolver otros sin resolver éste perderá lastimosamente el tiempo.

Porque los problemas que tenemos que resolver los católicos en nuestro país, piden, exigen que cada uno de nosotros viva y actúe como católico, tanto en cuanto a hacer su influjo en la vida de nuestra Patria, como en cuanto a contribuir seriamente a libertar a la Iglesia y a las almas y a las conciencias.

Pero claro está que para esto urge antes que hagamos, un balance de nuestro catolicismo para saber a ciencia cierta, a la luz de los hechos y no de guarismos huecos tomados de las estadísticas, si realmente hay una masa de católicos vivamente penetrados de sus deberes, de sus responsabilidades, de su doctrina y que estén dispuestos a sacrificarse por sus creencias religiosas. Las últimas crisis nos han ahorrado el trabajo de hacer ese balance.

Hoy ya sabemos que si bien es cierto que México es católico, que si catorce millones de mexicanos son católicos, se trata de un catolicismo superficial, rutinario, que no ha sabido, que no ha podido, que no ha querido afrontar de cara nuestra crisis y contribuir con un contingente de acción efectiva y real, para resolver nuestros problemas. El balance está hecho. Ha arrojado un resultado desconsolador que nos ha venido a decir que no hay fuerte conciencia católica ni en los individuos, ni en la sociedad.

Y que ante todo y sobre todo hay que trabajar por formar esa conciencia. De aquí que en estos momentos debamos trabajar todos por resolver el problema de formar una fuerte, honda y viva conciencia católica individual y colectiva.

La solución de este problema es la clave irreemplazable para resolver todos los demás. Resuelto éste, natural y espontáneamente llegaremos a la solución de los otros. Escuelas, catecismo, prensa y organización: de esto vendrá lo demás insensiblemente, inevitablemente.

EL BATALLÓN SAGRADO


Nos ha sido arrebatada la escuela; la niñez y la juventud penetran a la escuela laica en vanguardias numerosas que van a perder lo único que puede hacerlos subir por encima del lodo y del cierno, hasta ennoblecerse y valer algo para Dios y para la Patria.
Sin embargo, no hemos sido totalmente derrotados. Porque si es cierto que no podemos abrir tantas escuelas cuantas sean necesarias para transfundir a Cristo en el alma radiante de la juventud y de la niñez; si bien es cierto que el despotismo del actual gobierno de Jalisco cierra escuelas y viola descaradamente el derecho sagrado de la enseñanza, también es cierto que delante de la escuela laica, delante del maestro pagado con nuestro propio dinero para corromper lo que es la esperanza de la patria, podemos todavía levantar fuertes e irresistibles ejércitos de ideas que lograrán derrotar al laicismo y a la guerra contra Dios. estos ejércitos son de ideas y de palabras.
Porque nosotros podemos y debemos oponer a la obra infame de extraviar niños y jóvenes con el laicismo, la prensa periódica, la enseñanza del catecismo y la propaganda del libro.
Mientras un maestro laico habla a quinientos niños y todos los maestros laicos hablan a centenares de millares de niños, nuestra prensa, sobre todo si la protegemos con firme y decidido empeño, podrá hablarles a centenares de espíritus y podrán combatir el laicismo con una eficacia abrumadora en todas partes, porque el laicismo es infiltrado por doquier menos en el templo.
Mientras el maestro laico siembra la semilla del mal, nuestra enseñanza por medio del catecismo y del libro soplará sobre las conciencias, arrancará prejuicios y empujará almas y cuerpos hacia Cristo.
Por eso nuestras tres cruzadas, la Cruzada de la Buena Prensa, la Cruzada del Catecismo y la Cruzada del Libro, tales como las ha formulado La Unión Popular, son en estos momentos los grandes, los irresistibles ejércitos de palabra, de pensamiento, de ideas que podemos oponer con un éxito seguro, con una victoria inevitable, al maestro laico, a la escuela laica, a la máquina de guerra del laicismo.
Nuestras cruzadas hechas millones de periódicos, de palabras que enseñen, de libros que orienten, son el batallón sagrado que en estos instantes defenderá las murallas de la Iglesia y que derrotará al laicismo a pesar de todas sus bayonetas, de todo el odio de los actuales gobernantes y de toda la revolución.

La consigna en estos momentos es ésta: todos los católicos deben incorporarse al batallón sagrado de la prensa, de la enseñanza del catecismo y del libro.


 

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