(AÑO 1887)
FEBRERO 1887.- Cuando el buen Dios
tiene designios particulares sobre un alma, cuando no la quiere del común de
los hombres, le da un ánimo grande, un corazón generoso, un recto juicio, un
buen carácter, una mente equilibrada. Cuando no encuentres estas cualidades en
una persona, (sabe que) el buen Dios no desea de ella nada particular. Jesús no
manifiesta todo en el trato con un alma, sino lo que de ella exige; Ella no se
queda asustada. Pero le revela sus secretos y la hace partícipe de su cruz y poco
a poco y así es que su gracia la hace más fuerte. El buen Dios te ama de un
modo especial. Eres su hija predilecta. Lo que te ha sucedido era para tu mayor
bien!. Todos deben amar al buen Dios de modo particular, pero para ti hay una
obligación especial: la reciprocidad.
24 JUNIO. - Permanece muy unida a Jesús. Antes
de cualquier acción o cosa que hayas de hacer o de decir, pídele consejo,
háblale de corazón a corazón como a un amigo que tuvieses siempre cercano. Jesús
quiere toda entera tu alma, con todas tus facultades y todas sus potencias; tu
corazón con toda la ternura y todo su amor. Él desea el buen Jesús, ser una
sola cosa contigo, y todo lo que necesites de gracias y de bendiciones para el prójimo
lo obtendrás de su divino Corazón, de esta fuente divina que nunca se agota.
Así es como debe actuar la Esposa de Jesús, darse totalmente a Él, y sobre todo
tú a quien el más ama. Jesús desea que lo recibas en cambio. Oh! si pudieras
recibir todas las gracias que el buen Dios te reserva, sin oponerte a sus
acciones respecto a ti, gracias potentes que te unirían indisolublemente a Él,
gracias de elección, gracias particulares, gracias íntimas. El tiene no pocas cosas
que confiarte para ti sola y para el bien común. Cuando te sea posible, pasa
por la Iglesia, haz una visita a tu Jesús y allí derrama delante de Él tu
corazón. Manifiéstale tus penas, tus alegrías, tus sufrimientos, en fin todo.
Háblale como se habla a un amigo afectuoso, aun padre, a un esposo. Dile todas
tus ternuras por Él, y, cuando no puedas ir a la Iglesia, háblale en tu
corazón. De cuando en cuando durante el día déjate penetrar por algún instante
de su santa presencia, recógete delante de su Majestad, reconoce tu miseria, pero
también su fineza, y dale gracias con gran amor. Todo el día puedes hablarle a
tu Jesús corazón a corazón; Él desea esto y lo espera de ti desde hace tanto
tiempo. Si eres fiel a cuanto te digo, si te dejaras hacer, si buscaras con
placer en todo a Jesús, si tuvieras por Él toda la delicadeza de un corazón
amante que tiene siempre el ojo del alma abierto para conocer lo que puede
complacer a su Esposo Divino, entonces Jesús, por su parte, te reservaría las
más íntimas comunicaciones, sus caricias divinas, su amor de padre y de Esposo
amantísimo; entonces de igual modo obtendrías todo lo que pidieses. Jesús no te
negará nada. Tu te darás toda entera y Él se te dará todo entero. El buen Dios
desea que este Retiro te ponga en el estado en el que desde hace tanto tiempo Él
quiere verte. El buen Dios logra sus fines con medios, con frecuencia ignorados
del todo a nosotros. Y bien, ponte a la obra con ánimo!. Jesús, de su parte,
está por concederte nuevas gracias; corresponde a ellas con gran generosidad
por ti sobre todo y por el bien de la Comunidad. El buen Jesús halla fácil el someterte y plasmarte su
gusto!. Escucha bien su vos en el fondo de tu corazón y no dejes escapar
ninguna de sus gracias. Que tu voluntad con su adorable voluntad formen una
sola!. Que tu corazón se pierda en el suyo!. Pronto Él cumplirá sobre ti sus
designios, si no pones obstáculo. No pierdas de vista su divina presencia. el
buen Dios te quiere santa de modo especial exclusivamente suya. Déjalo hacer! .
El buen Jesús quiere ver en tu corazón sobre todo el amor puro, desinteresado,
generoso; que no tema sufrir y que no busque su propia comodidad, y todo esto
por complacer sólo a Jesús. El buen Dios no prohíbe cuidar el propio cuerpo,
pero hay personas a las que Él mismo quiere curar y cuidar cuando Él quiera.
Los remedios no les son útiles. Para ellas una pequeña mortificación vale más
que todo el resto. Cree lo que te digo y verás. La vía común, eso es lo que Jesús
quiere para ti a la que ama de modo particular.
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Que la fe práctica anime
todas tus acciones!. La confianza en Jesús y en su amor te haga emprender
generosamente todo lo que Él pide de ti cada mañana, al despertarte dile a tu
Preferido: “Jesús mío, aquí estoy para cumplir tu voluntad; qué quieres que
haga hoy para complacerte?” Has todos los ejercicios de piedad bajo la mirada
de Jesús con gran amor. Se hace el bien a las almas sólo en proporción a la
propia unión con Dios.
El buen Dios busca almas que reparen los ultrajes que recibe, que lo amen y lo
hagan amar. Él te quiere del número de estas. En un momento dado Dios descubre
las trampas y destruye los planes de los que no buscan únicamente su gloria. Jesús
antes de concederle a un alma una unión íntima con Él, la purifica mediante la
prueba, entre más grandes son sus designios sobre tal alma, más grande
igualmente es la prueba. El demonio bien sabe que el buen Dios tiene sus designios
sobre ti. No te desanimes. El buen Dios te ayuda y te ayudará. Lucha
animosamente. No obstante los esfuerzos del infierno, el buen Dios conseguirá
su fin. El buen Dios se sirve de mí para darte ánimo, dado que no tienes
ninguno que te ayude. Guarda bien esto es conveniente que la naturaleza tenga
estos pequeños desánimos. En ocasiones pensarás, porque tienes y tendrás que
guiar almas. El buen Dios nos da el ejemplo en el Jardín de la Agonía. Ten
plena confianza en Jesús. El nunca te faltará. Fija tu morada habitual en el Corazón
de Jesús. Que el amor sea la cadena que una tu corazón a su Corazón adorable!. Tu corazón tan miserable se purificará, se
desasirá (de todo) al contacto con aquel Corazón tan puro. Obtiene del mismo
modo del divino Corazón de Jesús las gracias que necesitas para los otros, por
tu cargo. El no te negará nada de cuanto pidas con confianza y amor. Las penas
y los sufrimientos del corazón son más dolorosas que aquellas del cuerpo. Pero para
un alma que ama a Jesús, el dolor más grande es el de causárselo a Él cada día
con los propios pecado y la propia ingratitud!. Pídele al Corazón de Jesús la
fuerza de ánimo necesaria para que Él realice sus designios sobre ti. Si el
buen Dios exige una tan gran pureza del alma que admite en el Cielo, es porque
Él es la eterna Pureza, la eterna Belleza, la Eterna Justicia, la Eterna Bondad
y la Eterna Perfección!.
El buen Dios permite que
sufras en cuanto al cuerpo y en cuanto al espíritu, a fin de que, muerta a ti
misma, Él pueda cumplir sobre ti sus grandes designios, y a fin de que por tu
propia experiencia conozcas el arte de perfeccionar a los otros. Par fijar tu
espíritu en la presencia de Dios, toma cada día una de las catorce Estaciones
de Nuestro Señor en su Pasión, la cual pensarás más. A Jesús le agrada que
tengamos en la mente todos los sufrimientos que Él padeció por nosotros. Los
días de Fiesta, toma para reflexionar, uno de los misterios gloriosos: La
Resurrección, la Ascensión. Con frecuencia piensa también en la Eucaristía, en
la vida escondida de Jesús en el tabernáculo. Allí sobre todo verás su amor.
Quedarse así solo, sin alguno que lo adore en la mayor parte de las iglesias
del mundo!. Esperando en vano que alguno venga a decirle: “Te amo”!. Cada
domingo has tu pequeña provisión para la semana; en un palabra, busca complacer
a Jesús. El te complacerá a cambio. Mediante la Santa Comunión Jesús te unirá a
Él más íntimamente y se unirá a ti más de lo que lo haya hecho aún por nadie
más. En este divino alimento encontrarás fuerza extraordinaria para elevarte a
la perfección que Jesús pide de ti. Todo pasa y pasa velozmente!. No te afanes
tanto en cosas que un día habrán de terminar. Miremos a lo que no terminará
nunca. Con nuestras acciones santas y realizadas en unión a Jesús, embellecemos,
nuestro trono en el Cielo. Hagámoslo ascender algunos grados terquísimos a
Quien debemos contemplar y amar por toda la eternidad. Eso debe ser nuestra
única ocupación en la tierra. Por un alma que Él ama, Jesús hace las cosas que,
a primera vista, parecen imposibles. Así es como Él actuará respecto a ti.!. Jesús
te atrae Él muy dulcemente, muy suavemente, pero, al mismo tiempo, fuertemente.
No te resistas a su divina atracción. Más adelante, Jesús mismo te dirá lo que
quiere de ti. Mientras tanto yo soy la encargada por Él de trasmitirte su
divino deseo. Escucha bien su voz que te habla íntimamente en el fondo del corazón;
no le niegues nada y obtendrás todo; porque, si tú eres generosa, Él lo será
mucho más. Has tenido ya las pruebas. El buen Dios quiere a su servicio almas
generosas que no tengan ningún pensamiento de ellas mismas, que pongan toda su
aplicación, toda la buena voluntad en hacerlo amar y servir a expensas de sus
propios intereses. Las gracias del buen Dios son dones. Los concede a quien le
agrada. Quién tiene el derecho de dictar leyes al divino Señor? Recíbelas, por
tanto, humildemente las gracias particulares que Jesús te da, pero, al mismo
tiempo, con humildad, sin buscar indagar el por qué. Jesús quiere que te eleves
más allá de todo lo creado, que ninguna atadura, ni siquiera un hilo te tenga
atada a la tierra. Tienes que vivir ya la vida de los Elegidos, para los cuales
la única ocupación es la alegría, de amar y de perderse en Dios!.
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