La
muerte del justo
La
muerte de los santos es preciosa
en la presencia del Señor
(Sal 115, 15)
en la presencia del Señor
(Sal 115, 15)
INTRODUCCIÓN.
1.
Has de morir, aunque no quieras, y la muerte decidirá tu suerte feliz o desgraciada
para toda la eternidad.
2.
Lo único importante que tienes que hacer en esta vida es conseguir una buena
muerte.
3.
Prepárate, pues, para que así sea, con una vida cristiana seriamente vivida.
I. CONCEPTO CRISTIANO DE LA VIDA
A) La vida carece de valor
absoluto.
1. Es fugaz y pasajera. "Los
días del hombre son pocos" (Job. 14, 5).
2. No es término en sí
misma. Es un viaje, una peregrinación hacia la eternidad.
3. La estación de término,
a la que importa llegar, es el cielo, la bienaventuranza perfecta por encima de
todo cuanto podamos concebir.
B) Pero tiene un valor
relativo insustituible.
1.
Porque el término del viaje depende del camino que hayamos escogido.
2.
La bienaventuranza o condenación eternas de la otra vida no se dan
caprichosamente, sino según los méritos o deméritos de la vida presente.
3.
Importa, pues, por encima de toda otra ocupación, aprovechar el valor
trascendente de esta vida. Es decir, caminar con paso recto y decidido hacia la
felicidad eterna.
a) Huir siempre del pecado
y de toda acción mala.
b) Cumplir exactamente los
mandamientos de Dios y de la Iglesia.
c) Elaborar nuestra vida
futura con las buenas obras. Con la fe, con la esperanza, y con un amor
verdadero, proyectado en obras, hacia todos nuestros hermanos.
II. LO QUE ES LA VIDA DEL JUSTO
A) Negativamente
1. Huida del mundo, de sus
pompas y vanidades. "Quien pretende ser amigo del mundo se hace enemigo de
Dios" (Sant. 4, 4).
2. Renuncia total a
Satanás y a sus diabólicas sugestiones. "Vestios de toda la armadura de
Dios para que podáis resistir a las insidias del diablo" (Ef. 6, 11).
3. Mortificación constante
de las propias pasiones y concupiscencias. "Castigo mi cuerpo y lo
esclavizo no sea que habiendo sido heraldo para los otros resulte yo
descalificado" (I Cor. 9, 27).
B) Positivamente
1.
Fe viva en los misterios: "El justo vive de la fe" (Rom. 1, 17).
a) Fe en la divinidad de
Jesucristo y en el evangelio.
b) Fe en la Iglesia, poseedora
de los misterios de la redención.
c) Fe en el destino trascendente
de nuestra vida, y en el valor sobrenatural de nuestras acciones.
2.
Esperanza firme en la vida eterna mediante el auxilio omnipotente de Dios.
a) En la consecución de la
unión con Dios a que estamos llamados.
b) Que es también unión
con Cristo, con la Santísima Virgen y con todos los justos en una comunión
amorosa entrañable.
c) Y que nos hará
eternamente bienaventurados.
3.
Caridad ardiente hacia Dios y hacia nuestros prójimos.
a) En primer lugar, amor
sobre todas las cosas a Dios, Bien infinito y soberanamente amable, de quien
hemos recibido nuestro ser y todo cuanto hacemos o poseemos.
b) Amor universal a todos
los hombres, llamados a la unión bienaventurada y eterna con Cristo en Dios.
"Si alguno dijere: amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el
que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios a quien no
ve" (I Jn. 4, 20).
c) Este amor ha de concretarse
en el cumplimiento de todas nuestras obligaciones y en obras hacia nuestros
prójimos". El amor es el cumplimiento total de la ley" (Rom. 13, 10).
III. COMO ES LA MUERTE DEL JUSTO
Con
la preparación de una buena vida, el justo ve con serenidad que la muerte se acerca,
más aún: la desea. "Deseo morir para estar con Cristo" (Flp. 1. 23).
A)
La muerte es para el buen cristiano
1.
¡tequies de labore (Descanso
del esfuerzo de esta vida).
a) En el orden natural: es
el término de los trabajos, enfermedades y miserias. Es la cesación de la lucha
y esfuerzo que son constitutivos de la vida presente.
b) En el orden
sobrenatural: es el término de los peligros y tentaciones, fin de los combates
contra el mundo, el demonio y la carne, sensación de lucha que es la vida
cristiana.
2. Gaudium de novitate (Gozo de una vida nueva).
a) No le espanta la muerte,
pues es el comienzo de una vida mejor y definitiva: "vita mutatur non
tollitur".
b) No pierde nada de lo
que en este mundo poseyó, sino que lo alcanza de una manera plena en la
trascendencia poseída de Dios.
3.
Securitas in aeternitate (Seguridad
de conseguir la felicidad eterna).
a) Porque fue siervo bueno
y fiel, está cierto de que va a escuchar la llamada de Cristo: "entra en
el gozo de tu Señor" (Mt. 25, 23).
b) Unido a Dios por la caridad
y las buenas obras, va a consumarse en la unidad de Cristo, en una plenitud de
unión que no podrá ser quebrantada jamás.
B) Algunos ejemplos
1. El rey San Fernando, en
el trance de la muerte: "Te devuelvo. Señor, el reino y la honra que me
diste, mayores de lo que yo merecía... Recibe, Señor, mi ánima y por los
méritos de tu santísima pasión ten por bien de colocarla entre tus siervos".
Mandó que se cantara el Te Deum y entregó su alma a Dios.
2. El rey Sr. Luis
de Francia: "Nunca hubiera creído que era tan fácil morir". Y expiró
con la sonrisa en los labios.
3. Al fallecer San Martín
de Porres, el arzobispo, que estaba presente, dijo llorando: "Aprendamos
todos a morir, que es la lección más importante y difícil que hemos recibido de
este santo".
CONCLUSIÓN
1. La muerte, como todas
las situaciones límites, es el momento más difícil y más importante y
trascendental de la vida. Consagremos nuestra vida a la preparación de una buena
muerte, es decir, de un feliz tránsito hacia la vida verdadera.
2. Sea lo que fuere de las
circunstancias corporales y anímicas de nuestra muerte, una cosa es absolutamente
cierta: si hemos vivido cristianamente conquistaremos una felicidad eterna: si
nuestras obras no han respondido a nuestros deberes, si hemos sido infieles a
las reiteradas llamadas de la gracia, pagaremos para siempre nuestro pecado.
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