(AÑO 1882)
SEPTIEMBRE 1882.- Jesús ha hecho mucho por ti y todavía hará
más en el futuro, pero tienes que corresponder a su gracia y ser muy generosa.
Las almas que llegan a la perfección, que Jesús pide de ellas, son dueñas de su
corazón: Él no les niega nada. Cuando hayas llegado allí, Jesús y tú serán una
sola cosa, Tendrás los mismos sentimientos, los mismos pensamientos, los mismos
deseos. Se, siempre, buena, apúrate a llegar a ser una gran santa para procurar
mucha gloria a tu único amigo, que espera ese momento para derramar a torrentes
sus gracias sobre ti. Todavía no has hecho suficiente esfuerzo para vigilar tu
interior y para conservar la divina presencia de tu Jesús. Pruébate, esfuérzate
y serás muy ayudada. Jesús sólo espera un poco de buena voluntad y Él hará el resto.
Di a ti misma cada día: por qué Jesús me concede tantas gracias particulares,
qué pasará? Qué debo hacer? Qué haré para corresponder bien? Meditar en tales reflexiones
hará bien a tu alma. Reflexiona seriamente; cuanto te he dicho ahora es la
voluntad de Dios. El quiere también que trabajes seriamente en tu perfección,
porque de la tuya dependen muchos otros. Jesús tiene un amor tan grande por ti
que quiere colmarte de sus gracias de elección, de favores particulares, que ordinariamente
sólo concede a sus amigos íntimos. Adelanta con tu oración y tus sacrificios el
feliz momento en que vendrá la divina unión que Jesús quiere contraer con tu
alma. Reconoce delante de este divino Amigo lo grande de tu indigencia, el
abismo de tus miserias y déjalo hacer. Enriquecer a los más pobres, es lo propio
de su amor. Refulge más su bondad. Oh!. Ama mucho a Jesús. Adhiérete a Él más
estrechamente de lo que se pueda imaginar. Adhiérete con todas las fuerzas de
tu corazón, tanto para vivir únicamente por su santo amor.!. Por amor de Jesús,
ama a todas las personas que te rodean y aquellas con quienes te relacionas. No
tengas temor de gastarte en gentileza, o raciones, abnegación, preocupaciones
por su cuidado. Entre más un alma ama a Jesús, más ama ella a sus semejantes.
30 OCTUBRE.- Te lamentas siempre, porque, tú dices, quisiera
ser como todas las otras hermanas, pero todavía no has terminado conmigo!.
Estás obligada a escucharme hasta que quiera el buen Dios. Has todo lo que quieras,
yo tengo ahora muchas cosas que decirte y tú lo sabes. Tendría que haber quizás
más razones al respecto?
25 DICIEMBRE.- No te de pena si no estoy todavía en el Cielo.
Es verdad que te he dicho: “No entraré si no el día en que hayas alcanzado la perfección
que el buen Dios pide de ti”. Eso, no obstante, no creas que llegarás en un
instante a la alta perfección, y no es el primero el que de ti exige. Tú sabes
que Jesús te ama, aunque estás lejos del estado en el que Él quiere ver tu
alma. El sabe, este querido Amigo, que haría falta un milagro, para alcanzar este
estado perfecto que Él exige de ciertas almas, y tal milagro, no quiere
hacerlo. Tienes que salir poco a poco del sendero, a veces tan áspero de la
naturaleza. Para alcanza la meta que Jesús quiere que alcances, es necesario
que estés muerta totalmente a ti misma, que no tengas más ni voluntad, ni amor
propio. Todavía no has llegado. Así cuando se te acusa sin razón, cuando se te
atribuyen intenciones que no has tenido (sabes bien a que cosa quiero
referirme), y bien, no debes turbarte por tales cosas. El buen Dios permite
todo esto, a fin de darte modo de renunciar a ti misma y de adherirte
únicamente a Él. Él quiere que llegues al punto en que nada turbe en ti la calma
interior: penas, gozos, contrariedades, todo pasa indiferentemente. Sólo Él
entiende bien, quiere dominar todas las potencias de tu alma, satisfacer todos
tus deseos, aquietar plenamente tu corazón y ser para ti todo en todo; y no es
esto, créelo, la obra de un día.
No, no eres demasiado buena!. En ciertos casos es mejor ceder que
dominar. Te sugiero un modo de proceder que Jesús quiere que aprendas. Antes de
dar una advertencia, antes de hacer un reproche merecido por una alumna o por
cualquier otra persona, recógete un segundo; desde allí, colócate en el lugar
del que quieres dirigir y procede en su atención cómo quisieras que se hiciera contigo
en igual ocasión. Entonces Jesús estará contento.
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