5 DE SEPTIEMBRE
SAN LORENZO JUSTINIANO, CONFESOR
Misa
– STÁTUIT
Epístola
– Sap; XLIV, 16-27; XLV, 3-20
Evangelio – San Mateo;
XXV, 14-23
INVITACIÓN DE LA SABIDURÍA. — Joven aún Lorenzo, resolvió y hasta prometió
a su madre "llegar a ser un gran siervo de Dios". Y un buen día,
buscando ardorosamente la paz: "Una joven, dice, más bella que el sol, se
llegó a mí. Yo no sabía quién era. Se me acerca y me dice muy afablemente: ¿Por
qué te consumes buscando la Paz en mil
cosas? En mi mano está lo que buscas. Te prometo el objeto de tu deseo, con tal que te desposes conmigo." Entonces la pregunté por su nombre, su linaje
y su dignidad Ella me dijo que era la Sabiduría de Dios, y que se había hecho hombre para
reformar a los hombres. Por supuesto que la di mi consentimiento. Desde entonces
el joven, dejando la vida mundana, renunciando a todo deseo de dignidades
humanas y de placeres, se entregó totalmente a Cristo, y, para poseerle de un
modo! más perfecto, abrazó la vida religiosa. Escuchémosle cómo nos cuenta que
ya desde: un principio se puso a levantar el edificio de su santificación apoyado
en Cristo. Escucharle valdrá tanto como ponernos en las disposiciones que el Señor
nos exige a nosotros, pues la Escritura nos lo dice: "No hay salvación más
que en Jesucristo" y los que quieren edificar sólidamente, lo deben hacer
sobre el que es la piedra angular.
EDIFICAR SOBRE LA ROCA. — "No hay terreno más firme y más indicado para construir que la
roca, nos dice el Santo. Ahora bien, hay una piedra dura e inconmovible sobre
la que podemos levantar sin miedo ninguno el edificio de nuestra santificación;
es la piedra de la que se dijo: Esta piedra era Jesucristo. Sobre ella
apoyaron su salvación todos los iluminados por la luz de lo alto y los que
fueron movidos y convertidos por la gracia del Espíritu Santo. Por aquí comenzaron su obra; no conocieron
ni escogieron otro lugar los que
han logrado salvar- y tanto más se elevó su edificio espiritual y duró tanto
más, cuanto más profundo y claro conocimiento tuvieron de esta roca fundamental, que es Jesucristo.
ELECCIÓN DE MATERIALES. — "No todos trabajaron de
la misma manera: pues, conforme a la palabra
del apóstol, unos levantan sobre este fundamento oro, plata y piedras preciosas; otros, madera, heno, paja1. Mas la
obra de cada cual se pondrá
de manifiesto; el fuego de la tribulación y de la persecución, las
sacudidas de la tentación servirán para probar a cada uno y demostrar lo que
vale. Mientras tanto, cada cual debe aplicarse a este trabajo espiritual y
esforzarse por adquirir un conocimiento claro y preciso de Jesucristo, para proseguir
hasta el fin sin titubear la obra de su salvación. Construya sobre piedra, pero
levantando piedra sobre piedra, pues la piedra se adapta admirablemente a la piedra,
y la una sobre la otra forman un edificio sólido y duradero. Aunque los ríos le
embistan y se desencadenen los vientos contra él y las tempestades y tormentas
estallen sobre su cúspide, por nada se tambaleará ni nada le derribará. "Oíd
a un hombre que en verdad construya sobre piedra: ¿Quién nos arrebatará el
amor de Jesucristo?, dice San Pablo; ¿acaso la tribulación, la angustia,
la persecución, el hambre ya desnudez, el peligro, la espada? Estoy
seguro que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los
principados, ni las potestades, ni las cosas presentes, ni las futuras,
ni la violencia, ni todo lo que hay en lo más alto, o en lo más profundo
jamás podrá separarnos del amor de Dios en Jesucristo, nuestro
Señor. Trátase ciertamente de una casa sólida, construida con materiales i incorruptibles,
a la que no hay nada que la pueda derribar y de cuyo destino nadie ni nada la puede
apartar. Y no se componía de piedras cuadradas, talladas a cincel, sino de
afectos piadosos, de pensamientos santos, que tenían por objeto a Jesucristo y
la vida de Jesucristo".
VIDA. — Lorenzo nació en Venecia, en 1380,
de la noble familia de los Justiniani. Su juventud se distinguió por una piedad
grandísima que admiraba e imponía
respeto a los que le rodeaban. A los 19 años tuvo una visión de la Sabiduría eterna
que le invitaba a entregarse por completo a ella. Convencido de que sólo la vida religiosa le permitiría
responder plenamente al llamamiento divino, entró en los Canónigos Regulares de San Jorge, en la isla de Alga,
cerca de Venecia. Allí se distinguió
por su amor a las austeridades y humillaciones. Gustaba de ir a pedir limosna a
ciudad y recoger, en vez de limosnas,
burlas y desprecio poco después de ordenarse de sacerdote,
fué ele General de su Orden; de tal modo se ocupó en reforma, que con razón se le considera como
su segundo fundador. En 1433 al nombrarle Obispo de Venecia,
procuró alejar de sí esta
dignidad, pero el Papa Eugenio IV fue inflexible. Lorenzo no quiso cambiar nada en su modo de vida, en sus austeridades y en su larga
oración. Se dedicó a pacificar
las disensiones intestinas que agitaban el Estado; fundó quince monasterios,
erigió diez nuevas parroquias en
su ciudad episcopal y veló por el
esplendor del culto divino. En 1450 tuvo que aceptar la dignidad de Patriarca,
pero sólo vió en ello una indicación
para seguir más de cerca las huellas de Jesús en su pobreza y su celo por la salvación
de las almas. Merecidamente es
considerado también como el precursor
de la reforma eclesiástica que más tarde emprenderá en Milán San Carlos Borromeo, a continuación del Concilio de
Trento. Sus sermones y sus libros
de perfección manifiestan una devoción tierna a los misterios de Nuestro Señor Jesucristo, sobre todo a su Pasión. Murió el 8 de enero de 1455: en
1524 fue beatificado por
Clemente VII y en 1600 canonizado por Alejandro VIII. Su fiesta está señalada para el día 5 de septiembre, que es el día aniversario de
su consagración episcopal.
AMOR A LA SABIDURÍA. — "Oh Sabiduría que habitas en tu sublime trono, Verbo que hiciste
todas las cosas, séme propicio
en la manifestación de los secretos
de tu santo amor". Esta era, oh
Lorenzo, tu oración, y por
temor a tener que responder del talento oculto sí guardabas para ti De casto
connubio Verbi et animae Proemium solo lo que podía aprovechar a otros muchos i
determinaste a divulgar augustos misterios. Bendito seas por haber querido
hacernos partícipes del secreto de los cielos. Por la lectura de tus obras, por
tu intercesión cerca de Dios, atráenos a las alturas como la llama purificada
que siempre está subiendo. Para el hombre, buscar su descanso fuera de Aquel
que es su imagen es como ir a menos. Todo lo de este mundo no tiene más objeto
que interpretarnos la eterna belleza, enseñarnos a amarla y cantar nuestro amor
con nosotros 3. En esas cumbres de la caridad a donde llevan los senderos de la
verdad que son las virtudes4, ¡qué delicias las tuyas! Ciertamente haces tu
retrato al decir del alma que ha sido admitida a la inefable intimidad de la
Sabiduría del Padre: "De todo saca provecho; a cualquier parte que se
vuelva, no descubre más que centellas de amor; debajo de ella, el mundo que despreció
se emplea en alimentar su llama; armonías, espectáculos, suavidades, perfumes,
alimentos agradables, conciertos de la tierra y el resplandor de los cielos, ya
no la dicen nada, sólo ve en toda la naturaleza un canto epitalámico y el ornato
de la fiesta en que el Verbo la ha desposado". ¡Ojalá caminemos como tú,
hacia luz divina, y vivamos de unión y de deseo, amando cada vez más, para ser
siempre cada vez más amados!
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