viernes, 23 de septiembre de 2016

Ite Missa Est


23 DE SEPTIEMBRE
SAN LINO, PAPA Y MARTIR


Una oscuridad misteriosa rodea a la vida de los primeros Vicarios del Hombre-Dios; así desaparecen los primeros sillares de un monumento que se construyó como un desafío al tiempo. Les basta la gloria de llevar sobre sí la Iglesia eterna; y también es suficiente para justificar nuestra confianza y avivar nuestra gratitud. Esta fiesta la exigía el corazón de la Esposa: es como el testimonio de su veneración hacia el humilde y dulce Pontífice que, antes que otro ninguno, se volvió a juntar con Pedro en las criptas Vaticanas. Lyon († 499) según noticias orais. Por él sabemos que hacia fines del siglo ni tuvo lugar en Agauno la matanza de los soldados que se negaron a martirizar a sus herma - nos cristianos. En el lugar donde fueron enterrados sus cuerpos se construyó una basílica. Su culto se propagó por la Galia. E n 1128 se estableció en Agauno una aba - día de canónigos. Durante la Edad Media bastantes Ordenes Militares se pusieron debajo de la protección de San Mauricio, y los tintoreros le tienen por su Patrón.

VIDA. — El Líber Pontificalis nos dice que San Lino era de origen toscano y que fué Papa en tiempo de Nerón, después de morir San Pedro. Duró en el trono pontificio desde el 56 al 67, murió mártir y fué enterrado en el Vaticano. Las excavaciones que en el Vaticano realizó Urbano VIII, en el siglo XVII, lograron descubrir un sarcófago en el que se podía leer LINUS; pero difícil sería dar por seguro que este sarcófago fuese el del segundo Papa. "A falta de documentos más firmes, relativos a la vida de San Lino, nos garantiza su eminente santidad y justifica por sí sola el título de mártir con que se le honra, la elección que recayó sobre él para suceder a San Pedro durante la persecución de Nerón" (C. Schuster). Digamos únicamente que los historiadores actuales colocan su pontificado entre el 67 y 79, o sea, más tarde de lo que dice el Líber Pontificalis.

AUTORIDAD DE JESUCRISTO EN EL PAPA. — Jesucristo invistió a Simón, hijo de Juan, del Supremo pontificado personalmente y a la vista de todos; también tú, bienaventurado Pontífice, recibiste de Jesús, aunque invisiblemente, las llaves dél reino de los cielos. Contigo empieza este reino completo de la fe pura, en el cual la Iglesia, sin oír al Hombre-Dios decir nuevamente a San Pedro: Apacienta mis ovejas, se inclina ante la divina autoridad del hombre debidamente designado como representante del Esposo. Haz que las sombras de este mundo no nos hagan nunca vacilar en nuestra obediencia; otórganos que en el día de la eternidad merezcamos contemplar contigo en la claridad a nuestro Jefe divino.

En el mismo día
Santa Tecla, virgen y mártir.  
( hacia el fin del siglo I)



La esclarecida virgen y protomártir santa Tecla nació de ilustres padres en Iconio de Licaonia. Hallábase en dicha ciudad cuando llegó a ella el apóstol san Pablo a predicar el Evangelio.. A la fama de la nueva doctrina, acudió Tecla a oir las enseñanzas del apóstol, y quedó tan convencida de la verdad de la fe cristiana y tan enamorada de la castidad por las alabanzas que de ella oyó, que desde luego resolvió firmemente consagrar su virginidad a Dios, renunciando al matrimonio que sus padres tenían ya concertado con un joven muy noble y bien apuesto, por nombre Tamiris. Y no se contentó con entablar ella sola una vida de oración y recogimiento conforme a las prescripciones del santo apóstol; sino que atrajo al mismo género de vida a gran número de doncellas. Bajo la disciplina de Tecla alcanzaron sublime grado de santidad, entre otras, dos matronas llamadas Trifena y Trifosa. Tanto los padres de Tecla como el joven Tamiris llevaron tan a mal que la santa, por seguir una ley nueva de tanta abnegación y humildad, renunciase a las bodas, que la acusaron ante el juez de que era cristiana. Mandó este encender una grande hoguera, amenazando a la santa virgen con arrojarla a ella, si no abandonaba su fe; pero Tecla ¿movida por interior espíritu, hecha la señal de la cruz, se precipitó en medio de las llamas, mostrando estar ella más pronta a padecer aquel tormento que el juez a dárselo. En aquel mismo punto cayó una abundante lluvia, que apagó el fuego, dejando libre y sin lesión a la santa. Condujeron - la entonces a Antioquía, en donde se tentó una y otra vez su invencible constancia: porque, en primer lugar, fué arrojada a las fieras; mas por gracia de su señor y esposo Jesucristo no recibió de ellas daño alguno. Entonces se la ató fuertemente a dos toros, a los cuales se hizo correr en dirección contraria a fin de que dividiesen en dos partes el cuerpo de la santa virgen; pero tampoco alcanzaron los gentiles su malvado intento. Finalmente la metieron en una hoya llena de serpientes; y ninguna le causó la más leve molestia. Librada milagrosamente de tantos peligros, volvió Tecla, más firme que nunca, á su patria; y abandonando la comunicación y trato con los hombres, se entregó a la contemplación y amor de las cosas celestiales; para lo cual se retiró a la escabrosidad de un monte, y pasó allí sola el largo tiempo que le quedaba de vida, pues llegó a los noventa años de edad. Fué sepultada en Seleuecia; y en todo el oriente se tuvo a esta santa en gran veneración, viéndose su sepulcro frecuentado de gran concurso de gentes. Visitóle san Gregorio Nazianzeno, y tanto él como otros santos padres ensalzaron las virtudes y santidad de Tecla de palabra y por escrito, honrándola con el renombre de protomártir, por haber sido la primera de las mujeres que por la confesión de l a fe cristiana fué condenada al tormento.

Reflexión:
Maravíllanse muchos de la invencible fortaleza con que tantas delicadas vírgenes padecieron los más atroces tormentos: mas ¿cómo no habían de animarse al martirio, viendo que su protomártir santa Tecla, revestida de la virtud de Dios, vencía a todos los tiranos y atormentadores y aun salía ilesa de todos los suplicios? Con tal auxilio de la gracia se explica la fortaleza de los mártires, y con tales martirios y prodigios, quedó admirablemente sellada la divinidad de nuestra santa fe católica.

Oración:
Oh Dios, por la gloria de cuyo nombre sufrió con fe nunca vencida el gran combate de los tormentos la bienaventurada virgen Tecla, la primera mártir entre las mujeres; concédenos que a imitación suya sepamos despreciar las prosperidades del mundo y no temer ninguna de sus adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



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