miércoles, 17 de agosto de 2016

La Misa de Siempre - Mons.Marcel Lefebvre


El beso del altar


Antes de empezar el sacrificio, el sacerdote besa otra vez el altar, 
símbolo de Cristo. A lo largo de la historia de la Iglesia, el altar ha 
ocupado un lugar central en las iglesias, en el corazón de la sociedad.


¿Acaso no es el altar el centro de todas las basílicas y de todas las iglesias? Es el altar del sacrificio y no una simple mesa para una comida, ni simplemente una mesa para fraccionar o distribuir la comunión, sino el altar del sacrificio.

¿Qué hizo Constantino y qué hicieron los cristianos desde que vino la paz a la Iglesia? Construyeron enseguida magníficos santuarios y magníficas iglesias o basílicas alrededor del altar. Siempre se hizo así.

¿Qué hacen los misioneros en los países que quieren evangelizar? Lo primero que construyen es una capilla. Edifican un lugar de oración. En ese lugar, ¿qué ponen en el centro? El altar. ¿y qué colocan en el altar? El ara, la piedra consagrada, sobre la que ofrecen el sacrificio.

Entendemos que los fieles y los cristianos se abriguen bajo su campanario. Es maravilloso verlo aún en muchos pueblos, en donde se ve que domina el campanario. Ahora bien, el campanario significa la iglesia, con el altar en su centro. Se puede decir que el corazón del pueblo es el altar del santo sacrificio. Los fieles se reúnen en tomo a su iglesia, y el cementerio, a su vez, está también alrededor. Todo esto expresa maravillosamente la fe de los fieles, la fe de la Iglesia, y manifiesta la importancia del sacrificio de la misa en la religión cristiana.

Todos los religiosos, los fundadores de Órdenes, como san Benito, fundaron su congregación alrededor del altar. Organizaron el rezo del oficio divino alrededor del altar. El oficio divino tiene como centro el santo sacrificio de la misa. Generalmente se ofrece después de tercia, porque es a las nueve cuando Nuestro Señor subió a la Cruz y bajó de ella a las tres. Las órdenes religiosas han elegido esa hora para celebrar el santo sacrificio en recuerdo de la subida de Nuestro Señor al altar de la Cruz.

La preparación de las ofrendas

El pan y el vino, elegidos por Nuestro Señor Jesucristo como 
materia de la Eucaristía, tienen un sentido simbólico muy rico.


En su sabiduría, Nuestro Señor quiso emplear cosas materiales y temporales para comunicamos su Espíritu Santo. Quiso elegir las cosas más sencillas y más comunes: el agua, el pan, el vino y el aceite, que son las cosas más habituales en la comida y en los cuidados del cuerpo." Nuestro Señor es el Creador del trigo y de la viña. Por consiguiente, es Él quien, en sus decretos eternos, quiso crear estos alimentos con vistas a la sagrada Eucaristía y, desde luego, es el primer fin para el cual los creó, incluso antes de ser el alimento de nuestra vida natural. La gente suele quejarse que la Iglesia parece demasiado espiritual y no suficientemente humana, pero eso es no comprender lo que hizo Dios. Nuestro Señor ha empleado todas sus criaturas para manifestamos su amor y comunicar nos su vida. Jesús manifestó por este medio que era el Creador de todas las cosas y que podía emplear a sus criaturas para damos su vida espiritual. i Dios ha hecho las cosas bien, en su sabiduría! Hay una relación estrecha entre la Eucaristía y la institución del sacerdocio y la Pasión de Nuestro Señor, y entre la Cena y Getsemaní. De igual modo que Nuestro Señor Jesucristo eligió la viña y el trigo para su Eucaristía, y que estos elementos se trituran para poder convertirse en su Cuerpo y en su Sangre, puesto que el pan y el vino son los elementos que Él eligió como materia de la Eucaristía; igualmente se tritura la oliva para que se convierta en óleo Santo. ¿Por qué haber elegido estos diferentes frutos que hay que triturar? Nuestro Señor Jesucristo mismo lo dijo: "Yo he sido el único que ha pisado el lagar"!", y era Él quien estaba en cierto modo en el lagar. Era Él quien iba a sufrir, quien iba a ser aplastado y a dar su Sangre por la Redención de nuestros pecados. Por eso quiso elegir estas criaturas que también serían trituradas a imagen suya para hacer el óleo Santo, el pan y el vino que se convertirían en los instrumentos de nuestra santificación. Si Jesús quiso elegir estos elementos y triturarlos es porque también nosotros tenemos que convertimos en víctimas y ser triturados por la penitencia, la prueba y el sacrificio, para unimos más a Él, puesto que comemos su Cuerpo, bebemos su Sangre y recibimos los Santos óleos para unimos más a Él.

¿Por qué Nuestro Señor eligió también los elementos de pan y vino? Como sabemos, es una comparación que se suele hacer pero que necesitamos recordar. El pan es el producto de granos que se muelen juntos, triturados y unidos. Para hacer el pan, hay que moler y unir los diferentes granos de tal modo que no formen sino una sola masa y que no sean sino un pan. El pan eucarístico es precisa- mente esa imagen de la unión de todos los fieles en la medida en que las especies del pan son el resultado de la unión de los granos de trigo. Lo mismo ocurre con el vino: hay que unir todos los granos del racimo para producir vino. Nuestro Señor quiso, pues, elegir estos elementos para mostramos que tenemos que estar unidos para transformamos en Él. Si no tenemos la caridad y no estamos unidos entre nosotros, Nuestro Señor no podrá estar eficazmente en nosotros: eso no puede ser. Nuestro Señor Jesucristo no puede entrar en un alma que no tiene la caridad. Por consiguiente, mantengamos siempre nuestras almas en los sentimientos de caridad.

El ofrecimiento de la hostia:
Suscipe Sancte Pater




El sacrificio propiamente dicho empieza en la oblación. Es una parte esencial, puesto que la oblación y la consagración constituyen la separación de lo profano y dedican a Dios el objeto consagrado. Nuestro Señor, siendo Víctima y Sacerdote, se ofreció a sí mismo. "Se ofreció porque Él mismo quiso'?" (1s 53, 7); "Nadie me quita mi alma; Yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo"."? Un 10, 18) Si bien esta oblación de Nuestro Señor tuvo lugar formalmente en su Pasión, sin embargo es cierto decir que toda su vida fue objeto de una oblación continua realizada ya por el solo hecho de la unión hipostática, que no fue sino una consagración y separación para entrar en la intimidad de la Trinidad como mediador.

Suscipe, sancte Pater, omnipotens aeterne Deus, hanc immaculatam 
Hostiam, quam ego indignus famulus tuus offero tibi, Deo mea vivo, et vera, pro innumerabilibus peccatis, et offensionibus, et negligentiis meis, et pro omnibus circumstantibus, sed et pro omnibus, fidelibus christianis vivis atque defunctis: ut mihi et illis proficiat ad salutem in vitam eternam. Amen.


Recibe, oh Padre Santo, omnipotente y eterno Dios, esta Hostia 
inmaculada que yo, indigno siervo tuyo, te ofrezco a Ti, que eres mi Dios vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias, y por todos  los presentes, y también por todos los fieles cristianos vivos y difuntos; a fin que a mí y a ellos nos aproveche para la salvación y vida eterna. Así sea.


El sacrificio de la misa repara el pecado y purifica las almas, Las oraciones del Ofertorio lo manifiestan claramente, al ofrecer el sacerdote la hostia en reparación de sus propios pecados y por la salvación de todos los fieles vivos y difuntos, El sacerdote termina esta oración haciendo una señal de la Cruz con la patena sobre el corporal, mostrando con ese signo sensible que se coloca la hostia en la Cruz, en donde Jesucristo se ofreció a su padre por nuestros pecados, Todas las palabras de la liturgia expresan el deseo de expiación y de remisión de nuestros pecados, Expiar y perdonar los pecados es uno de los fines principales de la santa misa.

Los protestantes aceptan el sacrificio eucarístico pero niegan el sacrificio propiciatorio, es decir, que niegan que el sacrificio de la misa expíe los pecados, Es la diferencia esencial que nos separa del protestantismo, Nosotros creemos que el sacrificio de la misa es un sacrificio propiciatorio (...) incluso ahora: es el mismo sacrificio, ofrecido en el Calvario, que continúa. Por consiguiente, cada vez que se ofrece el sacrificio de la misa, se perdonan los pecados y se derraman gracias de santificación en el mundo entero. Este es el motivo por el cual vale la pena ser sacerdote. Por consiguiente, es bueno que reflexionemos sobre lo que es el pecado y sus consecuencias, con el fin de hacer todo lo que podamos para evitarlo y repararlo, e igualmente reparar por los demás. En esto, está claro que la liturgia nos ayuda mucho. Si en la liturgia encontramos el aspecto latréutico de adoración- el aspecto de impetración'?' y, por supuesto, el aspecto eucarístico que evidentemente, es el fondo y la trama de la liturgia, también encontramos todo lo que se refiere al pecado y a nuestro llamamiento a la misericordia de Dios y, por consiguiente, la propiciación. La propiciación se expresa en tantos textos hermosos de la liturgia que nos ayudan a ponemos en una atmósfera  de reparación negada por los protestantes. Por eso, es muy necesario, al contrario, mantener en nuestra oración este aspecto de la propiciación.

En efecto, toda la liturgia, que es la gran oración de la Iglesia, nos invita a considerar a Jesús en la Cruz como Víctima y Cordero sin mancha, inmolado a causa de nuestros pecados, Salvador y Redentor que nos redime con el precio de su Sangre."?


De este modo, trataréis de uniros al espíritu del santo sacrificio de la misa y adquirir, cosa que os será una fuente continua de gracias particulares, gracias de propiciación y, por siguiente, de súplica para pedir perdón a Dios por vuestros pecados y que cure vuestras almas de las malas tendencias que el pecado original ha podido dejar en vosotros y, en fin, pedirle la gracia de conocerlo más aún, amarlo y alabarlo, y vivir más unidos aún a la Santísima Trinidad" 

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