martes, 14 de junio de 2016

La Misa de Siempre - Mons.Marcel Lefebvre


El Credo
(primera parte)


Credo in unum Deum.
Patrem omnipotentem, factorem caeli et
terrae, visibilium omnium et
invisibilium.
Et in unum Dominum Jesum Christum,
Filium Dei unigenitum.
Et ex Patre natum, ante omnia Secula.
Deum de Deo, lumen de lumine, Deum
verum
de Deo vero
Genitum non factum, consubstantialem
Patri; per quem omnia facta sunt.
Qui propter nos homines et propter
nostram salutem descendit
de caelis.
Et incamatus est de Spiritu Sancto ex
Maria Virgine: et homo factus est.
Crucifixus etiam pro nobis sub Pontio
Pilato, passus,
et sepultus est
Et resurrexit tertia tlie, secundum
Scripturas.
Et ascendit in caelum; sedet ad dexteram
Patris.
Et iterum venturus est cum gloria
judicare vivos et mortuos; cuius regni
non erit finis.
et in Spiritum Sanctum, Dominum et
vivificantem: qui ex Patre Filioque
procedit.
Qui cum Patre et Filio simul adoratur, et
conglorificatur; qui locutus est per
Prophetas.
et unam sanctam, catholicam et
apostolicam Ecclesiam.
Confiteor unum baptisma in remissionem peccatorum .
 Et exspecto resurrectionem mortuorum.
et vitam  venturi seculi.
Amen.


*Creo en un solo Dios.
Padre todopoderoso, Creador del
cielo y de la tierra, de todas las cosas
visibles e invisibles.
y en un solo Señor, Jesucristo, Hijo
unigéníto de Dios.
y nacido del Padre, antes de todos los siglos.
Dios de Dioós, luz de luz, Dios
verdadero de Dios verdadero.
Engendrado, no hecho, consubstancial al Padre; por quien todas las
cosas fueron hechas.
Quien por nosotros los hombres y
por nuestra salvación bajó de los cielos.
y se encarnó; por obra -del Espíritu
Santo de María Virgen: Y se hizo hombre.
Crucificado también por nosotros,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, y fue sepultado.
y resucitó al tercer día, según las Escrituras.
y subió al cielo: está sentado a la diestra del Padre.
y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los 'vivos y 'a los muertos; y
su reino no tendrá fin,
Creo en el Espíritu Santo, Señor y
vivificador. Que del Padre y del Hijo procede.
Que con el Padre y el Hijo
juntamente es adorado y glorificado.
Que habló por medio de los profetas.
Creo en la Iglesia que es una, santa,
católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
y espero la resurrección de los
muertos.
y la vida  del siglo venidero.
Amén.

El Credo es la síntesis de nuestra fe. Resume todo lo que creemos: Creemos en Dios Padre, en Dios Hijo que se encarnó, tornó carne en las entrañas de la Santísima Virgen, sufrió, fue crucificado y se entregó completamente para la gloria de su Padre. Creemos en el Espíritu Santo, en la Iglesia Católica, en el bautismo para la remisión de los pecados y creemos en la vida eterna. Esto es lo que Dios ha hecho por nosotros, pobres creaturas y pobres pecadores. Es el resumen de nuestra fe: la gran caridad y el gran amor de Dios por nosotros. Todo esto se nos dice en el Credo, y por esto el Credo tiene que ser la base de nuestra fe y de nuestra vida espiritual!"  

l. Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra

La fe, que es la ciencia más segura y a la que nos referimos, nos enseña la existencia de Dios: Credo in unum Deum, Patrem omnipotentem, factorem cadi et Terrae, visibilium omnium et invisibilium. La fe nos enseña que Dios es espíritu; Nuestro Señor se lo enseñó a la Samaritana. Es un Espíritu todopoderoso que lo ha creado todo. Hubo un momento en que el mundo no existía y en que sólo existía eternamente Dios, en su santidad y en su gozo perfecto e infinito, sin necesidad de crear nada. Nuestro Señor, al principio de su oración sacerdotal, alude a ese momento: ''Ahora, Padre, glorifícame Tú, junto a Ti con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese". (Jn 17,5) La fe nos enseña que la razón puede y debe llegar a la conclusión de la existencia de Dios, y San Pablo en su primera epístola'" reprocha con vehemencia a los hombres el no haber conocido al verdadero Dios que se manifiesta a través de sus obras. Todo lo que existe y todo lo que nosotros somos proclama la existencia de Dios y canta sus perfecciones divinas. Todo el Antiguo Testamento y particularmente los salmos y los libros sapienciales cantan la gloria del Creador. Por este motivo, en la oración litúrgica y sacerdotal los salmos ocupan un lugar primordial.

Es bueno meditar sobre la creación ex nihilo sui et subject, hecha de la nada, por la simple decisión del creador. Cuanto más ahondamos esta realidad, más nos asombramos de la omnipotencia de Dios y de nuestra nada, y de qué necesario es que toda criatura esté constantemente sostenida en la existencia, so pena de desaparición y de volver a la nada. Así nos lo enseñan la fe y la filosofía. Por sí mismas, esta meditación y esta comprobación deberían arrojamos en la humildad y adoración profundas, y darle a esta actitud una inmutabilidad parecida a la de Dios mismo, que es inmutable. Deberíamos estar llenos de una confianza sin límites hacia quien es nuestro Todo y que decidió creamos y salvarnos!”

2. Creo en Jesucristo... Por quien todo ha sido creado

Nuestro Señor es Dios y sólo hay un Dios; no hay tres dioses sino uno solo. Por eso, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo han creado el mundo. El Verbo ha creado el mundo: "Por Él fue hecho el mundo" jn 1, 3), es decir, por Nuestro Señor, No hay, pues, dos personas en Nuestro Señor sino una sola y esta persona es la Persona del Verbo de Dios, del Hijo de Dios. Siempre debemos tener presente esto.

El Padre ha creado todo por medio del Hijo. ¿Por qué?

Porque el Hijo es la Sabiduría de Dios. Siendo el Hijo el Verbo de Dios, es al mismo tiempo la ciencia y la sabiduría de Dios. Ahora bien, Dios no puede crear sin sabiduría y sin ciencia. Dios ha creado precisamente a través de su sabiduría y de su ciencia. El Padre ha creado por medio de su Sabiduría, que es una Persona divina, a la vez distinta de Él y que le es consubstancial, pues es Dios como Él. Nada de 10 que ha sido hecho 10 ha sido sin esta Sabiduría de Dios, sin esta ciencia divina, sin este Verbo, el Verbo de Dios. Todo ha sido hecho por Él. Tenemos que reflexionar y meditar estas grandes verdades, porque tienen consecuencias considerables para cada uno de nosotros, ya que todo lo que somos y todo lo que poseemos ha salido del Verbo. Nada de lo que somos se ha hecho sin el Verbo de Dios, absolutamente nada. Todo nos viene del Verbo de Dios, de la Sabiduría de Dios. Cuando pensamos en la idea que los hombres han tenido y aún tienen de Dios; incluso entre muchos católicos que han sido bautizados en la Sangre de Nuestro Señor y que, por consiguiente, se han unido a Él por su bautismo, cuántos de ellos viven de estas verdades de un modo frecuente, normal y lógico? ¿Cuántos de ellos están todo el tiempo, en cierto modo, en acción de gracias para cantar las alabanzas de Dios por todo, lo que ha hecho y por todo lo que pueden ver en el medio en que viven? Este estado debería ser normal para el hombre que sabe, sobre todo por la Revelación, que todo proviene de Dios. Ante todo lo que ve y sabe y todas las maravillas que lo rodean, el hombre debería cantar sin cesar las alabanzas de Dios.

Cuando pensamos en todos los físicos e investigadores que escrutan las riquezas escondidas en la tierra... en realidad ellos no crean nada. Sólo investigan lo que Dios había dispuesto. Todo el petróleo por el cual se pelean, «le dónde viene? ¿Quién lo ha puesto? Entre los que buscan o venden ese petróleo, ¿hay siquiera uno que haya pensado en agradecer a Dios, en cantar sus alabanzas por esa materia extraordinaria, fuente increíble de energía, puesta por Él a la disposición de los hombres?

Lo mismo vale para el átomo y para las fuentes de energía sacadas del uranio. Esas potencias que se descubren en el mundo han sido hechas por el Verbo de Dios. Todo eso es de Dios y no puede subsistir sin Él. ¿Lo pensamos? Nada de lo que ha sido hecho lo ha sido sin Él. Es maravilloso y, además, todo esto nos sobrepasa, porque cuanto más se investiga más nos encontramos ante grandes misterios.


Todo esto debería conducir a los hombres a cantar un himno continuo de alabanzas por todas las grandezas y las cosas hermosas que Dios ha creado para la humanidad. Por eso, procuremos no vivir como los ateos, que aprovechan todo lo que Dios nos ha dado: nuestra salud, nuestros ojos,  nuestros oídos y todo nuestro cuerpo, y que a pesar de todo no piensan en Él. 

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