20 de junio
San Silverio, papa y mártir.
(† 538)
El glorioso pontífice y mártir san Silverio fué natural de la campaña de
Roma, e hijo de Hormisdas, el cual habiendo enviudado, se ordenó de Diácono de
la iglesia Romana, y fué elevado después a la cátedra de san Pedro. No ascendió
su hijo Silverio al sumo pontificado con puras y santas intenciones; mas apenas
se vio sentado en la Silla apostólica sintió trocársele el corazón, lloró con
amargas lágrimas su ambición pasada, edificó toda la cristiandad con el ejemplo
de sus santas costumbres, y protegió la Iglesia de Dios hasta dar la vida en su
defensa. Porque pretendiendo la emperatriz Teodora, que era hereje, restituir la
silla de Constantinopla a Antimo, cabeza de los herejes eutiquianos, quiso que
san Silverio, con su autoridad apostólica le volviese a aquella iglesia,"
y aun escribió a Belisario, general de sus tropas, que en caso que san Silverio
se resistiese, le privase del pontificado. Propuso, pues, Belisario al
pontífice lo que la emperatriz ordenaba, y el santo no hizo ningún caso de
ello; sino que con gran constancia respondió que antes perdería el pontificado
y la vida, que restituir a la silla de Constantinopla a un hereje impenitente y
justamente condenado. Al ver Belisario lo poco que podían los fieros y amenazas
con el santo pontífice, no quiso poner en él las manos sin algún justo o
aparente pretexto. Entonces la mujer de Belisario, llamada Antonina, concertó
con los herejes una gran maldad, fingiendo algunas cartas como escritas en
nombre de Silverio a los godos, en que les prometía que si llegaban a Roma les
entregaría la ciudad y al mismo Belisario que en ella estaba. Llamaron después Belisario
y Antonina a su palacio al santo pontífice, y habiendo entrado, detuvieron a la
otra gente que le acompañaba; y llegado al aposento donde estaba Antonina en la
cama y Belisario a su cabecera, la descompuesta y loca mujer comenzó a dar
voces contra el santo pontífice como si fuera un traidor que los quería vender
y entregar en manos de sus enemigos; y diciendo y haciendo le despojaron de su
hábito pontifical y le vistieron de monje, y con buena guardia le
enviaron desterrado a Patara de Licia. Y aunque a suplicación del obispo de aquella
ciudad, el emperador Justiniano le mandó volver a Roma, pudieron tanto los herejes
con Belisario, que luego desterró al santo a una isla desierta del mar de
Toscana, llamada Palmaria, donde afligido y consumido de pobreza, calamidades y
miserias vino a morir.
Reflexión: Caso extraño y lastimoso parece que nuestro «Señor haya permitido que se
tratase con tanto desacato a un vicario suyo en la tierra, pero debemos reverenciar
sus secretos. Con estas calamidades quiso hacer santo a Silverio y honrarle
como mártir con corona de eterna gloria; y a los que pusieron en él las manos
les castigó severamente, porque Belisario que había sido uno de los más famosos
capitanes del mundo perdió la gracia del emperador y fué despojado de su
dignidad y hacienda; Teodora, la emperatriz, fué descomulgada y murió
infelizmente, y Justiniano el emperador que era católico, cayó en la herejía de
los monotelitas, y los Hunos, gente fiera y bárbara, le hicieron cruel guerra
en Oriente, y los godos tornaron a hacerse señores de Roma, en castigo de lo
que se había hecho contra el pontífice. ¡Así suele nuestro Señor castigar aun
en esta vida con poderosa mano a los perseguidores de su santa Iglesia!
Oración: Oh Dios omnipotente, mira compasivo nuestra humana fragilidad; y por la
intercesión de tu bienaventurado pontífice y mártir Silverio, alívianos del peso
de nuestras miserias. Por Jesucristo; nuestro Señor. Amén.
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